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Chantajeada por mi jefe con unas fotos comprometedoras

“¿Las reconoces, putita?” López apuntó a la laptop encima de su escritorio. En ésta se encontraba abierta una página de internet que yo conocía bastante bien. Era mi perfil en un foro porno.



“Pasé bastante tiempo mirando todos tus álbumes, ¿sabes?” dijo mi jefe en voz baja, “Que rico cuerpo tienes.”



“Todo esto es parte de mi vida privada,” dije educadamente.



“La verdad es que tus fotos me pusieron bastante duro.”



“¿Qué está diciendo?”



López se posicionó justo detrás de mí y puso sus manos en mis hombros. “Esto no lo puede saber nadie, estoy seguro que estás al tanto.” Sus manos bajaron lentamente hasta tocar mis tetas por encima de la blusa.



Me paralicé por un momento, pero poco a poco mi cuerpo empezó a reaccionar con el toqueteo de mi jefe. Empecé a sentir un cosquilleo delicioso en mi clítoris… cerré los ojos y traté de concentrarme nuevamente. “¿Una mamada?”



“Quiero que me des el culo. Y antes de que me respondas, recuerda que también vi los videos que hiciste con tu dildo. No sabía que eras una putita tan caliente a la que le gustaba que la miraran.”



López introdujo sus dedos en mi blusa, muy lentamente, hasta llegar a uno de mis pezones. “Seguramente te excitan los comentarios de todos esos cabrones que quieren cogerte. Te gusta saber que se soban la verga pensando en ti.”



Me quedé en silencio, no sabiendo realmente que es lo que debería decir. Traté de respirar profundo y reajustar mi posición en la silla. López continuó, retorciendo mi pezón entre sus dedos.



Podía sentir su verga apoyada en mi hombro mientras sus manos seguían jugando con mis tetas. “Entonces qué… ¿te vas a dejar coger?



Asentí ligeramente, todavía insegura de lo que acababa de aceptar, pero no creí realmente que tuviera otra opción en ese momento. Me levanté y me coloqué enfrente de él antes de empezar a desvestirme.



“Así me gusta, putita… Sácate las tetotas… Déjame ver ese culo, esa panocha…”



Una vez que ambos estuvimos desnudos, López me tomó del cabello y me hizo mirarlo. “Te voy a hacer mi puta.”



Lo miré a los ojos, lamiéndome los labios.



“Mámame la verga…” me dijo.



Me llevé su grande miembro a la boca y comencé a pasarle la lengua todo alrededor. Lo tomé de la base para levantarlo y lamer sus huevos. Empecé a chupársela, suave al principio, poco a poco incrementando mi velocidad.



López me tomó de las mejillas y me hizo tragarme su verga hasta el fondo. Comenzó a cogerme la boca sin piedad.



“Pero que duro me tienes, puta… La mamas rico con esa boca deliciosa. Junta las tetas…”



A López le encantó que lo masturbara con ellas, comenzó a darme ligeras palmadas en la cara mientras su miembro se deslizaba entre mis melones. “Oprime tus pezones, perra…”



Seguí sus órdenes. Poco a poco se empezaron a endurecer, escuchando los gemidos de placer de mi jefe. López se detuvo un momento, escupió en mis tetas y me ordenó que continuara masturbándolo. De pronto se detuvo.



“Me muero de ganas por meterte los dedos y ver qué tan húmeda tienes la panocha,” me dijo mientras tiraba de mi cabello.



“Hmmm… depiladita… Comienza a dedearte, así como la haces en esos videos. Putona… Zorra caliente…”



Me subí al escritorio y separé las piernas lo más que pude, lamí mis dedos y comencé a acariciar mi concha. López recorría mi cuerpo con sus ojos, sobándose la verga lentamente. “Que bien lo haces, cabrona…” Su respiración se aceleraba cada vez que metía otro dedo a mi raja caliente. Empecé a gemir suavemente, sintiendo que mi vagina se empapara cada vez más.



“Hmmm perra de mierda. Déjame mamarte el coño.” López se me abalanzó y me tomó de los muslos. Sentí su lengua recorriendo mi vagina, desde el clítoris hasta mi raja; me mordía suavemente los labios y me dedeaba de vez en cuando. Me hizo el mejor sexo oral de mi vida.



