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Categoría: Incestos

Mi familia 6

Fernanda había hablado de una sesión de sexo familiar hace unos meses, casi un año. Por supuesto esa vez dijimos muchas cosas por la influencia del sexo, y ella en particular seguramente lo hizo sabiendo que nos iba a calentar. Tal vez no era para que “realmente” ocurriera. Pero hace un par de semanas…
Es verano. Mi tía Julia había invitado a Camila (que ya no estaba en relación), Fernanda y su madre, Melissa a ir con ella, Paloma –y su novio Eliseo- y Rocío a la playa. Pero no podían ir las 7 personas, ya que según Eliseo el auto tenía problemas con el peso, y no podía llevar muchas personas (Sinceramente creo que simplemente quería ir solo con Paloma en el auto, quien sabe para qué). Tía Julia me pidió que los llevara en otro auto entonces, y me ofrecía quedarme cuanto quisiera allá, ya que era en una cabaña grande.
Entonces, acepté. Es decir, iría en el auto con varias mujeres sensuales y preciosas, cómo iba a negarme. Decidí que solo estaría uno o dos días allá.
Al final, Camila, por alguna razón, quiso ir con Eliseo y Paloma, con una cara que mostraba algo de molestia que chocaba con el de su prima. Eliseo vestía con una camisa gigante y shorts, usaba una gorra. Paloma que se había teñido pelirroja, llevaba una minifalda de jeans, muy pequeña, zapatos de tacón, y una camisa gris. Camila tenía pantalones muy apretados que marcaban su rico trasero, y una camisa verde de tela. Su cabello dorado como el sol. Las demás no quisieron entrometerse en el problema que había entre las primas, y por eso las 4 se fueron conmigo.

Llevábamos mucho camino. Melissa iba en el asiento de copiloto, y conversábamos sobre cosas triviales, como el clima, la universidad, su ex esposo mi tío Carlos, la separación de mis padres, etc. Llevaba una falda blanca, y una camiseta violeta pequeña que levantaba sus enormes tetas. Su cabello rubio y ondulado, suelto. Las niñas iban atrás con tía Julia riendo misteriosamente, como si ocultaran algo. Rocío iba con un short de jeans, y una camiseta de tirantes rosa, amarrado su cabello castaño en una cola de caballo. Sus ojos verdes se veían particularmente hermosos. Mi tía usaba un top blanco con una camisa abierta azul y pantalón. Se le encrespó mucho el cabello. Fernanda, la pendeja de mierda se había amarrado el cabello en dos colitas, se había puesto una mini falda blanca diminuta y un top amarillo que se traslucía. La muy puta no llevaba sostén y parecía una niña inocente, lo cual nunca fue.
En el auto de adelante no se había visto mucho movimiento hasta que Melissa y yo notamos que Eliseo iba atrás, por lo que Camila debía ir manejando. Debían haberse cambiado en algún semáforo sin que le tomáramos atención. Al rato, notamos claramente como Paloma estaba apoyada contra la ventana de atrás, y Eliseo estaba justo detrás de ella. Estaban teniendo sexo en el auto. La cara de Paloma era de total placer, hizo que se me parara inmediatamente el pene, lo cual era incómodo ya que iba manejando, y empeoraba ya que Paloma nos miraba directamente a nosotros.
¡Oh no! Ahora Melissa me tocaba el pene por encima del pantalón, y no tardó en sacarlo para masturbarme. Atrás, las niñas iban durmiendo y tía Julia solo nos miraba, con una pícara sonrisa, aunque parece que no alcazaba a ver a su hija culiando en el auto de adelante.
-Hm Felipe, qué buena palanca de cambios tienes, siempre me sorprende –me dijo Melissa, masturbándome lentamente, pensé que para que yo no perdiera el control del auto.
-Tía Me… es decir, Melissa, no debería hacer esto, estoy manejando.
-Pero no has frenado para detenerme, ¿Cierto? –Dijo seductoramente-, de hecho, podemos ir más rápido, así que voy a meter segunda.
-¡Ah!- exclamé cuando me comenzó a masturbar más rápido. Melissa y mi tía se empezaron a reír pícaramente.
-Ya Meli, mete tercera, a ver si alcanzamos a la puta de mi hija en el auto de adelante.
-¿La puede ver? –Pregunté con extrañeza, y mucho placer-, ¿Y no le molesta que esté teniendo relaciones en el auto?
-Al contrario, me encanta que disfrute de su sexualidad, es bueno eso.
-Entonces, ¡Tercera!- dijo Melissa, masturbándome más rápido, y tocándose también gracias a la falda que llevaba. Atrás, mi tía también se masturbaba, aunque lentamente para que no lo notaran su hija y su sobrina.
-Es exquisito como lo haces Meli, el pene parece que fuera a explotar… ah… hm…
-Sí, y cuando eso pase, me tragaré todo el semen, que tengo ganas de comérmelo.
-Entonces pon cuarta y chúpaselo… ¡Ah, qué rico! –dijo mi tía, a punto de acabar.
-Sí Julia, es momento para poner más velocidad, ¡Quiero comer pene! –“cambió” y doblándose con facilidad me chupó el pene. En el auto de adelante, veíamos como Eliseo apuntaba su pene contra la ventana y eyaculaba. Era mucho el semen que quedó en el ventanal, que Paloma no tardó en ponerse a lamer. Aunque su cara ya no era de placer, sino de molestia, lo que me llamó la atención y supuse que algo malo pasaba.
-¡Ay, qué sucia es mi hija! ¡Pon quinta Melissa, que me corro, y quiero lechita también, así como mi hija! ¡Ah!
-Sí, es una puta guarra, igual que tú, ah… parece que aquí viene…
No se equivocó. En un momento, exploté, me puse a eyacular como loco, y todo quedó en la boca de Melissa. Se tragó la mayor parte, y el resto lo puso en la garganta de mi tía con un profundo y mojado beso.

