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Quinto día, jueves. Amaneció muy nublado y húmedo, luego supe que había llovido toda la noche.
Sentí golpes en la puerta y pensé en José, no me sentía en buenas condiciones físicas para satisfacer sus necesidades, aún me ardía la cola. Me incorporé con desgano, cubrí mi cuerpo con mi bata y abrí unos centímetros la puerta diciéndole a José que por ahora no podía.
-Soy yo nena.- Respondió Susy empujando la puerta. –Que es lo que no puedes ahora con José?
-Tenía que revisar la grifería porque cuesta abrir la caliente. Pero estoy muy cansada.- Le dije.
-Casualmente, vine porque ayer te vi demasiado agotada después de los eventos, te encontrás bien cariño?
-Sí, solo con mi colita un tanto dolorida.- Le conté que esos animales me habían hecho una doble anal, haciéndome ver las estrellas y que había sangrado.
-A ver cariño, ponte boca abajo, voy a revisarte.- Susy me hablaba con palabras muy dulces lo que me tranquilizó y relajó. Colocó dos almohadones bajo mi vientre, levantando bastante mi cola y abriendo mis glúteos suavemente me dijo.
-Ay amor, lo tenés florecido como una rosa, pero solo está rojizo no se ven fisuras importantes. Voy a curarte, te acordás como sanábamos nuestras heridas cuando éramos pequeños? Me dijo manteniendo su rostro cerca de mis glúteos mientras me los acariciaba cálidamente.
-No se amiga, yo cuando me lastimaba un dedo me lo chupaba hasta que se cortaba el sangrado. No me podrás una curita.
Cuando terminé de decir esto, sentí apoyar sus labios húmedos en el ano, al tiempo que abría mis nalgas.
Fue una sensación extraña pero linda, me dijo que me relajara y yo obedecí mientras me lamía el esfínter mojándome con su abundante saliva por fuera y hacia adentro. Sentía tanto alivio y placer que yo misma me tomé las nalgas para mantenerlas abiertas y facilitar la acción de Susy que continuó jugando con sus dedos y lengua introduciéndolos en mi vagina y ano. El goce fue en aumento, mi cuerpo se hundía en los almohadones, en suaves pero profundos movimientos aplastaba mi pelvis contra ellos hasta que se desencadenó mi primer orgasmo. Susy me hizo girar sin dejar de sacar mi cola del espumoso montículo, abrió bien mis piernas y continuó con sus delirantes lamidas sin interrupción. Luego nos sentamos enfrentadas, colocó mis manos sobre sus senos hinchados, pude palpar sus turgentes pezones totalmente endurecidos, acercó lentamente sus labios a los míos, no puede evitarla. Fue un beso apasionado que correspondí con fuego de juventud. Nos besamos por largos minutos, nos acostamos y mientras continuábamos besándonos, nuestras pelvis y senos se rozaban con placer. Luego se tiró hacia atrás recostándose entre mis piernas y entrelazando las suyas en mi cuerpo, una en mis pechos y la otra en mi espalda. El contacto de nuestros sexos fue total, comenzamos a movernos febrilmente y nuestros labios vaginales se apretaban y restregaban casi brutalmente, produciendo sonidos acuosos que aumentaban mi excitación y coronaban mis orgasmos y el suyo. Finalmente completamos tan maravillosa experiencia con un prodigioso 69 que me hizo disfrutar el delicioso sabor de sus abundantes jugos vaginales al venirse en mi boca y que yo tragué con delirante morbosidad. Ella me succionó los míos. Fue algo inolvidable.
Antes de marcharse Susy me colocó en el ano un poco de pomada analgésica.
Debo aclarar que con anterioridad a estas vacaciones, había tenido un par de encuentros con mujeres, lo cual he contado en un relato anterior, pero lo de Susy fue distinto. Ella supo hacer surgir en mí ese lado bisexual que pienso que tenemos todas las mujeres pero que la mayoría nunca llega a descubrirlo y pocas se animan a disfrutarlo, sin que ello signifique ser lesbiana. A partir de aquellos días en que viví tan maravillosas experiencias con Susy, amándonos con total desenfreno, pude atreverme a tener otros encuentros con otras féminas que he disfrutado mucho, aunque no tengo dudas que mi debilidad son los hombres.
