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Las aventuras de mamá con Ariel y su cuñada Analía
Como vi que ya todo había terminado, aparté a Mayra y me puse de pie…, me dirigí hacia el baño, necesitaba refrescarme un poco y quitarme el sudor y la acumulación de flujos del cuerpo. Cuando agarré la puerta del baño escuché la voz de mi madre, estaba hablando con Mayra, ambas parecían estar alabando el momento vivido, se unieron a mí antes que pudiera entrar. -¿Vosotras también queréis ducharos? Les pregunté, Mayra estaba toda pegajosa, aún podía ver líneas de semen que cruzaban por su rostro, incluso un poco le había caído en el cabello. -Si no te molesta... me dijo ella. No tuve necesidad de responder, las invité a pasar. Abrimos la ducha, esperamos hasta que el agua esté apenas tibia y nos metimos las tres dentro de la bañera, de pie. Recibir la lluvia de agua en el cuerpo fue un gran alivio para mis músculos, además me despejó un poco la mente, que aún estaba algo apelmazada por el alcohol. Ayudé a Mayra a limpiarse, quitándole el semen con las manos y pasándole una esponja enjabonada. Ella me agradecía la atención con la mejor de sus sonrisas. Mi madre estaba delante de nosotras, más cerca de la ducha, se lavaba la entrepierna con el agua que caía.
-Eso sí que fue intenso, les dije. -Creo que llamarlo “intenso” es poco, aseguró mamá. -No imaginé que te follarías a los dos a la vez, le comenté mientras lavaba la vagina de mi hermanita y ella hacía lo mismo con la mía. -Yo tampoco… pero tuve que intervenir con Ariel, le iba a romper el culo a Mayra… de mala manera el muy cabrón. Dijo mamá -Sí, yo le decía que no y él no me quería escuchar. Me clavó la punta de la verga, casi me largo a llorar del dolor. -Es que es un brusco, no esperó a que se te dilate bien, por eso después se hizo el “experimentado” conmigo y demoró tanto en meterla. -A mí lo único que me importa, les dije. - Es que gané la apuesta. Papá me folló mucho antes que a ti te jodiera Unai.
-Pero… pero yo tuve que ayudar a Mayra. -Y eres una excelente madre por haber sacrificado tu culo, para salvar el de tu hijita… pero de todas formas, yo gané. -Tiene razón, ganó ella. Le doy la victoria especialmente por la idea de poner música, Unai estaba a punto de metértela, cuando ella te obligó a alejarte de él, sutilmente, dictaminó Mayra metiendo dos deditos en mi coño. - Les tendría que haber apostado que me tragaba la leche de todos, ahí sí que me hubierais tenido que dar un buen premio.
-Eso sí que me sorprendió, le aseguré. - Pensé que lo decías por decir sin más. No sé cómo te animaste.
-Me animé por la calentura que tenía… y que hayas venido a ofrecerme tu coñito en el momento justo, me puso como loca… y con todo el sabor de papá, se puso en puntitas de pie para darme un cortito beso en la boca. -Gracias, hermosa. Eres un amor, como premio comencé a frotarle lentamente el clítoris. -Mami, ¿Ariel te rompió el culo como prometió, o fue puro palabrerío? -Y… digamos que yo tengo mi orgullo… no le iba a admitir nada, y si le podía golpear un poquito el ego, lo iba a hacer, pero la verdad es que el cabrón me dio una culeada monumental… de entrada me dolió un montón y me dije “Dios, si ya empezamos así, no sé cómo vamos a terminar”, pero no se la iba a dejar tan fácil, por eso le pedí que me diera con todo lo que tenía y… -Y lo hizo, acotó Mayra. -Sí… sí que lo hizo. Me dio con todo. Empecé a sentir cómo me bombeaba el culo y que todo el cuerpo se me electrizaba. Al final me tuve que tragar mi orgullo, me gustó demasiado… y quería hacérselo saber, quería que él supiera lo bien que la estaba pasando… no sé, fue una sensación extraña, de pronto quería exteriorizar todo, no podía guardarme tanto placer. Además el mamón me decía barbaridades... eso me ponía como loca…
… Me siento culpable, porque al hacerlo con ese chaval fue la primera vez en mi vida que tuve la sensación de estar engañando a Pepe…, porque me entregué completamente a Ariel. -No te sientas mal mamá, a tu marido yo lo tenía bien entretenido… y cuando empezaste a gritar esas cosas, empezó a darme más fuerte. Digamos que fue un engaño mutuo y consentido. -Gracias Nadia, eso me tranquiliza mucho. -De todas formas hay algo que a mí me resultó raro, nos hizo saber Mayra. -¿Qué cosa, hija? -La forma en la que hablabais entre vosotros… era como si viniera por otra cosa… como si ya os conocierais de antes. -Bueno, es mi sobrino, claro que lo conocía de antes. -No me refiero a eso, sino a que él supo cómo volverte loca… y me resulta imposible creer que lo haya logrado en tan poco tiempo, tú no eres una mujer tan fácil de dominar. -Es que… hay algo que no os conté. -Puedes cuenta ahora. -Está bien, pero no os enfadéis conmigo si no os agrada. Las cosas con Ariel empezaron hace mucho… mucho antes que tuviéramos el primer juego de Póker. Nunca se lo conté a nadie, ni siquiera mi esposo lo sabe… pero os prometo que él lo va a saber, es mi marido y lo amo con locura, no voy a permitir que una calentura arruine todo. -Te escuchamos, le dije. -Y no nos molesta. Todos en esta familia hicimos cosas indebidas en algún momento, si empezamos a juzgarnos entre nosotros, nos terminaríamos matando. -Gracias por entender. Resulta que Ariel está caliente conmigo desde hace más de un año. Nadia, ¿te acuerdas que yo te conté las calenturas que me daba con Unai? Asentí con la cabeza. - Bueno, esto pasó más o menos en esa época y Ariel tiene mucho que ver con la calentura con mi hijo ya que fue por él que empecé a mirar a los chicos de esa edad con otros ojos... y bueno, tenía a Unai cerca…, pero eso ya no viene al caso. Con Ariel todo empezó un día que me vio en bikini y desde ahí se obsesionó conmigo… él fue discreto e indiscreto a la vez. Discreto porque siempre me hablaba cuando estábamos solos y cuidaba mucho que nadie nos escuchara, e indiscreto porque me decía todas las barbaridades que se puedan imaginar. Es un deslenguado en la intimidad…. y eso es lo que más me calentó de él, que fuera tan directo conmigo, que me dijera de frente todo lo que quería hacerme el hijo de puta. -Me imagino qué cosas te decía, dijo Mayra.
