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El sexo con Berni había sido muy placentero para ambos durante un año y medio aproximadamente. Sentía que con él había aprendido todo lo que sabía, él había sido el amante experimentado que me había enseñado. Pero había una práctica concreta que nunca había realizado con él pues me asustaba y él nunca me la había pedido. Dediqué los pocos ratos libres de que disfruté aquellos dos días en que tuve el conejo en carne viva a buscar información en internet. Cómo hacerlo, qué tener en cuenta, qué temer. Berni era mi hombre y mi labor como mujer era satisfacerlo, un hombre harto en la cama y en la mesa es tuyo para siempre. Necesitaba recuperarlo, devolverlo a mi lado, pues me creí capaz de ello. Lo intuía aunque no quería rendirme a la evidencia. La suerte estaba echada y no iba a lograrlo con facilidad. Pero hice un último esfuerzo. Debía haber pasado una semana o diez días desde nuestro doloroso encuentro amoroso cuando logré cenar con él con cierta tranquilidad. Le había dado el pecho a Daniel poco antes de hacer la cena y se había dormido, así que le pedí a mi pareja que no se fuera pues tenía una sorpresa para él. Lo llevé a la habitación acabada la cena, ojalá hubiera tenido tiempo de cocinar alguno de sus guisos favoritos, prometiéndole una noche de sexo memorable. Me desnudé, lo desnudé, y me arrodillé ante él para preparar su recio y extenso cipote. No me costó dejarlo a punto, pero cuando iba a tenderme para ofrecerme a mi hombre, tomé un frasco de lubricante que había comprado especialmente, me unté el ano y la vagina poniéndome a cuatro patas y le pedí que me lo hiciera por detrás, pues la vagina aún no está a punto. Esperaba su respuesta por lo que no me sorprendió…
-“¿Quieres que te dé por el culo, como a una puta?”
Sabía lo que pensaba de esa práctica pues me había confesado que un par de veces la había practicado en prostíbulos, pues según él, una “tía normal” no se prestaba a algo tan sucio. Pero también sabía que le había gustado, salvadas sus reticencias morales. Además, yo estaba dispuesta a hacer lo imposible para recuperarlo y comportarme como una puta me parecía un precio relativamente bajo. Aunque entró con cierto cuidado, fue doloroso, sobre todo en cuanto el recto se fue adaptando y Berni acelerando la percusión. Pero cuando su semen me regó, cuando llevé a mi hombre al orgasmo, me sentí completamente satisfecha. El problema vino cuando los meses siguientes, independientemente de que mi vagina ya estuviera disponible, mi ano se convirtió en el agujero preferido del desahogo de su masculinidad.
-“Te pondré un poquito más de crema en la punta de la polla”.
Oí cómo me echaba la crema en las palmas y las frotaba. Me estaba poniendo muy tensa. Intentó abrirme las nalgas y deseé sentir su lengua en mi ano, pero sabía que con la crema, la penetración sería más fácil y me quedé con las ganas de sentir una lengua en mi culo.
-“Abre un poco las piernas…”
Obedecí y separé mis rodillas. Me sentía una mujer sumisa, expectante. Mi trasero en pompa expuesto y dispuesto a recibir una rica verga que lo abriera completamente. De pronto sentí su dedo embadurnado de crema sobre el borde de mi ano, estaba tibio, así que mi culo se contrajo un poco, y debido a la impresión, lancé un quejido pero no quería parar. Empezó a embadurnar las rugosidades de mi ano, mientras yo movía el trasero al compás de las caricias. Era una sensación dulce muy agradable, y creo que empecé a mojarme.
-“Méteme el dedo hasta el fondo”, y poco a poco su dedo avanzaba hacia el centro, todavía con mimo.
Tratando mi culito con mucha delicadeza, por eso mi esfínter empezó a relajarse. Él se dio cuenta y comenzó a presionar ligeramente. Por fin mi culo empezaba a ser perforado. Estaba mereciendo la pena, ya lo creo. Metió hasta la segunda falange y musité algo… -“¿Qué…?” Preguntó él.
-“Que lo muevas en círculos…”
Así hizo y me relajé. Sentía cómo el borde de mi recto rozaba con la suave piel de su dedo. Era dulce, muy dulce. Entonces apretó más, firme aunque lentamente. Por fin enterró su dedo hasta el fondo de mi culo. ¡No podía creerlo!, nunca me lo había ni tocado para excitarme y ahora tenía metido el dedo de Berni. Lo movió más rápidamente y nuestras respiraciones se lanzaron a la carrera… -“¡Qué rico, qué rico!”
-“¡Mmm…!” dije.
-“¿Te gusta?”
-“Mucho… ¿Y a ti?”
-“¡Me enloqueces nada más de ver como lo meneas, mamita!… ¡Estás muy culona!” noté entonces que su voz cambiaba, se excitaba muy violentamente.
