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Categoría: Incestos

Clara y sus hijos

Hola a todos. Hace muy poco aprendí a navegar por internet, y a mi edad todo es nuevo. Tengo 50 años y estuve peleada con la tecnología, hasta que las circunstancias me obligaron a hacer un curso y asó poder chatear con mis conocidos, y en especial con mis hijos que se mudaron a la ciudad para poder estudiar. Navegar en la web me hizo descubrir varias páginas, y en especial esta que habla de sexo en todas las variedades, pero no se porqué morbo me interesé mucho en el amor filial, y es así que necesito contar mis experiencias desde hace 6 meses.

Me presento: me llamo Clara, y como dije tengo 50 años, divorciada, con dos hijos, Matías de 27 años y Mariel de 25 años. Mi estatura es de 1,65, y un cuerpo que se mantiene pese a los años, con medidas 90, 70, 100, cabellos claros y piel blanca. Buen culo y lindas piernas (es la envidia de muchas amigas), y como por mi estatura estoy un poco gordita, mi piel se mantiene lisa.

Actualmente vivo sola y no me quejo. Trabajo lo necesario para mantener un buen ritmo de vida. como dije antes, mis hijos se mudaron a la capital para estudiar. Primero fue Matías, hace 5 años, a estudiar ingeniería, y hace 3 se fue Mariel a estudiar bellas artes. Viven en un departamento que les dejó su padre. Ambos hacen trabajitos menores que le permiten estudiar sin depender de mu sistento, y a veces el padre les manda algo de dinero.

En noviembre del año pasado, aproveché dos semanas de vacaciones pendientes en mi trabajo y fui a hacer compañìa a mis hijos que al estar ocupados con sus exámenes celebraron mi visita. Al llegar, me asignaron la habitación junto a Mariel, por lo que echaron un colchon al piso donde dormiría ella y yo en su cama. en la otra habitación duerme Matías, y además de esto el departamento tiene su estar, cocina, y un baño grande. Acá hace calor, así que vivimos con el aire acondicionado y además flojos de ropas, es decir con shorts y camisetas.´mis dos hijos son de piel trigueña, pelo lacio, y mientras Matías es un joven musculoso, Mariel tiene forma de guitarra, de tan hermosas curvas, muy bien proporcionada. Tambien tiene 100 de tetas y 90 de culo, pero con 10 kilos menos que yo.

Los dos primeros días fueron normales. Los chicos iban y venían de la facultad, y yo los esperaba con la comida, la casa ordenada y ropa limpia. LLegó el jueves por la noche, y como el viernes era feriado, Matías trajo unas pizzas y cervezas para compartir. Esa noche hacía calor, y aún con el aire prendido se sentía el sofocon propio de las ciudades llenas de cemento y asfalto. Los tres estábamos vestidos cómodos, es decir con short (cortito para Mariel y para mí) y remera. Mariel y yo llevábmos corpiño.

Despues de cenar, seguimos tomando cervezas y entonces comencé a preuntar mis hijos sobre que hacían aparte de estudiar, si tenían algun romance y que grado de seriedad le daban a esas relaciones. Matías contó que estaba de amigovio de una chica llamada Yésica desde hacía 3 años, y que con el tiempo probablemente ella sería su esposa, mientras que Mariel tambien tenía algunos amigos pero nada serio.

Matías a su vez me preguntó que hacía yo todo el tiempo sola, a lo que respondí que no encontraba la falta de un hombre, y que de vez en cuando, recibía la visita sexual de su padre, quien más allá de estar divorciados, es un excelente amante. Mariel se sonrojó y dijo:

- "mamá, era para que digas que actividades haces, y no para contarnos si tienes sexo"

- "pues yo creí que ustedes se referían a eso", dije dando una carcajada.

Ese comentario sirvió para romper el hielo, y´con las cervezas haciendo efecto nos deshinibimos un poco más. Le pregunté a Matías cuantas veces lo hacía por mes, a lo que me respondió.

