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Categoría: Parejas

Mi cuerpo más que caliente

Este relato es de una bella y deliciosa experiencia ocurrida hace aproximadamente dos meses, sucedió con Manuel, mi novio actual.

Debo decir que lo que contaré talvez suene como nada del otro mundo, una tarde cotidiana de sábado en el motel. Pero mi cuerpo y yo sabemos que es el mejor sexo que he tenido en mi vida.

Ese día me puse mi pantalón de mezclilla preferido, con el que siento que me veo delgada y un poco más alta (ya que mido 1.57), una blusa verde bastante escotada y mis tacones rosa con verde, traía el cabello suelto y lacio, y los ojos delineados con las pestañas bien rizadas (como le gusta a Manuel).

Llegamos al motel de siempre y después de dejar sobre la mesa las botanas y el agua embotellada él se dirigió a la cama acostándose boca arriba y esperando a que yo me le lanzara.
Solo me le quedé viendo y tomándolo de la mano le dije que se levantara, no quería, pero le dije que yo tenía ganas de bailar abrazados (aunque fuera sin música) y quéjandose de flojera se levantó y me abrazó.

Comenzamos a bailar despacio, al ritmo de la nada, yo lo abracé fuerte y comenzamos a besarnos, bajó su boca a mi cuello y apasionadamente pasaba su lengua.
Lo detuve y le dije que me besara despacio y sin prisa, me voltee y quedó abrazándome por detrás llenando mi cuello y nuca de besos, acariciando mis caderas, bajando por las piernas y sobre mi escote, jugaba con mi cabello y de vez en cuando me mordía la oreja.

A mi me encanta ese jugueteo largo y desesperante que culmina en coito desenfrenado, me gusta que me bese y me acaricie por encima de la ropa, que pase sus manos por mis senos y solo los acaricie con fuerza al sentir que mis pezones revientan.

Solo de acordarme casi puedo sentir su saliva en mi cuello, sus manos desesperadas, su pene pagado a mi cuerpo y sus ansias por deshacerse de la ropa.

Dejé que me quitara la blusa y el pantalón, comenzó a estimular mis pezones apretándolos entre sus dedos con mi propia saliva (cosa que me encanta), metió su mano bajo mi tanga y descubrió la delicia de mi humedad, me hizo chupar sus dedos llenos de mis jugos mientras me miraba extasiado besando mi cara y oreja.

Me encantó su manera sutil de quitarse la ropa y quitarme lo poco que me quedaba a mi también. No recuerdo el momento preciso en que se deshizo de ella, pero fue sorpresivo y delicioso sentir su pene internándose entre mis piernas sin penetrarme aun.

Seguía acariciándome los senos, las piernas, el vientre y un poco más abajo. Se movía despacio hacia atrás y adelante rozando mis nalgas, los labios vaginales y yo sentía mi cuerpo más caliente que nunca.
El ambiente del cuarto era templado pero yo estaba sudando y comencé a jadear, él solo repetía "que rico" susurrando en mi oído como para desesperarme más.

Abrí las piernas y apoyé mis manos en la pared pidiéndole que me penetrara, él respondió que no y se pegó a mí siguiendo con esos roces tan ricos que solo incrementaban mis ganas.

Le dije que le daría besos donde él quisiera si me penetraba. Ya antes habíamos tenido sexo oral, pero sentir mi tono de súplica lo puso mucho más caliente y accedió dejando que se lo hiciera de pie (cosa que nunca había hecho). Abrió sus piernas y puso su mano en mi cabeza, me observó chuparlo como una niña desesperada por un caramelo, pasandole la lengua de la punta al final, acariciándo sus nalgas, metiéndolo hasta donde pude (aunque sentía que casi me ahogaba), ensalivándolo hasta más no poder para darle todo el placer que se merece y aghh tenía que comenzar a masturbarme al sentirlo tan duro y rígido por mi.

Con una mano sostenía su pene para controlar la penetración en mi boca y con la otra me introduje dos dedos en la vagina, los metía y sacaba acariciándo con la palma de mi mano toda esa área, desde el clítoris, hasta los labios mayores e inferiores estaban hinchados.

