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Categoría: Incestos

La calentura de Carol 3ª parte

JUGAR CON MI HIJA, lo veía más como un entretenimiento educativo que como una perversidad. Aún no me he presentado, mi nombre es Odón con treinta y seis años tengo una hija de 12 años llamada Carolina como ya sabéis, que no es por presumir, pero a pesar de su edad, tiene el cuerpo sumamente desarrollado, una cintura delgada, un culo redondo y respingón muy carnoso…, unas tetas bien formadas grandes y desproporcionadas a su cuerpecito, lo que la hace sumamente atractiva sexualmente para todo macho que se precio… incluso siempre he pensado que podría pasar por una chica de 16 años sin ningún problema. Vivo solo pero mi hija me acompaña muchos días y se queda a dormir en casa, especialmente desde que dejó de ser virgen y nos buscamos con mayor entusiasmo, ella por ser una experiencia nueva abierta a un nuevo mundo, y a mí por la implacable necesidad de meter mi polla en un coñito caliente y mojado tan apretado como el de mi niña, en el que agraciadamente me puedo correr dentro sin miedo a nada…, no sufre enfermedades de transmisión sexual y no se puede quedar preñada todavía, lo que satisface pese a que no me importaría dejarla bien preñada cada vez que la lleno con mi leche. Vivimos nosotros dos solos, debido a que mi esposa y yo nos separamos hace un par de años, es por eso que quiero mucho a mi hija, incluso creo que la consiento demasiado, siempre he cumplido todos sus caprichos a la mayor brevedad posible ya que además de ser la única niña, el otro hijo es Nacho, me recuerda mucho a mi ausente esposa a la cual llegué a amarla con toda el alma hasta que me puso los cuernos y decidió marcharse. De esto nada saben mis hijos….



La historia continuó una vez llegadas las vacaciones escolares, mi hija Carol estaba muy triste ya que todas sus amigas se iban de vacaciones con sus familias, pero nosotros nos quedábamos en la ciudad porque tenía que trabajar ese verano debido a mi oficio de albañil que se implementa en esa estación del año. Debido a esto, ella empezó a jugar con todas las muñecas que le había comprado, ella tenía una buena colección de este tipo… videos juegos y sobre todo el móvil para estar conectado todo el día con sus amigas y con juegos de rol donde ella era siempre la mamá…. Yo estaba preocupado un poco por esta cuestión ya que a pesar de que ella tenía 12 años, le seguía gustando mucho jugar todavía con sus muñecas, combinando sus actitudes a veces infantiles con la de una adolescente interesada por los chicos y el sexo. Meditándolo bien era lo mejor, en primer lugar porque no tenía con quien jugar durante muchas horas al día debido a que se quedaba sola y sus amigas se marcharon fuera de la ciudad y en segundo lugar, se entretenía en algo sano, y no tenía las tentaciones de irse a la calle donde los peligros acechaban en cada esquina. Todo iba muy bien, normal como siempre, pero aquel día  llegando del trabajo, me preguntó mi hija…



-“¡¿Papi, estás cansado del trabajo?!



-“Algo mi amor, ¿Por qué me lo preguntas?”



-“Es que estaba aburrida y quería ver si te gustaría jugar conmigo o te podría dar un masaje”.



-“Bueno cariño, podemos jugar un rato nada más mientras no tenga que hacer mucho”.



-“Si papi”. Subimos por las escaleras a su cuarto, que estaba lleno de juguetes.



-“Bueno Carol, ¡¿A qué vamos a jugar?!” Le pregunté…



-“A los padres…”. Cuando me dijo esto pensé que no era algo extraño después de lo ocurrido que una adolescente de 12 años me planteara hacer el papel de su madre, sin pensar que es una relación filial incestuosa inducida en una fantasía endulzada con ese juego, pero como era un juego donde yo no tenía que hacer casi nada me pareció bien… “Papi, yo soy la mamá, tu eres el papá y los muñecos son nuestros hijos”.



-“Me parece bien”.



