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Categoría: Confesiones

El día en que Cenicienta lo perdió todo...

Cuando me llegó la invitación de mi alumna María, la más sexy y espectacular alumna que tenía en clase, me sentí feliz. Ella por fin había sentado cabeza. Después de mí, creo que se cogió a todos los alumnos y maestros de la escuela, quizá hasta a los vigilantes. No había visto a una mujer -después de mí- que anhelara tanto una verga y mira que ella donde ponía el ojo ponía la bala.



Por fin, de repente, salió con que tenía novio y toda la cosa. Se aplacó, se volvió la más virginal de las alumnas y sólo se concentró en su novio que de seguro quedó encantado ante esas nalgas perfectas, con unas pequitas sensuales y un lunar muy hermoso que dividía en dos el culo. Maravillosa chica que realmente te hacía su esclavo con su sonrisa y con la forma en que cogía.



En fin, ella y su novio, muy guapo y de clase alta me visitaron y me hicieron entrega de mi invitación, con varios tickets, pero yo a decir verdad como casi siempre ocurría fui sola. Sola nací y sola me he de morir, eso es cierto. Compré un vestido largo, hermoso, discreto para que nadie pensara que podía quitarle atractivo a la novia ni mucho menos que me anduvieran viendo el culo en lugar de ver a esa hermosura. Oh, sin duda que extrañaría esa rajadita que sabía a miel y que me hacía sentir tan bien y qué de esos besos tan apasionados en que con sus labios aprisionaba la lengua hasta casi hacerte sentir morir de placer.



Ni modo, sabría vivir sin eso. Compré el vestido y unas zapatillas plateadas hermosas, que me hacían juego con un collar que mi esposo me había regalado. Esa noche partí hacia la fiesta. ¡Pareces una Cenicienta mami! me dijo una de mis hijas que se quedaría bajo los cuidados de la nana que había contratado hacía poco.



Aunque me esperaba que fuera muchísima gente no hubo más de 300. Muchas mujeres vestidas de forma elegante y hombres muy guapos, entre ellos muchos alumnos de la escuela que habían ido a despedirse del culo de María, del que ya no gozarían.



Esa noche, la cena estuvo deliciosa y una que otra copa de vino me relajaron mucho, al grado que hice lo que nunca había hecho: Bailar con maestros y alumnos.



Como algunas compañeras maestras sabían que tenían ante sí a una zorra -no la novia, sino yo- no demoraron en irse, pero algunos alumnos se quedaron, entre ellos Carlos, Rafael y Axel, que eran los peores alumnos con quienes me había cruzado en la vida. Sí aprendían pero un 90 por ciento menos que el resto.



Bailé con uno y con otro, tomé una que otra copa hasta que sin darme cuenta ¡estaba ebria!, todavía con un 10 por ciento de control sobre mí, pero ya comenzaba a sentir que me gustaban las manos en la cintura y una que otra repegada de alguno de los muchachos en mi cuerpo, por adelante y por atrás.



La Bella Durmiente estaba completamente ebria y comenzaba a calentarse. Auchh y no tenía idea de qué hacer, pues llevaba las llaves del coche y no podría manejar en mi estado. Estaba completamente borracha.



Axel se ofreció a llevarme y otro de los chicos se llevaría mi auto. Antes de eso, uno de ellos fue a su casa, quizá a recoger dinero o no sé qué cosa.



Bajé del auto y caminé torpemente de un lado a otro preguntando dónde estábamos. Uno de los chicos me dijo: "Ahorita nos vamos maestra, no vamos a demorar" mientras me tomaba una mano y con la otra me agarraba las nalgas. Mis pocos sentidos activados lanzaron la alerta, fue una buena mano en mi nalga y eso merecía un premio y sin más, le ofrecí mis labios a... a... creo que a Carlos.



Yo cerré mis ojos y disfruté esos besos apasionados y mordisqueadas en mi cuello. Me tomó de los senos y los apretó y de nueva cuenta me besó en la boca. Yo estaba excitada y le busqué el pene con mi mano derecha. Se lo froté y lo sentí erecto. Ebria pero aún sentía y me encantaba lo que hacía. También, otro de los chicos, creo que Rafael se acercó a mí por detrás y me arrimó su pene cubierto por el pantalón. Entramos a la casa.