Manuel al verme tan caliente tocándome y dándole al mismo tiempo una chupada deliciosa, no pudo resistirse más y me detuvo para colocarse el condón.
Yo no le dije nada, solo sonreia ansiosa de sentirlo dentro de mí. Me apoyé contra la pared inclinándome un poco y abriendo las piernas lo más que pude. Él a pesar de verme muy segura pasó su mano por mi vagina para asegurarse de que estuviera bien lubricada (ya que casi siempre me pone lubricante además del natural), y realmente no hacía falta nada más que su hombría insertada hasta el fondo de mi vagina... literalemente yo estaba chorreando

Me tomó fuerte por las caderas y al fin me penetró. Rápido, despacio, con un brazo rodeando mis hombros y una mano palmeando mi clítoris. Solo recuerdo con claridad haber escuchado mis propios gritos de placer, nisiquiera le decía "más fuerte", "más despacio", ni ese tipo de cosas que suelo decir. No soy de las personas serias a la hora de tener sexo, me gusta decir cosas cachondas o dar órdenes... pero por primera vez en mi vida sexual activa no podía hablar! Que yo recuerde no pude nisiquiera hilar palabras coherentes jaja.

Estaba aferrada a la pared sitiéndo sus manos poseerme y su pene darme un alivio al cuerpo, nuestros sexos estaban muy calientes, mis fluidos salían en cantidad exacta para mezclar ese delicioso cosquilleo picante dentro de mí.

Él tampoco hablaba, sino que hundía su cara en mi cabello al mismo tiempo que jadeaba y me daba más duro, luego suave y a todos los ritmos que se le antojaron.
Manuel mide aproximadamente 1.68, así que los dos estabamos en una posición muy cómoda, supongo que pocas parejas pueden tener sexo tan bueno de pie.

Decidí separarlo de mí y ponerme de rodillas sobre la alfombra, ahí estuvimos un buen rato disfrutando, me dio palmadas en las nalgas diciendo que ese era mi castigo por sudar tan rico. Yo seguía gimiendo con mi cabeza acostada en el piso, hasta que nuestras rodillas se cansaron un poco y decidimos ir a la cama.

Se puso encima de mi mordiendo mis pezones, besándome riquísimo la boca, aprisionando mis manos.
Luego tomó mi pierna izquierda y la volteó quedando mis nalgas a su vista pero mi torso normal (o sea yo torcida), él estaba hincado y apoyó sus manos sobre mis brazos dejándome inmóvil. Me penetró un poco más duro viendo mis ojos, supongo que tenía esa expresión que la gente tiene al llegar a su máximo momento de placer... cuando su mirada podría confundirse con un dolor muy intenso.
Llegó ese momento en el que pareciera que despegamos del mundo y nos morimos por 3 segundos, aguantamos la respiración y dan ganas como de reír y llorar, cuando pasa todo el mundo ante nuestros ojos y luego volvemos a la realidad.

Al ver que yo terminaba él ya no pudo resistir, casi siempre tengo mi primer orgasmo y él no termina porque intenta llevarme al segundo, pero realmente no era decisión voluntaria, ambos explotamos casi al mismo tiempo.

Quedamos estáticos después de semejantes acciones, apenas retiró su pene y se quedó acostado encima de mi, no nos preocupamos por que se quitara el condón, acomodar las almohadas ni nada. Solo lo abracé y nos quedamos en silencio, no dormimos porque teníamos mucho que pensar. No se si fue la mejor relación sexual de su vida pero de la mia definitivamente sí.

Orgasmos he tenido muchos y seguiré teniendo, son casi todos igual de intensos, pero a veces lo que define al buen sexo es eso y todo lo demás.
Datos del Relato
  • Autor: maria4723
  • Código: 17783
  • Fecha: 12-12-2006
  • Categoría: Parejas
  • Media: 6.1
  • Votos: 60
  • Envios: 11
  • Lecturas: 3118
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Marcos Urbina
invitado-Marcos Urbina 12-12-2006 00:00:00

Es un cuento lleno de erotismo excelente. ¡Felicitaciones, y gracias!

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