Soy estudiante de una universidad española, y cada mañana al ir a clase me fijo en los hombres que van en el tren. Una mañana en la que, para no variar, el transporte estaba abarrotado, me fijé en un hombre de unos 30 años que me atrajo mucho. Su cabello era largo y eso me fascinaba, el se dio cuenta que lo miré y puso su mirada en mi, muy penetrante. Yo ya empezaba a sudar del apretón de personas en ese tren, volví a mirarle y él seguía observándome, vi que se fijaba sobre todo en mis abultados pechos. Llevo una talla 100 de pecho natural asi que se ven grandes y para colmo la camisa blanca de botones se había desabrochado por la tirantez de mis pechos, con lo que se dejaba ver mi canalillo y parte del sujetador negro fino encaje que llevaba. Fue entonces cuando me empecé a excitar y noté arder mis cachetes, seguramente estaba colorada por su mirada pero empecé a notar que mi vagina estaba lubricando excitada.
Aquél hombre se fue moviendo poco a poco entre los viajeros hasta que vi que se colocó detrás de mí.Pronto lo note bien pegado, con el vaivén del tren el aprovechaba para pegarse lo máximo posible, noté su paquete duro en mi culo clavándomela. Yo llevaba una falda de tela corta a si que fácilmente notaba su pene erecto. Estábamos tan apretados que no se vería un tocamiento si se hacía disimulado. Yo no me aparté y el empezó a deslizar su mano en mi culo y comenzó acariciármelo, a apretarlo y a jugar con el hilo del tanga. Estaba deseosa de que bajara más, que llegara a mi vagina y me metiera los dedos profundamente. Y entonces el fue bajando poco a poco y llegó a los labios de mi vagina. Estaba muy húmeda, él comenzó a oler mi cabello largo, perfumado a jazmín, mi fragancia favorita. Pasamos por un túnel y el me toco el pecho con una mano, deslizándola por dentro del sujetador. Uno de los hombres se dio cuenta y nos miraba intentando disimular. Aquello me excitó aun más, y lo vi que se tocaba mientras nos miraba.
El hombre de cabello largo seguía acariciando mi vagina y a la vez los pechos, yo cogí mi mano y le empecé a tocar su paquete como podía, la tenía grande y dura, me deleitaba como loca con eso. Oía su respiración en mi oreja, su húmeda espiración. El otro señor seguía mirándome pero ya descaradamente, le hice una seña para que participara, y en un momento tenía a ambos tocándome a la vez. Pegaba mi culito y lo restregaba, con ansias de ser duramente penetrada por el. Llegué a mi destino y me bajé mirándolos a los dos, ellos se bajaron y me siguieron. Nos colamos en los baños y se bajaron las cremalleras, al hombre bajito se la mamaba yo con gusto y jugaba con mi lengua de arriba abajo y luego en círculos, mientras que por otro lado tenía al del pelo largo penetrándome fuertemente. ¡Qué gusto me di! No paraba de gemir y de pedirle que lo hiciera más duro, ¡más duro! le decía cuando podía quitarme el miembro del otro tipo. Terminaron corriéndose en mi culo y en mi boca, quedé bien salpicada pero feliz y satisfecha. Llevo unos días viajando en tren y no los he vuelto a ver, tendré que de momento buscar otros sustitutos.
Continuará.