Desde ese momento fuimos inseparables y a pesar de lo que llegué a vivir con Susy, nunca me animé a contarle lo de mis encuentros íntimos con Benson ni el premio especial que éste me había dado para cancelar los gastos del Corolla. Yo percibía los celos de Susy y en más de una oportunidad noté cierta envidia porque los hombres del grupo me preferían más a mí y ella posiblemente veía que Benson también me pretendía.
Durante el almuerzo con Susy y Juan -Toto almorzaba en la obra- hablamos de temas variados. Cuando ella sacó un papel para hablar de la programación de eventos con las chicas para la tarde-noche, Juan se disculpó con evidente malestar, haciendo notar que no era de su agrado que su mujer estuviera en esto, yo me hacía la desentendida. Susy por pedido mío le había hecho jurar a Juan que nunca diría nada de nuestros tratos con el grupo a Toto y ella me aseguró que él era un tipo de palabra.
Me retiré a descansar y Susy también hizo lo mismo. Nos esperaba una tarde trajinada, yo tenía que atender a 8 tipos, tres en una habitación, luego tres en otra y finalmente 2 en la tercera.
Cuando estaba totalmente relajada, quedándome dormida, sentí unos golpecitos en la puerta y la voz de José.
Abrí, miré hacia el pasillo, le pregunté si alguien lo había visto, él cruzando sus dedos en la boca juró que no.
Lo hice entrar de un tirón. Su personalidad sumisa y respetuosa me conmovía y no podía negarme a contribuir con su tratamiento ya que él también debía cumplir con las distintas pruebas al igual que los del grupo. Venía con algunos aparatos adheridos a su cuerpo y me dijo que debía encender las cámaras de video para que los técnicos grabaran nuestra actividad, yo encendí los dos plasmas de la habitación porque también quería ver las filmaciones que hacían desde el centro de operaciones.
De nuevo al igual que las dos veces anteriores, tuve excelente sexo con José. Cada vez que estaba con él me sentía tocando las estrellas. Su pene era exquisito y de gran porte.
Estuvimos cojiendo durante casi una hora. Yo me deleité y me excité mucho más que de costumbre, viendo en las pantallas como mi dulce amiguito me penetraba por delante y por atrás. Esta vez no hubo condón, fue en mi boca que recibí toda su deliciosa leche y que luego tragué con placer.
Al finalizar él se vistió y yo antes de dejarlo salir verifiqué que no había nadie en el pasillo.
Me hice una enema de más de 2 litros, pensando en la actividad que me esperaba más tarde en las habitaciones. Luego me metí en el jacuzzi para relajarme y cuando me estaba quedando dormida me fui a la cama. Me desperté sobresaltada pensando que me había pasado del horario, pero aún faltaba hora y media para el primer evento. Estaba totalmente descansada y pensé esperar la hora en la sala de billar tomando un trago. Antes de vestirme palpé mi ano verificando que ya no estaba inflamado ni me dolía, igual lo llené con abundante vaselina, mientras pensaba en los buenos oficios que me había brindado Susy y en lo bien que me había hecho el baño de inmersión. Limpié bien mi cola y me vestí con una calza rosada muy ceñida que estiré por encima de mi cintura para dejarla mordida con los labios de mi vagina, marcando mis glúteos, en aparente desnudez. Prescindí de la tanga porque me duraban poco puestas y además últimamente las estaba perdiendo. Arriba un sostén de vestir rojo con puntillas y una camperita negra de satén abierta, de calzado tacones rojos muy pero muy altos.
Cuando llegué a la sala de juegos, oh sorpresa¡¡ Quien estaba jugando al billar solo? Pues ni más ni menos que el compañero de habitación de Jaime. Yo disimulé no haberlo reconocido y me fui hacia la barra a autoservirme un trago, en la sala estábamos solo él y yo. De pronto sentí su voz cerca.
-Hola muñeca, que bueno verte.- me dijo mientras se sentaba en una banqueta alta junto a la mía.
-Hooolaa Lou, no te había conocido, como estás. Veo que juegas billar.
-Sí ven, trae tu trago y acompáñame a jugar un rato.- Yo le dije que en mi vida había agarrado un palo (de esos, jaja) pero él me insistió llevándome con un brazo en la espalda.
-Este es mi tiempo de ocio así que te enseñaré a jugar.- Zas pensé, lo mismo que Gustavo con el tenis, pero con grandes diferencias en cuanto a tamaños de cuerpos y calibre.
