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Hola soy Claudia, y os escribo para contaros una cosa que me ocurrió a mí y a mi marido Pablo aun sin pretenderlo, en uno de esos días en los que solíamos ir a nuestro apartamento de la playa.
Dicha historia la he podido llegar a componer, tras las declaraciones que cada uno fuimos haciéndonos, después de todo lo que ocurrió.
Resulta que, por aquel entonces, los fines de semana para cambiar de aires y de casa, nos íbamos allí y pasábamos unos días de playa muy buenos, aunque siempre solíamos ir los dos solos.
En una de esas veces, coincidimos un sábado por casualidad, con una buena amiga mía, la cual estaba tomando el sol en esa misma playa haciendo top-les y me alegré mucho de verla, puesto que hacía bastante tiempo que no la veía.
Así que tras saludarnos muy efusivamente y hablar un montón de todo lo que teníamos atrasado, decidimos irnos a tomar algo fresquito a un chiringuito que había allí mismo, y en el cual nos pasamos bastante rato.
Luego, al llegar la hora de comer la invité a que se viniese con nosotros a casa ya que estábamos muy cerca, y ella enseguida aceptó la invitación. Al cabo de un rato decidimos marcharnos, y mi marido se dedicó a recoger y a llevar todas las cosas muy galantemente, incluida hasta la sombrilla.
A continuación, y mientras nos dirigíamos a casa, nosotras seguíamos hablando de lo nuestro sin parar y nos habíamos adelantado unos cuantos pasos de él, el cual, aunque iba bien cargado, no nos perdía detalle a ninguna de las dos.
Fue así como me di cuenta de que desde atrás nos iba mirando a ambas de arriba abajo, aunque en realidad las dos fuésemos casi iguales tanto en altura como en físico. No obstante, y a simple vista, mi amiga Noelia que así se llama, sí que parecía que tenía las nalgas y el culo algo más respingón que yo, y sus tetas eran un poco mas voluminosas que las mías, según le había visto antes en la playa.
Quizás debido a todo eso, me pareció notar que mi marido se estaba poniendo bastante cachondo, y mas aun cuando iba viendo como mi amiga movía sus caderas y sus nalgas a cada paso que daba, por lo que su entrepierna tal vez sin pretenderlo, se le iba despertando por momentos bajo el fino pantalón.
Por eso y durante el rato que nos faltaba para llegar, debió de ir tratando de pensar en otra cosa para que aquello no fuese en aumento, aunque al parecer no lo conseguía, debido a aquellos continuos movimientos que iba realizando mi amiga.
Una vez que llegamos a la portería de casa entramos y llamamos el ascensor. Cuando llegó ambos tratamos de posicionarnos como pudimos dentro de aquel pequeño habitáculo. Así mi marido al ir tan cargado, se dirigió hacia un rincón y se quedó allí quieto. Yo por mi parte quedé cerca de la puerta para picar al piso que íbamos, y mi amiga Noelia se puso en medio de ambos de espaldas y muy pegada a él, al cual pude verle que seguía con aquella erección que ella misma le había originado con su contoneo, aun sin saberlo.
Fue así como debido a aquella estrechez, ella tuvo que pegar sus nalgas bastante a él, por eso llegué a pensar que con toda seguridad debía de estar sintiéndole todo aquel gran bulto que tenía entre las piernas, aunque no se separó de él ni un poquito, ni comentó nada al respecto.
Luego al llegar al piso, entramos en casa los tres, y Pablo trató de taparse como pudo con las cosas que llevaba para disimular la erección. Seguidamente le dije a Noelia que si quería podía darse una buena ducha antes de comer, al igual que pensábamos hacer nosotros, y así lo hizo. Cuando terminó le ofrecí mi albornoz y seguidamente salió del baño con él puesto.
A continuación, me metí en la ducha también junto a mi marido, alegando ante ella de que así iríamos mucho más rápidos. Fue en ese momento cuando realmente vi lo empalmado que se encontraba, por eso y una vez en la ducha, empezó a besarme como un loco y quiso que se la chupase a fondo.