-Sí, las que se imagináis… pero principalmente decía que le encantaba mi culo y que me lo iba a romper. Él venía y me agarraba una nalga, hasta me hincaba los dedos en el agujerito sobre la ropa y me decía… “Este culito va a ser mío”. A lo que yo le contestaba que ese culo tenía dueño, era de mi marido. Él se reía. -¿Solamente te manoseó? Le pregunté. -No, él no se iba a conformar con eso. No tienen una idea de lo insistente que puede llegar a ser ese chico. Cada vez que estábamos solos me arrimaba o me obligaba a tocarle la verga por arriba del pantalón diciéndome “Te gusta, putita... te gusta”. No le admitía nada, pero tenía toda la razón del mundo, me volvía loca que me hiciera eso. A veces yo misma lo provocaba un poquito o me ponía alguna faldita corta cuando él venía, para que pudiera meterme la mano. -¿Te coló los dedos? Quiso saber Mayra. -Sí, varias veces, para colmo me decía “Te mojas toda cada vez que te toco”. Él me estaba invadiendo la cabeza, había días en los que no podía dejar de pensar en él y qué pasaría la próxima vez que estuviéramos solos; pero yo siempre mantenía la misma actitud, lo provocaba y le golpeaba el ego... le agarraba la verga, la cual siempre se le ponía dura, y le decía que con esa salchichita no me podía hacer nada. Él se enojaba y me arrimaba por detrás. Una de esas veces fue una tarde que vino cuando yo estaba sola, empezó con los toqueteos de siempre y le dije que no le tenía miedo a su pija, entonces me puso contra la mesa isla de la cocina, yo estaba con falda y me arrimó con la verga afuera diciéndome las charlotadas de siempre, “Tu culito pide a gritos este pedazo”. Yo me mojé toda y lo dejé. Empecé a seguirle el jueguecito. Podía sentir cómo me hincaba la verga contra las bragas y que ésta se me iba metiendo dentro del coño. Me agarró las tetas y me dijo “Te voy a follar, puta... y te va a gustar”, le contesté… “tú no puedes follarte a nadie”. “Vas a ver que sí, si te quitas las bragas te rompo el culito”, me decía al oído. Yo estaba que volaba de calentura, así que le dije… “¿Por qué no me la quitas tú, si eres tan macho”. -No lo dudó, me bajó las bragas y me las hizo sacar, después volvió a arrimarme, se había mojado la verga con saliva, la puso justo contra el agujero de mi culo; yo, en lugar de alejarlo, me levanté más la falda y me incliné más sobre la mesa, levantando la culo.
-No te me pongas así putita, que vas a terminar muy mal. -No eres lo suficiente hombre como para poder poseer una mujer como yo... te faltan huevos. Entonces él comenzó a frotar la verga de arriba abajo, pasándomela entre los labios de la vagina y subiendo de nuevo hasta el culo. -Ya vas a ver, cuando empiece a montarte me vas a pedir que te la meta más fuerte. -Claro, porque ni siquiera la voy a sentir, le respondí. Era una lucha de egos. Él me tomó por sorpresa cuando puso la punta de la verga en mi culo y empujó hacia adentro. Sentí un dolor agudo y tuve la certeza que se me estaba abriendo…, pero me aparté enseguida, acercándome más a la mesa. -¿Qué pasa, putita? ¿Tienes miedo? Me preguntó riéndose de mí.
-¿Miedo de ti? ¡Pero por favor! Le agarré la verga y lo acerqué nuevamente a mi vagina. - Este coño es demasiado para ti, moví su picha de forma tal que el glande me abriera los labios de la vagina mientras lo subía y lo bajaba. Nunca habíamos llegado tan lejos. -Este chumino está todo mojado, me dijo tocándome el clítoris, tenía razón, yo estaba que goteaba flujos. - ¿Eso qué quiere decir? -Quiere decir que soy bien mujer y que a mí se me moja el coño, al igual que a ti se te empalma ese cipote que aún no sabes utilizar. -Yo creo que quiere decir que estás caliente conmigo deseando que te folle como a una perra en celo. -Solamente en tus sueños. Vives a pajas, cabrón sinvergüenza… te haces ahora el macho follador.
-No te hagas la calientas pollas, tía. Si te da miedo entregar el culito…
Al decir esto enterró un dedo ensalivado en mi culo, tuve apretar mis dientes para no soltar un quejido. - Qué apretadito que está este culito, ¿segura que te bancarías toda mi verga adentro? -Por supuesto, pero eso no quiere decir que te vaya a entregar el culo. -¿Te da miedo? Movió el dedo en mi interior provocándome dolor. -No, para nada... pero no sé si vales la pena como para entregarte la culo, nene. No se lo doy a cualquiera, en realidad estaba aterrada, tenía miedo que me clavara por detrás y que me hiciera gritar de dolor, estaba intentando buscar una excusa para que no lo hiciera. - Ni siquiera me demostraste lo que eres capaz de hacer y ya estás fantaseando con la idea que te entregue el culo. -Así que la putita quiere que le muestre lo que soy capaz de hacer… vas a terminar bien rellena con toda mi leche. -¿Tú me vas a llenar de leche a mí? En tus sueños, mamón. Quitó el dedo que estaba en mi culo y sentí un gran alivio; sin embargo agarró mi pierna izquierda y la levantó, obligándome a apoyarla arriba de la mesa, quedé aún más expuesta. Comenzó a frotar otra vez su verga contra mi vagina, empapándola con mis jugos, los cuales ya abundaban. El corazón me latía deprisa y estaba muy excitada, pero no se lo iba a admitir. -Cómo se te abre ese coñito. PUTA. Ese agujerito pide por mi verga, cada vez me costaba más refutar sus comentarios. -Ya ves, estoy toda abierta y mojada… pero tú no sabes qué hacer con una mujer cuando está así. -¿Y por qué te pusiste así? Tragué saliva, podía sentir su duro glande amenazando con entrar en mi vagina, sin embargo él lo continuaba frotando por fuera. - A mí se me pone tiesa con sólo ver tu culito, lo admito… estás muy buena tía, pero tú... Pasó dos dedos entre los labios de mi coño y luego me los mostró, estaban llenos de un líquido viscoso y pegajoso. - Mira lo que es esto ¿por qué estás así? Volvió a preguntarme. - Empezó a darme rápidos golpecitos con la verga, a mí me gustó tanto que hiciera eso que cometí el acto fallido de agarrarme la parte baja de una nalga y así abrir más la vagina para él. -¡Joder! Exclamó. - Se ve que te está gustando, puta. Admite que estás caliente. - Sí, estoy caliente ¿y qué problema hay con eso? Soy mujer, no me avergüenza decir que me caliento cuando me arriman una verga… y me mojo con facilidad, así que tampoco es un gran mérito.