Acepté remisa. Ya no tenía tanta prisa, pero di por hecho que él sabía más que yo de aquello. Oí cómo se desabrochaba el pantalón y buscaba su falo de entre sus calzoncillos. Se la sacó y de inmediato escuché el sonido de su verga mientras se la meneaba. Siempre me ha repugnado ese sonido, de hecho al principio de mis relaciones tuve reticencia a tocarlas y ya no digamos mamarlas. Aunque ahora ese sonido no me resultaba tan asqueroso, por fortuna estaba muy excitado y tardó poco en conseguir una erección aceptable. De buenas a primeras sentí algo plano y duro sobre mis nalgas, era su glande. Mi culito era muy sensible y distinguí perfectamente la punta de su gran falo… Me asusté, pues no creía que eso fuera a entrarme. Berni empezó a empujar. Dolor, era algo así como cuando tomas mucho aire y no puedes soltarlo. Me sentí presionada, me dolía.
-“¡Espérate, me lastimas!” Dije asustada.
-“Tranquila, siempre es así al principio”, decía Berni entre jadeos. “Ya te acostumbrarás…”
Lo di por bueno dando debido a mi ignorancia, pero me dolía. Hundí mi cara en la almohada, con lo que quedé más empinada y mordí el sabor seco, mientras, sentía cómo su reata entraba poco a poco en mi recto. Me la metió hasta la mitad y se quedó quieto, esperando a que yo me acostumbrara a su grosor… Me acordé de la primera vez que follé con un chico del pueblo en su coche… creí morir hasta que me la encajó toda. Esta vez era igual pero la presión era mayor. Le pedí un respiro y aceptó. Los músculos de mi ano estaban tensos y necesitaban relajarse, él pareció darse cuenta y aplicó más crema, se lo agradecí desde lo más profundo de mi alma pues sentía que su lanza me quemaba, y de veras que fue un respiro para mi culito que ardía. Después empezó a sacarla y meterla hasta donde la mitad y aquel vaivén… me parecieron de lo más delicioso. ¡Al fin me estaba culeando, me sodomizaba, o como se dice de toda la vida… me estaba dando por culo y me gustaba!… Comencé a jadear y a retorcerme a cada empellón de verga y sintiendo que lo peor había pasado, seguimos follando unos cinco minutos. Sentí que la verga de Berni crecía dentro de mi culito, ¡Iba a disparar su leche dentro de mi ano! Entonces pasó lo inevitable, mi hombre tomó aire, se afianzó a mis ancas y empujó su fierro dentro de mis entrañas, muy, muy adentro, tanto que tocó mi vagina con sus testículos. Eso me dolió mucho, muchísimo y ahogué un grito y empecé a chillar, pero Berni no cejaba. El problema era que yo no era capaz de decir nada, sólo lloraba y él seguía arponeando mi culo, sin escuchar mis lamentos ¡Joder… la tenía muy grande! Me había abierto por completo el culo, pero aún así me dolía. Me agarré con ambas manos al cabezal y las cerré con fuerza, mientras mis piernas temblaban al sentir los zarandeos de mi macho metiendo todo el cipote hasta los huevos. Estaba confundida, pues sentía dolor y terror, me sentía violada pero no era verdad, simplemente mi amante estaba siendo demasiado efusivo… de pronto se detuvo, ¡Se estaba corriendo…! ¡Uf! Sentí los aldabonazos de lefa en mi esfínter, aquello me elevaba al séptimo cielo, porque no solo me hacía mujer llenándome, sino que habían estrenado el culo con la mejor de las vergas que nunca había conocido. La sacó despacio, muy lentamente, y entonces me oyó llorar.
-“¿Estás bien…?” Dijo con voz de preocupación sincera.
-“Creo que sí… Sólo que has ido muy deprisa y ahora me duele”
Con las lágrimas corriendo por mis mejillas me dejó descansar sobre la cama mientras él se subía los pantalones y se marchaba como si tal cosa. Me ardía el culo y me sentí una PUTA mareada, su puta. Oí la puerta de entrada a la casa cerrarse y no le vi en varias horas. En casa de aquí para allá no paraba de darle vueltas. Mientras caminaba sentía cómo mi ano se retorcía, me costaba caminar a buen ritmo, tenía un gran escozor y me dolía. Entonces me dije a mí misma. Es cierto, es real. ¡Me ha dado por el culo, me la ha metido por detrás y he satisfecho mi fantasía y me siento súper bien! Sabía que no volvería nunca a ser la misma. Más tranquila en la cocina me tomé una taza de nescafé caliente y me metí en la bañera. Seguía dolorida, escocida, el agua me molestaba el esfínter, pues lo tenía irritado…, pero aproveché para enjabonarlo a conciencia y luego me puse cremita. Después de secarme. Como estaba segura de que esa noche me rozaría al dormir cogí una compresa y la puse entre mis nalgas cubriendo mi desvirgado trasero. Era bastante agradable, sentir entre mi culo esa frescura y así pude dormir esa noche. Las dudas me corroían… « ¿Habré hecho bien?… ¿Soy una puta?… » Pese a todo había gozado mientras Berni me sodomizaba. Y luego pensé «Aún tengo la capacidad de retener a mi hombre… » O eso creía en por entonces… No fue la última que me dio por el culo, aquello comenzó a ser tan habitual que me follaba tantas veces por el coño como por el ano.
