Había cerrado los ojos, después del largo trayecto en el avión y las muchas horas de viaje en este tren, el suave vaivén hacia que mis sentidos sé adormecieran y relajaran. Note una suave deceleración y una breve parada, abrí los ojos, y mire por la ventanilla, una pequeña estación en mitad de la nada, volví la vista y los dos jóvenes que habían subido conmigo todavía estaban allí, hablándose entre ellos, riéndose, y con las manos entrelazadas, seguramente no tendrían mas de 22 años, se volvieron y me sonrieron, yo les devolví la sonrisa, volví a mirar hacia fuera, el tren volvió a ponerse en marcha, y volví a cerrar los ojos.
Un movimiento brusco hizo que rápidamente me despertara, no sé cuanto tiempo había estado durmiendo, pero suponía que no mucho, levante la vista y contemple un nuevo pasajero en nuestro compartimiento, mejor dicho, una nueva viajera, ella estaba mirando hacia fuera, su media melena no me dejaba ver su rostro, aquel cabello ondulado de color castaño le caía suavemente sobre su rostro, me fije en su blusa, de un color gris azulado que con los últimos rayos de sol dibujaban e insinuaban la curva de sus pechos, la falda, de una tela suave le caía por debajo de las rodillas, y sus manos estaban apoyadas en un pequeño bolso. Ella se giro y me miro, mientras yo intentaba que no se me notara mi descaro fijándome en otra parte, no pude, me fije en sus ojos, de un negro penetrante, en su boca y en su nariz, su rostro mantenía los rasgos caucasianos de la zona, pero junto con su cuerpo formaban un todo de una belleza excepcional.
Aquella mirada y mi imaginación al recorrer su cuerpo hizo que me excitara, y temiendo que mi rubor me delatase me levante, y me dirigí hacia el pasillo, cruce la puerta del habitáculo sin prisas intentando no mirar atrás, no quería que mi impulso y mi deseo me vencieran, saque el paquete de cigarrillos de mi bolsillo, contemple a través de los cristales como el crepúsculo entraba de lleno en su apogeo, la llama de mi encendedor hizo que mi figura se reflejara en el cristal, y justo detrás de mí vi su figura. Sobresaltado me gire y la mire, ella con un perfecto acento me pidió un cigarrillo, le tendí el paquete abierto y ella cogió uno, llevándoselo a sus labios que se cerraron en torno a el, mi pensamiento divago con aquel movimiento de su boca, volví a desviar la mirada hacia la ventana mientras ella lo encendía, me seguía mirando. Sin casi darme cuenta le ofrecí invitarla a un café, realmente quería estar frente a ella, hablar, mirarla a los ojos, disfrutar de su compañía. Ella con un movimiento rápido de su cabeza me dio a entender que estaba dispuesta a ello, y rozándome paso por mi lado hacia la parte trasera del tren.
Cuando llegamos al pequeño bar este estaba completamente vacío, y mientras yo me dirigía hacia el camarero ella tomo asiento en un rincón apartado de la barra, y poco después con las tazas en la mano yo hice lo mismo, la conversación fue rápida y agradable, su voz entraba en mi cerebro y sus ojos se clavaron en los míos durante todo el rato que allí estuvimos. Después de un largo rato, nos levantamos dispuestos a ir hacia nuestro compartimiento, ella delante mío movía sus caderas suavemente para compensar el balanceo del tren, el vagón estaba solo iluminado por las luces de emergencia que pendían de los costados, al llegar a nuestra puerta un suave murmullo se apodero del silencio, ella se paro en seco, y su mano se dirigió a mis labios para que yo no pudiera hablar, miro a través del pequeño ventanal de la puerta y cogiéndome por el hombro me acerco para que yo también pudiera ver. En un principio mis ojos no percibieron nada, pero poco a poco cuando se acostumbraron a la tenue luz que entraba vi a los dos jóvenes abrazados, ella estaba encima de el, con la falda subida hasta sus muslos, aguantándole la cabeza, mientras este le besaba los pechos y le acariciaba su espalda, me retire y la mire, ella seguía observando la escena tranquilamente, sin rubor, sus labios se entreabrieron suavemente y sus manos se apoyaron en su estomago. Después de varios minutos, se volvió, giró hacia la parte trasera del vagón, y comenzó a andar, yo la seguí, hipnotizado por el movimiento de su cuerpo, otra vez en el bar delante de una café volvimos a charlar, sus ojos se clavaban en mi, y el gesto que con sus manos de vez en cuando rozaban las mías, hacia que disfrutara de aquella velada, me hipnotizaba su voz, la deseaba. Estuvimos así hasta bien pasada la medianoche.