Después me puso de espaldas a él contra la pared, y tras sobarme bien las tetas y las nalgas, me la metió desde atrás en todo el coño, empezando a bombear dentro de él sin contemplaciones, pensando tal vez que se estaba follando a mi amiga Noelia, la cual había sido la causante de todo lo que le había pasado.
Así que tras unas cuantas y rápidas embestidas más, se corrió dentro de mí, disparándome toda aquella cantidad de leche caliente que estaba deseando sacar por su polla. Después seguimos con la ducha, y al acabar, él salió del baño también con su albornoz puesto, mientras que yo lo hice tan solo con una toalla enrollada al cuerpo al haberle dejado el mío a mi amiga.
Luego, al encontrarnos todos más relajados, nos pusimos a hacer el aperitivo y a continuación, estuvimos comiendo todo lo que me había dejado preparado como siempre, antes de irnos a la playa. Cuando terminamos de hacerlo seguimos hablando los tres de todo un poco, aunque al final éramos nosotras las que seguíamos haciéndolo, mientras que él tan solo iba escuchando disimuladamente, como Noelia me contaba que aun seguía soltera y sin compromiso, puesto que no había encontrado todavía a nadie que la supiera satisfacer en todo lo que les solía pedir a cada uno de ellos.
Entonces a Pablo se le ocurrió que podíamos tomar unos helados, y al ver que en el congelador no quedaba ninguno, se estuvo vistiendo y bajó hasta el bar de abajo a buscarlos. Cuando regresó nos dio uno a cada una y al ver que no parábamos de hablar de nuestras cosas, nos dijo que, si no nos importaba, él se iba a tumbar un rato en la cama mientras se comía el suyo, y al contestarle ambas que no había ningún problema así lo hizo después de darme a mí un beso en la boca y a ella un leve pellizquito de cariño en la mejilla.
Al llegar a la habitación cerró la puerta tras él, se desnudó por completo y se tendió sobre la cama tratando de dormirse, pero no pudo conseguirlo porque con tan solo saber que mi amiga estaba allí en nuestra casa, eso le producía un morbo muy grande y a la vez inexplicable.
Así que se puso a pensar en ella tal y como la había visto en la playa haciendo top-les, en lo que pasó después cuando nos iba viendo caminar delante de él, y como no, cuando íbamos en el ascensor allí bien apretaditos unos a otros, consiguiendo de esa forma una vez más, una tremenda erección, la cual pensó que le iba a ser muy difícil ya de bajar.
Menos mal que había cerrado bien la puerta y allí podía estar tranquilo con sus pensamientos, por eso decidió, aun estando así, seguir desnudo de aquella forma tan empalmado sobre la cama.
Nosotras por nuestra cuenta seguíamos hablando sin parar en el salón. Entonces le dije a Noelia si quería ir a descansar un rato a la habitación de invitados, y una vez que aceptó, me adelanté a ella para indicarle el camino. Nuestra habitación estaba justo enfrente de la de ella, por eso y mientras nos despedíamos en el pasillo, al abrir de repente y de par en par la puerta de la nuestra, las dos pudimos ver allí tendido sobre la cama, desnudo y muy empalmado a mi marido con la polla mas tiesa que un poste, aunque al parecer estaba dormido o tal vez por el susto que le ocasioné tan solo nos lo hacía ver.
En ese momento y muy nerviosa, traté de disculparme ante ella diciéndole: Ay Noelia, perdona, no sabes cuanto lo siento. No sabía que mi marido estuviese así desnudo y de esa forma en la habitación. A lo que ella riendo me contestó: La que no sabía era yo que él estuviese tan bien dotado, puesto que, a simple vista y vestido, no aparenta para nada tener todo ese gran aparato. Por eso al verlo así con ese cacho de polla tan tiesa entre las piernas me he quedado más que impresionada.
A continuación, me comentó que se alegraba mucho por mí ya que me lo debía de pasar en grande con él cada día, con aquella herramienta que tenía. A lo que yo le contesté que no lo creyese, puesto que estaba ya muy harta de toda aquella cosa y a todas horas, y que ojalá que hubiese tenido una polla bien pequeña allí colgando y me dejase en paz por un tiempo. Ella entonces me dijo muy convencida y segura de que, si ella se encontrase en mi caso, no se hartaría nunca de tener algo así siempre a su disposición, a lo que yo le seguí insistiendo entre risas: Ya te digo yo que sí. Y así entre bromas continué diciéndole: Oye, que si quieres te lo regalo.