Hoy he tenido un orgasmo. Cuatro años y pico después he vuelto a sentir mi coñito palpitar, mis caderas temblar, mi garganta jadear. Ha sido muy placentero, eso no puedo negarlo, me hacía mucha falta, pero también ha sido peligroso. Llevo días planteándome masturbarme. Nunca lo he hecho sola. Cuando Berni me penetraba analmente aprendí a estimular mi clítoris para mitigar la molestia que me producía con lo que acabé logrando pequeños orgasmos. Pero solamente me he tocado en esas ocasiones. Y ya han pasado trece años. En los nuevos juegos con Daniel, sé que no debo pero, cada día le permito un poco más, me tienen cada vez más predispuesta, más excitada. Ayer, sin ir más lejos, si el hombre que se sentó a mi lado en el autobús hubiera dado algún paso más y me hubiera invitado a acompañarle a tomar una copa, seguramente me hubiera poseído…estoy muy salida. Pero solamente me dio un poco de conversación sin más expectativas. Así de necesitada estoy, así de excitada me tiene mi hijo. Por ello, le permito que me acaricie también el coño, tímidamente los primeros días, deteniéndolo cuando estoy a punto de perder la compostura. ¡Como si no la hubiera perdido ya! Pero ayer y sobre todo hoy, he cruzado el límite.
Sólo un poco más, sólo un poco más me he dicho, hasta que ya no ha habido marcha atrás…. Sus dedos me frotaban con intensidad sobre el capuchón de mi clítoris, después se deslizaban a mi raja y se clavaban en mi conducto metiéndome dos dedos en hasta los nudillos follándomelo con prestancia y vuelta a mi clítoris. Mi cadera buscaba su mano, mi gozo y el ímpetu de sus dedos hasta que…Un orgasmo intenso como hacía mucho tiempo que no sentía me ha recorrido de la cabeza a los pies teniendo mi coñito como epicentro sísmico soltado chorros de fluido en un increíble squirt. Los dedos de Daniel han operado el milagro, pero lo peor no ha sido que mi propio hijo me llevara al clímax…Estaba tan absorta en mi propio placer que no me he dado cuenta de que lo acontecía a mi alrededor hasta que he notado los grandes chorretones de lefa de mi niño quemándome la piel. Con la mano libre se estaba masturbando entre mis piernas, hasta que ha eyaculado sobre mi pubis, abdomen y pecho ¡Qué bien me he sentido! Es la primera vez que mi hijo se la pela delante de mí y además me ha rociado con su semen todo el cuerpo con una cantidad ingente de leche espesa. Una barbaridad para ser un chico de 16 años… me he tenido que dar una ducha para librarme de todos los chorreones que me ha cubierto desde mi coño hasta el cuello ¡Es una bestia parda eyaculando!
Gastar mi última bala no me sirvió para retener a Berni. Antes de que le salieran los primeros dientes a Daniel, sabía que nuestra relación estaba próxima a acabar. Aún aguantó a mi lado algunos meses, supongo que porque realmente ya no estaba a mi lado. Hacíamos el amor una o dos veces por semana, entendiendo hacer el amor por ponerme a cuatro patas y penetrarme como a una puta, según su visión de la sexualidad. A veces lograba llegar al orgasmo, otras ni lo intentaba. El sexo más tradicional, el placentero para ambos, lo reservaba para sus salidas nocturnas que habían llegado a prolongarse más allá de una noche. Por eso, cuando no volvió a casa dos días antes del segundo aniversario de nuestro hijo no le di más importancia. Cuando lo llamé, servido el pastel de cumpleaños y un pequeño grupo de amigos esperando, y no me respondió, supe que se había acabado. Reapareció tres meses después. Lo pillé en casa recogiendo sus pertenencias. Volvía del trabajo, no estaba de humor ni me quedaba energía para exigirle explicaciones. Solamente esperé que acabara para despedirme de él esperando que él lo hiciera de su hijo. Lo besó paternal y le deseó suerte en el futuro, la necesitarás, poco después de despedirse de mí pegándome el último polvo de nuestra vida… accedí a ser su perra dejándome follar, cual último cartucho de nuestra relación.