A sí pues empezamos a jugar, yo le decía ya llegué mi amor y ella me decía, ya está tu cena y cosas por el estilo. En eso cuando mi hija se inclinó a recoger un plato de la cena de juguete enseñándome sus nalgas bien formadas y duras, unas piernas muy firmes. En nada todo eso sin duda me excitó, pero pensé en otra cosa intentando controlarme y seguir con el juego, además estaba un poco cansado. El hecho de que me excitara era totalmente lógico ya que desde la ausencia de mi esposa no había estado con ninguna otra mujer, si exceptuamos a alguna que otra puta hasta descubrir a mi niña, lo normal en mi única actividad sexual diaria hasta que llegaron las felaciones de Carol, consistía en pajearme viendo los videos porno o de mi esposa y yo follando en nuestra luna de miel. El juego había durado bastante y yo cansado le dije a mi hija, que ya tenía sueño y me iba a ir a dormir. Ella me dijo que estaba bien, pero con la única condición de que le diera un beso de buenas noches, por lo que me acerqué y le di un beso en la frente, ella al perecer se molestó mucho…



-“No papi, estamos todavía jugando al papá y a la mamá, recuerdo que tú no te despedías de mi mamá besándola en la frente, si no en la boca”.



-“Si Carol, pero eso solamente es lo hacen las personas casadas…”



-“Pero tú y yo ya nos hemos acostado juntos… es como si estuviéramos casados papi, ¡Me has desvirgado y ahora soy tuya!”. Era una razón de peso innegable.



-“Lo sé linda, pero además se besan así cuando están enamoradas mutuamente”. Al decirle eso ella puso una cara de tristeza y de decepción que francamente no me gustaba verla a sí… -“Mira mi amor vale por esta vez, porque te quiero mucho y porque eres la mujer más importante de mi vida”.



-“Si papi lo que tu digas, pero no estás enamorado de mí como yo. De todas formas tengo algo que decirte…”



-“¡¿Que es mi amor?!”



-“Nunca me han dado un beso en la boca con legua, como le dabas a mamá…”.



-“Como cariño, no me digas que ninguno de tus amigos te ha besado”.



No podía creer que mi hija con ese cuerpo que se cargaba, nunca haya tenido novio que la besara con lengua con lo cachonda que es, no es que no me entere de sus relaciones, pero yo en la escuela a su edad ya había tenido varias novias y ni sus familias ni las mías supieron jamás de ello, por lo que siendo el padre liberal que soy yo me había imaginado que Carolina ya habría tenido algunos novios.



-“Bien mi vida lo que tienes que hacer, es abrir un poco la boca y cerrara los ojos para disfrutarlo”.



Carol lo hizo sin titubeos, ahí estaba ella, lista para que la besara. Me fijé en su tez blanca, su cuerpo, su pelo, sus sonrosadas mejillas y sus labios esperando entrar en contacto con los míos. Me acerqué a ella y amarrándola por la cintura nos dimos un buen beso leve que derivó en morreo. Ella al principio cuando sintió mi lengua abrirse paso para encontrar la suya se sorprendió dando un respingo hacia atrás sin alejarse de mi boca, entre otras cosas porque la tenía bien agarrada de la cintura no la dejé zafarse, era increíble la sensación de sentir su lengua luchando con la mía apasionadamente. Pasamos en esa posición más tiempo del esperado. Ya para entonces mi polla estaba más que dura, era una estaca tiesa a punto de reventar el pantalón. No deseaba llegar a más esa tarde, aquello se nos estaba escapando de las manos. En un principio solo deseaba que mi hija tuviese una primera experiencia agradable, a diferencia de la mayoría de las niñas que lo hacen por primera vez con cualquier chico inexperto, egoísta y fugaz, donde la niña se queda sin satisfacción, sin virginidad y con todo el coño lleno de leche a riesgo de quedar preñada, pero después ha ido derivando a una relación más estable con los roles de padre e hija entrecruzados con los de amantes.



