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Categoría: Incestos

Y todo por un cigarrillo indebido

Casamiento y mortaja... Es como decir que nunca sabes de donde te van a venir las cosas, ni por donde te van a apretar, ni cual será tu futuro, por mucho que lo intentes pensar o meditar.

 

 

Me llamo Ana y ahora, años después de todo lo que me pasó por un cigarrillo indebidamente fumado, me ha dado por analizar un poco mi vida, mi pasado y todo lo que he hecho de bueno, de malo, y de satisfactorio. Y es que no hay nada como el encierro de una pandemia y unas aburridas vacaciones, para que tu cabeza se llene de recuerdos, sobre todo si son placenteros.

 

¿Qué niña de 13 años no ha deseado hacerse mayor fumándose un pito, y sobre todo, cuando sabe que sus padres, como la cojan, la despellejan viva? Pues yo fui una de esas niñas de 13 años. Venia ya el buen tiempo de finales de Abril, y cuando salía del colegio me iba por unas obras detrás del cole y por allí, tranquila, me fumaba algún pitillo para dominar el precioso (¿¿¿???) vicio de fumar. Hasta que un día, me encontré con una vecina, me dio una riña de aúpa y me dijo que me podían ver fumando tanto mi madre, como mi abuela, y otras vecinas, ya que se acababa de abrir cerca un super y por lo tanto, era zona de paso hacia mi barrio y mi calle.

 

Así que cambie de zona, cambió el mes, y yo seguí con mis paseos fumadores, sin preocuparme que la casona que allí había (la parte posterior) era la vivienda de Jorge, un antiguo ciclista profesional, ahora de 58 años, divorciado hacía años, bastante más grueso que en su época profesional y primo lejano de mi madre, y al que a veces llamaba tío Jorge. Una tarde, paseando mientras fumaba por allí, le vi apoyado en la puerta fumándose él un puro, con la camisa desabrochada mostrando su pecho peludo, y al verme, me sonrió y me preguntó si mis padres me daban permiso para fumar, ya que me había visto en otras ocasiones pasear por allí y siempre fumando, como si me escondiese de ellos.

 

Me sentó fatal esa pillada, reconozco que yo, a pesar de estar a punto de los 14, era una inocentona y al ver que estaba haciendo pucheritos, me calmó y me invitó a entrar en su casa y me daría un refresco. Me llevó al salón, me invitó a sentarme en el sofá y me dijo que allí, dentro de su casa y si yo lo deseaba, era libre y podía fumar lo que quisiese y podía ir cuantas veces quisiese. Una especie de cueva privada y escondida.

 

Me alegré de tener un amigo así de generoso y él mismo me encendió un nuevo pitillo. Me preguntó si deseaba un refresco y al decirle que si, entró en la cocina y minutos después salió con un vaso de Cola con hielo, él cogió una copa con coñac, y al sentarse a mi lado me sonrió, y me preguntó si deseaba un poco de coñac dentro de la Cola, y yo, con una sonrisa asentí ¡y me condené!

 

Seguí fumando y bebiendo mientras hablábamos, y yo, cada minuto que pasaba, me sentía más contenta, desinhibida y con un enorme calor. Jorge se levantó y en la mesa, frente a nosotros, puso y conectó una cámara de video que empezó a grabar, mientras yo le sonreía. Se quitó la camisa, se volvió a sentar pegado a mí, me abrazó, yo me dejé estrechar por sus fuertes brazos y apoyé mi cuerpo sobre el suyo. Poco a poco sus manos se fueron introduciendo bajo mi camisa y jersey del uniforme del cole, y en el momento en que su mano agarraba el sujetador por delante y lo levantaba sobre mis tetas, sus labios se aplastaron sobre los míos. Minutos más tarde, yo estaba totalmente desnuda de cintura hacia arriba, y yo misma me aplastaba hacia él y le devolvía cada uno de sus besos, tragándome su lengua.