Definitivamente he perdido la cabeza. Gozamos pajeándonos mutuamente madre e hijo frente a frente, ya no parece que tengamos el más mínimo pudor de enfrentarnos a nuestros deseos carnales. Me pone como una perra ver cómo mete sus dedos en mi entrepierna y me castiga el clítoris hasta sacarme un buen orgasmo, teniendo agarrada su polla entre mis dedos con todo el glande remangado al aire, bajando y subiendo el prepucio envueltos en chasquidos lujuriosos de su verga y de mi chumino encharcado. Nos rompemos de placer. Le he enseñado como sacarme un buen squirt presionando en la zona superior interna de mi vagina, a la vez que está aprendiendo a aguantar mis masajes fálicos con sobos testiculares alternos antes de la gran eyaculación. ¿Qué explicación puede darse de una mujer que permite que su hijo le masturbe? ¡¡Y Qué se masturbe en mi presencia cubriéndome de ingente cantidad de esperma!! Pero no es solamente eso. También yo he comenzado a corresponderle. Dice el refrán que a la tercera va la vencida. En mi caso ha sido a la cuarta. Cuatro días consecutivos llegando al orgasmo gracias al buen hacer de los dedos de mi hijo me han empujado a corresponderle. Hoy no le he permitido masturbarse ante mí, eyacular sobre mi cuerpo. Hoy le he ordenado tumbarse boca arriba…
-“Espera, déjame a mí”, he tomado su polla XXL con la mano derecha, qué placer recuperar la sensación de sujetar la hombría de un hombre, lo he acariciado de arriba abajo, de abajo arriba liberando alternativamente su enorme capullo, y lo he masturbado. Lo he hecho muy despacio, alargando el momento, con la lentitud suficiente para retrasar el final, para multiplicar su explosión enseñándole a soportar largo rato sin escupir su hirviente leche. Daniel, no solamente posee una polla grande y robusta, también su eyaculación es potente, viril concebida desde su rollizos huevos. Sin duda, es hijo de su padre. Mi mano agasajaba el tronco mientras la otra estimulaba con suaves masajes los huevos de mi niño, dejando la cabeza libre para saborearla con mis labios, solo quise meterme su glande y poco más para mamársela rápida. ¡Menuda sensación! Volver a paladear el sabor a testosterona de una polla dando vida en mi coño. Observaba su cara de placer cruzándonos las miradas cómplices del acto más estimulante e íntimo que jamás tuvimos mi retoño y yo desde que le amamantaba, ahora era ya quien mamaba de él. En mi boca notaba como aumentaba su grosor y largura ¡Bendita juventud! Con qué rapidez tenía para mí una verga de 18 cm y unos 5 de corpulencia rígida y dura. Me entretenía en su capullo y mis manos cubrían el resto del tronco y pelotas colgantes.
El pobre chico comenzó a convulsionarse moviendo su cintura con el fin de aumentar el ritmo de la felación materna, ya pasaba de los diez o doce minutos en tal situación cuando ¡Estaba a punto de reventar! Le oprimí las gónadas queriéndoselas escurrir y apreté mis labios alrededor de su gordo cabezón, succionando sin el menor recato a sabiendas que la descarga sería abundante. Un rugido de su boca sonó justo en el instante que recibí el primer chorro de leche en mi garganta, le siguieron otros gemidos con sus largos lechazos, atorando mi boca, motivo que me hizo sacar su glande y succionar solo el agujero de salida de tan preciado néctar. Aún salían borbotones de lefa de su polla cuando la abandoné para intentar tragar el volumen de lefa vaciada en mi cavidad bucal, se sentía cremosa con sabor dulzón debido a la alimentación rica en fruta de un deportista como Daniel. Finalmente pasé la lengua por su capullo adornado del último engrudo, del que también me alimenté dejándole la polla completamente limpia…. ¡Ocho años que no mamaba de una verga!
Desde la partida del que había sido mi hombre, no estuve con ningún otro durante seis años. No lo necesitaba. No me apetecía comprometerme con ningún desgraciado que me dejara tirada de nuevo. Berni había colmado el vaso y parecía haberme dejado saciada para una eternidad. Mi vida giraba en torno a mi hijo, a su educación, a velar por sus progresos, a convertirlo en un joven de provecho. Las dificultades añadidas a su caso específico consumían las pocas energías que me quedaban, así que no me preocupaba por nada más. Convencida por Merche, una compañera de trabajo que también se había separado, comenzamos a salir, a alternar como lo llamaba ella, pero me sentía como pez fuera del agua y no coseché gran cosa más allá de sonoros fracasos. Pronto dejamos de salir juntas pues ella se encamaba con el primero que la invitaba a una copa y yo no estaba por la labor. Ella intentaba convencerme que Fernando era demasiado hombre para mí y nunca se fijaría en una administrativa común como yo… Aun así, deseaba acabar en la habitación de un hotel con mi nuevo encargado de sección que siempre me trató muy bien y esperaba me hiciese el mejor cunnilingus de mi vida. Después de eso le dejaría que me follara como quisiera... un camino hacia la aceptación, el amor propio y el sexo con sentido.
Era un hombre sexy de cuerpo atlético, ojos profundos y una gran sonrisa. Que estuviera casado, era solo un detalle sin mucha importancia. Aunque no todo es perfecto… tiene una pequeña cicatriz en su cara que lo hace aún más misterioso y peligroso. Debo confesar que de un tiempo para acá trabajo completamente excitada. He llegado al punto en que llevo más de un mes masturbándome en el baño a la hora del almuerzo de lo mal que me deja cada vez que está cerca de mí. Escuchar su voz profunda de barítono, me aviva sobremanera, al punto que con una dura mirada y una orden me mojo como una perra. Después de meses observarlo y de estar pendiente de cada cosa que le gusta y no, he descubierto la mejor manera de jugar con él, sea que lo sepa o que no. Así que ando en una campaña activa que he llamado “seduciendo al pavo”. En mi trabajo soy casi perfecta… ordenada, organizada, cumplida y hasta me adelanto a sus deseos. Pero al ver que eso no funciona para que se fijara en mí, he cambiado de estrategia. Así que ahora soy un poquito desordenada, no hago las tareas a tiempo procurando hablar cerca de él de temas calientes con Meche.