- "en tu época se habrá hecho por mes. estoy en la edad de mayor actividad sexual, por lo que tu pregunta debería ser cuantas veces lo hago por semana, ja ja ja"

- "y siempre con la misma chica?". "Si, Yésica es un volcán, y nos complementamos bien"

- "y vos Mariel, como es la cosa?". "Estoy en una carrera de gente un poco distinta, así que ya tuve experiencias con chicos (no muchas), y con algunas amigas"

- "Qué, sos lesbiana?". "No de ninguna manera, me encantan los hombres, pero una mujer te hace disfrutar distinto. Quedate tranquila que lo hago solo por placer"

- "y es placentero?, pues cuando era joven de eso ni siquiera se hablaba. Recuerdo como miraba o me miraban mis amigas, pero ni siquiera se nos ocurría hacer algo así"

Matías se levantó a buscar más cerveza. Al no encontrar, nos preguntí si seguiríamos tomando el bajaría a comprar otras, pero como ya eran las 11 de la noche les dijimos que no, y entonces Matías dijo que tenía fernet con coca para ofrecernos. Tanto Mariel como yo festejamos la idea de tomar fernet. El problema es que el fernet, arriba de la cerveza nos dejó un poquito más alegres, y por lo tanto mas deshinibidos.

Después del primer vaso, Matías preguntó a su hermana.

- "Dime Mariel como es hacer el amor con una mujer. Es lo mismo que en las películas porno?"

- "En la forma en que lo hago con mis amigas es distinto, pues hay sentimientos puestos allí"

A todo esto yo escuchaba y sentía como se me endurecían los pezones. Fue cuando me fui al baño y me puse cómoda: me saqué el corpiño. Volví a la sala y le dije a Mariel que haga lo mismo, ya que ayudaba a soportar mejor el calor. Ambas estábamos en la sala sin corpiño, hablando con un hombre de sexo, y además de sexo entre mujeres, así que en determinado momento observé que mis pezones y los de Mariel se traslucían debajo de la camiseta, y que el boxer de Matías tenía una montaña. Matías preguntó:

- "como se besan, es distinto a como lo hacen con nosotros?"

- "Es diferente", dijo Mariel, a lo que Matías respondió "mostrame como ponés los labios", y Mariel dice "no sirve si te cuento. tenés que ver en la práctica, así que cuando esté con alguna de mis amigas te llamo para que mires"

- "Para que esperar por tus amigas, estando mamá aquí, Hace de cuenta de que es alguna de ellas y de paso mamá y yo sabemos de que se trata el asunto".

Por supuesto que indignada contesté que eso estaba mal, a lo que Matías respondió: "no lo tomes desde lo sexual, sino saimplemente para sacarnos la curiosidad, salvo que vos ya lo hayas hecho con alguna mujer". Recapacité y respondí:

- "vale, que ya somos todos adultos y sabemos controlar nuestros instintos"

Entonces Mariel se me acercó y tomando mi rostros en sus manos primero rozó sus labios a los mios, para luego estamparme un beso en donde sentí su lengua entrando a mi boca. No rechacé el envite y mi lengua también se enroscó a la de ella. Estuvimos así por lo menos dos minutos, en los cuales pasaron por mi mente distintas sensaciones, todas muy excitantes, pero debía controlarme pues era mi hija la que me besaba, y además lo hacía delante de mi hijo.

Entonces ambas recuperamos la cordura, y vimos que ya era hora de ir a dormir. Al levantarnos los 3, me di cuenta de la carpa que había armado Matías bajo su pantalón. Nos dirigimos a las habitaciones, y es mi costumbre leer un rato antes de dormirme. En eso estaba cuando bajo mi mirada al colchon y veo a Mariel durmiendo un poco despatarrada y vestida solo de remera y bombachita, de esas que dejan el culo al aire. Su repiración provocaba que sus tetas se balancearan suavemente, y su ombligo estaba a la vista. por sobre el elástico de su bombacha se veían parte de su vello púbico. Era lo que se dice una mujer absolutamente apetitosa, y ese pensamiento me afectó doblemente, pues era la primera vez que veía a una mujer de esa manera, y lo más complicado, esa mujer era mi hija.