-Pero sí es un mérito mío, siguió con su constante golpeteo, haciendo que mi chocho salpicara jugos, yo me tenía que morder la boca para no gemir. - ¿Así que no hay por qué avergonzarse de nada? ¿Te gusta que haga esto? Preguntó refiriéndose a los golpecitos. - Sí, me gusta... y no quiere decir que esté loca por ti.
-Está bien, ¿y esto también te gusta? Agarró su verga con firmeza y comenzó a darme cortitas embestidas contra el agujero del conejo caliente y hambriento, provocando que éste se abra y se cierre, casi no metía su verga. - Sí, eso también me gusta... es lógico, soy hembra. -Dime... ¿esto también te gusta? Puso la punta de su verga contra mi culo y comenzó a presionar hacia adentro, solté un leve gemido que intenté disimular. -Por supuesto, me gusta que me den por el culo. -Cuéntame... ¿qué otra cosa te gusta? De la cual tampoco tengas por qué avergonzarte. -Me gusta que me toquen el clítoris. - ¿Así? Preguntó mientras con dos dedos comenzaba a estimular mi botoncito usando movimientos circulares. -Sí, así... - ¿Otra cosa que te guste? - Que me metan los deditos por el coño. - ¿De esta forma? Metió dos dedos en lo profundo de mi agujero, a todo esto su verga seguía presionando peligrosamente mi culo. - Más rápido, aceleró el movimiento de su mano, podía sentir sus dedos muy adentro. - Sí, así me gusta más, no dejaba de masturbarme ni por un segundo, mi respiración estaba muy agitada y mi buen juicio se estaba nublando completamente. - Arrímame más con la verga, le pedí y él, sin decir nada, presionó un poco más, sentí un enorme placer cuando su glande, lubricado con mis fluidos, comenzó a dilatarme el culo…, sin embargo sabía que no la podría tolerar toda si me la clavaba en ese momento. - Volvió a darme golpecitos, por suerte él no se negó, quitó los dedos de mi vagina y volvió a pegarle repetidas veces con la punta de su verga.
-Tú ya estás lista para que te follen, me dijo. - ¿Y a qué esperas para demostrarme lo que sabes hacer? Porque yo todavía no vi nada de valor en ti... Yo y mi bocaza, apenas terminé de hablar y él ya estaba penetrándome. Lo hacía muy lentamente, como si quisiera que yo disfrutara del momento al máximo… y así lo hice. Los labios internos de la vagina se me fueron dilatando poco a poco, para darle paso a todo lo que entraba. Estaba tan mojada que el falo se deslizó hacia adentro con enorme facilidad, solté un gemido entre dientes. La clavó completa y la dejó quieta, esperando ver mi reacción, me mantuve inexpresiva… bueno, lo más inexpresiva que podía ser con una verga metida en el coño. Luego la fue sacando, tan lento como la había metido. No la sacó completa, justo antes de llegar a la punta, volvió a meterla. - ¿Te gusta que te follen así, despacito? -Sí, me gusta…, pero me han follado de mejores formas, no me voy a volver loca por esto, lo cierto era que el morbo que inundaba el ambiente me estaba volviendo loca. Él seguía metiéndomela despacito. - ¿Por qué no me das más fuerte? A ver si de esa forma me gusta más. - No, sólo quería que la probaras un poquito. Al decir esto me la sacó completamente y se alejó de mí, dejándome sola toda abierta y con el chumino empapado. No lo podía creer, había hecho todo lo posible para metérmela y ahora que se lo permitía, él me dejaba así. -¿Qué pasa cabrón, te has arrugado…? Le pregunté bajando la pierna de la mesa. -Para nada… es sólo que yo ya te mostré lo que puedo hacer, pero tú no me has mostrado nada a mí. -¿De qué hablas? -Tú también tienes que mostrarme cuáles son tus talentos... Por ejemplo, ¿sabes hacer buenas mamadas? -Por supuesto. Y si te la chupo bien ¿qué vas a hacer, me la vas a meter otra vez? -No, te la voy a meter solamente si tú me lo pides. -Eso no va a pasar, pero te voy a mostrar qué buenas mamadas sé hacer. Me agaché delante de él y sin esperar un segundo me metí su verga en la boca, tenía el sabor a mi coño.
Aquello me calentó mucho. Comencé a mamarla dándole chupones en el glande y masturbándolo con una mano. Estuve chupándola sin parar durante un buen rato, jugando con mi lengua todo lo que podía rodeándola con mis lamidas en su cabezota… en su orificio uretral y en el tronco… de pronto él me agarró con fuerza de los pelos, estuve a punto de sacar la polla de mi boca para quejarme, pero me la clavó aún más adentro, casi me ahoga. Empezó a follarme por la boca, literalmente. Me dolían los tirones de pelo y me veía obligada a mantener la boca lo más abierta posible mientras esa dura verga entraba y salía sin parar, me estaba babeando toda ya que ni siquiera tenía tiempo de tragar la saliva… me sublimaba estar dominada por ese cabrón. Tan súbitamente como comenzó, se detuvo. Sacó la verga de mi boca y me limpié la saliva del mentón con el dorso de la mano, miré hacia arriba, hasta cruzarme con sus ojos, mientras jadeaba rápidamente. –Repitamos eso otra vez, hijo de puta, le pedí. - ¿Te gustó, puta? Asentí con la cabeza, sin dejar de mirarlo. Volvió a sujetarme el pelo con violencia y una vez más tuve esa dura verga clavada en toda la boca. La sensación de placer que me producía era enorme, nunca nadie me había tratado de esa manera y jamás creí que alguien pudiera hacerlo. Pepe es rudo y fuerte, pero es sumamente respetuoso conmigo…, en cambio este cabrón no me respetaba en absoluto, me trataba como a UNA PUTA y eso me calentaba más de lo que hubiera podido imaginar. Gocé una vez más con la forma brusca en la que me obligaba a chuparle la verga. Cuando se detuvo me puse de pie, estaba demasiado excitada como para conformarme sólo con mamadas, aunque éstas fueran las más intensas de mi vida. ¡Sígueme, Hijo de Puta! Fuimos hasta mi cuarto, apenas entramos comencé a quitarme toda la ropa, él se abalanzó sobre mí y comenzó a chuparme las tetas, dando leves mordiscos a mis pezones, mientras tanto yo jugaba con su cipote. Luego me puse a cuatro patas en el borde de la cama.
