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Me llamo Julia, debo contarles lo que me está pasando, todo ocurrió ayer cuando me entere que mi suegra había fallecido y su velorio era esa noche, debía ir pues esa mujer siempre fue buena conmigo, incluso lloro, cuando le dije que me divorciaba de su hijo, ella tenía un cáncer y la verdad es que ya se esperaba ese desenlace.
Esa noche, cuando llegue del trabajo me acordaba de todo lo que había ocurrido los últimos tres años, mi matrimonio con Pepe, sabía que no era ningún santo, pero la verdad es que siempre me dio mi lugar, ni que decir que en el sexo nunca me había fallado, él fue el primer y único hombre en mi vida, mis amigas me contaban cosas de él, pero la verdad no les hacía caso, así pasaron dos años, todo se lo podía perdonar, pero el encontrarlos a él y a mi sobrina desnudos en mi cama, era más de lo que podía tolerar, nos divorciamos, yo no quería pensar más en hombres, hasta que conocí a Luis, él era todo lo opuesto a Pepe, era ordenado en los gastos, en su vestido, educado, hasta en el sexo, tenía días para hacerlo, pero me acostumbre a quererlo, que diferencia con mi ex, que me lo hacía en cualquier lugar de la casa, era una bestia, yo que era muy conservadora, me resistía, pero al final cedía. Pero todo eso era el pasado y ahora estaba casada con Luis.
Pensaba, en que todo eso me había pasado y recién tenía 28 años, me comencé a cambiar y busque una falda y una blusa negras, era verano, así que no necesitaba abrigo, mi pelo era cortito así que no me daba trabajo, soy chaparrita, pero la verdad es como dicen bien despachadita de arriba y abajo, me fui en un taxi, cuando llegue, vi mucha gente conocida, los salude y fui al ataúd para decir una oración, cuando termine, al voltear, me encontré con las caras de mis dos cuñadas, ellas siempre habían sido mis mejores amigas mientras había estado casada con su hermano, y siempre habían estado de mi parte, nos saludamos y abrazamos.
- qué bueno que viniste julia, acuérdate que te has divorciado de Pepe, no de nosotras.
Siempre habíamos compartido todo entre nosotras, incluso cuando nuestros esposos se reunían, nosotras nos juntábamos en una casa para ver una película, y tomar unos tragos mientras los esperábamos, a mi ex eso le gustaba, pues sabía que cuando yo tomaba licor, me desinhibía y el me hacía muchas cosas que cuando estaba buena y sana no lo dejaba, mientras conversaba con mis cuñadas recordábamos esas reuniones y nos reíamos, Luisa se fue un momento, pero al minuto regreso con una botella de anís najar, que es un licor dulce,
- Un salud por mi madre, Julita tu sabes como ella te quería
Y así comenzamos un brindis y otro brindis, aparte de que nos dio la lora, recordando todas nuestras reuniones, y nos reíamos recordando nuestras conversaciones sobre nuestros maridos. Les cuento que el anís si bien es dulce, es recontra trepador, y después de una hora ya nos habíamos tomado la primera botella y habíamos comenzado la segunda, en eso nos dimos cuenta que había llegado Pepe, no pude evitar sentirme un poco tensa, hace un año que no lo veía, él era un moreno alto y robusto, me miro serio, yo me acerque para darme el pésame lo abrace y le di un beso en la mejilla, cuando sentí como su brazo me atrapaba, y me pegaba a él, a él siempre le había gustado hacerlo, pego su cara a la mía, y sentí su aliento a licor, pego sus labios a mi oído y me susurró.
- Julita, tu cinturita esta tan rica como siempre,
Y disimulando me soltó, sus hermanas ni lo saludaron, él se alejó y se reunió con otros familiares.
- Cuñada, no te preocupes Pepe, fue un imbécil por perderte, pero se lo merecía, nosotras sigamos brindando.
Y así seguimos brindando, y recordando viejos tiempos, tanto era el licor que me dieron ganas de ir al baño, en el baño del primer piso había una cola de señoras, mi cuñada, me recordó, que había en el segundo piso había otro baño, me dijo que ella seguía siendo de la familia y que podía subir. comencé a subir la escalera y al llegar al segundo piso me encontré con algo que conocía, era la puerta de lo que había sido mi dormitorio, pues allí adentro había un baño privado, cuando abrí la puerta, el cuarto estaba a oscuras, pero se podía notar mi gran cama, trate de olvidarme de todo y me fui directamente al baño, prendí la luz y me senté, me sentí más tranquila, termine, y apague la luz, en penumbras me dirigí hacia la puerta, cuando de repente sentí que unos brazos poderosos me arrojaban a la cama, estaba aturdida, cuando sentí el cuerpo de un hombre encima mío que me sujetaba y me tapaba la boca con una manota.
- Ahora si Julita, no sabes cómo me muero de ganas por metértela.
¡Era Pepe! Me sentía que todo me daba vueltas en parte por todo el licor que tenía en la sangre, además sentir encima el cuerpo en mi ex encima mío, con su voz de borracho, con unas ganas que yo conocía, pero ahora las cosas habían cambiado, ahora estaba casada con otro hombre, en mi duda el no había perdido el tiempo y no había podido evitar que desabrochara los tres botones de mi blusa, se separó un poco, para mi mala suerte mi brasier era con broche mágico, o sea con el broche adelante, el muy sabido sabía que me gustaba usar ese tipo de brasier, y en un toque, mis dos tetas salieron de su prisión.
