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Festival de cine erótico

Soy colombiana y uno de mis pasatiempos favoritos es viajar. Esta vez el destino: Barcelona y el motivo: una mezcla de placer y trabajo pues acompañaría a una buena amiga a hacer un reportaje sobre el Festival de Cine Erótico de esa ciudad para un programa de televisión de mi país.

Estaba feliz y emocionada por visitar Barcelona mas que todo por conocer las obras de Gaudí y por el Festival en sí pues me habían comentado que era bastante "movidito". Todo me imaginé menos que a raíz de ese viaje, a principios de octubre de 2001 mi vida cambiaría radicalmente y para siempre.

Fue en La Farga, el recinto ferial de L'Hospitalet, donde tuvo lugar este evento divertido, sorprendente, sexy y, por descontado, muy erótico.

Los adjetivos aplicables al Festival de Cine de Barcelona son interminables. Quien busca sexo lo encontrará, claro. En los escenarios se suceden los números de strip-tease, de porno en vivo y los espectáculos eróticos más cotizados que uno se pueda imaginar.

En los stands se exhiben las mejores películas para adultos y los últimos estrenos de las súper-stars del cine XXX. Famosas actrices y actores del cine para adultos firmando autógrafos y exhibiéndose para las cámaras de todos los visitantes.

Y para más sexo y más diversión, la lucha en barro. Esculturales hembras se pelean ferozmente, desnudas y calientes, para deleite de todos. Y en la barra americana alucinantes chicas contorneándose ante tu mirada.

Cerca-cerca, ¡¡¡de infarto!!! ¡El sexo más en vivo y más en directo es imposible!

Días de cine y sexo…

Viernes 6 de octubre, ocho de la tarde. La Farga de L'Hospitalet. Este espacio multiusos de la ciudad vecina a Barcelona, que no en vano ocupó la fundición de unos altos hornos, era un hervidero. Y no sólo por la multitud de público que entraba y salía del recinto ferial, sino por las altas temperaturas que emanaba. Y es que durante cinco días La Farga acogió el acontecimiento porno-lúdico-erótico-festivo más caliente y esperado del año.

A lo que vamos: el hervidero se convirtió, una vez dentro, en un gran espectáculo carnal, rosa y atronador. La música bakalao envolvía machacona y ensordecedoramente el espacio: era el primer sentido en alerta. Pero, no nos engañemos, aquí se venía a mirar: el segundo sentido, ya desbocado. Imposible abarcar todo el desenfreno de la orgía visual que se nos ofrecía a la mirada. Multitud de stands con todos los productos inimaginables: revistas, vídeos, látex, cuero... Una amplia gama para todos los gustos que gusten del sexo en todas sus variantes y variedades. No se sabía a donde mirar primero.

Y lo siguiente que llamaba la atención era el escenario. Allí se agolpaban decenas de curiosos, lúbricos y enloquecidos ante el espectáculo que se les ofrecía. Una pareja de rubicundos porno-stars mostraba en vivo lo que los asistentes suelen, o no, hacer en privado. La película en directo.

Sábado 7 de octubre. En total, eran cuatro los escenarios que ofrecían lo que el público venía realmente a buscar aquí, el show descarnado. La mayoría, jóvenes veinteañeros que llegaban en manada a disfrutar a pocos metros de distancia de las habilidades de sus ídolos de papel couché o de www, pues la red es ya el primer canal de distribución mundial de material pornográfico y la palabra "sexo" la más clicada en los buscadores.

Y venían también a tocar, a poder ser, pues las estrellas se ofrecían por unos instantes dóciles a su público, para que se comprobara hasta donde la carne se tornaba en plástico: el tercer sentido. También, como en los shows de magia, se admitían voluntarios para participar en esta húmeda catarsis colectiva. Aquí, sólo algunos privilegiados pudieron iniciar los dos sentidos restantes: olfato y gusto.

Se vieron pocas chicas, las más, acompañadas de su pareja que, con aire relajado y curioso, contemplaban con distancia y esbozando media sonrisa. Quizá vinieran a aprender algo nuevo, nunca se sabe, aunque a riesgo de descubrir la poca imaginación sexual que se nos atribuye, a lo hora de la verdad, a los latinos.