-Aquí me tienes mamón, a ver qué puedes hacer… ¡MÉTEMELA TODA! Se acercó a mí por detrás, esta vez me penetró con mayor fuerza. -Ya vas a ver perra, vas a gritar de placer. -Eso quiero verlo, dije apretando los dientes, al clavarse la verga tan rápido me había producido una repentina oleada de placer. Sus movimientos no se parecían en nada a los que había hecho en la cocina, esta vez me tomaba firmemente por la cintura y se bamboleaba con destreza, podía escuchar el golpeteo rítmico de su pelvis chocando contra mis glúteos, la verga entraba y salía con facilidad, como si mi vagina no opusiera resistencia alguna. -¿Te gusta, tía? -De momento vas bien, pero todavía no estoy impresionada. Aún podía controlarme, era capaz de recibir sus duras embestidas sin gemir, tan sólo tenía la respiración agitada…, pero debía admitir que cada vez me gustaba más lo que él me hacía y sabía que esto me dificultaría mucho las cosas. Para empeorar todo aún más, a él se le ocurrió seguir diciéndome cosas al oído, sin dejar de metérmela. -Vas a ser mía, putita… a partir de hoy vas a venir a rogarme que te folle. -Claro que sí, cabrón… le dije en tono despectivo, pero ya no confiaba en mis propias palabras. -Estás en mis manos, lo puedo ver en tu carita.-Tienes mucha imaginación, no paraba… no me daba respiro, seguía taladrándome la vagina y ésta ya comenzaba a sentirlo de otra manera. -Te tengo justo donde te quería. -Lo que tú querías era… ¡Ah, ah! Comencé a gemir, me estaba llevando a un nivel de excitación que no podía controlar. - Tú querías… ¡Ahh, ahhh! -¿Qué pasa puta, no puedes hablar? -¡Ah... ahh! ¡Cállate! Me resultaba imposible parar de gemir, él aceleró el ritmo. -¿Yo quería qué…? -Cállate... ¡Ah, ah, ah! Cállate y fóllame fuerte…
Él hizo lo que yo le pedía, empezó a darme con todas sus fuerzas, mis gemidos se hicieron cada vez más agudos e incontrolables. Me agarró con fuerza del pelo y tiró mi cabeza hacia atrás, puso su boca junto a mi oreja, sin dejar de atravesarme con su bálano duro y excesivamente rígido. -Escúchame atentamente, puta. Vas a ser mía, eso es una promesa… y cuando te rompa el culo, te va a gustar, estaba demasiado excitada como para responderle, no hice más que escuchar y gozar de todas sus penetraciones. - Admite que estás muerta por mí, te calienta mucho que yo te folle, solté unos gemidos más profundos, una inmensa ola de placer me cruzaba todo el cuerpo. - ¿Qué pasa, puta? Preguntó dándome con fuerza. - ¿Estás por acabar? No tuve que responder, mi cuerpo habló por sí mismo, tuve un rico orgasmo…, pero él no me soltó ni dejó de metérmela hasta que el clímax finalizó. Luego caí de cara en la cama, intentando recuperar el aliento. -¿Ya está putita, eso es todo lo que aguantas? -No, le dije jadeando. - No es todo. -Tú ya has acabado… y yo todavía la tengo dura como un garrote. -Puedo tener muchos más orgasmos tú, hijo de puta, me reincorporé. -¿Vas a poder hacerme acabar? Cuando dijo esto se acercó rápidamente a mí, poniéndose de rodillas en el colchón, luego apretó mis mejillas con sus dedos, abrí la boca con incredulidad y él me besó. En realidad no fue un beso, su lengua atacó mi boca, se clavó casi hasta mi garganta, yo también moví mi lengua, buscando la suya. Ese furioso beso duró apenas unos segundos, pero me dejó idiotizada con su dominación de la situación…, verdaderamente me sentía su perra. -Yo te voy a hacer acabar en la corrida más grande que hayas tendido en toda tu vida…, cabrón, me animé a decirle cuando me soltó. Aún conservaba unas pequeñas gotitas de orgullo en mi interior, pero pronto se evaporarían por completo siendo invadida con brutalidad en mi curtido conejo. Le indiqué a Ariel que se acostara boca arriba en la cama, luego me senté sobre él, quedamos mirándonos a los ojos. Apunté su verga hacia mi coño y comencé a montarlo al colarse hasta las bolas que dejé bien aplastadas en mi culo. Él no permaneció estático, sino que también sacudía su cuerpo, a veces yo bajaba y él subía, esto provocaba que la verga se me metiera placenteramente hasta el fondo, soltaba un grito de placer cada vez que eso ocurría. Mi cabeza era un cúmulo de emociones, ese chaval tenía demasiadas cosas que me gustaban, incluso algunas en las que no había pensado nunca en mi vida.
Gemía por las simples ganas de gemir, estaba tan caliente que todo me parecía sumamente excitante. -¿De qué te ríes, putita? ¿Tanto te gusta? Él había notado antes que yo la amplia sonrisa que tenía en el rostro. Allí fue cuando me perdí completamente. -Si, me gusta… me gusta mucho, ¡Soy la mujer más puta que te follarás jamás! Dije sin dejar de sonreír. Continué saltando, mis tetas rebotaban y hasta esto me causaba una morbosa gracia, él me estaba haciendo feliz. No recordaba llegar a ese extremo. En mi cabeza resonaban todas sus sucias palabras, y ya podía sentir mi orgullo doblegado. Tuve la imperiosa necesidad de someterme a él. -¡Uy, qué buenos pollazos…! ¡Hace cuánto que no me follan así! Dije elevándome más para caer con mayor fuerza contra esa verga erecta que esperaba por mí. Puse la planta de mis pies en el colchón, apoyé las manos en mis rodillas, las cuales tenía flexionadas. Esta nueva posición favoreció mucho la penetración profunda haciéndome notar sus huevazos golpear en mi coño. Comencé a saltar de arriba abajo, a sacudirme de atrás para adelante y a menearme en círculos. Miré hacia abajo y vi esa cremita blanca que expulsa mi conejo cuando está muy a gusto, impregnando todo el falo. ¡Ay, mira cómo me pones! Me has llenado la vagina de crema como a una zorra salida, dicho jugo espeso salía en gran cantidad y salpicaba para todos lados chorreando por sus huevos a las sábanas. -Así quería verte, gozando como una puta, me dijo clavándomela con fuerza. -¿Ahora vas a admitir que te gusta mi tranca? -Sí Ariel, me encanta tu pollón, me vuelve loca, confesé. Mira cómo me pone, me calentaba manifestarme de esa forma, quise llevar mis confesiones aún más lejos. - Me pajeo siempre pensando en ti, él estiró su mano y me apretó el clítoris con la punta de sus dedos. - ¡Ay, si! Eso me gusta mucho… me gusta… me gusta… me vas a hacer acabar otra vez con una corrida mayor que antes, dije sin dejar de dar saltitos. - Me estás matando. Me prometiste que me ibas a llenar de leche… no aguanto más Ariel, dame tu lefa... ¡Dámela toda... dame la...!