- Que ricas tetas, no sabes cómo las he extrañado,
Sin más, se abalanzo a chuparlas y a lamer mis pezones, no podía moverme por el peso de su cuerpo, sabía que debía detenerlo ya, el sabia como me excitaba cuando lamieran los pezones, me ponía los pelos de punta.
- Pepe no sigas, no no, detente, no no, déjame o voy a gritar, no no
Mientras hablaba él no me hacía mucho caso pues sus manos, ya me habían bajado el cierre de la falda y de un solo tirón ya estaba abajo, sentía que su tórax peludo se frotaba en mis pezones, y me tenía que morder los labios para no gemir, mi cuerpo me traicionaba, sentí su cara frente a la mía y me miró fijamente.
- Julia puedes gritar todo lo quieras, te imaginas lo que van a pensar toda la familia cuando suba y nos encuentren, a ti con las tetas al aire, solo con una tanga negra, y a mi desnudo encima tuyo, bueno a los hombres le va encantar ver tu cuerpazo, lo cual no me gusta, pero en fin depende de ti.
Mientras hablaba, todo mi valor desaparecía, me daba cuenta que tenía razón, que había reaccionado demasiado tarde, pero también sentía que mi cuerpo me quemaba, sentía que mi corazón latía a 100, sentía, sentía, sentía, UN DEDO, si el maldito había aprovechado mi duda para meter un dedote en mi conchita y comenzaba a dar vueltas dentro de mi cuerpo se retorcía de placer, no quería que se diera cuenta, pero todo se vino abajo cuando me dijo.
- Puta madre, Julia, me has extrañado, estas mojadita, mi amor mi puta, te la voy a meter hasta el fondo, que conchita, mi conchita de siempre, eres la única.
Sin más comenzó a bajarme la tanguita negra, que había escogido por el luto, el me la arranco y se la metió en la nariz, entonces se abalanzo y comenzó a comerme la conchita, sus dientes suavemente y su lengua se metían en mi vagina, ya no podía evitar retorcerme de placer, mi mente quería se decente y fiel, pero mi conchita quería verga, esa verga que recordaba tantas noches de placer, el seguía frotando su cara mal afeitada sobre mis partes íntimas, me volvía loca, entonces se detuvo y arrodillándose entre mis piernas, las comenzó a separar, mientras sus ojos no dejaban de mirarme, yo ya no tenía voluntad, y no hacia resistencia, él se agarró su pene totalmente erecto, dispuesto a metérmelo, pero me quedaba aun un poco de decencia, lo mire con ojos suplicantes y le dije:
- Pepe no seas malo, no lo hagas, no lo hagas, estoy casada, estoy casadaaaaaaa...
Esa verga conocida, había vuelto a entrar en mí, y con lo mojadita que estaba me la había comido toditita, pude saborear cada centímetro que ingresaba en mí, y las paredes de mi conchita le daban la bienvenida, teniendo contracciones, una y otra vez, mientras mis piernas se atenazaban a su espalda como tratando de tenerla todita adentro,
- Ah ah ah, que que rica conchita, ah ah, julita, mi conchita, me extrañaba, ah ah ah
Comenzó a meterla y sacarla, una y otra vez, afuera y adentro, afuera y adentro, una y otra vez esa carne entraba en mí, mientras mis caderas trataban de mantener el mismo ritmo, todo se repetía afuera y adentro afuera y adentro, entonces sentí como ese fuego conocido que hace dos años no sentía inundaba mi cuerpo, era un orgasmo violento, que me transformaba, en una perra hambrienta de más verga
- Mas mas negro métemela más mas, mas, negro todita todita, no la saques, no todita, mas más...
Sin sacarla comenzó se abalanzo y comenzamos a besarnos, como locos, yo sabía lo que el quería, se dio la vuelta y se colocó en posición de la 69, tenía su verga en mi cara, y no dude en comencé a chuparla, estaba saladita con la mezcla de nuestros líquidos, el resoplaba como un chancho.
- Que rica bo bo boquita, ah ah ah, más mas, chúpamela más mas... um um
Mientras su boca me comía mi conchita, de repente sentí como sin más metió dos dedos en mí, me retorcía, pero él me tenía bien sujeta y no dejaba la presa, entonces me vino un segundo orgasmos, me relaje, y el regreso a la posición inicial me volvió a separar las piernas y de un solo tirón me la volvió a meter, con más violencia, sentía como sus pelotas golpeaban mi potito, y su verga entraba y salía sin descanso, solo quería tenerla dentro de mí, en eso un pensamiento vino como un rayo a mi mente, me horroricé, hace 15 días me había quitado la t de cobre, pues con Luis habíamos decidido tener un hijo, me desespere, quería quitármelo de encima, pero él me tenía bien sujeta, y poco podía mi cuerpito con tremendo moreno, paso un minuto más de mete y saca, cuando lo sentí rígido y que se abrazaba más, y más fuerte.
- No te vengas no por favor, no lo hagas, no no te vengas, estoy en días fértiles, no no...
Entonces, sentí como un chorro de líquido caliente me inundaba, sentí un segundo y tercer chorro, mientras la rigidez de Pepe iba cediendo, sentí como se relajaba, y se daba una vuelta quedando echado en la cama, como siempre había ocurrido se quedó dormido y comenzó a roncar.
Con la mente en blanco, comencé a vestirme, no regresaba a mi realidad, vestida regrese al baño, me arregle el pelo, y me lave la cara. Salí del cuarto.
Mientras bajaba las gradas de la escalera, miraba las miradas cómplices de mis cuñadas que me esperaban levantado una copa, y pensaba que si quedaba embarcada y mi hijo salía moreno, me recordaba que mi bisabuelo era moreno, pensaba y pensaba.
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