Siempre he sido un fanático de los hombres velludos, especialmente en el pecho y nalgas, esas características y el que sean jarochos es mi perdición. Ignoro por que me gustan con esas características, pero el cuerpo sabe, sabe lo que le gusta y lo que necesita. Aunque esta historia no es sobre un jarocho, sino un morelense.
Salí un buen rato con un chico de Cuernavaca al cual nombraremos Rodrigo, esa relación tuvo sus altibajos e hizo que yo viajara de forma frecuente a Morelos. La gente de Cuernavaca suele ser muy amistosa y agradable, y fue precisamente en el cumpleaños de Rodrigo que conocí a Uriel. Es una persona muy agradable que estudió diseño gráfico. Uriel mide 1.70, es lo que podríamos llamar chaparrito con un tono de piel un poco moreno y muy velludo. Desde que lo vi me agradó y aunque yo estaba muy metido con Rodrigo no paso a más. Durante un par de años estuvimos en comunicación y en una de esas veces me escribió para decirme que si se podía quedar en mi casa ya que tenía pensado ir a Puebla a ver lo de unos lentes nuevos que quería sacar.
Fui por el a la terminal de autobuses o como le dicen CAPU y fuimos al centro a revisar en diversas ópticas las que más le gustaran. Quiero mencionar que ya para ese momento no salí con Rodrigo y después me enteraría que ellos dos tuvieron algunas fricciones que no vale la pena mencionar en este relato. Después de encontrar el modelo que le gustaba, fuimos a comer a un restaurante vegetariano que se encuentra cerca del zócalo, es un buffete y puedes servirte varias veces. En una de esas idas y venidas me fijo en el trasero de Uriel y se veía bastante bien, digo si me agradaba mucho pero no lo había visto con esos ojos. Mientras platicábamos estaba muy distraído entre la visión de los vellos negros que escapaban de su camisa y su sonrisa. La conversación estuvo muy amena hablando sobre arquitectura y diseño. Terminamos de comer y caminamos hacia casa.
Mientras Uriel se bañaba yo terminaba algunos pendientes del trabajo que había que resolver, era enero en Puebla y el clima era algo frío, salió del baño con su pijama azul y su cabello mojado. Sólo tenía yo una cama así que tendríamos que compartir. El empezó a leer una revista de arquitectura que tenía y me metí a bañar, durante ese tiempo no podía dejar de pensar en sus vellos y lo lindas que se veían sus nalguitas. Terminé de bañarme y entré a la recámara, el ya se había cubierto con las cobijas y me dio la sonrisa más linda que hubiera visto. Me dijo algo pero yo la verdad mentiría si lo dijera que lo recuerdo, apague la luz y me metí a la cama.
Estuvimos platicando hasta que en un punto nos venció el sueño, en algún punto de la noche desperté y me encontré con su cadera pegada a mi pelvis. Casi por un reflejo lo abracé, se sintió también, yo ya sentía que mi verga comenzaba a pararse. Creo que no he hablado de mi, mido 1.76 y soy de contextura gruesa, gordito para acabar pronto. Debo decir que no tengo mala dotación 18 cm de largo y gruesa, para que te des una idea mi verga no entraría en el cilindro de cartón que esta en el centro del papel de baño. Regresando a mi recámara mientras lo abrazaba sentí que Uriel suspiró, y me di cuenta de que no estaba dormido.
Eso me la terminó de parar al momento y despacio comencé a reconocer su cuerpo, primero sus piernas y su cadera muy despacio sobre su pijama, después empecé a subir por su torax por dentro de la playera hasta llegar a sus pezones. Era un territorio suave y peludito como me gusta, sus pezones estaban muy erectos y volvió a suspirar cuando los apreté. – Ya te estabas tardando – me dijo. Perdón – le contesté – no sabía si te gustaría que lo hiciera.
Despacio y sin prisa comencé a besar su cuello y a darle pequeñas mordidas a los lóbulos de sus orejas, no duro, sólo despacito y lo abrazaba mucho hacía mí.
Mi recámara daba a la calle así que no estaba del todo obscura, se colaba algo de luz por la cortina y podía ver la silueta de Uriel sobre la cama junto a mí. Nos besamos muchas veces, siempre creo que el beso es una de las partes más importantes, te indica si hay química, y si había demasiada. Se giró y empezamos a besarnos en forma, mientras hacíamos esto él metía las manos en mi pants y agarraba mi verga dura y babosa (lubrico bastante).
Yo empecé a agarrar sus nalgas por encima de la ropa pero decidí que tenía sentirlas directamente, ahí lo descubrí, el putito traía una tanga de hilo dental y se sentían increíbles sus nalguitas velluditas y acariciar el hilo al mismo tiempo.
-Déjame probar tu culito, quiero besarlo y meterle mi lenguita –
- NO
- ¿No?
- No sé, nunca lo han hecho
- Déjame a mi te va a gustar
Lo gire despacio y lo puse boca abajo y baje sólo un poco su pijama y comencé a morder despacio su trasero, y a hacer un lado su tanguita. Sólo escuchaba como suspiraba, sentía que estaba excitado, pero también como que le daba miedo. Respiré hondo y comencé a pasar mi lengua en círculos, Uriel comenzó a gemir.
- Fuck , Fuck , Fuck que rico, sigue sigue, por favor
Nunca entendí por que las palabras en inglés pero me excitaba sobre manera cómo gemía y se iba e aire y cada vez paraba mas el trasero esperando que siguiera comiéndoselo, me puse bajo él y el mismo me quito el pants y comenzó a mamar, y de que forma lo hacía. Primero lo besó varias veces, después empezó a metérselo a la boca, y quererlo comer todo, cada vez que yo metía mas mi lengua en su culito más trataba de tragársela. Mientras me la dejaba bien ensalivada y yo comenzaba a meter dos dedos en su anito.
No hay nada como sentirse deseado, sentir que el otro te desea y que la otra persona disfruta lo que haces.
Le dije que parara un momento, si seguía así iba a venirme muy rápido. Fui por un condón y le pedí que me lo pusiera, le dio varias lamidas mientras yo le ponía bastante lubricante.
Ya para ese momento no teníamos más ropa, me besaba los pezones, les daba pequeñas mordidas, creo que el fue el causante de que eso ahora sea de las cosas que más me guste. Lo acomodé de lado y le dije
- Acomódalo en la entrada
Lo sujeto y lo puso en la puerta de su culito, sentimos los dos cómo se abría, despacio y poco a poco. Los dos estábamos tan excitados y sentíamos como entraba en él. Nos dimos un momento para besarnos mientras se acostumbraba al groso y dimos un último empujón. Fue delicioso sentirlo, como gemía, como me besaba y cómo perdía el control.
Me acosté boca abajo y el se sentó, aunque ya estaba dilatado sentimos como costaba al inicio, empezó a subir y a bajar rápido.
Me encantaba ver sus ojos de excitación y las pequeñas muecas que hacia con los labios, en eso se agarró la verga y comenzó a venirse, me llenó el pecho de caliente y espesa leche.
Se sintió tan bien, yo me quité el condón y me vine en sus nalgas, mientras dejaba descansar mi verga en sus nalguitas le besaba la espalda.