Él solamente me observa mueve su cabeza y me ordena algo que definitivamente tengo que hacer en su oficina, de esa manera me puede “controlar” mejor, porque como dice, ese “novio” está sacando lo peor de mí. Si él supiera… Además, he cambiado mi forma de vestir, sigo vistiendo “recatada”, pero mucho más sexy y provocativa, ya sea en el escote, el peinado o el maquillaje y sé que lo nota, pero es un hombre difícil. Sin embargo soy optimista y he sentido que hoy las cosas van a cambiar. Me ha dicho que debo quedarme en la tarde pues hay un trabajo que no he terminado. Claro que ya lo hice, simplemente le he dado largas, con la esperanza de llegar a esto. Estar a solas con él cuando no hay nadie cerca para interrumpirnos. Estoy expectante y el momento está llegando, estoy excitada, nerviosa pero lista… Me he puesto, a diferencia de todos los viernes que me pongo pantalón, una falda más corta de lo normal y unos grandes “TACONES FÓLLAME”, nada prácticos pero que tienen un gran mensaje. Así como un escote pronunciado que muestra mi ropa interior sexy y que he tenido escondida todo el día… Me llama al teléfono y me dice que es hora de reunirnos a realizar el trabajo. Me pongo brillo labial, me quito la chaqueta y entro a su oficina. Él está parado mirando por la ventana sumido en sus pensamientos. Cuando entro cierro la puerta tras de mí y empiezo a caminar. Él da la vuelta tras sentir los zapatos y se queda mirándome fijamente las piernas y mi escote. Camino hacia él. No hacia la silla donde debería sentarme. Me sigue mirando fijamente, con una mirada penetrante, muy cerca de él y le digo susurrante mirándole a los ojos… -“¿Qué deseas que haga por ti?”. Nunca lo llamo jefe ni tampoco le tuteo. Él vuelve a mirarme, ahora evalúa completamente mi cuerpo, por poco y me dice que le dé una vuelta. Tras su larga y dura exploración, que me tiene muy excitada dice
-“Limpia el escritorio y pon todo en la mesa del lado”
Vaya, no esperaba eso, disimulo mi decepción con un sonrisa y un paso firme hacia su escritorio. Hago lo que me pide. Él se queda al lado de la ventana observando como paso todo. Faltaba solamente una pila de documentos cuando me toma desde atrás fuertemente y me fija contra la mesa, acomodando su polla en mi trasero. La siento bastante dura, y me dice susurrando en mi oído…
-“¿Estás segura que esto es lo que quieres, pequeña?”
Diosss quiero gritar “siiiii, joder siiiii” pero meneo mi culo para sentirlo mejor y giro mi cara para mirarlo mientras le dijo… -“definitivamente sí”. Él me besa el cuello y me dice…
-“cómo, dónde, cuándo y lo que yo quiera. Esa es la condición”.
-“No hay problema, puedes hacerme lo que quieras, cuándo quieras, cómo quieras, dónde quieras” le respondo sin aliento.
Bien, no necesitó más invitación. Me presionó más fuerte en la mesa, sube mis manos arriba de mi cabeza, me abre mis piernas, sube mi falda y empieza a tocarme el culo. Dios mío, estaba tan excitada y él era tan firme y fuerte con sus caricias. Me dice al oído… -“Voy a darte unas nalgadas porque has sido una chica mala estas semanas, pero no creas que con esto pagarás tu rebeldía, te castigaré durante algunos días más”
Sin más preámbulo me dio una palmada en el culo desnudo, solo cubierto por una pequeña braguita negra. Era la primera vez que hacía algo así y dolía, pero Dios era tan excitante al mismo tiempo estar así restringida por él y tan expuesta mientras me daba nalgadas. No sé en qué momento empecé a gemir y a restregarme con el escritorio pero necesitaba mi liberación. Me dio la vuelta, abrió mi blusa, me subió en el escritorio y empezó a besar mis tetas mientras sacaba mis bragas y empezaba a acariciar mi coñito anhelante, con unos dedos talentosos. Estaba tan caliente, no podía decir o hacer nada, salvo sentir como me poseía con su dedos y su boca que lentamente fue bajando hasta llegar a mi vagina y si sus dedos eran talentosos, no quiero presumir de lo que su boca hizo, pero puedo decirles que entre sus dedos, su lengua y sus labios llegué dos veces y fue sencillamente alucinante. Estaba saciada, pero aún quería más, así que cuando él se separó un poquito del escritorio y me dijo que le quitara el pantalón, lo hice rápidamente y no tuve tiempo de más. Desabroché su cinturón, el botón se resistió más de lo debido y la cremallera del zíper se abrió cayendo su pantalón…, tiré de los calzoncillos slip y me encontré con una verga estándar en longitud, pero desproporcionadamente gruesa en su parte central. Me levantó en sus brazos pego mi espalda a la ventana guiando su ariete hasta que enfiló en mi bocana y me penetró sin más preámbulo. Fue una posesión en toda regla, un bombeo que se intensificaba a cada paso y era maravilloso volver a sentir a un hombre dentro de mí. Mientras sus manos agarraban mi culo para tenerme firmemente confinada yo me aferraba a él con piernas y brazos, estaba completamente deseosa que no acabara nunca de follarme…