Soltó mi clítoris y todo mi cuerpo convulsionó. Quise gritar, pero no fueron más que alaridos mudos que se apagaban en mi garganta, quería tomar aire no podía, sentía mi vagina contrayéndose y expandiéndose violentamente, intenté escapar de allí, pero no tenía a dónde correr. Me tiré boca arriba en la cama, abrí las piernas…, arqueé mi espalda, levantando mi vientre tanto como pude y solté un alarido de placer. De mi coño comenzó a saltar agüita a chorretones en un squirt formidable, me sacudí en la cama y Ariel se aprovechó de mí, en lugar de intentar calmarme, comenzó a masturbarme violentamente. Mi chumino era un volcán haciendo erupción, salpicando flujos para todos lados. Nunca había tenido un orgasmo tan intenso y largo en toda mi vida. Me llevó varios segundos recuperarme tras eyacular un litro de fluido, pero el rubio no me dio tregua…, clavó su verga en mi coño profundo y sin más dilación comenzó a darme rápido en profundidad… y de repente se paró en el momento que comenzó a escupir leche por ese gordo, duro e inflado bálano en lo más íntimo de mi útero. El chico se deslechaba a placer con largos y espesos chorros de lefa que me inundaban por dentro sin ponerle remedio, chorro tras chorro se descargó todo su contenido seminal y aún le quedó un poco porque, la sacó y maneándose me la metió en la boca y casi de forma inmediata ésta comenzó a escupir más semen, el cual me tragué con mucho gusto hasta la última gotita. Nunca había visto a un macho eyacular tanto en dos etapas tan seguidas, controlando cuando y cuanto no expeler su leche… todo un semental. -¿Esta rica mi leche? Me preguntó…, sólo pude asentir con la cabeza, aún estaba agitada - Yo cumplo lo que prometo, mami... ¿cómo te dije que ibas a terminar? -Lle... llena de leche, dije saboreando los rastros de lefa que aún daban vueltas por mi boca – Me has hecho correrme como una mala puta salida. -Y cuando quieras puedes tener más de esto, ya me vas a pedir que te rompa el culo.
Con Mayra nos miramos boquiabiertas, la historia de mi madre con Ariel era mucho más intensa de lo que habíamos imaginado, sólo se comparaba con lo que había vivido minutos antes en el comedor de casa. -Bueno, ya sabéis qué paso después, cuando le entregué el culo, continuó Vicky. - Desde ese día estuve fantaseando con que me follara otra vez... como os dije, fueron meses de toqueteos, jueguecitos y provocaciones…, pero el día en que me folló por primera vez fue poco tiempo antes que comenzáramos a jugar Strip Póker. Él me había dejado tan caliente que sólo podía pensar en calzarme a ese jovencito, por eso empecé a planear alguna forma de hacer cosas perversas e inmorales, quería que toda mi familia experimentara un poquito de la lujuria que yo experimenté ese día. -¿Así que, en parte, jugamos al Strip Póker por culpa de Ariel? Preguntó Mayra. -Se podría decir que él es responsable, en cierta medida. No es casualidad que yo lo haya invitado para que viniera a jugar anoche. -¿No era que ellos habían aparecido sin avisar? Pregunté. -La que apareció sin avisar fue Analía, yo lo invité a Ariel, nada más. De todas formas fuimos bastante cautelosos, actuamos como si fuera la primera vez que nos veíamos desnudos. Quería follármelo delante de todos, sin que me juzgaran... pero creo que me pasé un poco de la raya. Intenté mantener la calma, pero me fue imposible, ese cabrón me tiene dominada.
-No te culpo, mamá, dijo Mayra. - Yo sé muy bien qué se siente al sentir una atracción así por alguien… alguien que es capaz de fascinarte con cada cosa que hace o dice... un amor prohibido por cuestiones lógicas de la vida... alguien que a veces te hace enojar y te hiere el orgullo, pero sin embargo te enamora tratándote de la forma en la que tú quieres que te traten, tenía un nudo en la garganta, tragué saliva porque imaginé lo que diría después. - Eso es lo que a mí me pasa con Nadia... por suerte ella lo entiende y me da todo lo que necesito. La cabrona me hizo llorar de la emoción, pero disimulé las lágrimas con el agua de la ducha…, lo que no pude aguantar fueron mis ganas de abrazarla, la envolví fuerte con mis brazos.
-Gracias chiquita, le dije. No te das una idea de lo importante que eres para mí. -Qué bien que pienses de esa manera Mayra, me reconforta mucho, dijo mi madre. Luego ella pasó por al lado nuestro y se acercó a la pared opuesta, sin salir de la bañera…, se puso de frente a la pared y comenzó a ponerse champú por el cabello. Supuse que también se había largado a llorar y no quería que la viéramos, el champú le serviría de excusa perfecta si quería disimular sus lágrimas. -Qué loco... No creí que te había gustado tanto, dijo mi hermanita. En ese momento pensaba que todos esos gritos eran puro teatro, para calentar... pero ahora entiendo todo.
