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Categoría: Maduras

Jardinero en Irlanda

Cuando hace un par de meses, decidí hacer las maletas como tantos otros españoles e ir a Irlanda a aprender inglés, nunca pude imaginar que mi vida emocional iba a dar un vuelco de estas características. Miro atrás y no me conozco en ese chico tímido e inocente que viajaba en busca de aventuras... pues Kelly daría un vuelco a mi mundo.



Pero será mejor que empiece presentándome. Me llamo César y tengo 24 años. Se podría decir que soy el típico chico joven que viene a la imaginación cuando se piensa en un español. Moreno de un metro setenta y cinco, de pelo castaño al igual que el color de mis ojos. No destaco por guapo, pero siempre tuve mi público entre las chicas, y siempre me gustaron más deportes de juego como el fútbol o el tenis, antes que meterme a un gimnasio a machacarme. Y como buen ibérico, hombre de pelo en pecho que nunca me plantee eliminar.



Estudié ingeniería técnica en la universidad, sin pena ni gloria, y no tardé en emparejarme con la que sería mi novia durante algunos años. Como os podéis imaginar, cuando terminé mis estudios, el mundo laboral no era lo que había imaginado cuando mis padres me impulsaron a estudiar, y pasé a ser carne de becas y todo tipo de contratos leoninos.



Cuando encima descubrí que mi novia me la estaba pegando con uno de mis mejores amigos, tuve esa sensación de gota que colma el vaso y hace que todo se desborde, y llegué a la conclusión de que era el momento de dar un giro a mi vida. Así que cogí el petate y decidí salir de la península para mejorar mi nivel de inglés, que entre nosotros, no era para echar cohetes.



Como no iba a encontrar un trabajo con trato al público, antes que meterme de ayudante de cocina, un amigo me habló de un programa con granjas y casas de campo en Irlanda, en el cual, a cambio de realizar trabajos de todo tipo, recibes alojamiento y comida, además de alguna ayuda para tus gastos. Así que allí que me lancé, me apunté por internet y me gasté parte de mis ahorros en un billete sólo de ida. A decir verdad, no tenía un euro que derrochar.



Cuando llegué a Dublín, fui a la dirección que ponía la organización a la hora citada, y descubrí que debía ser el día del reparto de casas, pues había más de un chaval despistado por allí, y gente de lo más diversa, desde el típico granjero fornido hasta la pareja simpática de abueletes. Y como siempre pasa, acabé hablando con los dos españoles que había, tan despistados como yo o más.



Dicen que el vuelo de una mariposa puede cambiar el movimiento del universo, y no sé si es verdad. Lo que sí sé es que la elección de la casa, que en ese momento me parecía secundario, desencadenaría una serie de acontecimientos demoledores. Andaba yo despistado cuando una mujer de unos 45 años, vino y me habló. A duras penas pude entender su acento, aunque creo que me decía que vivía sola en su casa de campo y necesitaba ayuda para cuidar el jardín y hacer tareas de reparación.



Kelly era su nombre, y anaranjados eran sus cabellos, que más adelante podría comprobar que cumplían a rajatabla esas historias que se cuentan de las pelirrojas y su relación con el mismo demonio. Tenía la cara más bien cuadrada, ojos verdes y pecas por todo el cuerpo, y un semblante serio que apenas cambiaba en su conversación. Robusta y fuerte, se conservaba bien para su edad, aunque sinceramente ni me imaginaba en esos momentos mirarla como un polvo futurible. Como no quería quedarme sin trabajo, por supuesto que acepté y ofrecí ayudarla en cualquier cosa que se le ocurriera. Entonces, firmamos unos papeles con la organización y cogimos un tren hacia el oeste.



En el trayecto, me estuvo preguntando algunas cosas sobre mi vida y por qué estaba allí, a lo que contesté como pude, y varias veces tuvo que repetirme las cosas. Desde luego que tendría trabajo en eso de aprender el idioma. También me preguntó si tenía novia y si conocía a alguien por allí, a lo que le contesté que no conocía a nadie y que pasaba de novias después de lo que me hizo la última. Después, se cansó de preguntar y fuimos callados un largo tramo. Cuando llegamos a un pueblo, tomamos un pequeño autobús, y finalmente llegamos a una casita en un pueblo perdido.



Recuerdo todavía aquellos paisajes verdes desde la ventana del autobús, y mi cara de sorpresa cuando llegamos a la casa y vi el estado en que se encontraba el jardín. La muy zorra sabía lo que hacía cuando pedía un voluntario... y me cagué en sus muertos cuando descubrí toda la maleza que hacía que más que jardín pareciera una selva, además del estado deplorable en que se encontraba la cerca de madera. Y lo peor, acababa de llegarle un camión de leña que tenía que ser cortado.