Me hallaba realmente agotado del duro día, tanto física como anímicamente por algunos problemas con los proveedores… por todo ello me alejé con unas buenas noches… -“Buenas noches papi”. Una vez en mi cuarto me acomodé y puse una de las películas de mi esposa y yo follando…, me hice una paja que fácilmente duró más de un cuarto de hora. A la mañana siguiente, me sentí mal por no haber gestionado correctamente lo de mi hija conmigo, haber besado de esa forma a mi hija como si deseara tanto, al punto de querer hacerla de nuevo mi mujer…, decidí hablar con ella para aclarar todo, pero al pensar que ella se lo tomaba como un simple juego de roles, ya no preocupé en exceso y lo dejé pasar. El juego siguió su curso, cada vez que llegaba de trabajar, ella entraba en su papel de esposa y me recibía con un beso en la boca, otras veces me recostaba en el sofá con una cerveza a ver deportes y ella llegaba ligera de ropa posicionándose entre mis piernas y me hacía una mamada. Ese día me preparó la comida de verdad, hacia los quehaceres de la casa y hacía la lista de la compra…, en fin mi hija estaba muy metida en el rol de esposa y ya no parecía tanto un juego, simplemente era nuestra vida cotidiana.



-“Papi, recuerdo que mamá y tú dormíais en la misma cama ¡¿no es así?!”



-“A si es hijita”.



-“Pues a mí me gustaría dormir en tu cama… ¡Recuerda papi que solo es un juego!”



-“Bueno mi amor, pero sin moverte mucho que tengo que descansar, mañana hay que ir a trabajar”.



Carolina se puso para dormir una pijama tan ajustado que estoy seguro que era al menos una talla menor que su talla normal. Su cuerpo enfundado en ese pijama se veía tan contorneado, lleno de curvas, tan apetecible que me excito en exceso… Sus pezones se marcaban, en la ropa, grandes y puntiagudos, su culito redondo y duro, solo a unos centímetros de mi verga. Sinceramente esa noche por más que quise no pude dormir, la excitación de estar tan cerca de mi hija hizo que me desvelará y solo pensaba en volver a deleitarme en su jugoso cuerpo. Debía de luchar por apartar mi pensamiento de hacerla mía de nuevo, porque ello nos arrastraría a perpetuar una relación incestuosa que a ninguno de los dos no convenía, especialmente a mi hija, aun con un desarrollo intelectual sin culminar todavía. Al día siguiente, cuando regresé del trabajo oí la tele de mi cuarto, y cuál fue mi sorpresa, al ver que en la pantalla el video de mi esposa y yo follando en nuestra luna de miel, me quedé estado de shock…



¡¡Mi hija había descubierto los videos!! En eso escuché el correr del agua en el lavamanos del baño, inmediatamente para no encontrarme con mi hija en esa embarazosa situación, rápidamente corrí hacia la puerta de la casa y la golpeé con fuerza para que ella se diera cuenta que ya había llegado. Funcionó, oí apagarse la TV y a mi hija corriendo para venir a saludarme. Pude notar que estaba muy nerviosa y acalorada en exceso, además tenía el inconfundible olor a excitación que expelen las mujeres. La noche se confabuló un poco tensa pero no hablamos del tema, nos dispersamos en cuestiones banales para después ver un rato la tele e irnos a acostar. A la hora de dormir sucedió lo que no esperaba de Carol…se sinceró conmigo de haber profanado mi intimidad.



-“Papi quiero decirte algo”. Dijo mi hija un poco avergonzada. “Esta tarde vi los videos tuyos con mamá…”, quedó un poco parada arrepentida de lo dicho, así que salí al trapo para sacarla de su cortedad…



-“Cariño son video privados e íntimos… bueno en ellos solo nos estábamos amando, es lo más normal en una pareja recién casada… tal vez tú seas el fruto de una de esas ocasiones”.



-“Entonces no es tan malo… puedo ver cómo me engendraste y le debió de ser también muy doloroso”.  



 -“¿Por qué lo dices?”



-“Porque mi madre se pasa gritando en todo el tiempo”.



-“No mi princesa, mamá gritaba de placer no de dolor”.