“Gime, putona. Demuestra que te gusta cómo te mamo la panocha.”



“AHHHHH! Me encanta… Hmmm… Como… me la comes…”



“Sigue, puta…”



“Que rico mamas… que rico me comes… Hmmmmm me pones caliente.”



“¿La quieres dentro? ¿Vas a aguantar mi verga como buena puta? Hmmm?”



Asentí rápidamente. López se puso encima de mí, ajustando sus caderas hasta que su verga quedo alineada con mi raja. “Te voy a dar verga hasta que llores,” me susurró en el oído.



“Así… Ahora ábrete, zorra deliciosa…”



Comenzó a penetrarme fuertemente, encajándome su miembro tan rápida y tan profundamente que incluso se me salieron las lágrimas. “Te gusta mi verga, zorra… puedo sentir tu concha mojada…” dijo mi jefe mientras me metía un dedo en el ano.



“Te voy a castigar, por pinche puta. Te voy a destrozar el culo, perra.”



“Rómpemelo en dos…”



“Dilo, di que te encanta darme el culo…”



“¡DILO, PUTA!”



“Me… encanta… darte el culo…”



Me puso la cabeza de su verga en la entrada de mi ano para luego empujármela con todas sus fuerzas. “Hmmm…. Toma, puta. Así… Así… Cómete toda mi verga.



Gózala, puta de mierda. Hmmm… qué tal se siente mi verga? Ahhhhh pinche zorra caliente, que rico culazo tienes.”



Me tomó de las caderas y comenzó a violarme con más fuerza. “Gime, puta deliciosa… Quiero escuchar cómo gritas de placer. Perra caliente. Golfa barata.



Si, así, mami. Que rico gimes.



Di que eres mi puta… dímelo… quiero escucharte, pinche zorra caliente…”



“Soy tu puta…”



“Hmmm, si…”



“SOY TU PUTA!”



“Más, perra… Dime más…”



“Me encanta como me coges, como me usas, como llenas mis agujeros.”



López me tomó del cabello y me azotó fuerte las nalgas con la palma de su mano. “Cerda, puta caliente… Dime más cabrona…”



“Quiero sacarte la leche, que te vengas dentro de mi culo. Dame más duro, cógeme fuerte como a tu perra en celo…”



López gemía de placer, me embestía cada vez más fuerte. Sentía sus huevos chocando contra mis nalgas y su verga… Creo que me llegaba al fondo de las entrañas. Me nalgueaba sin piedad, me arañaba la espalda, me dedeaba la panocha y el clítoris al mismo tiempo.



“Ahhhh pinche perra cabrona. Que rico coges, hija de puta. Que rico me das las nalgas… Como una prostituta.”



Me temblaban las piernas, mi cuerpo vibraba con cada embestida que recibía. Sentía mi ano expandirse y cerrarse con violencia.



“Dedeate, perra… Imagina como se vienen todos esos cabrones pensando en tu concha. Métete todos los dedos que puedas, quiero que abras bien tu concha.”



Empecé a gemir más y más fuerte, rozando mi clítoris y mi entrada al mismo tiempo. Estaba empapada, cuatro dedos se deslizaban con facilidad dentro y fuera, dentro y fuera.



“Hmmm… perra… me vas a sacar leche, cabrona. Sigue masturbándote, perra hija de puta… Golfa de mierda… Esto es por ofrecer el culo.



Mastúrbate más duro, hija de tu puta madre. Quiero que termines mientras te cojo como a una perra.”



Gemía y me retorcía bajo el cuerpo de mi jefe. Mis sentidos al límite, sintiendo como su verga me destrozaba por dentro, como usaba mis hoyos, como me hacía su puta en celo.



“¿Lista para recibir mi leche, cabrona?



“Si, también estoy a punto…”



Una, otra, otra embestida más…Comencé a sentir chorros de leche llenándome el ano, sus bolas y su verga vibrando rico contra las paredes de mi culo. Me vine mientras gritaba de placer como buena perrita.



Caímos los dos en la cama.



Hasta ahora, López ha mantenido su parte del trato. Yo todavía mantengo la mía… al menos una vez a la semana.


Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
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