Cuando vio mi cara de sorpresa, me miró con una cara de ironía e incluso me dijo que lo íbamos a pasar bien... la muy... Sin embargo, he de reconocer que por la tarde preparó un guiso de patatas y carne que me hizo ver el cielo después de días malcomiendo.



Me enseñó mi cuarto, totalmente austero y pequeño con una cama y un armario, y me dijo que mañana me enseñaría el trabajo.



A la mañana siguiente, como había sospechado mi tarea iba a ser mucho más dura de lo que esperaba. Empecé quitando las malas hierbas, mientras ella andaba por la casa o iba a hacer recados. Durante algún momento, la sorprendí mirándome por la ventana... podría ayudarme que es su casa!



Los primeros días fueron así. mucho trabajo, buena comida y Kelly que no me quitaba el ojo. Pronto supe que había otros extranjeros en granjas cercanas, y conocí al grupo donde estaba Regina, una joven portuguesa morenita de pelo rizado y con unos ojos negros que me volvieron loco desde el momento en que la vi. El grupo era simpático y pronto nos hicimos amigos.



Fue en esos días, cuando ya empezaba a sentirme como pez en el agua, cuando llegaría la ola o más bien el tsunami que removería todo. Aquella mañana, cuando estaba reparando el vallado de madera, la vi como otras veces desde la ventana controlándome. Volví a mirar después, y ya no estaba. Minutos más tarde, cuando terminé mi jornada, me fui a duchar, pero justo en ese momento estaba ella con el baño ocupado.



Fui a dejar la ropa sucia al cesto, y nada más abrir me vino un aroma embriagador, de esos que nunca se olvidan. Así que miré dentro y... allí estaba el causante de esa fragancia, unas braguitas azules totalmente empapadas, con un cerco húmedo y pegajoso en la parte de abajo. Ahora lo veía claro, la cerda de mi casera, se estaba haciendo unos dedazos de escándalo mirándome cómo trabajaba, y ahí estaba la prueba a modo de flujos vaginales.



Oí cómo salía de la ducha y en seguida cerré el cesto y fui a esperar para entrar en mi turno. Según salía para el cuarto de baño, nos cruzamos, y me sonrió de una forma especial. Nunca la había visto sonreír... siempre tan seria. No sé por qué pero pensé que era capaz de leer mi mente.



Aquella tarde quedamos el grupo de "expatriados" para hacer una barbacoa. Lo pasamos muy bien, y cada vez me sentía más integrado y disfrutaba más en su compañía, sobre todo con Regina. Como resulta que ella vivía en una granja cerca de la mía, fuimos paseando en el camino de vuelta. Nos despedimos con unos besos, y cuando entré en casa allí estaba Kelly esperándome con semblante serio.



La saludé y me recriminó. Me dijo que no estaba cumpliendo mis responsabilidades en la granja, a lo que yo me quejé ya que estaba deslomándome cada día. Entonces me dijo que pasara a su cuarto, que tenía que enseñarme algo. Fui tras ella esperándome encontrar cualquier tipo de avería para arreglar, pero mi sorpresa fue que nada más llegar, se bajó la falda y las bragas de un tirón, y señalando su poblado pubis, me dijo... Deberías ocuparte también de este jardín. A decir verdad, estaba igual de descuidado y tenía unos matojos anaranjados que nada tenían que envidiar a los que me encontré al llegar en el jardín de atrás.



Me quedé en estado de shock. No sabía ni cómo reaccionar, cuando se acercó a mí y me dijo que a qué esperaba. Traté de ser educado, y decirle que no podía hacer eso ya que no estaba allí para ese tipo de trabajos. La idea de tener una relación con esa mujer, no estaba dentro de mis planes para ese verano, y menos después de haber conocido a  Regina. Así que traté de largarme, pero ella me paró en seco. Entonces, con una mirada severa, se rasgó la blusa y me dijo:



"fuck me or I call the police"



Esas palabras las entendí claramente: O me follas o llamo a la policía. Entonces comprendí que estaba totalmente a su merced. Trabajando en su casa, en un país distinto al mío, una mujer atacada... no podía arriesgarme así que le dije que haría lo que quisiera.



Me quitó mi camiseta de un tirón y me tumbó boca arriba en la cama, mientras decía eso de "good boy". Justo después, se puso de rodillas encima de mí, depositando su coño sobre mi nariz. Estaba tan empapado que alguna gota se había condensado entre sus pelos, y podía oler el mismo aroma que encontré en sus braguitas pero multiplicado por mil. Sabía lo que ella quería, y estaba claro que no tenía opción, así que dirigí mi lengua a sus labios vaginales y me puse a moverla como había perfeccionado tantas veces entre las piernas de mi ex.