-“Ah sí, pues yo no grito tanto”



-“Eso es porque tú eres mucho más valiente, más mujer y mucho más hembra que mamá”



-“¿De verdad? ¡Ay Papi he visto otras pollas y la tuya supera a todas…, es muy grande y bonita”. Cuando dijo esto, sentí que mi cipote empujaba por salirse de mis calzoncillos, era evidente mi erección. “¡Oye papi como puedes caminar con esa cosa tan grande entre las piernas!” Dios mío, estaba yo que explotaba. “Podríamos seguir jugando en la cama a nuestro juego, me gustaría volver a hacer todo lo que tú y mi mami hacéis en el video”. Puse la escusa más incoherente que se me pasó por la cabeza…



-“Mmhhesteeeee, lo que pasa es que eso solo lo hacen las personas que se aman…” No supe por donde salir para frenar sus impetuosas ganas de follar a diario



-“¡¿Y tú no me amas, papi?!”



-“Si mi amor te amo con toda mi alma, sin ti nada en mi vida tendría sentido ahora…” Ella se recostó sobre mi cuerpo posando su cabeza en mi pecho.



No puede aguantarme más, ya mi mente no controlaba mis acciones, sin pensarlo mi cuerpo lleno de calentura me empujó a quitarme los calzoncillos, dejando al descubierto mis 18 centímetros de carne endurecida. Siempre había estado orgulloso del tamaño de mi rabo, de su grosor y lo enérgico que se me pone jalonado de venas inflamadas bombeando sangre a todo lo largo del cipote, por no decir el aguante que puedo llegar a tener con más de media hora perforando sin cesar el coño de cualquier mujer…. Carolina al ver mi tranca erguida en su máxima extensión, abrió los ojos y puso una expresión de pavor agradable, al ver tan tremendo empalme saliendo de mi entrepierna. Con mi hija bajo las sábanas, dispuesta a ser mía de nuevo, y yo no queriendo que nadie tocase a mi cría, solo me quedaba una salida y esa situación fue el punto de inflexión en donde dejé de pensar en mi hija como tal. Desde esa noche comencé a verla como mujer y hembra aparejada para darme placer, amor, compañía y probablemente descendencia. Así que le dije…



-“Cariño esto que te asombra tanto, es desde ahora solo para ti, con la condición de que me seas fiel y no tontees con eso chicos que te buscan… en especial ese tal Santiago que no tiene dos dedos de frente por mucho cuerpo que tenga”.



-“No te preocupes papi voy a ser solo tuya… ¡Ya no hay ningún hombre que me interese más que tú!”



-“¿Entonces te gustaría ocupar el lugar de su madre para siempre, de ahora en adelante?”



Ella estaba feliz al oír estas palabras, sin embargo la notaba un tanto nerviosa seguramente por el hecho de que no sabía muy bien cómo actuar en ese nuevo papel de mujer de la casa, la hembra y la amante…



-“¡¿Qué tengo que hacer papi?!”



-“Recuerdas lo que viste en el video, recuerdas como tu mami se lo metía todo en su boca y lo chupaba como si estuviera chupando una piruleta… pues debes de empezar a mamarle la polla a tu papi”.



Acto seguido la cría se inclinó, sacó su lengua con detenimiento le pasó un primer lengüetazo a mi cabeza, le pregunté si le había gustado… -“Tiene un buen sabor, tan bueno como siempre papi”, me dijo. “Con razón mi madre la pasaba también chapándola”.



No aguanté más y la agarré de la nuca con delicadeza animándola a que se insertara casi la mitad de mi virilidad en su boca. Empecé a mover mis caderas hacia delante y hacia atrás, follándome e insertando mi polla centímetro tras centímetro pequeña boquita. Curiosamente lo ejecutaba con mayor destreza sin el menor pudor como podría imaginarse en una niña de 12 años al mamar una polla de un hombre mayor…, lo hacía con ganas, tantas le ponía que le llegó a tocar su campanilla atorándole la garganta.



-“Carol a mamá nunca le dio asco mamármela, le gustaba tanto que se lo tragaba todo…”.



Dejó de mamar sin dejar de deslizar su mano a lo largo del tronco pajeando a su padre intentando tomar un poco aliento… ¡¡Papi es que es enorme!! Pero si mi mami lo hacía yo también debo poder hacerlo”.



Diciendo esto los 18 cm de mi verga desaparecieron en su boca llegando más debajo de su garganta hasta el esófago, sus labios y barbilla llegaron a tocar mis huevos con las comisuras estiradas como nunca para albergar el gran diámetro de mi raíz que debe sobre pasar los 6 cm. Se veía desproporcionado mi rabo frente a su carita y boquita de niña, eso me activaba… después de unos segundos al límite del ahogamiento retiró todo el rabo de su boquita saliendo una baba espesa. Me regocijé viendo como mi rabo salía de su garganta acariciado por sus labios, volviendo a aparecer todo al completo.