Él comenzó el juego, mostrándome como tomaba el palo con una mano y con la otra lo dirigía para golpear la bola. Luego me entregó un palo y me hizo golpear una bola ayudándome a sostener el palo mientras apoyaba su bulto en mi cola. Mis altos tacones rojos y sus piernas flexionadas, permitían emparejar la altura como para palpar su voluptuoso miembro que aparentemente estaba sensibilizado. Yo me deleitaba mirando disimuladamente nuestros movimientos en los enormes espejos murales que rodeaban la mesa, observando el sutil movimiento que imprimía a mis caderas mientras caminaba sensualmente alrededor de la mesa. En un momento cayó la tiza de mis manos y cuando me incliné a recogerla, sin flexionar las piernas, sentí que me tomó par las caderas y me la apoyó con fuerza, la libido me doblegó. Me incorporé, giré media vuelta enfrentándolo y mirando hacia arriba su rostro, con mi boca cerca de sus labios le dije con cara de gata caliente que unos amigos me estaban esperando para un evento. Él me levantó por la cintura y comenzó a besarme con sus labios carnosos.
-Bájame Lou, estoy pensando que ellos pueden esperar un poco- Entonces desabroché su cinto y bajé sus pantalones y bóxer. Otra vez volví a impresionarme con semejante garrote. Solo cabía el botón y unos centímetros más en mi boca, era demasiado gruesa, se la lamí de punta a punta, bañándosela en saliva. Después él me sentó sobre el borde de madera de la mesa, me recostó de espaldas sobre el paño y me sacó las calzas, dejando mi conchita a su disposición. Primero me la besó y chupó haciendo que me viniera en su boca. Luego levantó mis piernas sobre su pecho y comenzó a deslizar la cabezota entre los labios de mi vulva totalmente mojados.
La penetración fue sublime haciéndome recordar su vez anterior. Era como una sensación de estar embarazada con un bebe en mi vientre. Solo pude tragarme 3/4 de ese tiburón que golpeaba con su cabeza en el fondo de mi vagina, llenándola a presión. Fueron dos o tres orgasmos que se sucedieron mientras gemía de placer. Luego me levantó por las axilas, me llevó a la barra como a su muñequita, haciéndome poner mis dos rodillas abiertas en los esponjosos tapices de sendas banquetas, yo apoyé mis senos en la barra. Su altura le posibilitaba enfrentar el centro de mi colita en esa pose. Sentí la cabeza en la puerta de mi ano, me relajé, me abrí más las nalgas para facilitar la temida pero ansiada penetración. Mi esfínter ya estaba bastante relajado con mis anteriores penetraciones por lo que pude sentir sin gran molestia, como el botón atravesó el anillo y se fue introduciendo en mi recto suavemente, ayudado con la lubricación de la vaselina que le había cargado.
Mi cómoda postura me permitió tragar toda esa magna pija endurecida como un palo. En el espejo lateral podía ver el delirante bombeo con que Lou arremetía, sacándomela hasta dejar solo el botón ahorcado por mi dilatado esfínter, y luego empujándomela hasta apretar su pelvis en mi ano. Dos orgasmos estremecedores resurgieron con los masajes que con mis dedos hurgaba mi punto G mientras gozaba el rítmico y violento bombeo de esa gigantesca verga que no alcanzó la eyaculación.
Cuando me despedí de Lou, sacó del bolsillo dos billetes verdes de cien y me los extendió diciéndome que no dejara de verlo.
Nos quedamos un rato bebiendo nuestros tragos y hablando un par de cosas en las banquetas, cuando ingresó a la sala Susy acompañada de 2 tipos blancos.
-Hola cariño, que sorpresa¡ Viniste a jugar billar?
-No Susy, solo a tomar algo mientras esperaba la hora de mi evento y me encontré a Lou. Y vos, que tal.
-Yo tengo mi servicio ahora con ellos tres, vinimos por Lou para irnos a la habitación.- dijo Susy.
Me despedí pensando en lo bien que la pasaría con Lou mas los otros dos y partí en busca de la habitación 214, donde yo debía prestar mi primer servicio de esa tarde.
Mis actividades esa tarde fueron tan agitadas como las anteriores en grupo. Los primeros tres, luego otros tres y finalmente dos me hicieron ver las estrellas, por el goce y por la violencia. Me practicaron penetraciones doble anal más vaginal y doble vaginal más anal. Ya mis agujeros estaban bastante ajetreados y no me resultó estresante satisfacer a esos animales del sexo.