Al principio empecé a juguetear torpemente por dentro y por fuera, para después, buscar entre su matojo y pegar mis labios para hacerle sentir mi lengua con más fuerza. Entonces, empecé a escucharla jadear de forma furiosa, como recibiendo un desahogo brutal. Continué con mi comida de coño moviendo mi lengua de un lado para otro, con ansiedad y sin dirección, y cuando veía que empezaba a estar fuera de sí de placer, pegué mis labios absorbiendo mientras que centré el movimiento de mi lengua en su clítoris, lo que hizo que pegara un grito de satisfacción que imagino que llegaría hasta la granja de al lado.



Kelly estaba alterada de placer, y se puso de pie por un momento. Gemía y rugía de una forma que parecía más un animal que una mujer. Se quedó desnuda totalmente, y fue directa a mi pantalón. Hasta ahora, centrado en mis trabajos bucales, no me había dado cuenta, pero esta situación me había provocado un empalme brutal. Esa fiera gimiendo y gritando como una leona encima de mí, me estaba poniendo muy cachondo, y cuando desabrochó el pantalón y se abalanzó a mi polla como una posesa, pensé que me corría ahí mismo.



Hay mujeres que empiezan a chupar un rabo con timidez, como si fuera algo extraño. Otras, te hacen sufrir y se deleitan con besitos y lametones antes de empezar el trabajo. Nada que ver con lo que me hizo Kelly. Ella se lanzó como una posesa, abrió su boca y la introdujo hasta que ya no le cabía más, mientras continuó sin piedad con un movimiento de sube y baja mientras succionaba a más no poder con sus labios bien cerrados a lo ancho de mi pene. Sentí cómo crecía aún más si cabe dentro de su boca, y la dureza había llegado a su límite. Como para partir nueces me la había puesto.



No tardó mucho en parar, y la cogió con su mano con satisfacción diciendo... "it's hard enough". Y tan suficientemente dura que estaba, no te jode! Entonces volvió a ponerse de rodillas encima de mí, pero esta vez sobre mi cintura. Yo no tuve que hacer mucho más, tomó mi falo y se empaló ella solita. Y estaba tan empapada que le entró hasta el fondo en un sólo movimiento. Yo sólo la miraba botar encima de mí con el pelo revuelto, las tetas balanceándose a un ritmo hipnotizante y su cara... un poema de furia y placer.



Tanto gusto me hizo sentir, que antes de lo que pensaba me di cuenta que si seguía con ese vaivén iba a lograr vaciarme mucho antes de lo que quería. Y otra vez, ella se debió dar cuenta, pues interrumpió su ritmo endiablado para mirarme con cara de enfado y decirme... "If you cum inside me, i will kill you" (si te corres dentro de mí te mato). Cojonudo... una fiera del sexo encima de mí pegándome el polvazo de mi vida... y yo acojonado ante la idea de llenarla con mi leche. Ella siguió cabalgándome como una amazona y yo tuve que hacer verdaderos esfuerzos para resistir, pensando en gatitos asesinados y tratando de inclinar la cintura y ponerme en la postura que menos me hiciera sentir... no sabía de qué sería capaz esa irlandesa rabiosa, pero esa forma con la que me trataba me estaba poniendo cada vez más cachondo todavía.



Pensé que no iba a aguantar, pensé que el estallido era inminente, apreté fuerte los dientes... pero fue ella la que me tomó la delantera y llegó al orgasmo. Y vaya orgasmo, aferró sus manos a mis brazos apretando fuerte hasta hacerme sangre con sus uñas. Gimió y ronroneó como una fiera. Gritó mientras todo su cuerpo temblaba del orgasmo, y cerró los ojos dejando un suspiro al final.



Yo estaba que no podía más. Nunca antes había aguantado tanto en una situación así. En unos segundos, se repuso, y sacó de su coño mi polla encharcada en sus flujos.



La agarró con su mano, y empezó a pajearme dándome permiso para correrme. Después de esa tensión, bastaron dos sacudidas para que mi polla empezara a escupir chorros de semen a presión, que mancharon mi pecho, la cama, el suelo e incluso uno me dio en mi propia cara. Estaba demasiado extasiado de placer como para que me importara. Entonces volvió a sonreír, se levantó, y salió del dormitorio diciendo:



"Clean this mess" (limpia este desastre).



Y una vez más, obedecí...


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 7
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