Y, luego, los solitarios: cuarentones con aire despistado que trataban, sin éxito, de disimular que son unos verdaderos connaisseurs de la materia. Y las curiosidades: una pareja de venerables ancianitos sorprendida en la sala X ubicada al efecto, que contemplaba seria e impasible un espectáculo que, en sus años mozos, era poco menos que un delito de prisión.

Por muy abiertas de mente que fuéramos mi amiga y yo nos sorprendimos bastante con todas y cada una de las cosas que vimos (y hasta tocamos y olimos). Con lo del primer día y buena parte del segundo tuvimos mas que suficiente para hacer un buen reportaje que editado tendría 30 minutos.

Ya mas relajaditas y arregladas para la ocasión nos fuimos directamente a los stands que mas llamaron nuestra atención y el que mas, sin duda, el de aquella una porno-star que, yaciendo como una flor abierta sobre una mullida colchoneta, pretendía batir todas las marcas sexuales dejando que libaran en ella hasta un centenar de zánganos, azarosos voluntarios amateurs situados en fila en paños menores y llegando a su cálido destino puestos a punto por las solícitas bocas de las asistentes de la abeja reina.

Que polvareda levantó el intento de consecución de un peculiar récord, la gente se agolpaba en el lugar como si estuvieran regalando algo, aunque a decir verdad si regalaban algo: "sexo" y del mejor, en vivo para satisfacer la fantasía voyerista mas retorcida.

Nos dejamos llevar por la emoción y nos unimos a un grupo de chavales que en promedio tendrían 5 años menos que nosotras, pero la fiesta daba para todo y mas aún el espectáculo que se ofrecía ante nuestros ávidos ojos.

Los muchachos nos ofrecieron algo de beber, que nosotras muy confiadas recibimos contagiadas por la euforia del momento y allí comenzó la odisea…

Cinco minutos después estábamos subidas en el escenario, cual stripers profesionales quitándonos la ropa como si nos estorbara y lanzándola al público que aplaudía y se disputaba las prendas como un trofeo. Las prendas mas disputadas por supuesto: las tangas de este par de putillas, la mía blanca y roja la de mi amiga, para dos afortunados de las primeras filas.

Lo recuerdo todo con claridad, en esa bebida había algo que desinhibía, que llenaba de euforia, que hacía que nada importara y que uno tuviera una energía impresionante.

Un minuto después estábamos siendo parte del grupo de asistentes de la "abeja reina" cumpliendo el peculiar y "arduo" oficio de empalmar a los que pacientemente hacían fila, ya fuera con nuestras manos o nuestras bocas ávidas de comer polla y entre mayor cantidad fuera mejor.

Me puse de rodillas frente a un negro grandote y morcillón y me enterré su nabo en la boca, o mas bien lo que cabía de el. Era la primera vez que se lo mamaba a un negro y eso me emocionó más aún, aunque por lo grande de su miembro tenía que darme mañas para ayudarme con las manos hasta que estuviera a punto. Cuando tuvo la verga empalmada me concentré en abarcar todo el glande con la boca mientras ambas manos hacían su labor a lo largo del inmenso miembro.

De mi boca la verga del negro pasó a la boca de mi amiga que estaba justo a mi lado esperando su dosis de chocolate. Yo por mi parte metí en mi boca la verga inmediatamente siguiente sin mirar ni siquiera la cara del individuo – qué mas daba? – lo importante era brindar una mamada de calidad en grandes cantidades, y vaya que lo hicimos.

Inicialmente la idea era simplemente brindar sexo oral sin que llegaran a derramarse, uno a uno a los de la fila, en su mayoría hombres de todas las edades y una que otra lesbiana pidiendo guerra; pero con tanta mamadera no solo me dolía la mandíbula sino que estaba excitada hasta los tuétanos por mas que de rato en rato tocaba con una mano mi palpitante almejita.