A pesar del ligero momento de excitación, les pedí que me dejaran dormir un poco. Tenía sueño y es cierto, el alcohol no es muy recomendable para aquellos que tienen ganas de coger. Yo ebria me he entregado a muchos hombres, pero uno que otro muy borracho no me hizo ni cosquillas. Ni siquiera le atinaban a mi vagina cuando disque querían penetrarme. Yo tenía que hacer todo.



No recuerdo cómo me subieron, yo seguía pidiendo que me arrimaran un garrote y que me besaran. Los tres me besaron, porque ese día me veía bien con mi vestido escotado. Dejé las zapatillas por una escalera y alguien me guió hasta una cama. Allí caí como fardo y sí, dormí un poco.



No recuerdo, era como la 1:00 de la madrugada y desperté o medio desperté, porque escuché risas a lo lejos. Comencé a llamar a Cecilia, así se llamaba la nana de mis hijos, pero nunca entró y seguí escuchando risas hasta que entró Carlos al que por fin, entre sueños y mi todavía estado de embriaguez reconocí. Se sentó al lado de la cama ¿Mis zapatillas? pregunté aunque la pregunta era estúpida: "Las dejó en la escalera maestra, no podía caminar, venía un poco mareada. ¡Tráelas por favor! Le ordené y bajó de inmediato. Yo quería levantarme pero no podía. Estaba entre nubes, con sueño, sin articular palabras de manera coherente y aún con cierto deseo. 



Carlos volvió y le pedí que me ayudara a colocarme las zapatillas. Como pude me senté y él trataba de meter una de mis zapatillas en el pie. Sentía sus manos suaves cómo tomaban mi delicado pie y él estaba nervioso. Casi temblando. Por fin logró meter la zapatilla y le ordené que me pusiera la otra, aunque me alcé un poco el vestido a fin de que se me vieran mis pantorrillas. Él seguía nervioso y pude sentir como con su mano izquierda sujetaba un poco mi pantorrilla y con la otra mano trataba de colocar la zapatilla izquierda. ¡Sí puedes nene, anda! mientras le acariciaba su cabello y eso por supuesto que le puso más nervioso.



Lo atraje un poco hacía mí y le acaricié el rostro mientras hacía que subiera sus manos hasta mis muslos. Yo estaba loca de pasion y no me importaba que fuera mi alumno. Era alto, algo atlético y guapo. Y le acaricié los brazos y el rostro. Hasta que lo atraje hacia mí y lo besé, aún en medio de mi borrachera yo sentía pasión y no me importaba quién estuviera allí. Esa noche se había casado la más zorra de mis alumnas y quedaba la maestra, la que disfrutaba un pito hasta extraerle la última gota.



En poco rato, mi alumno ya me tenía en cuatro patas, listo para meterme su pene, que era de buen tamaño y estaba duro. Apuntó hacia el objetivo y le metió. ¡Wow, wow! Sentí la gloria cuando traspasó mi cuerpo y yo realmente grité de placer. El chico sudaba y estaba nervioso y yo comenzaba a mover el culo de tal manera que aunque yo jadeaba más jadeaba él de placer. Nunca en la vida le habían aprisionado su pito de tal manera. Le pedí que me nalgueara y lo hizo pero tímidamente. El lobito pensó que domaría a la zorra que tenía enfrente pero yo lo estaba poseyendo y sentía muy rica su verga. Pero él sentía más rico por la forma en que yo movía el culo.



No demoró en gritar y presentí que estaba a punto de descargar, aflojé el culo y me voltée para recibir la descarga en mi boca. Él gritó aún más cuando aprisioné su palo con mis labios y le extraje hasta la última gota. Yo caí en la cama y me quedé de espaldas, con el vestido alzado y con el culo descubierto.



