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El técnico de la nevera

Esta mujer mía cualquier día muere con una polla dentro, veréis, el otro día se le había estropeado la nevera y tuvo que llamar a un técnico. Lo siguiente es contado por ella .Había quedado en que vendría a las doce, así que me levanté temprano, fui a comprar y a las doce menos diez llegué a casa. Ordené las cosas de las compra y cuando me iba hacía la habitación a cambiarme, solo me dio tiempo a desnudarme y ponerme una camiseta, sin bragas ni sujetador, llamaron a la puerta. Fui a abrir y era el técnico un chico de unos 27 o 28 años, de la edad de uno de mis hijos, era rubio, de ojos verdes y bastante guapo. Le hice entrar en la cocina, vi, que el chaval cuando empecé a explicarle cual era el problema y empezó a mirar la nevera, y de reojo mi culo, yo le observaba y espera a que me diera su veredicto. Me dijo que tenía que cambiar una pieza. Como era verano y hacía calor ambos estábamos sudando yo además tenía el coño ya empapado ya me imaginaba la polla dura de aquel chaval y el aguante que tienen, así que antes de que continuara con aquello le ofrecí.



¿Quieres tomar algo? Hace calor y te refrescara.



No, gracias, señora. Es usted muy amable. –me respondió.



No me llames de usted, aunque puedo ser tu madre, le dije yo. - ¿De verdad no quieres tomar nada?



De verdad, me respondió.



Entonces voy a ponerme un poco más cómoda y así te dejo tranquilo.



Vale.



Me fui a la habitación, cuando oí la voz del chico tras de mí que decía:



¿Sabes? He cambiado de opinión...



Me giré hacía él intentado taparme la boca



Creo que te voy a follar porque aunque puedas ser mi madre, esta buenísima, dijo descaradamente acercándose a mí y abrazándome.



Pero ¿qué haces? – le pregunté un poco sorprendida y a la expectativa también deseando que sucediera algo más.



He visto como me mirabas y sé que no te soy indiferente y que desde que he entrado en esta casa me has deseado, no lo desmientas, conozco a las maduritas que están mal folladas y se les moja el coño cuando ven a un chaval.



Tienes razón, acepté, te deseo.



Entonces nos besamos y al separarnos el chico se quitó la camiseta que llevaba quedándose solo en pantalones, volvimos a besarnos apasionadamente y entonces dirigí mis manos hasta sus pantalones y primero le desabroché la cremallera y el botón dejando caer los pantalones al suelo, mientras el chico acariciaba mis pechos muy suavemente. Mis manos, entretanto, masajeaban el erecta y larga polla del muchacho que palpitaba deseoso, el chico se agachó, me hizo girar de espalda a él, apoyándome en el tocador y empezó a besarme los cachetes muy suavemente, yo entreabrí un poco las piernas y él besó y lamió todo mi culo hasta que decidió meterse entre mis piernas y se puso a lamer mi coño con avidez, lo que provocó un gran placer en mi cuerpo, ya que su lengua se movía muy sabiamente sobre mi pipa produciéndome pequeños espasmos de placer acompañados de gemidos. El muchacho abandonó su labor para quitarse los calzoncillos, y entonces yo me giré y decidí tumbarme sobre la cama con las piernas abiertas. Entonces el joven volvió a sentarse en el suelo, luego se arrodilló. Acercó su boca a mi coño y empezó a lamerlo, movía su lengua muy rápidamente sobre mi pipa, luego daba un par de chupetones y volvía de nuevo a mover su lengua con rapidez, haciendo que mi cuerpo se estremeciera. A continuación se puso a chupar mis labios vaginales, haciendo que mi cuerpo aún se estremeciera más, mientras yo enredaba mis dedos entre su pelo. Repentinamente sentí como metía uno de sus dedos en mi coño:



¡Oh! – gemí al sentirlo.



¡Ah! – Volví a gemir al sentir otro - ¡ah, ah!



Empezó a moverlos como si fueran una polla pequeña, a la vez que seguía lamiendo mi pipa, así consiguió que me corriera entre espasmos y gritos de placer. Entonces se acostó a mi lado y volvimos a besarnos.