-“¡Vamos amor, sigue haciéndomelo un rato más! ¡Me encanta como me chupas la polla! Vas a ser muy buena mamadora”, estaba loco de placer apoderado por la lujuria viendo a mi niña chupar mi badajo con ese entusiasmo.



Lo lamía sacando la lengua como si de un helado derritiéndose se tratase, llegaba a los huevos que también lamía y mordía logrando tragarse uno a uno como su madre bien le había enseñado en el video y de nuevo se lo metía mamando con afición, por la rapidez solo me chupaba el glande y poco más dejando el resto para masajearlo con su manita bien apretada y la otra en mis huevos que casi no le cabía entre sus dedos. Toda esta mamada de polla la repitió una y otra vez… chupaba el glande, se atoraba hasta el esófago, lamía el tronco hasta la pelotas y jugaba con ellas un rato tragándosela, para volver a succionar mi capullo lengüeteando mi orificio y contorneando el balano con su lengua en una lamida demencial…No me acuerdo si fue en la quinta o en la sexta mamada cuando no pude más. Tan ensimismado en mi placer no tuve tiempo de advertirle del torrente de leche que se venía, de lo que si tuve tiempo, fue de apoyar mis manos sobre su cabeza con el fin de atenazarla, ya que sospechaba que en el momento en me corriera tendería a espantarse y no tragarse toda la lefa que ella misma me produjo en mis pelotas.



Cuando mi hija sintió mi leche en su boca, abrió enormemente los ojos, comenzó a gemir, no sé si de placer, gozo o de repulsión, pero no hizo un ápice de amago en retirar su cabeza, pese a tenerla bien agarrada. Se quedó ahí firme zampándose todo el esperma de papá. Carolina ya había interiorizado que la leche de un macho es para llenar a la hembra, independientemente del conducto que se use para ello, en mi caso siempre que me corría en la boca de alguna fémina el problema consistía en que desde siempre, ya en la adolescencia, mi corrida era súper abundantemente y les cuesta tragárselo todo…, esta noche sin duda no era la excepción, más copiosa si cabe por la enorme excitación. No estoy seguro si fue por eso que mi hija me lo estaba chupando, o por otra cosa, el caso es que esa noche me corrí como nunca en mi vida me había corrido, chorros y chorros de semen lo iba descargando en la boquita de Carolina. La verdad muchas veces me he preguntado de dónde sacaba tanta leche, parecía que nunca iba a acabar de correrme.



Las mejillas de la niña se inflaron a más no poder debido a la cantidad de engrudo, cuando no pudo retener más, se la empezó a tragar menos la que conseguía escapar al escurrirse por las comisuras de su boca. La lefa bajaba por mi tronco embadurnando todo hasta los huevos. Era tanta la leche que le vacié que pensé por un momento que se iba a ahogar. En una ocasión cuantifiqué una de mis corridas, y en aquella ocasión medí 20 cm3 cuando lo normal suele estar de 4 a 6, y en esta ocasión debí de superarlo… Cuando al fin dejé de correrme, retire mi falo aun endurecido de su boca, veía como mi hija se tragaba toda mi leche que aún tenía sobre su lengua ocupando todo ella hasta el paladar. Intentó decirme algo, pero no le entendí debido a que su boca, sus labios y su garganta estaban llenos de semen espeso y blanquecino colmado de espermatozoides locos por preñar a una buena hembra. Se le aguaron los ojos a mi hija como cuando las personas se emocionan. En ese momento volví a recobrar el control de mi mismo y le dije que no se preocupara…



-“Mi leche no te va hacer ningún daño en el estómago. Esta leche es muy buena para hacer la digestión y para otras cosas como para la piel o para hacerte más mujer…, tu madre también se tragaba mi leche todas las veces que me la chupaba como has hecho tú”. Para convencerla del todo busqué un video donde mi esposa hacía lo que le había comentado, cuando ella los vio se tranquilizó un poco… Mi amor no pasa nada, es solo mi leche. Tiene muchas más vitaminas y proteínas que la de vaca o cabra y una cantidad de minerales que le vienen muy bien a tu desarrollo. ¡¡Ya verás que buenas tetas te van a salir!!”