 

Me apartó un poco, y se despasó la cremallera abriéndose el pantalón, y sacando una enorme polla, totalmente dura, amarronada y llena de venas muy marcadas. No tuvo que decirme nada, nunca había visto una polla, ni siquiera una pilila juvenil, pero todas las amigas sabíamos por nuestras conversaciones juveniles, que lo primero que teníamos que hacer con un hombre, era chupar su polla y hacer con ella todo lo que nos gustase a nosotras y a él, hasta que se corriese y nos llenase de leche la boca y la garganta. De vez en cuando, me preguntaba en voz alta:

 

-  ¿Quieres que sigamos jugando Ana?  -Me decía en voz muy baja, a la vez que me pedía que le contestase en voz alta, para que se grabase bien en el vídeo-

 

Después de varias veces decir que quería seguir jugando mucho, me agarré a esa polla, la empecé a chupar y Jorge empezó a levantarme y moverme hasta desnudarme del todo. Falda, bragas y zapatos, saltaron por los aires, pero también él se quitó los pantalones y calzoncillos y entre unas cosas y otras, me dejaba seguir mamando su polla. Pocos minutos después, agarró mi cuerpo, lo levantó y lo aplastó contra el suyo sentándome frente a él, de manera que su polla estaba entre mi coño y mi culo, y separando mis glúteos la puso allí y empezó a moverse y a mover lentamente su cuerpo, de manera que los dos nos movíamos al mismo compás, y su gruesa y cálida polla frotaba todas mis partes sexuales y su roce era tan maravilloso, que tuve el mejor orgasmo de mi vida.

 

En ese momento, tuve todos los más pervertidos pensamientos que una virgen jovencita inexperta como yo podía tener. Me entregué a Jorge, mi cuerpo era una masa cálida que deseaba ser sometido, le acariciaba todo su cuerpo, le besaba como loca, dejaba que su lengua penetrase hasta lo más profundo de la boca sin importarme su fuerte sabor, y al notar como uno de sus dedos empezaba a penetrar en mi ano, le pedí, le exigí gritando, que me follase. Yo misma agarraba su polla queriendo metérmela, y él se reía de mí y me decía en voz baja:

 

- Si quieres que te folle, me lo tienes que pedir en voz alta ¡Jorge fóllame... Jorge fóllame! Y no te preocupes por mí, que ya hace tiempo que no soy virgen!

 

Y yo empecé a pedírselo ¡Jorge fóllame ... hace tiempo que no soy virgen... soy puta ! No sé cuantas veces se lo pedí y cada vez más alto y fuerte, incluso con mis puños cerrados le pegaba a su pecho pidiendo, exigiendo ser follada. Penetrada por vez primera, desvirgada, sodomizada, llenada de leche masculina... y una nueva corrida me vino extraordinariamente placentera para mí. Al notar Jorge mi estremecimiento y esa nueva corrida, no se lo pensó dos veces, me tumbó sobre el sofá, separó mis piernas y a pesar de la estrechez de mi virginal coño y de lo grueso de su polla, con solo dos empujones la enterró hasta lo más profundo de mi coño.

 

Yo notaba el peso de su cuerpo, notaba la enorme dilatación de mis músculos vaginales y su roce constante con su polla, y un enorme dolor y calor empezaron a envolverme, mientras una nube rodeaba mi cerebro. Cuando esa nube empezó a despejarse, me di cuenta que estaba yo sola, desnuda, sudada, tumbada en el sofá, con las piernas aún separadas, y un enorme dolor empezó a implantarse entre mis piernas y el bajo vientre, y al incorporarme un poco y mirar hacía mi coño, vi cómo salía de allí una cosa sonrosada y espesa que empezaba a caer sobre la manta que cubría el sofá (y debajo de la cual, un plástico impedía se manchase) Al mirar a Jorge, sentado frente a mí, este se sonrió y me dijo:

 

- No te preocupes cariño, eso que te cae del coño es mi leche, con un poco de tu sangre al romperte el himen, y parte de tus flujos vaginales por tus corridas. Ahora ya podrás presumir con tus amigas de no ser virgen. Ya eres una mujer.