Noelia entonces trató de seguirme la broma y acabó diciéndome que eso seguro que se lo decía de mentira, puesto que, de no ser así, al final se lo tendría que pensar. Dicho eso se metió riendo en su habitación, mientras que yo hice lo mismo en la mía, en donde se encontraba Pablo.
Una vez en ella, Noelia empezó a pensar en todo lo que había pasado allí fuera. Así que de momento le vino a la mente aquella grandísima polla de mi marido, la cual le había visto bien empalmada hacía tan solo un momento. También en lo que le dije, aunque fuese de broma, y todo eso unido, la fue poniendo a cien por hora, por eso para mitigar ese sofoco, empezó a desnudarse por completo y se tendió de espaldas sobre la cama.
A continuación, cerró los ojos e imaginó que le estaba cogiendo a mi marido aquella polla de medidas tan extraordinarias que tenía, y le empezaba a hacer con sus finas manos, una paja impresionante mientras seguía dormido.
Seguidamente y en directo ella se iba acariciando las tetas, a la vez que iba pensando en todo lo que iba haciendo a él en su pensamiento. Así se pasó un buen rato hasta que poco a poco se fue calentando cada vez más.
Luego, mientras mantenía en su mente aquel sube y baja sobre su polla, fue en directo bajando sus manos a lo largo de su vientre, hasta llegar a su ya caliente entrepierna, en la cual se recreó un buen rato, dándose unos buenos y suaves masajes en los labios vaginales, mientras seguía metida en su pensamiento, en el cual se había decidido ya a introducirse toda aquella polla en la boca, o por lo menos el trozo que podía caberle dentro de ella, ya que toda entera le era del todo imposible hacerlo, al igual que me pasaba a mí cuando lo intentaba hacer en la realidad.
Seguidamente y en directo, pasó a ir metiéndose los dedos en aquella ardiente raja una y otra vez, haciéndolo cada vez con mucha mas rapidez. Así, al cabo de un rato y sin poder aguantarse más, le pasó lo mismo que a mi marido durante su pensamiento, y se corrió como una loca sobre sus dedos, dejándoselos inundados de aquel líquido resbaladizo que soltó por su palpitante coño, mientras que en su mente, Pablo hacía lo mismo que ella y descargaba dentro de su ansiada boca, toda su leche viscosa y caliente, la cual al no poder retener ya tanta cantidad de líquido, lo iba dejando salir por la comisura de los labios.
Después de todo eso, dejó de pensar en él y se puso a descansar durante un rato, al igual que hice yo, una vez que acabé de ir haciéndole a mi marido y en directo, todo aquello que ella le hacía en su pensamiento, el cual al no saber de qué iba todo aquello, tan solo se dedicó a no preguntar y a dejarse hacer, cosa que para mí fue algo estupendo porque pude correrme al igual que lo hizo él, como hacía tiempo que no lo lograba.
Por eso llegué a pensar, que tal vez el reencuentro con mi amiga había sido muy beneficioso para nosotros, ya que nuestra vida sexual desde hacía tiempo era ya bastante monótona y aburrida. Luego, tras descansar muy bien y despertarnos más relajados, nos levantamos los tres y nos fuimos al salón.
Una vez en él, estuvimos tomando algo fresquito y mientras lo hacíamos, le pregunté a Noelia si se había olvidado ya de aquel percance tan lamentable que había tenido que ver con mi marido. Ella entonces se puso a reír y mientras me miraba con morbo me contestó que no, que sinceramente aquello le iba a ser muy difícil de olvidar, puesto que, aunque había visto muchas pollas en su vida, como la de él ninguna, tanto por su longitud como por su grosor, ya que por su dureza no podía opinar, puesto que no se la había podido palpar.
Pablo, al oírle decir aquello, aunque en aquella ocasión se había hecho el dormido y no hizo nada por taparse, alegó ignorancia y preguntó muy sorprendido de qué estábamos hablando. Entonces le fui explicando lo ocurrido y al momento se disculpó ante ella y le pidió perdón por haberlo podido ver así.