Me desocupé como a las 20:30 y me fui a mi habitación con el intestino, la vagina y el estómago llenos de semen, pero literalmente “llenos”.
Toto me dijo que había llegado un poco más temprano porque tuvo que dejar al capataz rehaciendo el paso provisorio ya que durante la noche la crecida del arroyo lo había roto. Estoy significaría un día de retraso en las obras del puente.
Me dijo que al no encontrarme se había ido a jugar al tenis con el profesor. Gustavo le había preguntado por mí y al terminar el juego, le había pedido a Toto que me dijera que me esperaba para darme una clase. Toto se apenó al no encontrarme, ya que no pudo darme el mensaje de Gustavo.
Luego de la cena, cuando Benson se retiró con sus compañeros, me hizo disimuladamente un guiño y un cabeceo. Les dije a Susy y Juan que estaba algo cansada e invité a Toto a ver tele a la habitación, una vez allí le dije.
-Ay Torito, me estoy olvidando que Doña María me está esperando luego de la cena para explicarme algunas recetas de comidas norteñas que le pedí. Vos tomá los 2 comprimidos que yo voy a verla y vuelvo en media horita. Vamos a comprobar si realmente te hacen efecto, esta noche te quiero hecho un toro, amor.
Al entrar a la habitación de Benson lo encontré acompañado por sus colaboradores, los dos científicos y sus esposas, las doctoras. Estaban sentados en los sillones y me dijo que me estaban esperando para tener el encuentro del que él me había hablado la noche anterior. Yo les dije que no contaba con mucho tiempo porque mi esposo estaba esperándome en nuestra habitación. Ellos se mostraban muy simpáticos y cordiales, creo que todos eran mayores que yo, siendo el Benson el más veterano.
Las doctoras se llamaban Emely, una morocha cubana muy linda y la otra llamada Hilary era canadiense. Sus respectivos esposos eran Matheu de Norteamérica y Enrique descendiente de portugueses, también.
Ellas fueron muy agradables conmigo y en pocos minutos me brindaron la confianza necesaria para el evento. Se sacaron sus prendas quedando en ropas íntimas, Emely de mi estatura con buenas nalgas y grandes senos y Hilary más delgada y más alta que yo. Me desvistieron y comenzaron a acariciarme, los tres caballeros estaban en los sillones observando. Yo estaba algo dispersa pero Benson se acercó, me tomó de la mano y me llevó a la cama. Luego de besarme el coño me penetró y en ese momento explotó mi excitación. Crucé mis piernas por detrás de su cintura y comencé a moverme acompañando sus movimientos. Junto a nosotros Emely se puso en cuatro y Enrique el esposo de Hilary se la metió tomándola por atrás. Hilary le chupaba la pija al esposo de Emely. Al cabo de media hora y con varios orgasmos en mi haber los tres hombres se dedicaron a mí y las dos mujeres se entrelazaron en una agitada sucesión de caricias y besos sexuales. Recibí las tres pijas en mi vagina, ano y boca, intercambiados con las lamidas de Emely en mi sexo y la vagina de Hilary en mi boca. Casi todo el semen eyaculado fue a parar a mi ser, supongo que fue mi vuelo de bautismo.
Cuando miré el reloj, había pasado más de una hora. Me vestí apresuradamente y me despedí agradecida por lo bien que lo había pasado.
Toto estaba esperándome con los ojos como huevo duro y su pene erecto en las manos.
-Mi cielo, eran tantas las recetas que tenía que explicarte doña María?
-Si Torito, eran muchas y muy difíciles, algunas tuvo que explicármelas dos veces. Pero ya estoy aquí y por lo que veo estás a full.
Esa noche nos amamos con Toto como hacía mucho tiempo no lo hacíamos. Nos besamos locamente, nuestras bocas se fundían con el calor de la pasión. Me pidió hacer el 69. Tuve que fingir un escandaloso orgasmo antes que apoyara sus labios en mi vagina.
-Ay Torito, me estoy viniendo, estoy tan recaliente que creo voy a ahogarte con mis jugos.
-Sí putita, me gustas así, bien caliente. Eres una puta insaciable, quiero beber esos jugos sabrosos hasta emborracharme.- me decía mientras hundía sus labios y su lengua en mi vagina y ano que descargaban el cuantioso contenido lechoso de Benson, Matheu y Enrique. Creo que cojimos con Toto durante más de una hora, su pija chapoteaba en mi vagina y ano. Estaba muy excitado, esa vez me pidió el orto.
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