Creo que llegué a enterrarle las puntillas de los tacones en su culo, pues no me los había quitado. Intenté agarrar su cuello pero una de sus manos levanto mis dos manos encima de mi cabeza para restringirme mientras seguía bombeando dentro de mí haciéndome sentir sus bolas aporreando mi culo una y otra vez. Si los anteriores orgasmos fueron increíbles, este fue aún mejor, pese a no ser el mejor sexo de mi vida, al menos hasta el día siguiente… Durante diez minutos me sometió a buenos pollazos sin mirar por mi fertilidad, arreciaba con tal despotismo que por momentos pensaba que me deseaba matar a clavadas. Percibía los ensanchamientos de su polla en cada inserción, sus labios y dientes en mis pezones y su olor a testosterona mezclada con aroma a “Massimo Dutti” con mis piernas rodeándolo y él culeando hasta que noté como se corría vaciándose dentro de mi útero. Lo dejé estar, no le di importancia pues yo también deseaba tener su esencia masculina en mi vagina. Esto de andar seduciendo al jefe fue genial, pero no duró mucho… en unas semanas no supimos más de su presencia en aquella sucursal. Y de nuevo me hallaba en el dique seco. Un año después, aprovechando la semana de campamento de verano de Daniel, me vi tres veces con un cliente de mi empresa. No era gran cosa en la cama, demasiado egoísta, de los que te exigen que se la chupes pero ellos no te lo hacen a ti… solo me sirvió de calmante unos días en que lo necesitaba. El marido de una amiga de mi amiga Merche en el cumpleaños de su hijo, me consoló tras la fiesta cuando me acompañó a casa… un polvo rápido en el asiento del acompañante, estaba vez le puse condón a aquella polla fornicadora. Todo aquel batiburrillo de amantes, polvos mal echados y amoríos frustrados se compensaban en casa cuando llegaba la noche y mi hijo me hacía sentir una mujer deseada realmente, por eso decidí olvidarme de tanto menesteroso y centrarme en el AMOR EN POTENCIA de mi hijo.
Tres meses después de comenzar mi aventura con Daniel, nuestra relación ha cambiado como la vuelta de un calcetín. No sé dónde nos lleva, aunque lo presiento y sé que está mal y que la sociedad en que vivimos lo denigra, no puedo evitar desearlo con todas mis fuerzas. Ya no esperamos a la noche para amarnos. Sí, ya lo llamo así pues es como lo siento. Cualquier momento es bueno para abrazarnos, acariciarnos, sentirnos. Quiero a mi hijo con locura. Haría por él lo que hiciera falta, cualquier cosa que fuera menester con tal de hacerlo feliz o de sacarlo de un apuro, pero esto, esta extraña historia de amor, es lo mejor que me ha pasado nunca. Daniel es feliz, sé que lo estoy haciendo feliz. También he reforzado su autoestima mermando sus complejos…, pues lo que él tiene con una mujer madura… -“¡Cariño, nunca le cuentes nada de esto a nadie, nos separarían!”, no lo tiene ninguno de los chulillos que pueblan su instituto. Sólo mi hijo, sólo mi Daniel es un hombre de verdad que se folla a una hembra de verdad… Su madre.
Estoy en la cocina y me abraza desde detrás. No puede evitarlo, sus manos automáticamente toman mis tetas. En casa, de nunca llevo sujetador. Es una de las primeras prendas que me quito para facilitarle la tarea, para facilitárnosla a ambos. De mis grandes pezones a mi coño hay un trecho muy corto. De éste a su fastuosa verga, el espacio es más corto aún. Pero necesito más, cada vez más, así que he optado por instruirle. Soy su maestra. Necesito un hombre que me posea, que me penetre en folladas interminables, que me llene el coño de carne trémula y finalmente sentirme colmada de esperma. Daniel y su miembro son perfectamente capaces de ello, pero no me atrevo a dar el paso definitivo. ¡Es mi hijo! Qué más dará llegados a este punto, pienso, pero no tengo el valor para ello. Como sucedáneo, aunque a menudo más placentero, le pedí que me lo hiciera con la boca, me encantan los cunnilingus. Tener a un hombre comiéndome el coño, mordisqueando mis labios vaginales y el clítoris me subyugan sobremanera. Sorprendentemente no pone objeción alguna a mi petición, me coge en brazos y me eleva sobre la encimera apartando algunos cacharros, me abro de piernas mientras él aparta mis braguitas a un lado del ostentoso coño que luzco, lo tengo lubricado con los labios brillantes. La lengua del chico pronto comienza a recorrer el interior de mis labios frondosos… ¡Buf! ¡Qué bien hace el cunnilingus! Se bebe mi coño sorbiendo mis jugos sin el menor recato y de pronto percibo su lengua golpetear mi endurecido clítoris buscándolo bajo mi capuchón.