Noelia en ese momento y sin cortarse un pelo le dijo que no tenía porqué pedirle perdón ni disculparse por tener algo así entre las piernas, ni a ella ni a nadie, ya que eso era una bendición del cielo para cualquier mujer, porque si tenía una buena raja ancha y profunda, podía llegar a sentirla toda llena y hasta el fondo, y si no la tenía, pues que se conformase y se quedase sin meterse un buen trozo.
Dicho eso nos miró a los dos y nos dijo que ambos deberíamos de estar muy contentos por ello, puesto que era mejor tener que desear, y que ojalá que ella hubiese llegado a conocer a un hombre así en su vida con una herramienta de aquellas dimensiones, porque la verdad es que no lo habría dejado escapar, ya que de siempre sabía que tenía un coño lo suficiente grande como para albergar algo así en todo momento, y hasta ahora, nadie había conseguido llenárselo al completo.
En ese instante a Pablo y a mí se nos quedó una cara de asombro increíble, tanto por la forma de hablar de ella, como por la manera de decir las cosas, y ninguno fuimos capaces de contestarle. Por eso ella, al darse cuenta de lo que había dicho quiso disimular y cambiar de tema, así que me pidió otro refresco si no me importaba.
Cuando me fui a la cocina a preparárselo me siguió, y una vez allí me preguntó si se había pasado con nosotros diciendo todo aquello, y si nos había ofendido en algo, pero es que ella era así de espontánea y decía las cosas tal y como las pensaba, por eso me dijo que cuando le pregunté sobre aquello, tuvo que contestarme que no había visto así una polla como aquella en toda su vida. Dicho eso las dos nos pusimos a reír como tontas y una vez que le dije que no pasaba nada, nos dimos un fuerte abrazo de amigas.
A continuación, Pablo nos invitó a ir a tomar algo a un bar musical que había cerca de casa, en el cual se podía bailar. Así que los tres nos estuvimos arreglando y nos fuimos para allá. Al llegar vimos que la música era muy buena y Noelia se puso a bailar enseguida en la pista con su vaso de bebida en la mano al ritmo que sonaba.
Nosotros desde la barra íbamos mirándola como lo hacía. La verdad es que era una mujer muy guapa y tenía un bonito cuerpo al igual que yo, según decía mi marido, aunque también dejó caer que sus tetas al igual que sus nalgas, las veía más tiesas y respingonas que las mías, por eso le pregunté que, si tuviese que elegir entre las dos, con quien se quedaría.
Él entonces con cara de pícaro y riéndose mientras seguía mirándola, me contestó que si fuese posible se quedaría con las dos, puesto que con lo que le había oído decir, aquello podría llegar a ser un trío de lo más explosivo.
Al oírle decir eso, no sé porqué, pero me puse al momento muy nerviosa y caliente a la vez, quizás porque en alguna ocasión y tras haber caído en la monotonía de nuestra relación sexual, habíamos visto de vez en cuando para animarnos algunas películas porno de tríos, y siempre al verlas acabábamos follando como posesos, debido al morbo que nos producían aquellas situaciones.
Noelia por su parte seguía bailando en la pista, y cuando empezó a sonar una canción lenta, en vez de venirse llamó a Pablo para que bailase con ella. Éste, tras preguntarme si me importaba que lo hiciera se fue para allá y cogiéndola por la cintura, empezaron a realizar unos movimientos muy sensuales, mientras los dos iban mirándome y se apretaban cada vez más el uno al otro.
En ese momento al verla así con él, empecé a sentir algo dentro de mi cuerpo que hasta entonces no me había pasado nunca, y era que me sentía muy mojada y mi entrepierna no paraba de latir una y otra vez. Por eso, cuando los dos me invitaron a unirme a ellos, no me lo pensé ni un momento y fui para allá, agarrándome fuertemente a ambos allí en la pista.
De esa forma pude notar como mi marido tenía la polla a punto de estallar bajo el pantalón, al igual que lo había notado ella también, puesto que, volviendo a demostrar su sinceridad, me dijo que había que ver como se había puesto mi marido con sus movimientos, y luego entre risas continuó diciendo que, menos mal que si llegase el momento, ya sabía que tenía material suficiente para las dos.