 

Estuve un ratito relajándome, me ayudó a incorporarme, yo estaba bastante mareada y con ganas de vomitar. Me llevó a un pequeño baño con ducha y nos dimos una ducha fría y ligera. Me ayudó a secarme y vestirme y me acompañó bastante rato por la calle hasta llegar cerca de mi casa. No se me pasaba el mareo, aunque ya mi cerebro estaba bastante más despejado. Y al dejarme cerca de mi casa, me dijo al oído:

 

- Creo Ana que en mi casa te has dejado el sujetador y las bragas. Ven mañana por la tarde y te las daré junto con un cartón de tabaco y te regalaré un encendedor precioso. Además, mañana o pasado, te regalaré una copia del video que me pides que te folle y me aseguras que no eres virgen desde hace tiempo. Seguiremos jugando y te enseñaré a ser mujer. Y enhorabuena, hacía años que no me follaba tan a gusto a una jovencita tan maravillosa como tú. Tienes un cuerpo precioso y serás una puta muy viciosa.

 

Le sonreí y nos apartamos. No me había dado cuenta de que no llevaba esas prendas íntimas. Lo que hice al entrar en casa, fue irme directamente al dormitorio, cerré la puerta (casi siempre la dejaba entreabierta) y me metí en mi baño y allí si cerré la puerta por dentro. Mi espejo era bastante grande y frente a él empecé a desnudarme ¡y me agradó ir viendo cómo al quitarme la blusa del cole, aparecían ya mis tetas y con los pezones enrojecidos y más grandes! Me quité la falda y me subí al taburete para verme totalmente desnuda.

 

A pesar del tiempo transcurrido y a la pequeña ducha en casa de Jorge, mi pequeña pelambrera estaba un poco apelmazada y tenía cosas pegadas en la piel, suponía que del semen o de la propia sangre. Mi cuerpo se veía desde mi cuello hasta casi los tobillos ¡y me gustó! Yo tenía casi 14 años, medía 170, 87 de contorno ¡y qué contorno! Mis tetas parecían naranjas preparadas para llevarse a la boca, y mis areolas y pezones eran más grandes y oscuros que los de mis amigas. ¿Cómo no entregar este precioso cuerpo a los hombres para que lo usasen? Y me prometí entregarme totalmente.

 

Me acaricié mis pechos y no pude más. Apenas me los toqué me vino un orgasmo, pero seguí masturbándome como una loca y empecé a pensar que mi cuerpo había sido follado por un auténtico hombre, no un compañero del cole como algunas amigas, y el recuerdo, aunque borroso, de las casi dos horas pasadas con Jorge, hizo que me masturbase como nunca lo había hecho, casi me caigo del maldito taburete, pero obtuve el premio deseado de obtener mi orgasmo más salvaje, y me volví a marear un poco.

 

Me relajé y me sentí plenamente feliz de la follada que había tenido, y por supuesto, iría mañana de nuevo ¡era mi gran oportunidad sexual! Me di una ducha fria no muy larga, porque mi madre me estaba ya llamando para cenar. Me vestí con algo ligero y salí a cenar. Al terminar, volví a mi habitación con la excusa de los deberes, me desnudé, me tumbé en la cama, apagué la luz, y mientras pensaba en todo lo que me había sucedido, acariciaba mi cuerpo una y otra vez, hasta que un nuevo orgasmo, este más normal, hizo que mis ojos se cerraran y me dormí.

 

Hasta meses después, no supe que Jorge, esa tarde y algunas tardes más, puso dentro de la Cola en la cocina, unas gotas que no solo anularon mi voluntad, sino que desataron dentro de mí toda clase de deseos sexuales que yo necesitaba complacer. Luego he sabido que se usan mucho en todas clase de fiestas, pero que tienen otro efecto, y es que la ingesta de esas gotas varios días seguidos (o casi seguidos) convierten a cualquier mujer en una ninfómana sin ninguna clase de prejuicios, y los recuerdos de cada uno de los actos que haces, te invitan a cruzar constantemente fronteras y más fronteras. Y en esas fronteras, amigos y amigas, NO hace falta pasaporte alguno. El deseo lo llevas dentro para siempre. Y yo aún lo sigo llevando ¡y disfrutando de él!

 

Cuando me desperté, al levantarme, me di cuenta que el mareo había pasado y con brumas en mi cerebro, recordaba cada uno de los felices minutos que estuve con él. En el baño y mientras me vestía, varias veces toqué mi coñito, hasta el extremo de, por primera vez, salí de casa sin bragas ¡no las deseaba! Todo el día pensaba en Jorge y en cómo me volvería a follar, y cuando terminó la última clase, entré corriendo en el baño y me quité el sujetador. Quería que me viese desnuda, sin obstáculos ¡siendo una mujer! Pasé de mis amigas y al acercarme a su casa, encendí un cigarrillo, y al girar la esquina, le vi fumando junto a la puerta. Al verme se quedó un poco tenso y al acercarme, miró a todas partes y me preguntó:

 

- ¿Vienes sola o te acompaña alguien?