Sin embargo, ya habiendo entrado en la carretera, el auto adelante frenó y se metió a la orilla. Camila bajó muy molesta y gritaba algo a Eliseo, que también se bajó. Paloma también discutía con ellos. Paré al auto también y nos bajamos para ver qué sucedía. Fernanda y Rocío despertaron con el ruido.
-¡Ya no puedo mentir más! –gritaba Camila, llorando, siendo abrazada rápidamente por su madre y su hermana.
-¡¡Traidora, te metiste con mi pololo y no me dijiste!! –gritaba Paloma tratando de golpear a su prima -¿Y tú? ¿No solo me haces hacer las cochinadas que pides sino que también te acuestas con mi prima?
Esta vez le gritaba a Eliseo, que estaba en silencio. Pelearon un rato más y preferimos dejarlos a los 3 discutiendo. Tomamos un poco de café, alejados de ellos y vimos sorprendidos a lo lejos, como Camila y Paloma se agachaban frente a Eliseo, bajaban su cierre, y, ocultos a la carretera por el auto, le chupaban el pene juntas. Nosotros cinco no podíamos entender lo que pasaba, aunque notaba claramente como todos nos excitábamos ante la escena que solo nosotros podíamos ver. Mi tía trataba de parecer molesta y ocultar a Rocío de mirar eso, pero Melissa le tomó las tetas, y su excitación aumentaba. La misma Melissa ya se estaba metiendo el dedo en la boca, chupándolo sensualmente. Rocío miraba con la boca abierta, y dio un soplido de placer cuando Fernanda le dijo algo al oído. Esta última, completamente caliente, y no trataba de ocultarlo. Yo me subí al auto, para masturbarme sin que lo notaran, lo que fue un acto fallido. Eliseo acabó en el suelo, y luego que Paloma y Camila se levantaran, con cara de desprecio (obviamente no habían disfrutado como nosotros del espectáculo), le dieron cada uno una cachetada en la mejilla, le gritaron un par de cosas (“¡Listo, es la última chupada que te hacemos!” Fue algo de lo que logré escuchar) y él, con resignación, su fue en su auto. Paloma y Camila parecían muy tristes, y subieron al auto. No se miraban entre ellas, pero Paloma sí me miró a mí, abajo, y sonrió con picardía. “Este si es el que quiero” pude escuchar, y pidió ir manejando ella, para distraerse. Yo me iría de copiloto. Camila, que parecía tener mucho sueño, Rocío en las piernas de mi tía Julia, y Melissa iban atrás. Y Fernanda, para mi molestia a la vez que satisfacción, en mis piernas.