Dicho eso y para bajar la tensión del momento, los tres nos pusimos a reír sin darle mayor importancia, y tras abonar la cuenta decidimos irnos de allí para ver si dándole el aire, se le bajaba aquella erección, aunque fuese tan solo de momento.
Luego, al ir caminando por las calles, le fui preguntando a mi amiga en qué trabajaba, y al decirme que de secretaria particular pero que ahora estaba de vacaciones, le comenté que si quería podía quedarse a pasar la noche en nuestra casa ya que era muy tarde, y así podríamos pasar juntos el domingo hasta que nos fuésemos nosotros.
Ella se lo estuvo pensando, pero al final aceptó, aunque diciéndome que no quería molestar. Así que, al no tener ya prisa alguna, nos fuimos a tomar unas copas más. Al final, cuando nos notamos los tres ya un poco mareados, decidimos regresar a casa, y una vez en ella, tratamos de ponernos lo más cómodos posible.
Yo me puse un pijama de pantalón corto con una camiseta, mi marido el suyo, y a Noelia le presté un pijama mío, el cual al tener ella unas nalgas más respingonas que yo, le quedaba algo pequeño y se le metía entre la raja del culo, por lo que se la veía muy sexi y provocativa a la vez.
Nosotras por arriba llevábamos puesto una camiseta, mientras que Pablo como siempre, llevaba el torso desnudo, cosa que ambas agradecimos, puesto que tenía unos pectorales estupendos y tal vez por eso o por lo que ya habíamos bebido, mi amiga no paraba de mirarlo con cara de viciosa, aunque no se atrevía a nada más al estar yo allí presente.
Por mi parte cada vez estaba más caliente y no paraba de pensar en aquellas películas porno que solíamos ver juntos, y él por lo empalmado que volvía a estar, debía de estar pensando lo mismo, por eso y para acabar con aquella situación tan violenta para ambos, pensé en hablar a solas con él para saber qué opinaba al respecto.
Así que tras una señal que le hice me lo llevé a la cocina y le pregunté directamente, si estaría dispuesto por tan solo una vez, a realizar lo que siempre habíamos visto hacer en aquellas películas de tríos que tan cachondos nos solían poner.
En un principio se quedó muy sorprendido y no supo reaccionar, pero después reconoció que él también lo había llegado a pensar y estuvo de acuerdo conmigo, siempre y cuando las dos lo tuviésemos muy claro. Así que, tras besarlo en la boca en señal de agradecimiento, volvimos los dos al salón, en el cual se había quedado Noelia sentada en el sofá.
A partir de ahí quise ir probando la reacción de ella, por eso de momento, dejé que mi marido se sentase a su lado, mientras que yo lo hice en el otro, para que él quedase en medio de las dos. Luego preparé una última copa, y tal y como nos la íbamos tomando, empecé a besar en los labios a mi marido, entregándole después toda la lengua ya que me encontraba más caliente que una brasa y ni yo misma me reconocía.
Mientras lo iba haciendo, miraba a la vez con cara de viciosa a mi amiga, la cual, aunque muy extrañada por mi reacción, no se inmutó para nada y mientras nos iba mirando, se empezó a tocar las tetas sin ningún reparo por su parte, aunque lo iba haciendo por encima de la camiseta.
Luego fue ella misma la que entre risas me dijo que no me lo comiese todo yo sola, ya que en aquel salón había alguien también que tenía hambre, así que, mirando a mi marido con cara de consentimiento, lo dejé que se girase hacia ella y le fuese besando aquellos labios tan carnosos que tenía.
Al verlos así morreándose de aquella manera, aun me puse todavía más caliente de lo que estaba, así que empecé a tocarme las tetas como hizo ella antes, aunque por debajo de la camiseta para poder además ir pellizcándome los pezones, los cuales tenía ya bien muy duros y tiesos.
Ellos por su parte se pasaron así un buen rato entrelazando sus lenguas, hasta que decidí volver a él para seguir besándolo como antes. A continuación, al ver que su polla estaba a punto de estallar, puse mi mano sobre ella por encima del pantalón y le empecé a dar unos suaves masajes, cosa que él me agradeció abriendo sus piernas para que trabajase mejor.