Volvimos, ella entreabrió la puerta y yo me sitúe detrás, los jóvenes ya rendidos descansaban el uno sobre el otro, él al oír la puerta incorporo su cabeza, y ella le hizo un gesto, y volvió a cerrar la puerta con suavidad.
Me miro, sus ojos en la oscuridad me parecieron todavía mas negros y profundos, se acerco a mi, y sus labios rozaron lo míos, mi piel se sensibilizo de tal forma a aquella caricia, que la abrace, mis manos se apoyaron en su espalda y apreté mis labios contra los suyos, prolongando aquel beso. Volvió a cogerme la mano, pero esta vez dirección hacia delante del tren, entramos en un vagón que antiguamente servia como oficina de clasificación de correos, ahora vacío y con una sucia bombilla en mitad de el, estaba tan débilmente alumbrado como todo en aquel lugar. Ella se paró en seco, y mi cuerpo se junto al suyo, sus caderas se movieron, y yo con sus manos aun en las mías, apreté su estomago para notar todavía mas aquel movimiento, me excito de tal forma el contacto de su cuerpo que la gire y volví a besarla con pasión, buscando su lengua, rozándola, jugando con la mía. Ella me respondió con la misma pasión y se dejo caer en aquella mesa que estaba justo debajo de la bombilla, se separo de mi, y comenzó a desabrocharse su blusa, mi boca busco sus pechos, sus manos buscaron las mías y las llevaron hasta su bajo vientre, ella se adelanto un poco para que mis caricias llegaran a lo más hondo de su piel, gemía y miraba mis caricias, sus ojos ardientes se cerraban en cada movimiento de su cabeza, su pelo le caía hacia un lado de su rostro, y su boca entreabierta la humedecía con su lengua. Lentamente me beso, aparto mis manos, y abrió mi camisa, posando sus labios en mi piel, bajo hasta ponerse en cuclillas, y note aquella sensación de placer que hizo que me tuviera que apoyar en la mesa, ella siguió acariciándome hasta que sensación de deseo aumento hasta tal punto que quería su piel, su cuerpo. La levante y besándola me hundí en ella, sus brazos me rodeaban al igual que sus piernas, nuestros cuerpos se unían en una danza llena de locura y pasión moviéndose al son de nuestros deseos. Ella levanto su cabeza hacia atrás y apretó sus manos en mi espalda, de su garganta salió un gemido que lleno mi cerebro de sensaciones, y mi cuerpo se descontrolo en aquel momento, la sensación de caída en un vacío sin fin se apodero de mí, sentí que mi cuerpo no respondía a mi voluntad, y me apreté contra su pecho, dejando que mis pulmones recobraran el aire que habían expulsado con tanto ímpetu.
Cuando aun apenas nos habíamos recuperado ya nos dirigíamos a nuestro vagón, me pare en la puerta, observe su rostro, aun ruborizado por el esfuerzo, y la bese, tan apasionadamente como si todavía estuviera en su interior. Ella abrió la puerta y nos sentamos, el uno frente al otro, nuestras miradas y nuestras sonrisas se cruzaron.
Me desperté con el primer rayo de sol que entro por la ventana, ella ya no estaba allí, su equipaje había desaparecido, los jóvenes me dijeron algo que no entendí, y comprendí que ella había bajado del tren.
Había salido de mi vida tal y como había entrado, con mis ojos cerrados. Todavía la amo.
buena me encanto