 

Y yo, un poco sorprendida, le miré a los ojos, le confirmé que venía sola, y para demostrarle lo dispuesta que estaba a estar a solas con él, me levanté por delante la falda para que viese mi coño, libre de bragas y totalmente a su disposición. Él volvió a mirar por encima de mis hombros en todas direcciones, me abrió la puerta y entramos los dos.

 

Y aunque mi cabeza seguía con esa memoria nebulosa que os he contado antes, me abracé a él, le besé, y me entregué de nuevo totalmente a sus deseos, que además, satisfacían los míos o al menos, los que yo sentía entonces. Nuevamente nos besamos y abrazamos como locos en el sofá, nuevamente entró a la cocina a por una Cola, nuevamente le puso licor (que potenciaba el efecto de las gotas, junto con los gases de la cola) y puso su cámara a grabar, y ya conectada, me preguntó, después de hacerme aprender de memoria las respuestas:

 

- Cariño ¿te importa que grabe estos momentos sexuales tan maravillosos entre tú y yo?

 

- Por supuesto que no tío Jorge, ya sabes que puedes grabar todo lo que quieras mientras me follas y haces conmigo lo que más te guste. Soy tuya y haré todo lo que queramos.

 

- ¿Te imaginas que nos viesen papá y mamá? ¿Qué les dirías si nos estuviesen viendo?

 

Y mientras yo fumaba y bebía la Cola especial, me levanté, me dirigí a la cámara y dije:

 

- Queridos papás, aquí tenéis a vuestra hija, la que creéis virginal. Soy una puta que si antes ya no era virgen, ahora se entrega a Jorge y a todos los hombres que quiera tío Jorge por dinero ¿a que no os imaginabais que tendríais una hija tan puta como yo? Pues mirad, mirad como me desnudo y me entrego a mi amante y maestro, para que él y sus amigos, me follen y me preñen.

 

Y empecé a desnudarme mientras bailaba, y al quedarme desnuda, le dije a Jorge:

 

- Ven mi hombre, ven y fóllame de manera que mis padres se sientan orgullosos de la hija tan joven y tan puta que tienen. Veis papás, ni siquiera uso ropa interior.

 

Me acerqué a Jorge, ya totalmente desnudo y empalmado, y le agarré esa polla con mis dos manos, mientras mi boca se abría y empezaba a tragársela. Jorge me acariciaba todo el cuerpo y especialmente me masturbaba algo nervioso, al mismo tiempo que me corregía la forma de mamarla, cómo poner su polla en mi boca, cómo rodearla y acariciarla con mi lengua, cómo ir penetrando esa polla dentro de mi boca, mejor lateralmente que no frontalmente para evitar las primeras arcadas... no solo era mi follador, sino también mi maestro. Y un rato más tarde, me corrí.

 

Y empezó mi segunda parte. Cogió con sus manos parte de mis flujos y empezó a meterme sus dedos bañados con mis propios jugos en mi culo. Me alegré mucho que me penetrase por el culo, porque así ya no sería virgen de nada. Con dos dedos dentro de mi ano, el anillo tan dilatado, empezó a gritar de dolor, y él intentó meter un tercer dedo, pero yo dejé de mamarle la polla y le dije que me dolía mucho, que lo dejase y que me metiese la polla en lugar de los dedos. Y así lo hizo.

 

Me puso a cuatro patas encima del sofá, pero con el cuerpo tumbado con mi cabeza entre mis brazos y una pequeña almohada doblada bajo mi estómago, se puso de rodillas tras de mí, apoyó su glande en la mismísima entrada y empezó a apretar. Las gotas que me había tomado, me excitaban y calentaban sobremanera y me hacían desear cualquier forma de sexo, pero los músculos tienen unos límites y el cerebro, aunque esté "nublado" lo recoge, y yo empecé a mover mi culo para impedir esa penetración.