A todo esto, Noelia seguía tocándose las tetas sin dejar de mirarnos, y aunque al final no habíamos hablado nada con ella sobre lo de hacer un trío, ambos entendimos que estaba más que dispuesta a continuar con todo aquello.
Fue por eso que cogí una de sus manos y así junto a la mía, seguimos las dos masajeándole sin parar toda aquella zona. Luego, como su polla no paraba de crecer, mi marido muy decidido nos miró y sin decir nada, se bajó los pantalones y el slip y dejó a nuestra disposición, ante los desorbitados ojos de Noelia, aquella larguísima y gruesa polla que tenía.
Entonces y tras ofrecérmela a mí, empecé a meneársela poco a poco y de arriba abajo una y otra vez. Luego, como buena anfitriona se la ofrecí a ella y así entre las dos, seguimos ya pajeándolo sin contemplaciones ni vergüenza alguna, hasta que nos hizo parar para que se la chupásemos una de las dos.
Fue en ese momento cuando ambas nos miramos para ver quien empezaba, y yo le dejé a ella ese honor, ya que la vi muy necesitada y entregada a la vez. La verdad es que por lo que pude ver, Noelia debía de hacer tiempo que no se comía una polla, o por lo menos una así como la de mi marido, puesto que en cuanto se la ofrecí, se abalanzó sobre ella y la empezó a chupar y a succionar como una verdadera loca, mientras que poco a poco se iba metiendo cada vez más trozo dentro, logrando al final y ahora en directo, que sus labios chocasen contra sus huevos, lo que le producía tener ya hasta arcadas y sus ojos no paraban de llorarle por el esfuerzo realizado.
Al verle hacer eso me calenté mucho, ya que yo jamás había conseguido meterme en la boca algo más de la mitad de aquella polla, por eso le dije que me dejase probar para ver si conseguía hacerlo como ella, pero, aunque lo intenté en varias ocasiones, no llegué a conseguirlo.
A todo esto, mi marido se encontraba en la gloria, y más aún cuando las dos decidimos lamérsela a dúo de arriba abajo y sin parar. Fue así como conseguimos sin querer, que nuestras lenguas se juntasen en su glande y rozáramos nuestros labios en varias ocasiones, cosa que por lo menos yo, no había hecho nunca a una mujer, aunque he de deciros que no me disgustó en absoluto.
A Noelia se le notaba también que estaba disfrutando con todo aquello, ya que además de chupársela a mi marido, le iba empezando además a sobar y a lamer los huevos, por lo que al final al notarse éste a punto de eyacular, nos dijo a las dos que parásemos un momento y nos aconsejó que si realmente queríamos seguir con aquel juego, lo mejor sería que nos fuésemos a la habitación, puesto que según podía ver, los tres lo estábamos deseando.
Así que dicho eso, nos levantamos del sofá y nos fuimos para allá. Una vez allí nos desnudó y nos hizo poner a cuatro patas una junto a la otra encima de la cama. A continuación, y desde atrás, empezó al unísono a masajearnos las nalgas con sus manos y luego nos las fue besando consecutivamente, hasta que se decidió a chuparnos los coños a discreción y nos hizo correr a ambas, al introducirnos sus dedos dentro de ellos sin parar, una y otra vez.
Después empezó a chuparle el orificio del culo a Noelia, al igual que hizo con toda su oscura aureola, mientras intentaba clavarle en ella la punta de la lengua, cosa que yo nunca le había permitido hacer, aunque él lo había intentado en más de una ocasión, al igual que querer darme por el culo.
Pero por lo que pude apreciar, a mi amiga no le importaba en absoluto e incluso vi que no paraba de gemir y ella misma se iba separando las nalgas para que mi marido pudiese ir haciéndoselo mucho mejor. Así que, al verla disfrutar de aquella manera tuve mucha curiosidad y me entraron unas tremendas ganas de probarlo y así se lo hice saber a él, el cual, antes de que pudiera cambiar de opinión, me empezó enseguida a dar mi buena ración, cosa que me pareció estupendo y me dejó con unas ganas tremendas de volver a probarlo en alguna otra ocasión.