Avanzamos la carretera en casi silencio. No decíamos mucho ya que estaba algo tenso entre Camila, que poco a poco se iba quedando dormida, y Paloma que manejaba callada, aunque muy despierta. La que rompió el hielo, y de qué forma, fue Fernanda. ¿Cómo?, pues con su lengua habladora. Acababa de cumplir 17, era un año más puta.
-Me calentó tanto esa chupada… -dijo en voz baja, pero audible para todos. Camila incluso abrió los ojos al oír eso.
-¡¡Hermana!! ¿Qué dices? –dijo algo asustada.
-Eso, lo que oíste hermanita. A ti también ¿Cierto, primo mayor? –me preguntó, y ante mi sorpresa (y la de todos) comenzó a dar pequeños saltitos en mis piernas.
-¿Qué haces Feña? No, para… ah… -gemí, con clara satisfacción por lo que la pequeña pendeja hacía. Esa apariencia de niña pequeña e inocente, que ella realmente nunca tuvo, me excitó mucho, mi pantalón tenía un gran bulto.
-Ay… siento durito ahí abajo primo mayor, ¿qué tienes? Se siente rico… ah…
-No, Feña, espera… -decía Camila-, Paloma, por favor, para…
-No –fue la rotunda respuesta de Paloma, con una mezcla de molestia por lo que había pasado con Camila, pero también placer, por lo que sucedía a su lado.
-Ay Cami, al final tu hermana es una puta, como yo –dijo Melissa mirándola con placer, ante la atónita mirada de Camila- todas lo somos.
-Todas estamos cachondas y queremos hacerlo con Felipe –dijo Paloma, bajando la velocidad. -¿Para qué mentir?
-Felipe… ¿Qué opinas de eso?- preguntó Camila con extrañeza. Esperaba una respuesta negativa supongo, pero no fue lo que obtuvo precisamente.
-Camila, yo ya he hecho esto… ay Feña, cuidado…
-¡Está muy rico y duro!
-…Paloma, para, si no…- le supliqué a Paloma.
Para más sorpresa, Paloma y yo miramos hacia atrás. Rocío había estado muy silenciosa. En las piernas de su madre, tenía las manos bajo su camiseta y se tocaba los pezones gimiendo mucho por el placer.
-¡Hija mía! –exclamó la tía que parecía no haber notado lo que pasaba.
-Mamá… no lo puedo evitar, la Feña saltando sobre Felipe… ah… -gimió más la pequeña metiendo los dedos en su boca.
-¿Felipe, se lo hiciste?- me preguntó algo molesta mi tía.
-Sí, tía, nos lo hizo y fue exquisito, lo más rico del mundo –explicó Fernanda- le quitó la virginidad a la Rocío, y lo pasamos muy bien.
-Julia, ya no se puede parar esto. Necesitamos pene y lo sabes. Somos todas unas putas guarras come-penes –le comentó Melissa, que se quitó la camiseta y mostró sus enormes tetas.
-Tienes razón Meli… Hija, ¿Quieres compartir esto con tu madre y tu hermana?
-Sí… -respondió la pequeña girándose hacia su madre.
En el momento en que los labios de madre e hija se tocaron, Paloma se orilló, estacionó el auto y comenzó el espectáculo.
Datos del Relato
  • Autor: Felipe
  • Código: 25303
  • Fecha: 22-02-2012
  • Categoría: Incestos
  • Media: 5.42
  • Votos: 31
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
lobo_calientee27
lobo_calientee27 10-02-2014 21:53:42

un muy buen relato, me dejo a mil

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