 

Me dejó en el sofá y él se marchó, y volvió con un pequeño recipiente y empezó a meterme aceite por el culo. Bastante más aceite que en muchísimas ensaladas. Y cuando terminó con mi culo, con el resto se embardunó su polla, se secó las manos, apoyó su polla en la entrada de mi culo, agarró mis caderas, y con un salvaje empujón, todo su glande penetró dentro de mí. Yo apreté mi boca con todas mis fuerzas para no gritar del dolor y mi tío se detuvo unos momentos. Más tarde y poco a poco, la fue metiendo y mi culo fue profanado totalmente por toda su polla hasta que sus huevos tocaron mi coño. Nuevamente descansó unos instantes (y yo también) y lentamente empezó a meterla y sacarla... como se hace siempre ¿no?

 

Pero como Jorge lo que quería era mostrarme los múltiples placeres del sexo, me dijo que si yo quería darme placer masturbándome, tendría dos placeres al mismo tiempo, mi masturbación y su enculada. Y me incorporé un poco para llevarme la mano derecha hasta mi coño y empecé a masturbarme lentamente, sin prisas. La penetración anal de Jorge era maravillosa, me dolía, pero ese movimiento de entrada-salida y los movimientos de mis propios intestinos, más la dilatación de mis músculos anales. Y al mismo tiempo el frotamiento de mi clítoris, el jugar con mis labios vaginales... ¡divino!

 

Mi cuerpo se excitó como jamás había soñado, y casi sin ser consciente de ello, empecé a correrme y a gritarle a mi amante que me follase más fuerte, más duro. Y sin ser consciente de ello, eso es lo que él deseaba, para que la grabación de mi penetración anal recogiese mis palabras y mis deseos, no solo las imágenes. Ciertamente empezó a follarme más duro, y también él me gritaba y me llamaba puta y yo le contestaba:

 

- Si, si, sí, soy una puta que por fin ha conseguido que le abran el culo. Ahora ya soy puta por la boca, el coño y el culo. Y quiero quedarme preñada para que mis padres y todo el mundo sepan lo puta que soy. Y abortaré siempre que quiera!

 

Y Jorge seguía penetrando mi culo hasta que, como todos los hombres, no pudo aguantar más y clavándomela hasta sus huevos, se derramó todo dentro de mí. Tres o cuatro descargas de leche pegajosa, caliente, llenaron el fondo de mis intestinos y casi al mismo tiempo, yo conseguí otro orgasmo salvaje. Y en pocos segundos, como un muñeco roto, me caí sobre el sofá y me desmayé, o me dormí ¡qué más da!

 

Cuando minutos más tarde me desperté, Jorge me estaba limpiando con un cariño infinito, me dio un vaso de agua fresquita con rodajas de limón, y cuando me lo bebí, me arrojé sobre él para decirle:

 

- Gracias tío por haberme hecho mujer. Ahora que ya no soy virgen quiero más de ti, mucho más, ahora quiero que me hagas realmente puta. Quiero satisfacer los deseos de los hombres que quieren chiquillas como yo. Y tú el primero y para siempre.

 

- Pues si eso es lo que quieres Ana, desde ahora mismo serás entrenada para ser puta y satisfacer todos los deseos sexuales de hombres y de mujeres. Y con las ganas que tienes, no solo serás puta, sino muy puta. Y yo cuidaré de ti.

 

=======

Y ahora, querid@s lector@s, os dejo la pelota en vuestro tejado.  donalliure@yahoo.com  espera saber de vosotr@s si deseáis que siga con la historia de este relato, si os ha gustado. O lo dejo aquí si no os ha gustado. Besos.

Datos del Relato
  • Autor: Libertad
  • Código: 59318
  • Fecha: 22-07-2020
  • Categoría: Incestos
  • Media: 9.4
  • Votos: 5
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4397
  • Valoración:
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Halcón Milenario
Halcón Milenario 27-11-2020 22:32:13

Bien redactado y con un interesante comienzo. Espero la continuación.

Libertad
invitado-Libertad 18-11-2020 18:42:50

Por supuesto Invitado-HMG y gracias por tu comentario.

HMG
invitado-HMG 04-11-2020 22:22:59

Excelente relato, habrán más capítulos?

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