Luego se tumbó de espaldas sobre la cama y le dijo a Noelia que se pusiese sobre él dándole la espalda y empezara a chupársela de nuevo, mientras que yo, tenía que ponerme con el coño sobre su cara y mirándola a ella, para que me lo pudiese comer bien, mientras yo se lo tenía que ir lamiendo a mi amiga por detrás.
Después fuimos intercambiando las posiciones y de esa forma era ella la que me comía el coño y el culo a mí, puesto que ahora ya sabía que me gustaba. La verdad es que los tres nos lo estábamos pasando en grande y ninguno quería que aquello acabase, por eso Pablo que era quien dirigía la operación nos preguntó si queríamos ir más allá en todo aquello, y al decirle ambas que sí, ya que estábamos muy calientes, nos aconsejó que nos pusiésemos tumbadas de espaldas al borde de la cama y con las piernas bien abiertas, para así ir follándonos alternativamente a cada una hasta hacernos correr como locas.
Así que una vez que empezó por Noelia, le fue metiendo toda aquella larguísima polla en su coño, la cual fue introduciéndole centímetro a centímetro, haciéndola desaparecer dentro de aquella profunda y ancha cueva que tenía por coño, al igual que había hecho anteriormente en su garganta.
Al final y tras unos cuantos bombeos más, logró que sus huevos fuesen golpeándole una y otra vez en sus respingonas nalgas, cosa que hasta entonces no había podido hacer nunca conmigo. Por eso, al ver que ella la recibía toda entera y sin problema dentro de su raja, cuando me tocó mi turno traté de intentarlo también levantando bien las piernas y cogiéndolo a él por las nalgas para atraerlo más hacia mí, pero aun así y aunque me estaba gustando mucho, no pude conseguirlo y me quedó como siempre un buen trozo fuera.
Aún así ambas nos quedamos más que satisfechas y nos corrimos casi al unísono como dos pervertidas.
Pablo, aunque aguantó como un jabato y pudo con las dos en todo momento, estaba ya otra vez a punto de eyacular, así que nos dijo que nos pusiésemos de rodillas frente a él, y tras meneársela sin parar ante nosotras, nos disparó en varias ocasiones un buen chorro de leche caliente sobre nuestras caras y nuestras tetas, dejándonos llenas de ese líquido viscoso y blanquinoso como si hubiese nevado sobre nosotras.
A continuación, y como siempre había querido darme por el culo, aunque sin conseguirlo, al verme tan caliente y diferente ese día, se atrevió a proponernos a ambas, si queríamos que lo probásemos. Yo en ese momento y aunque me había gustado mucho lo que me habían hecho anteriormente, me puse a pensarlo con recelo, pero mi amiga Noelia que según dijo ya lo había probado en otras ocasiones, aceptó enseguida.
Así que fue ella misma la que nos recomendó una posición muy buena para los tres, por si al final yo me decidía y quería probarlo. Dicho esto, mi marido cogió un bote de lubricante del cajón de la mesita de noche y Noelia se subió a la cama muy decidida poniéndose a cuatro patas. Luego me indicó que me subiese sobre ella dejando así a merced de Pablo, nuestros coños y culos además de nuestras nalgas, las cuales tendríamos que ir separando para permitirle hacer mejor su trabajo.
Así mi marido desde atrás tenía una vista estupenda ya que veía mi coño y mi culo justo encima de el de ella y eso debía de ser como una bendición del cielo para él, puesto que empezó enseguida a besarnos las nalgas y toda la raja del culo sin parar, al igual que nuestros coños para darnos más placer y seguir calentándonos aún más.
A continuación, se dedicó por entero a nuestros culos, los cuales no paró de besar y de lamer hasta que vio que se habían dilatado lo suficiente y ya estaban a punto. Luego como yo le pedía más, me metió su polla en mi raja y empezó a bombear dentro de ella, al igual que hizo también con mi amiga, la cual se la engullía toda por completo hasta los huevos. Noelia después le pidió que le embadurnara bien el culo con el lubricante y que le metiese los dedos dentro de él para dilatárselo, y una vez que lo hizo y vio que le entraban bien y sin problema, le dijo que le pusiera la punta de aquella grandísima polla que tenía en la entrada de su orificio y que fuera presionando poco a poco sobre ella, hasta que consiguiera clavársela para poder ir metiéndosela toda entera y con cuidado hasta el fondo de su hambriento culo. Así, al cabo de un instante empezó a notar como sus huevos iban ya pegando en sus nalgas una y otra vez tras haber conseguido metérsela toda dentro del culo.