-Te aseguro que no fue teatro, cada cosa que le dije me salió del alma. No sé por qué me calienta tanto ese chico, puede que sea por su edad, me gustan los muchachos jóvenes, también puede que sea por el morbo que es mi sobrino... pero en realidad es sólo un sobrino político. Otra razón podría ser que sabe cómo moverse y porque es muy animal, me gustan los hombres bruscos. Lo que sí me vuelve realmente loca, es que me trate de esa forma, que me diga todas esas cosas. El cabronazo me hizo suya dominándome como a una ramera, mi madre hablaba con sinceridad. - Y lo que más me preocupa es que sé que no me va a alcanzar con dos veces... voy a querer que eso se repita. Vosotras os vais enfadar conmigo por lo que les voy a decir... pero mientras me follaba yo ya estaba haciendo planes... estaba pensando alguna forma de encontrarme con él en algún hotel... -¿Y eso qué tiene de malo? Preguntó Mayra. -¿No os parece malo que le ponga los cuernos a vuestro padre…? -Si se lo dices a papá, no, le dije. - estoy segura que él lo va a aceptar. A fin y al cabo tener sexo es una necesidad fisiológica más del ser humano… -¿Te parece? -Sí mamá. Especialmente si tiene con quién entretenerse... me ofrezco para eso. ¡No veas cómo me pone de zorra tu esposo…! sonreí con simpatía.
-Que puta..., me dijo Mayra riéndose. -Puta y embustera... pero tienes razón, papá no se va a negar, mucho menos si esas noches que mamá se va al hotel con Ariel, tú te quedas con él... o se queda conmigo… me gustan la chicas guapas pero con papá puedo hacer una excepción, me guiñó un ojo.
-¿Contigo? Le pregunté incrédula. -¿Tienes miedo que te lo robe? -¿Miedo de ti? Ni un poquito, nena. No estábamos peleando realmente, en realidad era algo similar a lo que Ariel había hecho con mi madre... tal vez yo estaba equivocada y no era mi padre el que acaparaba toda mi atención, tal vez Mayra era mi Ariel. -¿Crees que yo no podría calentar a papá? -Con lo que pasó hoy ya te llevo mucha ventaja, querida. -Tal vez sea todo lo contrario... “querida” Me dijo en tono burlón. - Tal vez ya se haya quitado las ganas de probar tu coñito y ahora quiera el mío. -Te olvidas que también podría darme por el culo... eso todavía no lo hizo.
-Sí, pero mi culo está virgen todavía... bueno, técnicamente hablando. -Ya le gané a mamá... ¿ahora también quieres empezar una competencia conmigo? No te conviene. -Tú no sabes de lo que puedo ser capaz, Nadia. Imagínate que yo voy y le digo a papá con esta carita, puso su mayor cara de niña ingenua, pero provocativa. - “Papi, estoy aburrida... ¿no tienes ganas de jugar conmigo?” y le muestro el culo así…, se dio vuelta y se abrió las nalgas con la mano, mostrándome su ano apretadito y su vulva depilada. - Con eso ya perdiste, Nadia, Dijo mi madre riéndose. - Pepe se volvería loco por estrenar el culo de su hija pequeña. ¡Se que le vuelven loco las putitas jóvenes! -Pero... pero yo... yo también tengo mis armas. -Eso ya lo sabemos, continuó Vicky. - Pero tienes que admitir que tu hermanita tiene un encanto natural con el que no necesita hacer nada para provocar, Mayra sonrió victoriosa. -Está bien... está bien, cedí. - Lo importante de todo esto es que tú vas a poder verte cuando quieras con Ariel, de papá nos encargamos nosotras. Procura que no te preñe… no quiero un hermanito a estas alturas. - No os preocupéis por eso, sé cuidarme… sois vosotras las que debéis llevar más cuidado. Sois muy receptivas y a mi esposo le gusta follar a pelo corriéndose dentro del coño, y no tenéis que olvidar que es vuestro padre y si os deja preñadas… Nos dio un beso a cada una. – Hijas, Vosotras dos me solucionáis todos los problemas de la vida, dijo mi madre sonriendo. - Espero que todo salga bien... porque de verdad quiero estar con ese cabroncete otra vez.
Mientras ella hablaba Mayra le enterró dos de sus finos deditos en el culo y me miró con una sonrisa cómplice, comprendí que su intención era poner cachonda a mi mamá, para soltarle más la lengua…, la ayudé con su plan, comencé a acariciar la vagina de Vicky, como si quisiera ayudarla a lavarse. -¿Solamente eso quieres? Le preguntó la pequeña moviendo los dedos dentro de ese agujero ya dilatado, mi madre se acariciaba los senos. La espuma de champú que tenía en el cabello le caía sobre los hombros. -Quiero que me haga de todo…, quiero que me clave la verga hasta la garganta, los estímulos que estábamos empleando estaban dando resultado. Que me obligue a chupársela toda…, quiero que me abra la vagina con la verga que tiene… ¡Quita el hipo de lo dura que se le pone! Introduje dos dedos en su vagina, ya estaba llena de flujos otra vez. - Quiero que me diga que soy su puta, Mayra se arrodilló dentro de la bañera y se colocó detrás de mi madre, siguió metiéndole los dedos en el culo. - Deseo que me rompa el culo otra vez, y que me lo llene de leche, esa me la debe... me lo prometió y no cumplió porque terminó llenándome el coño y eso es muy fácil. Cerré la ducha, porque el agua me molestaba y me agaché detrás de mi hermanita, abriendo las piernas, su culito quedó contra mi vagina, mi mamá apoyó las manos contra la pared, aceptando lo que estábamos haciéndole. Dejó de hablar pero comenzó a gemir. Mayra acercó su boquita a la vagina, quité los dedos para que ella pudiera lamerla en paz, su lengua comenzó a recolectar los flujos que manaban de la velluda conchita de mi madre, yo comencé a frotarme contra la pequeña, pasándole mis grandes tetas por la espalda y rozando mi clítoris contra sus nalgas.
