EL REINO DE ATOLON 4
Los viajeros del valle han llegado al reino de Atolón. Una comitiva grande. Han venido jefes y una guardia real de unos veinte hombres bien armados, más que nada para evitar a los asaltantes de los caminos alejados.
El príncipe de los visitantes es un joven de unos veinte años, que viene sobretodo para sellar su compromiso con la princesa Amel y así hacer la gran unión con el reino de Atolón y pacificar todas esas tierras.
El príncipe llamado, Toclec está destinado a ser un gran conductor, un líder. Tiene una figura alta y musculosa. De buen porte, de brillante y larga cabellera al viento, pómulos salientes y dientes blanquísimos. Se deja ver toda la potencia de la juventud.
Sus padres han quedado en su reino, para venir a la tierra de Atolón una vez que se haya decidido la suerte de los jóvenes. En realidad Toclec, es una especie de diplomático.
Los soldados de Toclec han sido ubicados en cómodos aposentos y viviendas. Allí serán servidos y atendidos por hermosas mujeres en todos sus deseos.
El príncipe ha traído de regalo a la princesa Amel un hermoso caballo negro. La princesa lo ha recibido de buena gana. La ceremonia es sin mucha formalidad. Amel al pasar al lado de su padre le recuerda __Padre, no te olvides de lo prometido__ a lo que el rey solo asiente con la cabeza y una sonrisa compinche.
__¡Majestad, espero no tome a mal mi atrevimiento__ dice el príncipe
__Desde luego que no. Ahora lo dejare descansar y lo veré más tarde__ el rey se retira de la presencia de Toclec y este se recuesta tranquilo en su amplio aposento, bordado de hermosas telas y figuras.
Las horas pasan en la tranquilidad de palacio. Todo es silencio y calma. El príncipe descansa sin tribulaciones. Las jornadas previas han sido agotadoras, ahora duerme apacible.
Al fin se despierta. Cuando ello ocurre, se encuentra con exquisitos manjares. El esclavo que se encuentra parado frente a el, invita al príncipe a tomar un baño, si así lo desea. La bañera es hermosa y gigante, labrada en oro y piedras preciosas. En ese lugar entrarían fácilmente tres personas, así que Toclec se desparrama y se toma su tiempo. Bebe con ganas y come frugalmente y con buen apetito.
En eso está cuando hace su ingreso en la recámara el rey Mucachi.
__Espero se sienta gusto Toclec__ dice el rey
__¡Oh1 Claro su majestad__ contesta el príncipe y se pone de pie mostrando la verga colgante y unos huevos hermosos y negros.
__Sigue en lo tuyo, eres casi de la familia
__¡Me halaga, mi señor!
__¿No has venido acaso a eso?
__Sí claro señor
__¡Bebe conmigo!.¡Salud!__ chocan las copas de bronce y se ríen
__Tu comitiva es realmente grande__ comenta Mucachi
__Es que hace tiempo muchos bandido atraviesan las planicies, no debemos descuidarnos
__No, claro…Y dime ¿Cuales tu idea sobre la unión con la princesa?
__¿Como señor?
__¡Tu idea es llevártela de aquí
__Es que mis progenitores ya están ancianos y…
__Pero podrías manejar todo desde aquí
__No lo se mi señor
__Podrías traerlos aquí, no te arrepentirás
__¡Um!
__Aquí tendrás placeres que ni imaginas y no vivirás en otra parte
__¿Sí?
__¡Eso te lo puedo asegurar!
__No sé señor
__Te lo puedo demostrar
__¡Creo en su palabra mi rey!
__De todas formas
__No…
__¡Ya veras!__ dicho esto el rey se acerca adonde se encontraba Lamir, el esclavo, que escuchaba todo desde la puerta. El rey le dice algo al oído y Lamir se va. En pocos instantes está de regreso. Ha vuelto con dos jóvenes, una muchacha de tez morena y un joven trigueño y ojos bien azules, muy profundos.
__¡Muchachos han sido llamado aquí para complacer a su príncipe Toclec!__dijo el rey
__Sí majestad__ respondieron a coro.
__Pero mi rey…
__¡Calla buen Toclec y disfruta!
El rey señala al príncipe que salga de la bañera y vaya al aposento enorme. La joven y la chica se acercan a Toclec y lo secan lentamente. El príncipe mira, siente sorprendido pero a gusto. En un momento siente la mano de la chica que se desliza por su palo confuso. Pero bastan unas caricias para que el mástil se levante y la sangre comience a fluir por venas infinitas. El joven con sus blancas manos acaricia las bolas del príncipe.