Este niño es casi un experto, solamente ha necesitado tres días para ser tan bueno como aquel francés que me derritió. Continúa enfrascado en mi botón y al rato baja follándome con su lengua mi conducto vaginal llenado su boca de mi coño. ¡Dios mío que gusto me está dando! Sube y baja rozando mi ano con su lengua que lame sin aversión alguna… esa sensación sí que es nueva, a nadie se le pasó lamer mi ano y darme un beso negro, sin embargo a mi retoño le embarga. A este niño le magnetiza darme placer oral como a mí… Me abro los labios con mis dedos a lo que responde de inmediato a comerse mi coño como si fuera una raja de melón, hasta que se embelesa en mi pepitilla para darme el empujón definitivo al alcance de mi orgasmo. No sé el tiempo que lleva enfrascado en mi chocho, pero no aguanto más y convulsiono exaltada y frenética con un ritmo cardiaco elevado al sentirme poseída por un hombre otra vez. Mi cabeza copada de dopamina da vueltas, pero en un par de minutos besando a mi retoño me recupero del atontamiento…. Una vez calmada le bajé la cremallera y además de ser una buena madre, soy una mujer agradecida, así que también suplí mi mano por mi boca y le regalé su merecida felación. Me sentí oxidada, pues un lustro es mucho tiempo sin deglutir la rica y dura carne masculina, pero no me costó llevarlo en volandas al Paraíso. Su inexperiencia le llevó a eyacular en mi boca una riada de esperma espeso…, -“no me importa cariño pero te agradecía me avises”. Es como su padre, tampoco avisaba, pero es más potente que él. El hecho de correrse en mi boca bien me importaba poco, su leche es un regalo para mi paladar.
Hoy sábado ya se la he chupado dos veces, la primera en la cocina cuando íbamos a desayunar, la segunda después de comer cuando se suponía que íbamos a ver una película en el sofá. Ahora comienzo la tercera, poco a poco su aguante es mayor. Primero succiono el glande, rodeándolo completamente con los labios, para bajar a continuación hasta cubrir la mitad del tronco. No me cabe mucha más, pues no tiene el tamaño normal de un chico de dieciséis años. Subo, me la quito de la boca pero no dejo de lamerla descendiendo hasta sus testículos que también devoro… los lamo, chupo y succiono uno a uno tragándomelos como caramelos. Una vez maltratadas sus bolas, subo de nuevo siguiendo con la punta de la lengua el conducto que disparará su leche a base de aldabonazos, hasta llegar a su glande de nuevo que engullo hambrienta. Se la mamo con persuasión, ya me he vuelto adicta a mamársela y sobre todo a beberme su rico semen. Tras un buen rato mamando su glande y sobando su tronco y pelotas con mis manos, vuelvo a la comida de huevos… de esta manera mi chico soporta empalmado más de quince minutos hasta que le llega la eyaculación más débil del día, obvio por ser la tercera, pero es suficiente para llenarme la boca. Me tumbo en la cama boca arriba abierta de piernas, sin necesidad de quitarme las bragas pues ya no me las he vuelto a poner cuando me las ha quitado esta mañana y le ofrezco mi flor para que me extraiga todo el polen. Ahí está mi chocho con los labios abiertos como pétalos de rosa, calientes e inflamados.
Supongo que la condición humana nos empuja a aparearnos, como guinda a nuestra necesidad de vivir en sociedad. Después de Berni, me creí incapaz de volver a amar a un hombre. Es cierto que nunca amé a ninguno con la intensidad y la entrega con la que lo hice con él, exceptuando a Daniel claro, pero sí llegué a entablar algo parecido a una relación de pareja con un buen hombre llamado Marcos. Después del cliente de mi empresa, estuve un par de años sin catar varón hasta que tuve un rollo de una noche con un hombre quince años mayor que yo que aprovechó la ocasión. Salí de caza, hambrienta hasta la desesperación pues lo había pospuesto demasiado, y el primer tío que me entró se llevó el premio. En los asientos posteriores de un Volkswagen golf recordé viejos tiempos. Fue rápido pero suficiente para tenerme satisfecha otra temporada. Marcos apareció al poco tiempo. Un joven soltero que se mudó a mi escalera y con el que pronto hice buenas migas. Era muy buen tío, de lo más honesto y altruista que he conocido nunca, que puso toda la carne en el asador para que lo nuestro funcionara. Pero no llegamos juntos al año. Daniel y él eran incompatibles, más por culpa de mi hijo, celoso de que su madre tuviera que repartir sus atenciones entre él y otra persona. Después de él, solamente dos hombres más hace unos cuatro años, curiosamente la misma semana. El primero, guapo, agradable y atento. Me invitó a cenar, paseamos por la orilla de la playa, me llevó a tomar la última copa a su apartamento, y allí cuidó de que yo me corriera antes que él. El último hombre que ha estado entre mis piernas fue un soldado norteamericano que me quitó las ganas de aventuras esporádicas. Era latino, hijo de puertorriqueños negros, ambos tuvimos claro a lo que íbamos desde el primer momento pues su acorazado solamente paraba una noche en el puerto de Barcelona. Lo que más me sorprendió fue que su polla era tan normal que no llegaba a ser la de Berni…en su beneficio puedo afirmar que era un amante potente…, eyaculó tres veces en menos de dos horas. Pero para ello, me hacía chupársela constantemente. Me penetraba unos minutos y me ponía de nuevo de rodillas. Aunque aún no me explico cómo lo aguanté tanto rato, pues yo no llegué a correrme en toda la noche. De esto ya han pasado años…