Entonces bajé el libro y recordé el beso que nos dimos hacía un rato. Cerré mis ojos y puse una mano por debajo de mi bombacha para acariciar mi clítoris mientras la otra apretaba mi pezón. Gemía suavemente. De repende abro mis ojos y veo a Marial, acodada sobre mi cama observando como me masturbaba. La mire a los ojos que tenían un brillo de calentura tremenda y entonces ella me dijo "yo tampoco puedo dormir pensando en vos". Alargué mi mano invitándola a subir a la cama, y mientras nos besábamos apasionadamente nos desvestimos, quedando tendidas una al lado de la otra mientras nuestras manos exploraban las conchas y nuestras lenguas se enredaban. Baje mi cabeza y comencé a mamar sus tetas. Mariel gemía y sus manos empujaban suavemente mi cabeza hacia más abajo, y no me negué, enterré mi cara en su concha, mi lengua se movía a lo largo de la raja de mi hija, chupaba su clítoris mientras Mariel se convulsionaba. Entonces moví mi cuerpo y me puse en posición de hacer un 69. Era la primera vez que una mujer comía mi concha, y esa lengua era la de mi hija. Estuvimos un rato donde habremos hecho un gran charco de tantos jugos derramados, y no nos dimos cuenta del ruido que hacíamos.

En un rapto de lucidez, levanto mi cabeza y veo a Matías, mi hijo, haciendose una paja al costado de la cama mientras nos miraba. Que hermosa pija la de mi hijo. Gruesa, y bastante larga, como de 15 centímetros por lo menos, y muy cabezona. Los movimientos de la mano de Matías sobre su poronga eran lentos, como queriendo aguantar lo máximo la explosión de placer. En ese instante siento el dedo de Mariel en mi culito virgen, y hago lo mismo con ella. Ambas gritábamos a causa del orgasmo que teníamos y Matías no aguiantó más, echo su leche sobre mi espalda, desparramando algo de semen sobre mi cabeza y sobre la cabeza de Mariel, que estaba entre mis piernas.

Nos quedamos quietos lños tres, como midiendo lo que ocurrió, pero fue por muy poco tiempo, pues Mariel se incorporó, tomó a Matías por su poronga y lo acostó de espaldas en la cama. Por supuesto Matías seguía al palo como no hubiera acabado. Mariel se sentó sobre la verga de su hermano abriendo sus piernas y tomándola de la base, enterró la pija de su hermano en su concha. Se movía sobre esa pinga como una posesa. Yo por supuesto no era de palo, así que lo que hice fue chupar la concha de mi hija junto a la poronga de mi hijo que entraba y salía de ella. Otra vez Mariel tuvo su orgasmo (despues descubrimos que era multiorgásmica), entonces aproveché para sacarla a ella de esa posición y sentarme yo sobre la pija de mi hijo. El desgraciado dejó que su pija se lubricara en mi concha, y en uno de los vaivenes desvió la cabedza de su pija a la puerta de mi culo. Yo me quedé dura, como no sabiendo que hacer, y en esa fracción de tiempo Matías aprovecho para que su cabeza penetre mi culo. Me sujetó de las caderas y las empujó hacia abajo. Su pija me penetró hasta los huevos provocándome un grito mitad no dolor sino incomodidad, y la otra mitad placer. Con el vaiven ya no hubo dudas, me estaba encantando que me cojan el el culo, y el que lo estrenaba era mi hijo Matías mientras mi Mariel chupaba mis senos. Matías dió un suspiro y comenzó a llenar con su semen mis intestinos, al mismo tiempo que yo practicamente orinaba de tanto líquido que echaba mi concha.

La mañana nos encontró a lo tres desnudos, abrazados y oliendo a semen y flujo. Los días que quedé en la casa de mis hijos aprovechamos para sacarnos la calentura, cogiendo a cada rato de acuerdo a las ganas. Por supuesto que Matías tenía límites físicos para atender a dos hembras calientes, pero para eso están los pepinos.
Datos del Relato
  • Autor: Clara
  • Código: 23507
  • Fecha: 06-01-2011
  • Categoría: Incestos
  • Media: 5.94
  • Votos: 53
  • Envios: 2
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  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
ru
invitado-ru 31-08-2016 00:13:38

muy bueno...!! es decir, te hicieron el orto...

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