~Voy a contar algo que me sucedió hará unos cuatro meses. Había ido de compras con mi mujer, con la que llevo felizmente casado desde hace veinte años. Estábamos en una tienda de un centro comercial y quería probarse unos pantalones y unos vestidos. Como los probadores eran un poco estrechos yo me quedé fuera en el pasillo esperando. Enseguida me di cuenta de que en el probador de al lado había una chica joven, de unos veinte años que no había cerrado bien la cortina y se la podía ver perfectamente. La sorpresa fue de lo más agradable cuando la muchacha se quitó toda la ropa y se quedó completamente en pelotas. Aunque estaba de espaldas podía contemplar su precioso cuerpo, con un culito respingón muy atractivo y unas piernas esbeltas y largas. Tenía el pelo negro que le caía sobre una espalda perfecta. Al principio la miraba con disimulo pues no sabía si ella se había dado cuenta de que la podían ver, pero cuando se inclinó hacia delante y me mostró sus deliciosos agujeros al tiempo que se metía los dedos para masturbarse, no me quedó duda de que lo que estaba buscando era una polla que la penetrara allí mismo. Sin perder más tiempo y sin dudarlo entré en el probador de la chica, cerré bien la cortina, me saqué la verga, que ya estaba lo suficientemente dura, y sin siquiera preguntar le metí mi polla dentro de su coñito. La situación era muy excitante y ella aguantaba los gemidos para no ser oída, pero su mojadísimo chocho delataba que se estaba corriendo como una puta. Ante esto ni pude ni quise evitar correrme en apenas tres minutos. Descargué una impresionante ración de leche en el interior de su apretada y húmeda vagina. Como seguía ofreciéndome sus agujeros supuse que quería más, así que calculando que mi mujer aún tardaría en terminar de probarse, le saqué mi polla de su vagina y se la metí por el orificio anal, que lo tenía bastante dilatado. Mi polla seguía completamente tiesa, así que no me fue difícil destrozarle el culo con mis embestidas. Ninguno de los dos pudimos evitar en esta ocasión proferir algunos gemidos, perdimos un poco el control y acabamos corriéndonos. Aunque en menor cantidad le llené de semen todo el recto, Luego ella se sacó mi verga del culo, se dio la vuelta y se puso a chupármela para dejarla bien limpia. Fue entonces cuando vi su preciosa cara y me di cuenta de que la conocía. Era Sandra, una amiga de mi hija de su misma edad: dieciocho años. Cuando me la estaba terminando de limpiar con su lengua, me vio y me reconoció. Al principio los dos nos quedamos cortados, pero ella terminó su faena, se limpió con unos pañuelitos el exterior de sus agujeros y nos despedimos con un lujurioso beso con lengua en la boca (riquísimo aunque con sabor a mi propio semen). Salí justo a tiempo, antes de que mi mujer descorriera la cortina de su probador.
- ¿Te lo has probado todo, cariño? –le pregunté-.
Lo cierto es que mi mujer, aunque tiene cuarenta años tiene un cuerpo que ya quisieran tener las de veinte. Ella me contestó:
- Me está todo perfectamente. Me asomé un momento para que me vieras un vestido, pero no estabas. ¿Dónde has ido?
- Estaba aquí cerca, había salido para no estar aquí de pie todo el rato.
Entonces ella se me acercó para decirme al oído:
- Pues si no te hubieras ido habrías escuchado a los que están en este probador de al lado. Tenían que estar follando, se les escuchaba jadear como animales en celo.
Justo en ese momento Sandra salió del probador.
- ¡Gonzalo, Lorena, ¿cómo estáis? –nos saludó mientras nos daba un beso (nada que ver con el que me dio antes, aunque aún le olía el aliento un poco a semen) ¿Y Sandra, no ha venido con vosotros?
- No –le respondí- se ha quedado en casa estudiando, por lo visto el jueves tenéis un examen.
- Sí, es cierto. Luego la voy a llamar para quedar para mañana en vuestra casa. Si me invitáis a cenar y a dormir podemos aprovechar para estudiar un poco más.
- Claro que sí, bonita –le contestó mi mujer-. Nuestra casa como si fuera tuya. Por cierto, ¿no has escuchado unos gemidos raros? Parece que venían de ahí dentro.
Sandra reaccionó astutamente.
- ¡Ah, sí! Creo que venían de este otro probador. Había una parejita, pero ya se han marchado. Estarían haciendo sus cositas, hay que apagar el furor sexual que se lleva dentro…
- Pues esos dos lo han tenido que apagar bien –siguió mi mujer- Porque eres una niña, si no te diría una cosa de adultos.
- Lorena, que yo ya soy una mujer, puedes decir lo que quieras que no me voy a asustar.
- Pues que creo que han echado dos polvos porque se les ha escuchado perfectamente cómo se corrían.
Sandra y yo nos reímos con el comentario. Luego nos despedimos hasta el día siguiente que vendría a nuestra casa. Lo que ocurrió fue algo realmente espectacular y que cambió mi vida sexual tras los acontecimientos que sucedieron y que contaré en otro relato. Si queréis que os adelante algo escribidme a reyrecaredo@hotmail.com y gustosamente saciaré vuestra curiosidad.
copiado -.- grr se original oe