A todo esto, ella no paraba de gemir y de pedirle cada vez más cosas, las cuales él muy obediente le iba haciendo. Yo por mi parte seguía allí sobre ella sintiendo los temblores de su ardiente cuerpo, esperando mi ración en el coño, mientras le iba tocando las tetas a mi amiga y empezaba ya a pensar que, si lo de antes me había gustado y a Noelia la veía disfrutar de aquella manera, tal vez podía intentar probarlo, así que me decidí y le ofrecí mi virginal culo a mi marido, el cual se puso contentísimo.
A continuación, y tras el consejo de mi amiga debido a las dimensiones de su polla, Pablo volvió a coger de nuevo el lubricante y me embadurnó muy bien toda la zona del culo por dentro y por fuera, al igual que hizo también con su larga y gruesa polla, hasta que la dejó bien resbaladiza.
Luego empezó a meterme un dedo en el orificio del culo y después cuando pudo me fue metiendo dos de ellos. Seguidamente empezó a hacerme con ellos un mete y saca continuo que me estaba matando de placer, y cuando vio que entraban ya con mucha facilidad, se decidió a meterme toda la polla.
Así que me puso la punta del glande justo en la entrada y empezó con mucho cuidado a presionar sobre ella. Luego, cuando logró que entrase, pegué un leve quejido y él se paró asustado. Segundos después y con la cabeza de su polla todavía dentro, siguió presionando para que me fuese entrando poco a poco toda en el culo ya que estaba más que dilatado. La sensación de sentir como me la iba metiendo era extraña, aunque estupenda a la vez, y más aún, cuando notaba que ya no me dolía casi nada y me sentía muy llena con aquel cacho de carne dentro de mi virginal orificio. La verdad es que eso de sentir ese leve dolorcito unido al inmenso placer que me estaba proporcionando era estupendo, por eso yo misma le cogía las nalgas por detrás, para que me la pudiese clavar aun más, aunque al igual que pasó en mi coño, no pude metérmela entera, así que no pude notar sus huevos chocando en mis nalgas como le pasó a ella, pero no me importó, puesto que sentía mi culo lleno hasta el fondo y estaba muy contenta de haberlo podido probar puesto que al final me había encantado.
Pablo entonces siguió entrando y saliendo de nuestros culos y coños alternativamente haciéndonos correr de nuevo a las dos y teniendo ambas ahora sí, el mejor orgasmo de nuestras vidas.
Luego mi marido tras meneársela frenéticamente detrás de nosotras, nos regó las nalgas y el canalillo del culo con toda aquella leche caliente que aun le quedaba en la recámara y que al parecer todavía era mucha. La verdad es que no me imaginaba que él tuviese tanto aguante, ya que se portó como un campeón y supo satisfacernos a las dos en todo momento.
Después, una vez que acabamos con todo aquello, nos estuvimos duchando y a continuación y ya más relajados, estuvimos hablando sobre lo ocurrido, del cual todos pensábamos que había sido estupendo. Aunque también comentamos que aquello había sido una cosa puntual para ambos y que por eso no volveríamos a repetirlo.
No obstante, y una vez que Noelia se fue al día siguiente, mi marido y yo sí que estuvimos hablando muy seriamente sobre todo lo ocurrido y llegamos a la conclusión de que ninguno queríamos cerrar la puerta a la posibilidad de volver a hacerlo de nuevo si es que se nos presentaba una ocasión similar a la pasada.
De momento ambos hemos cambiado bastante desde entonces, y nuestra relación va ahora muy bien. El sexo anal ha pasado a formar parte de nuestras relaciones tanto como el vaginal y cada vez me gusta más hacerlo por ahí.
Lástima que no me hubiese decidido a practicarlo antes, aunque desde ese momento, estoy tratando de recuperar el tiempo perdido.
FIN.
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