La boca de la muchacha se toma de la cabeza del mástil y lame, sin abrir mucho la boca. Toclec gime y comienza a moverse. El rey Mucachi observa lujurioso.
__¡Goza muchacho, goza!__ dice el rey y el príncipe pone los ojos en blanco. La joven ya se ha despojado de la túnica y es una cachorra de pantera con formas voluptuosas. Su rajita se ve con alguna gotitas de humedad, ella también la pasa bien.
Los muchachos se alternan la pija del príncipe. Las lenguas saborean el miembro enorme de Toclec esto lo hace delirar. El rey come algunas frutas disfrutando el show, también bebe y sonríe en éxtasis total.
El príncipe Toclec ha ido por la conchita de la mujercita, ella no tiene vellos, el la saborea. Es una deliciosa almeja que Toclec no quiere perder. La verga ahora es propiedad exclusiva del joven de ojos azules. La recorre a placer. Busca los negros huevos y baja aún más hasta la entrada del hombre, Toclec gime y pide que siga comiendo ahí. El placer es inmenso. El joven profundiza con su filosa pluma la penetración en el culo.
Ya la luna redonda brilla en lo alto y se escuchan los gemidos de los amantes. Las sombras han ganado terreno y las antorchas empiezan a dar luz sobre los cuerpos enredados y calientes.
La chica ha montado a Toclec, la verga ha entrado profundamente en la deliciosa abertura. Ella comenzó a cabalgar. Sube y baja. Sube y baja. Los gemidos del príncipe se confunden con los grititos de la jovencita penetrada. La lengua del muchacho roza los huevos y lame el ano de uno en uno, viene y va, va y viene.
En tanto Mucachi ya tiene una erección incontrolable y está desnudo como todos y con su pija volando incontrolable. Se acerca al joven de ojos azules que sigue chupando a Toclec. Aparece ante si el redondo culo. Pasa sus manos sobre el y lo nota duro, terso, acaricia. Pasa por toda la zanja. La abre. Detiene un dedo en al agujero rosado que gime sin dejar de hacer lo que hace. El rey ha bajado y besa la entrada. Lo come con la lengua. Chupa el agujero. El chico da otro grito, igual continua con su boca en el príncipe que ha empezado a soltar su leche en la cuevita de la chica que se sacude aún más y besa a Toclec buscando las lengua de este y gimen salvajes.
El rey entra un dedo en el culito del muchacho que empieza a mover su cola hacia delante y hacia atrás.
__¡Oh, mi muchacho que bien lo haces!__ el joven ha caído de rodillas y es el mismo quien hunde el dedo del rey. La muchacha llega presta al sable del rey y se sienta allí mismo sobre esa vara caliente. Los brazos de la muchacha rodean el cuello de Mucachi y lo cabalga con tiempo. El príncipe descansa y mira feliz. El joven sigue moviéndose con el dedo clavado en su entrada apretada. La chica se siente clavada y no pierde un minuto de gozar. Toclec, en tanto,, se arrima al muchacho de ojos azules. Le ofrece su culo y el chico mete la lengua en la cavidad, busca el ano del príncipe y lo lleva al paroxismo. Chupa, besa, lame y vuelve a chupar. Mucachi ve como el príncipe se retuerce y goza con las lamidas del muchacho. Saca su garrote de la conchita negra, se pone de pie y se acerca por detrás al príncipe que está con su culo al aire esperando. Apoya la punta de su garrote en la entrada
__¡Ah, mi rey!¿Qué esperas? ¡Le sirvo mi señor!
La cabeza de la pija entra, se detiene, el príncipe se mueve, empuja un poco y el aparato se pierde dentro de la humanidad de Toclec que goza como un salvaje. Se siente completamente atravesado, lleno. El rey acaricia los muslos de Toclec y muerde el cuello. Los jóvenes aprovechan y se apoderan, la muchacha del sable aún semi duro del príncipe y el entra con toda su erección dentro del rey que se sacude dando gritos animalescos y guturales. Unas cuantas idas y venidas y el rey se descarga dentro de Toclec que aúlla y se retuerce mientras siente como chorrea líquido de su cola. El muchacho suelta la leche en el rey, mientras Toclec acaba en la boca de la chica que traga hasta lo último sin desperdicio. Se mueven, se retuercen, se van quedando tranquilos, se van calmando, se van relajando.
El rey sale del príncipe y este se arrodilla frente a su majestad y come la espada real. La limpia y no dejando que se duerma.
__¡Te quedarás en este reino, te lo aseguro!__ dice el rey pero Toclec, el príncipe, no puede contestarle porque está atragantado con la verga.-