¡Ahora ya estás lista! – Exclamó cuando nos separamos - ¡Anda fóllame!



Así, me puse a horcajas sobre su polla, lo guie hacía mi coño y descendí sentándome sobre él, cuando lo tuve totalmente dentro, empecé a subir y bajar sobre su tiesa polla, primero despacio una y otra vez, controlando los movimientos. El chico permanecía inmóvil, observándome, sujetándome por las caderas.



¡Oh, sí, muévete despacio! – murmuró, así que yo seguí subiendo y bajando sobre su polla, de vez en cuando me movía hacía adelante y atrás unas tres o cuatro veces y luego volvía a subir y bajar sobre la polla me recreaba porque era como la de Rafa el panadero me la estaba recordando, jajá.



¡Oh, sí, sí, más, más! – gemía el muchacho una y otra vez, mientras yo me seguí moviendo.



Me agaché acercando mis labios a los suyos y nos besamos de nuevo, al separarnos él observó mis pechos que bailoteaban frente a su cara, los masajeó un poco y luego yo me separé volviendo a la posición inicial para seguir moviéndome sobre la polla que llenaba mi coño produciéndome un agradable cosquilleo El chico acercó sus manos a mis tetas y volvió a masajearlos y estrujarlos con suavidad aumentando el cosquilleo de placer que sentía mi cuerpo, seguidamente se sentó acercando sus labios a mis tetas, y los besó, primero uno y luego el otro. Después volvió a tumbarse, mientras yo seguía cabalgando sobre su polla cada vez más rápidamente ya que el placer iba aumentando transportándome hacía un nuevo orgasmo que nacía en mi interior.



¡Oh, sí, sí, córrete! – me animaba él.



¡Oh, aaahhhh, ah, aaahhhh! –gemía yo al estallar en mi segundo orgasmo.



¡Uhm, guau! –Exclamó el muchacho cuando dejé de convulsionarme- ¡Eres una bomba sexual!



¡Oh, no! – Dije yo – Es sólo que llevo varios días de abstinencia y mi cuerpo lo necesitaba.



Anda ponte a cuatro patas – me ordenó – que acabe de follarte bien.



Tú mandas – le dije poniéndome a cuatro sobre la cama.



Él se puso de rodillas tras de mí, guio su erecta polla hasta mi agujero vaginal y la ensartó con maestría, posó sus manos sobre mis caderas y empezó con sus acometidas, primero despacio y luego aumentando el ritmo poco a poco.



¡Oh, uhm, uhm! – gemía él.



¡Oh, sí, ah! – gemía yo.



Sus acometidas eran cada vez más fuertes.



¡Oh, que caliente me estás poniendo! – Ronroneó el muchacho - ¡uhm, ah! ¡No puedo más!



Se puso sobre mi espalda acariciándome los pechos, sentía su aliento en mi oído mientras seguía embistiéndome con su polla.



¡Ah, ah, ah! – mi cuerpo se agitaba de deseo.



¡Oh, sí, sí, voy a correrme en tu coño! , gritó el muchacho con prepotencia al borde del éxtasis.



¡Oh, sí, sí! grité yo - ¡Córrete en mi coño!



¡Sí, sí, voy a correrme!



Entonces de un empujón dejándola dentro empezó a correrse que leche más caliente, que hizo que me corriera yo también, yo creía una vez se había corrido me la sacaría porque se le aflojaría pero no fue así, seguía con la polla dura, y empezó sacándomela y dirigiendo su capullo a mi culo, metiéndomela de un golpe, diciéndome tú ves cómo eres una madurita zorruna tiene el agujero del culo abierto, me parece que tu follas con todo macho que se te ponga a tiro menos con el cabrón de tu marido.



A mí me tenía loca la vitalidad del chaval, jugaba con los dos agüeros el del culo y el coño, yo no sé la veces que hizo que me corriera, hasta que él se corrió esta vez en mi culo, ya cuando terminamos se vistió y fue diciéndome mañana vengo con una pieza para la nevera y te doy otro repasito vale, yo le dije Ok, te estaré esperando. Machote.


Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
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