Oí expresiones de sorpresa y de inmediato subió alguien más a ver a Cenienta, en zapatillas pero con las nalgas de fuera, con su culo redondo invitando a que le cogieran otra vez. Maestra ¿se siente bien? Escuché a Rafael que me hizo la pregunta más estúpida de la noche. ¡Estoy ebria, no puedo estar de otra forma y estoy en celo, quiero que me cojan! Dije para mis adentros.



Rápidamente él se desató el cinturón y se quitó el pantalón y se lanzó encima de mí. Sentí cómo recorrió con su verga el culo y los muslos y yo sentí ese trozo caliente y paré el culo de tal forma que el chico casi se desmaya. También tenía un palo de buen tamaño y yo lo único que esperaba, casi suplicando es que me dejara ir su trozo de carne, completamente erecto y me clavó. Sentí la verga entrar en mi vagina, de nueva cuenta volví a mover el culo y hubo un momento en que el tipo casi se desmaya de placer y yo comencé a gemir al sentir que venía un orgasmo. Grité y lo aprisioné para que no sacara el pito. Él siguió respirando fuertemente y gimió hasta que gritó ¡Oh Dios ya vengo! y sí, comenzó a chorrear en mi culo, al grado que escurrió semen hasta mi ano y mojó mi vulva.



Cuando terminó se salió del cuarto y sentí que entró otro de los chicos. Yo me sentía mejor sexualmente hablando aunque seguía ebria por completo. De pronto alguien sujetó mi culo y me limpió un poco el semen que ya se estaba volviendo pegajoso, era Axel, el más correcto de los tres, pésimo estudiante pero un portento de chiquillo. Siempre lo había visto que me veía con deseo. Le gustaban mis piernas. Sentí que me acariciaba el culo, jugueteaba con sus dedos en mi ano y tocaba mi vulva. Eso me estaba volviendo loca. Me medio levanté y le pedí que sacara su pene aún sin erectarse pero se veía grande. Comencé a chuparlo y en cuestión de segundos ya estaba completamente erecto, duro y el chico gemía con mi mamada. Quizá mi fama se había extendido, quizá haya escuchado que yo mamaba muy rico, pero el chiste es que el chico lo que más ansiaba era cogerme. Lo hizo, me penetró muy duro y su verga sí que era de buen tamaño. Yo lo envolví con las piernas y le pedía más. El chico me besaba en la boca y chupaba mi barbilla. Me hacía los brazos hacia atras y chupaba mis axilas. 



El tipo duró mucho dentró de mí, lo sentí así porque ya estaba muy cogida y no sentía mis piernas. Me tenia con las piernas abiertas y alzadas y él seguía y metiendo y sacando su macana. ¡Wow!, comencé a presentir que tendría una corrida y gemí, le pedí que se saliera y pudo ver como comencé a echar chorros, era una tremenda corrida la que estaba teniendo y gemía a más no poder y le dije que volviera a meter su verga y lo hizo emocionado. El tipo siguió aferrado penetrándome, me provocó otro orgasmo pero ni así lograba eyacular, yo sentía mucho placer con ese pene adentro al grado que no quería que se corriera nunca. Yo gemía más y fue entonces cuando me dijo que por fin eyacularía. Se lo había ganado ¿Estás listo? le pregunté y él no entendió pero asintió, gritó de placer cuando comencé a arrojar su semen en mi boca. Yo le aprisioné el pene a manera que no pudiera sacarlo. Chupé un gran tramo de su pepe mientras su semen caía en mi boca y lo tragaba. Delicioso.



Lo miré y él estaba muy emocionado. Yo le pedí que saliera en lo que me arreglaba el vestido e iba a asearme un poco. Resultó que me prestó un vestido de su hermana y tuve que ponerme un vestido corto y pegado que hacía relucir mis formas. Los chicos me miraban con deseo y querían más pero yo estaba rendida. Me dolían las piernas y todo lo demás. Pero eso sí, aunque esa noche perdí hasta la dignidad, regresé a casa muy contenta de haber estado con tres de mis alumnos, que quedaron complacidos de haber hecho feliz a su maestra, aunque haya estado ebria en grado superlativo. La Cenicienta regresó a casa. Cogida y feliz.



FIN.


Datos del Relato
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