De pronto Mayra apartó los dedos del culo de Vicky y comenzó a introducirlos de a dos en la vagina, sin dejar de lamerla. Me di cuenta que mi hermanita necesitaba más estímulo, por lo que comencé a frotar su clítoris. Mamá separó las piernas tanto como el ancho de la bañera se lo permitió y pegó sus tetas a la pared, esto levantó considerablemente su culo e hizo la tarea más fácil para esos deditos que la ultrajaban. Lamí el cuello de Mayra y comencé a darle chupones mientras seguía pajeándola frenéticamente, si a ella le gustaban tanto las mujeres, entonces le daría una experiencia lésbica que jamás olvidaría. Resultaba obvio que mamá había quedado sumamente excitada tras narrarnos su aventura con Ariel y que estaba disfrutando mucho la chupada de coño que le estaba dando su hijita. Ella también comprendió que el momento era especial para Mayra ya que era la segunda vagina que chupaba en su vida... y era la de su mami. -Cómetela toda hijita, disfrútala todo lo que quieras…, le dijo entre jadeos. Mayra hizo lo que le sugerían, chupó esos gruesos labios vaginales con esmero, empleando mucho la lengua. Luego abrió esas grandes nalgas y comenzó a lamer el agujero del culo. En ese preciso instante escuchamos que alguien golpeaba la puerta del baño. - ¿Se puede pasar? Preguntó la voz de mi hermano desde el otro lado. -¡NO! Le gritamos las tres al unísono. Nuestra negativa fue tan rotunda que él ya no insistió. Éste era un momento exclusivo para chicas. Para incentivar más a mi hermanita, me acosté boca arriba en la bañera, poniendo mi cabeza debajo de su coñito. Sus hermosos y finos labios vaginales me calentaron mucho, no esperé más tiempo, comencé a comerle la almeja, de lo erecta que tenía la pepita se hallaba blanqueando. Desde abajo podía ver perfectamente cómo los dedos de Mayra penetraban la gran raja de Vicky. Dos dedos pasaron a ser tres en poco tiempo, luego a esos tres se les sumó uno más... y mamá ya comenzaba a sentir el dolor. -No mi amor, no... Para…, le decía entre jadeos como una perra en celo, pero la niña no se detenía.
La vagina de Vicky se abría cada vez más y su hijita ponía todo su esmero para que los cuatro dedos pudieran entrar y salir rápidamente. De a poco fui viendo como la mitad de la manito de Mayra se perdía dentro de ese húmedo agujerito, sólo quedaba afuera su pulgar. - ¡Ay! No chiquita… ¡Ay! Mayra… Mayra… para un poquito, se quejaba sin dejar de gemir. Ver esa escena me excitaba mucho y se lo hacía saber a la pequeña poniendo mi mayor esfuerzo en chupar su clítoris, su almejita estaba deliciosa. -Mayra... por favor... Mayra... para. Pero su hija hacía caso omiso a sus súplicas, continuaba invadiéndola con cuatro deditos. No sabía hasta dónde quería llegar ella, pero luego supe que quería llegar hasta el final. Retrocedió con sus dedos, los estiró al máximo y al subirlos otra vez, incluyó también su pulgar. La vagina de mi madre se estiró y la mano completa de Mayra se perdió dentro. Me puse como loca al ver eso, comencé a chupar aún con más celeridad y llevé una mano a mi entrepierna, para masturbarme. Si bien la mano de mi hermanita era pequeña, abultaba más que la gran polla de nuestro padre, así que mi madre debía estar sintiendo que algo muy grande le abría el chumino. - ¡Ay no! No, no... No. Mayra... para, ella se quejaba pero no se movía, seguía con la cara y las tetas pegadas a la pared. La mano comenzó a entrar y salir casi en su totalidad, me fascinaba ver cómo la vagina de mi madre se abría cuando paraba por ella la parte más ancha de la mano. Sus flujos comenzaron a manar a montones y comenzó a formársele una espumita blanca que manchaba a Mayra hasta la muñeca. -Mayra... Mayra... Mayra...
-¿Qué? Le preguntó ella cortante. -¡No pares! ¡Me encanta!
Tal y como lo había imaginado, la vagina de Vicky se estaba acostumbrando a tener todo eso dentro y ella ya estaba sintiendo el verdadero placer que esto le podía provocar. Se escuchaba el chasquido de la mano entrando y saliendo constantemente, sumado a los fuertes chupones que yo daba en toda la vaginita de la pequeña. Mamá comenzó a acompañar el movimiento flexionando y estirando las piernas, como si estuviera montando una verga a modo de sentadillas… una muy grande. Siguió haciendo esto hasta que sus gemidos se transformaron en gritos de placer. Mayra dejó la mano quieta en un lugar y dejó que su madre se encargara del resto, ya que ella se movía cada vez más rápido, castigando su coño. Mi hermanita miró hacia abajo, abriendo mucho los ojos, noté que jadeaba rápidamente, supe que estaba por acabar y para darle un gustito extra a su clímax, le metí un dedo en el culo y en nada se corrió. Tragué todos los jugos que salieron de su raja y casi al mismo tiempo ella retiró la mano de la vagina de mi madre, ella también estaba teniendo un húmedo orgasmo, de su dilatado agujero salían flujos a mogollón, Mayra acercó la boca y comenzó a chuparle la vulva a su mami bebiéndose la gran corrida de nuestra progenitora. Nos llevó un par de minutos recobrar el aliento, yo no había llegado al orgasmo, pero tampoco tenía necesidad de hacerlo en ese momento, me bastaba con todo lo que había visto. Mamá se sentó en la bañera con las piernas abiertas y respiraba intentando bajar sus pulsaciones. Gracias mami, le dijo la pequeña. - Siempre quise hacer eso con una chica, y tú tienes el coño perfecto… experimentado y tragón. -¡Joder con la niña! No te imaginaba tan perversa, mi amor. Casi me partes en dos dándome tal gustazo. -Pero seguramente tampoco imaginaba que te fuera a gustar tanto, le dijo ella. -Eso es cierto. No sé si volvería a hacerlo, pero te aseguro que lo disfruté un montón. Tras habernos recuperado, nos dimos otra ducha. Cuando ya estuvimos lo suficientemente limpias, salimos de la bañera y comenzamos a secarnos con toallas. -Nadia, ¿ya has pensando qué desafío le vas a poner a mamá? -Sí, ya se me ocurrió uno, espero que sea lo suficientemente bueno… pero todavía no lo voy a decir. -Ni yo lo voy a cumplir ahora, discúlpame pero estoy agotada, aseguró mi mamá- va a tener que ser para mañana. -Está bien, no tengo problema con eso. -Por suerte salió todo bien, acotó Mayra. -No todo, la tía Analía todavía está encerrada en el cuarto de papá, les recordé de su presencia.
- Debe estar más enojada que nunca, no sé si vosotras os disteis cuenta que ella apareció en el comedor mientras nosotros follábamos. -¿Qué? No me di cuenta, dijo mi mamá. -Claro, tú estabas de espaldas a ella, fue cuando bajó el volumen de la música. -Pensé que había sido Unai… o Rosendo, nunca miré para atrás. Debe estar hecha una furia, alguien va a tener que hablar con ella.