Candente como una estufa, estábamos próximos al verano en plena primavera, cuando las ganas de tener sexo me tenían a mil, sin hombre alguno que me satisficiera totalmente desentendida de mis necesidades básicas. Entonces empecé a ver que mi entrenador personal me miraba demasiado, para que contar que era todo un semental así que sin pensarlo demasiado decidí caer en la tentación. Tras una sesión le di conversación que terminó en un café en el bar, y así quedamos en encontrarnos al día siguiente con motivos más allá de su trabajo y de la tonificación de mi cuerpo. Al otro día me vestí bien sexy…nerviosa me apresure a subir al coche, habíamos quedado de encontrarnos en el mismo bar y a la misma hora del día anterior…
¡Para mí desilusión mi amante jamás llegó! Con este tema mi vida sexual estaba terminada, nunca más tendría un hombre en mi vida. En este trance fue cuando Daniel también sufrió un desengaño amoroso justo cuando se aproximaban las vacaciones. Quería ir a una colonia donde estaría su chica, pero tras la ruptura no quiso ir. El verano llego, Daniel se apuntó a un taller de verano en el instituto cercano a casa, y juntos pasamos a soportar juntos, aquel verano en reclusión impuesta por nuestra necesidad económica y de mi trabajo. La verdad lo pasábamos muy bien a la vez que disfrutábamos nuestros cuerpos al menos con la mirada y masturbándonos mutuamente sin llegar al coito…, nos comíamos los sexos, nos corríamos sin recato alguno y nos regocijándonos en nuestra desnudez sin retraimiento por toda la casa. Por dentro me decía una y otra vez como desearía que no fuese mi hijo ¡Como deseaba meterme ese pedazo de pollón en mi conejo hambriento!, pero una barrera mental me impedía dar el sorpasso final, porque él era el único con quien podía tener relaciones sin compartir los abusos de todas esas parejas que me pude encontrar en busca sexo por sexo…, además teníamos nuestros momentos a solas sin ninguna sospecha externa, pero aunque mi necesidad de ser follada por una buena tranca era tremenda, mi integridad como madre era más imponente y con esa mentalidad nunca llegaría a ser atravesada y partida en dos por la verga de mi hijo. Un día Daniel vino un tanto azaroso al tiempo que oí un coche chirriar, al verme corrió a mis brazos. A solas le pregunte qué había pasado, a lo que no quiso responderme, por lo cual insistí, y le dije…
-“¡¿Sino confías en mí, entonces en quien, o acaso no soy tu mejor amiga como siempre me los dices?! No me hables como a tu madre sino como a una amiga”. Se lo pensó largamente pero mi insistencia y mi diplomacia lo ablandaron…
-“Está bien Mamá te contaré… El hermano de Lorenzo junto con su amigotes me llevaron a un puticlub para que tuviese relaciones con una puta, pero cuando estuve allí no pude y salí corriendo. Por lo visto ya la habían pagado y cuando se enteraron me amenazaron llamándome marica, me hicieron prometer que le devolvería el dinero de la puta mientras me traían a casa… ¡Les debo 60 € mamá!”
-“Que locos de mierda, ¿Por qué ir a un lugar así para una cosa de esas?”
-“Porque yo se lo pedí”.
-“¿Cómo que se lo pediste? ¿Entonces por qué saliste corriendo?”
-“Se lo pedí porque no tengo novia, y necesito tener sexo de verdad. ¡Estoy cansado de hacerme pajas! Ya sea contigo o sin ti… si hubiese ido a la colonia la estaría pasando a mil en ese tema. Charlando con Lorenzo me presentó a su hermano y sus amigos se ofrecieron llevarme a las putas, pero cuando estuve allí me di cuenta que no es lo mismo”.
-“¿Que no es lo mismo?”
-“Hacerlo con alguien de confianza que hacerlo con una desconocida”.
-“Pero hijo tú y yo nos consolamos…pensaba que eras feliz con lo que hacemos…”.
-“Sí, pero no es suficiente ¡Necesito follar! ¡¿No lo entiendes…?!”
Aquella conversación me dejó meditabunda, el chico tenía razón… no solo él necesitaba tener un coito completo con una mujer, yo necesitaba tener una follada en toda regla con un buen macho…
CONTNÍUA...Este es mi correo... trovo_decimo@hotmail.com por si deseas contactar conmigo, sugerirme o contarme alguna de tus fantasias que leeré encantado. ¡Muchas gracias!
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Le quiero dejar todas las estrellas pero no las carga ¿será un error de la web? PD: Vengo de todorelatos jaja