-“Papi”, me dijo al fin Carol después de haberse tragado la leche faltante. “Me asusté mucho, creía que me iba a ahogar”.



-“Perdona por no haberte advertido mi amor, pero ya has visto como mamá también se la tragaba toda, a ella le gustaba mucho”.



-“Tiene un sabor salado y además es muy espesa…”.



-“No te preocupes, con eso vas a crecer más mujer que tu madre”. La conversación no me aliviaba la ganas tan tremendas que tenía de follarme a una mujer…



-“¡Papi, mira como se puso otra vez tu polla, otra vez está grande y bien dura!”



Era cierto, en ese momento volví a dejar de pensar con la cabeza de arriba dejando la responsabilidad a la de abajo, listo para horadar el coñito de mi niña. Como un animal, la tumbé en la cama y de un solo movimiento, le quité su ajustado pijama dejando al descubierto una braguita minúscula blanca, la cual estaba húmeda debido a la excitación de mi Carolina tras el cuarto de hora de mamada. Con manos hirvientes y firmes le quité las bragas, lo que vi de nuevo era impresionante, Carolina a pesar de tener 12 añitos tenía unas corvas y unas piernas de 16, en su conejito impúber donde solamente se le apreciaban unos finos vellos inapreciables, este hecho hacía que pudiera ver que todo su apretado chochito mojado. Me quedé observando esa maravilla de la naturaleza fruto de mis genes, y me dije cómo era posible que de alguna manera mi cipote con lo largo y grueso hubiera podido  entrar en esa apretujada rajita. Me lancé a ablandar dicha hendidura, intentando dilatarlo lo máximo posible a la par de lubricarlo concienzudamente, por lo que me decidí en primer lugar a devolverle la mamada que me había dado, pero primero me acerqué a sus labios y nos besamos como un marido que pertenece a una mujer, después pasé a quitarle el top de su pijama y me encontré con sus tetitas…



Dos meloncitos bien desarrollados, duros y firmes, unas aureolas rosadas y unos pezones grandes y carnosos apuntándome en línea recta cual timbre de castillo. Me entretuve en sus pezones largo tiempo, succionándolos y lamiéndolos a placer como dos caramelos, era una de mis grandes aficiones desde que la nena tenía 6 años y más a los 8 cuando se le empezaron a marcar las tetas con esos orondos pezones. Cuando llegué a su vaginita estaba completamente mojada, por lo que no dudé en meterle mi dedo, esto originó un gemido de mi hija, e hizo que cerrara sus piernas de manera intuitiva por la sensación electrificante de tocar su clítoris. Casi de inmediato abrió las piernas lo más que pudo como lo hacía su madre, ofreciéndome esa rajita que en poco tiempo quedaría abierta y dilatada como una boca de metro. Entonces empecé a encajar dos dedos, los cuales entraban secos y salían muy mojados con una baba deliciosa fruto de los jugos de su vaginita recién estrenada, los chasquidos de lo mojado de su coñito eran arrebatadores… Al fin le metí la lengua, cuando esta entró en contacto con sus labios vaginales Carol arqueó su espalda de placer mientras le pasaba la lengua frenéticamente.



-“¡Papiiiiiiiii, ya no por favorrrrrrr, tengo que ir al baño, no me aguanto las ganas de mear!”



-“Olvídalo”, le dije. “Eso no son ganas de mear sino un orgasmo, es mejor que lo tengas aquí, eso es muy bueno”. Le seguía pasando la lengua por todo su chochito, ella solo gemía y se movía de placer.



-“Papiiiiiii, me hagooo, me corrooo”.