-¿Por qué me miráis a mí? Les pregunté. -Porque tú eres la que siempre arregla todo, dijo Mayra. - Se te dan bien esas cosas. -No, de ninguna manera, que vaya mamá a hablar con ella. Son mujeres adultas y van a saber resolverlo. -Ni loca hablo con ella, a mí me detesta desde lo más profundo de su ser. -¿Por qué dices eso? -Porque le di motivos para odiarme… todo eso de hacerse la cuñada buena no es más que pura pantomima. Me detesta y lo hace casi desde el día en que me conoció. -¿Qué motivos le diste? Me picó la curiosidad. -¡Ay! ¿Me vais a hacer contaos todas las desavenencias de mi vida? -Sí Le respondió Mayra. - Eres nuestra madre y tienes que educarnos con el ejemplo, aunque sea con el mal ejemplo. Luego nosotras evitaremos cometer los mismos errores que tú. Así que empieza a contar... ¿hay folleteo en la historia? -Sí, siempre hay folladas de por medio... es que el odio tiene que ver justamente con ese tema. -Genial… las historias de cuernos son lo más, mi hermanita sonrió. -Os los voy a contar un poco resumido. Todo ese odio empezó porque me tiré a su novio. -¿Qué? Pregunté incrédula. -Sí, así fue… y ella nos vio jodiendo a tope. -¿Pero cómo fue? Preguntó Mayra. - Queremos detalles de la jodienda.
-Pasó en la época en la que yo era amiga de papá… ya habíamos follado varias veces... éramos como amigos con derecho o lo que hoy se llama follamigo, y como vivíamos en el mismo barrio, nos veíamos a menudo en su casa. Ahí yo conocí a muchos chicos, la mayoría de los cuales se tiraban a Analía con alternancia, los unos esperaban a otros en turno para follarla y en ocasiones a pelo… los condones brillaban por su ausencia. Resulta que yo también me acosté con algunos de esos chicos…, no cabe duda éramos dos zorra en dura competencia, dado que como os dije, en esa época no tenía compromiso con nadie y entonces como ahora me caliento con facilidad. La casa de Pepe y Analía era el centro de encuentro del barrio…, un auténtico picadero que en ausencia de sus padres que no estaban nunca porque trabajaban fuera de la ciudad y a veces no aparecían en una semana, allí olía a sexo por cada rincón. Flujo vaginal y semen se acumulaba a raudales. Así que ellos eran los responsables de la casa, en realidad, los irresponsables... todo el que quería follar, iba a parar a esa casa. Yo tenía llave, porque Pepe me la dio, así podía colarme por la noche cuando todos dormían y meterme en su dormitorio…, pero también tenía permiso para usarla con otros chicos. No fue nada fuera de lo habitual, me metí a la habitación de los padres de Pepe con este chico que me había gustado, estábamos follando “tranquilamente” cuando de pronto se abre la puerta y entra Analía, no me importó para nada que me viera en pleno coito, de hecho seguí gimiendo y gritando a todo pulmón, en tanto el chaval me la clava sin miramiento alguno hasta los mismo huevos, una y otra vez como si ella no estuviera ahí…, pero a ella sí le importó verme. Empezó a armar un escándalo preguntándome por qué estaba follando con su novio, yo empecé a reírme, que ella tuviera un novio… con la cantidad de tíos que se la tiraban, me parecía un chiste. Después me percaté que el chaval parecía preocupado y ya no me la metía con tantas ganas, así que le pregunté si era cierto y él asintió con la cabeza. Empecé a disculparme con Analía, le juré que yo no sabía que él era su novio…, pero no hubo forma de calmarla.
Echó de la casa al chico en pelotas y le tiró la ropa por la cabeza, yo aproveché, junté toda mi ropa y me escondí en el cuarto de Pepe. Un tiempo después me enteré que, por primera vez en su promiscua vida, Analía había decidido tener un novio y el muy cabrón la había engañado en menos de una semana después. Cuando estaba en el cuarto de Pepe, a punto de ponerme la ropa, de pronto él abre la puerta, entonces le sonrío y me paro como modelito diciendo “Ta-tán”, como si se tratara de un truco de magia. Él se quedó congelado al verme desnuda, pero enseguida comenzó a reírse y terminó lo que el novio de su hermana empezó sin acabar en condiciones. Casualmente esa vez la pasamos mejor que de costumbre, tal vez era porque a mí no se me había pasado la calentura y le di con todo… eso le debió de enamorar porque unos días después comenzamos a salir….
-Bueno… creo que, conociendo a la tía, es lógico que te odie por eso, dije. -Espera, que la cosa no termina ahí. Ese error lo hice sin conocimiento de causa y ella lo sabía, pero después armé otra... y fue a propósito. -Ay mamá… eres de lo peor, le reproché. -Te dije que siempre fui muy competitiva. La culpa la tiene ella, por intentar competir conmigo. Cuando ella supo que yo salía con Pepe, comenzó a tener relaciones sexuales frente a nosotros, al principio empezó con algo tranquilo, como un mamada o alguna metida de mano… eso más o menos ya lo contamos durante el juego de Póker, lo que no contamos es que a veces esas cosas iban más allá, hasta se nos hizo costumbre verla desnuda por la casa. Después empezó a follar con sus “noviecitos” de turno, los cuales no le duraban mucho porque enseguida se buscaba otro…, pero yo no me iba a quedar tan tranquila viendo cómo me provocaba. Comencé a hacer lo mismo que ella, le dije a Pepe que si a ella no le daba pudor follar frente a su hermano, entonces podíamos joder frente a ella sin problemas… y así lo hicimos. Todo iba competitivamente bien hasta una noche en la que ella empieza a follar con un mandando frente a nosotros, me calenté de sólo verlos… admito que la nena sabía follar muy bien y sabía cómo calentar, por lo que terminé abriéndole el pantalón a Pepe y se la chupé como una golosa, pareciendo no haber un mañana. Nos mirábamos una la otra, constantemente, como si quisiéramos decirnos “¡Mira cuánto me atrevo!”
Ella ya se estaba montando al tipo ese y para no quedarme atrás, me desnudé y me puse encima de la gran verga de Pepe. Después empezó la guerra de gemidos, como para demostrarnos que una la estaba pasando mejor que la otra. Unos minutos más tarde me doy cuenta que el chico que estaba con ella había acabado. Analía se puso de pie y me miró con una sonrisa triunfal, como diciéndome “Te gané, yo lo hice correrse antes”. Se fue a bañar con la idea que la victoria era suya, pero yo n
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