Fue entonces cuando me tocó en turno una mujer, más viciosa aún que yo, -si cabe-. A esta si la miré antes de lanzarme como posesa directamente a su punto más candente para dedicarle mis más devotos lametones tomándola con fuerza por las nalgas. Era una mujer hermosa sin llegar a ser espectacular, de cabello corto como el de un hombre y pelirroja; por ahí dicen que las pelirrojas tienen fama de tener mejor vida sexual que las demás…

Sin saber por qué, de su clítoris comencé a subir lentamente por su abdomen centro de lujuria. Me concentré un rato en su ombligo, pasé de allí a sus senos pequeños y posteriormente a su boca carnosa donde nos enredamos en un beso supremamente erótico. Ella no solo correspondió mis besos sino que me estrechó entre sus brazos suavemente deslizando sus manos por mi cuello, nalgas y espalda.

La gente gritaba eufórica con el doble espectáculo separado por unos metros tan solo. A un lado la abeja reina penetrada doblemente por el negro y por otro hombre de unos sesenta años y al otro dos mujeres enfrascadas en una danza sensual, frotando sus vulvas, sus tetas, sus labios simultáneamente.

Lo mejor comenzó cuando a nosotras se unió el hombre que seguía en la fila el cual no pudo contenerse por más tiempo y abrazó a la mujer desde atrás restregándole la polla con firmeza. Este hombre era un magnífico ejemplar cuarentón, muy bien dotado en todos los sentidos. El hombre llevaba unos cinco minutos pajeándose antes de unirse a nosotras y estaba a punto de estallar, todo invitaba a eso, los cinco sentidos estaban potencializados y recibían sensaciones de sobra. Además el hecho de ser observados nos excitaba aún más.

Nos olvidamos por completo de nuestro objetivo de colaborarle a la "abeja reina" a batir su record y nos dedicamos a hacer nuestro pequeño show y a disfrutar al máximo por supuesto. Igual había gente para todo.

El hombre se acostó y la mujer encima de él enterrándose la polla de golpe comenzó un movimiento lento y cadencioso en forma circular mientras yo me dedicaba con la boca a pasar de sus labios a sus tetas. De cuando en cuando besaba al hombre también enterrándole la lengua hasta la garganta. El hombre se corrió primero y la mujer después, no obstante este seguía empalmado así que me coloqué en cuatro esperándolo y el ni corto ni perezoso se acercó a mí por detrás y me la metió de golpe por mi coño mas que listo desde hacía rato; de allí pasó a mi culo, casi tan repentinamente como había sido por mi otro orificio tomándome por las nalgas con fuerza, implacable y sin tregua. La mujer mientras tanto se instaló cómodamente bajo mi cuerpo para tener libre acceso a mis tetas que se balanceaban al compás de las embestidas del desconocido que me tenía ensartada.

Mi amiga para ese entonces se había contagiado del ánimo general que reinaba en la tarima. Verla sentada con cara de poema en cuclillas sobre una verga aceleró mi orgasmo reprimido durante largos minutos.

Me sentí en las nubes al poder gritar y gemir amparada en la desinhibición del enorme grupo de culiones que sin control comenzamos a rotar de mano en mano como en una danza popular de cambio de parejas. Lo que en un principio fue una ordenada fila se volvió un tumulto de cuerpos desnudos y sudorosos, de hombres en su mayoría que lo metían en el orificio que primero encontraran ya fuera un culito o una boca convenientemente abierta.

En un momento estaba con la boca llena de polla y al siguiente embebida en un espeso chochito lamiendo y succionando sin detenerme un minuto. Me penetraron un incontable número de veces y en su gran mayoría no le ví la cara al sujeto de turno.

La abeja reina logró cumplir en parte su cometido antes que el espectáculo fuera detenido por declararse "excesivo".

Ese día comprobé que si es posible hacer realidad algunas cosas que se ven en las películas eróticas (viva el cine erótico). Realicé todas las fantasías que uno se pueda imaginar, triple penetración (anal, vaginal y bucal), trío con dos mujeres, dos hombres, hombre y mujer… demasiado para una sola tarde.

Después de esa aventura pasamos con mi amiga dos días enteros durmiendo juntas, desnudas y abrazadas con sueños bastante placenteros por cierto.

"El sexo únicamente es sucio si se hace bien" Woody Allen

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