Me aparté para ver el espectáculo, del coñito infantil de Carolina empezaron a salir chorros y chorros de líquido, disparados hacia todas partes con una potencia bestial, acompañados de largos gritos de mi niña. Ella intentó cerrar las piernas para contenerse y no seguir corriéndose soltado esos enormes chorros de flujo, pero yo presto se las volví a abrir para que se siguiera corriendo a placer. Esta maniobra hizo que al acercarme para abrirle las piernas, me cayeran llenase la boca y la cara de sus jugos, calándome entero. El primer gran orgasmo de mi hija fue fenomenal, ni todos los orgasmos juntos de su madre se comparaban con este, especialmente por el conejito tan impúber de donde había salido… una vagina digna de toda admiración. Cuando terminó de correrse y dejó de gemir de placer, el escenario era que ella estaba empapada en sudor, como si se hubiera duchado y yo empapado del fluido vaginal, sus deliciosos jugos desprendían un aroma que nunca olvidaré…, allí estaba sosteniéndole con mis dos manos sus piernas y ni que decir de cómo quedaron las sabanas de empapadas.



Al verla a sí en esta escena, y al ver su coñito tan lubricado a más no poder, me importó poco si cabía o no mi verga en esa estrechez, le dije que se preparara por que la iba a penetrar, no aguantaba un segundo más sin follarla…mis huevos comenzaba a condolerme de le excitación. Carol recostado sobre su espalda con la piernas abierta miraba la maniobra de su padre de enfilar el estoque rígido y curvado como una daga árabe, en su anegado conejito. Recorrí toda su rajita y pajeé su clítoris como hacía siempre y tras unas cuantas frotaciones enfilaba al agujerito que forma la bocana de la vagina… Ella mordió su labio inferior de un lado para soportar la primera embestida, la cual siempre resulta difícil al tener la necesidad de abrir las carnes apretujadas de sus paredes vaginales, le iba doler un poco, pero menos que la primera vez, después la lubricación y la dilatación carnal facilitarían la follada incestuosa que no pensaba dejar de realizar por mucho que me lo suplicase…acabaría dentro de mi niña sí o sí. Ella se amilanó un poco ya que sabía perfectamente el tamaño de lo que le iba a entrar dada la experiencia anterior, pero aguantó estoicamente… si su mami podía tragarse semejante tranca, ella también.



Puse la cabeza en la entrada de su coñito entre sus pequeños labios vaginales, le froté el capullo entre ellos para recoger un poco de sus jugos y lubricarme hasta lograr encontrar su angosta entrada…, embestí poco a poco. Carol al sentir mi cabeza dentro de ella dio un gemido que se oyó por toda la casa. Seguí penetrándola, por Dios que me costaba trabajo abrirme paso a través de sus paredes vaginales estrechas, parecía que estaban ahorcando a mi polla. Seguí metiendo centímetro tras centímetro. Carolina gritaba, y de la molestia de esa primera incursión, con sus manos me empujaba para que lo sacara, pero yo la tenía bien agarrada de la cadera, con lo que sus empujones solo sirvieron para que entrara mi balano más rápido, cuando al fin estaba la mitad dentro, empecé a meterlo y a sacarlo…. Era impresionante el ver como mi enorme tronco viril aparecía y desaparecía de su coñito infantil adentrándose un poco más a cada acometida. A los pocos segundos, el movimiento de nuestras caderas era rítmico, como si mi hija y yo hubiéramos follado desde hacía años. Acoplados nuestros sexos se diluían sus quejidos…, Carol ya no gritaba si no gemía de placer con fuerza…



-“¡Papaíto fóllame así como lo hacías con mamá! Más rápido papi, más rápido”.



Era un vaivén frenético en la postura del misionero, cuando estuve a punto de correrme al verla hundirse una y otra vez en el colchón…, soltaba grititos a la vez que expelía el aire de sus pulmones al llegar con mi glande a la pared vaginal que aporreaba sin cesar deseando llegar más adentro donde nunca otro hombre pudiera estar. Me empleé a fondo diciéndole que se quedara quieta, que no se moviera porque pensaba llenarla como ella se merecía… no solo de carne, sino de la lefa que mis huevos habían producido para el coñito de la putita de mi nena.  



-“Papá va hacer todo el trabajo cariño”. Pero ella se retorcía buscando más estocada por puro instinto, se impulsaba hacia arriba cuando yo la penetraba a tope.



Paré entreteniéndome en sus labios, en su cara y en sus orejas calmando mi excesivo ímpetu, al pasar la sensación saqueé mi erecto badajo de su coño y le dije que se girara. La puse en cuatro patas, posó sus tetitas sobre las sábanas y elevó el culo a la altura del espigón erecto de su padre, de inmediato guié mi polla bajando mi erección hasta enfilar en su rajita vaginal y me la empecé a follar al estilo de la perrita celosa. El problema fue que mis empellones eran tan violentos, que Carol perdió el equilibro varias veces dando de bruces cuando intentaba elevarse sobre sus brazos…Ver su culito abierto y mi tranca entrar y salir de su coño era para morirse, sobre todo por lo desproporcionado de ambos sexos, sin embargo su vaginita dilataba bien comiéndose todo el tronco de recio de su padre sin el menor problema.



-“Carolina no quiero que te caigas, así que para seguir en esta posición desde atrás es mejor que te acuestes boca abajo en la cama, pero a la altura de tu barriga pondremos una almohada para que tu culito se levante y pueda meterla bien”.



No pasaron diez segundos cuando ella dejó su culito al aire con la almohada en su vientre, por lo que la 

estaba dispuesta para penetrarla tantas veces con toda mi potencia lo permitiese… ¡Perdí la noción del tiempo! Casi en vertical mi falo se perdía en sus carnes y volvía a aparecer sin descubrir el glande, y de nuevo la enterraba hasta los huevos una y otra vez. Su vagina se había acomodado al gordo y largo cipote de papá, es increíble cómo se puede adaptar un coño tan pequeño a un cipote de tamaña envergadura. Su carita aplastada por el peso de su cuerpo con los ojos entornados se encontraba de medio lado y de vez en cuando me observaba escudriñando una sonrisa de gozo que me diera a entender su deleite entre gemidos elocuentes de su gozada. La pobre niña aguantaba estoicamente mis arremetidas bien asida de su cadera, que me servía para atraerla hacia mí cada vez que mi pelvis partía hacia el culo de ella.



El sonido del chapoteo de nuestros cuerpos y el aroma a sexo que se desprendía, me calentaba más si cabe…, lógicamente me iba a volver a correr en largos y gruesos chorros de espeso esperma, solo que esta vez en el fondo de su vaginita. Comencé a notar la avenida recorriendo todo mi cuerpo, se me aflojaban las piernas justo en el instante que solté el primer lechazo…, su grito al percibirlo fue demoledor, me estimuló saber que ella notaba como la llenaba. Continuaba ejerciendo leves mete saca ordeñando mi polla entre las apretujadas paredes vaginales de mi hija, los chorretones de lefa se iban concatenando uno tras otro atorando el recién inaugurado útero de mi niña. Dado que la copiosidad de mis corridas era legendaria, esta vez no fue para menos y sin llegar a sacarla el semen comenzó a rezumar fuera de su chochito con mi verga incrustada en el fondo y su boca ajustada al tronco del mismo en un acoplamiento perfecto.



Volvía a clavar hasta los huevos y otro aldabonazo de mi semilla se deslechaba, al tiempo que el semen denso se licuaba con sus flujos haciendo que se deslizara impregnando su coñito y mis pelotas hasta llegar a empapar con lechosas manchas las sábanas. Mi corrida no tenía fin, tampoco la deseaba, pero todo se acaba y me dejé caer sobre mi cría en un abrazo amoroso, un tanto exhausto pero satisfecho del buen trabajo realizado dentro de ella. Su sonrisa lo decía todo sin pronunciar una sola palabra. Después de esta noche que dormimos juntos, el juego de papi y mami continúo todas las noches que se quedaba en casa, días y tardes de siesta que se excusaba con su madre para venir a casa a estudiar más concentradamente ¡¡Se estaba convirtiendo en una locura divertida!! A veces aprovechábamos cualquier momento de intimidad prolongada más de media hora.



CONTINÚA...


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 10
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2 comentarios. Página 1 de 1
rafael machado alcala
invitado-rafael machado alcala 29-12-2020 21:15:02

estupendo muy morboso tu relato, merecedor de una continuación.

lobo_ardiente
lobo_ardiente 11-10-2019 16:36:32

de lujo tu relato, va muy bien la historia

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