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Categoría: Confesiones

Una revisión médica, termino siendo lo mejor que me paso en la vida.

Es que tengo que contártelo por este sistema porque ha sido una locura la revisión ginecológica que me han hecho hoy, como comprobarás tu mismo a continuación con el relato que te voy a hacer.

 

Como te he avanzado, en la consulta estaba, la enfermera, la doctora y un médico de prácticas. Me han hecho pasar y les he contado que venía a una revisión del D.I.U. La enfermera me ha dicho que me quitara la ropa y me pusiera una de esas batas especiales y me colocara en la silla ginecológica, ya sabes, esa que te tumbas y tienes que colocar piernas en alto y los pies en los estribos.

 

Como usuaria de la silla, la sensación es horrible porque quedas totalmente expuesta, desde el culito hasta el coñito…

 

Y ahí se han puesto los 3, la enfermera al lado de mi cabeza y los otros dos entre mis piernas. La ginecóloga ha empezado con una exploración mamaria muy larga y luego le ha dado instrucciones al aprendiz sobre como tenía que hacérmelo él. Él lo tuvo que repetir varias veces porque no lograba palpar no se qué parte de la glándula mamaria. Vamos, que en un momento dado tenía 4 manos sobándome las tetas. ¿A que tú ya sabes lo que me pasó a continuación? Efectivamente, no te equivocas, los pezones se me pusieron durísimos y los pechos también….

 

Para mí que tuvieron que notarlo. Vamos, la doctora seguro porque lo que hizo a continuación fue colocarse más cerca y empezar a palparme los pezones al mismo tiempo que le indicaba al aprendiz que repitiera lo mismo que ella. La sensación que me invadió fue muy sensual, tanto que tuve que cerrar los ojos para que no me vieran la expresión.

 

Cuando terminaron, la doctora se sentó en la banqueta entre mis piernas y empezó a decir cosas en voz alta al aprendiz, cosas como “Ves, estos son los labios mayores y estos los menores” y al mismo tiempo con una mano me abría los labrios para que él lo pudiera ver mejor y con el dedo de la otra mano se los señalaba. Él también los tocaba.

 

EN ese momento, hizo una exclamación y se quedó callada y dijo que yo tenía un clítoris muy estimulado e hiperdesarrollado y que eso solía indicar que yo era una mujer multiorgásmica. Cosa que me preguntó y yo le dije que si, que lo era pero sólo desde hacía 3 años, que antes no lo había sido. Me explicó que esto era debido a que mi clítoris había sido muy estimulado por mi pareja sexual y, claro, eso había hecho que su tamaño variase. (¿Tú te habías dado cuenta de esto?).

 

(Sigue)

 

Le preguntó al aprendiz si había visto clítoris así y se montó un poco de revuelo, y de repente estaban, la enfermera, la doctora y el aprendiz, entre mis piernas y mirando tan de cerca que hasta notaba la respiración de alguno de ellos en mi coñito…

 

Fue entonces cuando la ginecóloga me pregunto que qué tal lubricaba, yo, claro, dije que muy bien que quizás demasiado y me dijo que era normal que era la respuesta de mi cuerpo ante el entorno también me pregunto si había mantenido relaciones sexuales recientemente contesté que el fin de semana también quiso saber el número de orgasmos que tuve, contesté que 6 (cielo, a mi esto aunque me lo pregunte un ginecólogo me sigue dando mucho reparo) y dijo que gracias a la lubricación mis paredes vaginales no estaban ni inflamadas ni enrojecidas y luego no se que estuvo hablando con los otros.

 

Lo siguiente es que me pregunto si quería formar parte de un estudio que estaban elaborando en el que constaban la relación entre clítoris, lubricación y multiorgasmia, y que sólo nos llevaría 25 minutos.

 

Contesté que estaba de acuerdo y que en qué consistía pero me dijo que no quería inducirme una respuesta provocada, así que me tranquilizase y esperase en la misma posición pero sin la bata para poder examinar mis reacciones corporales

 

Ay, y allí estaba yo, en la silla-potro, totalmente abierta de piernas, desnuda y con dos mujeres y un hombre mirando atentamente lo que pasaba en mi entrepierna y tomando notas y todo.

 

A continuación, noto una manipulación de una mano enguantada en mi zona vaginal y luego esa mano me hizo brincar cuando extendió por todo mi coñito un lubricante que estaba muy frío. La misma mano lo extendió por toda la zona genital, haciendo hincapié en el clítoris y empezó a masajear toda la zona. La doctora y el aprendiz se inclinaron para mirar la reacción de mi parte inferior e iban anotando cosas como que mi clítoris había enrojecido y la enfermera me puso una mano en el pecho y dijo que mi corazón se estaba acelerando y mi respiración también. Fue el aprendiz el que constató que empezaba a sudar. La doctora dijo que habían pasado 5 minutos.

 

La ginecóloga avisó a la enfermera y se intercambió la posición con el aprendiz, es decir, el aprendiz puso la mano encima de mi pezón (que estaba durísimo) y la enfermera se puso entre mis piernas, y fue ella la que, mientras la doctora me estimulaba el clítoris, empezó a masajear con el mismo lubricante mi zona perianal…sin guantes!!!

 

La ginecóloga dijo que habían pasado 7 minutos y todos siguieron masajeando, pellizcando, acariciando mis zonas más erógenas hasta que me provocaron un orgasmo gigante cuya duración fue cronometrada por el aprendiz al mismo tiempo que controlaba mi ritmo cardíaco. Dijo que duró casi 1 minuto.

 

Mientras me recuperaba, la doctora me dio la enhorabuena y me felicitó por la buena salud sexual de la que disfruto, no me eché a reír porque todavía estaba con los espasmos post orgásmicos y además, con tanto público me estaba dando una vergüenza espantosa haberme corrido.

 

Aunque puestos a dar vergüenza lo que pasó a continuación fue casi peor. La ginecóloga me explico que me habían provocado un orgasmo de control, es decir, fácil y sin complicaciones, limitándose a estimular mis zonas erógenas directamente, con movimientos que tenían muy coordinados y estudiados y que los habían practicado muchas veces con anterioridad. Incluso a veces, habían conseguido provocar orgasmos en mujeres con problemas de “frigidez” pero que no eran más que mujeres que no habían sabido ser excitadas adecuadamente por sus parejas. Me explicó que a continuación iban a intentar provocarme un “orgasmo indirecto”, es decir que no iban a acariciar ni mi clítoris ni mi vagina ni mi ano hasta que no fuera necesario.

 

Yo me quedé sorprendida y pensando en qué me harían, pero no me dio tiempo a mucho porque la enfermera, siguiendo instrucciones de la doctora, procedió a limpiarme los dientes (sin dejar que lo hiciera yo) y a darme un enjuague bucal que luego de usar escupí en una palangana que me acercó.

 

La enfermera era una chica joven, de unos 30 años que llevaba puesta una bata verde, se colocó al lado de mi cabeza. La doctora me pidió a mí que me relajase y mirase a la enfermera y a ella le fue dando muchas instrucciones. La primera fue que se quitase la bata, la camiseta y el sujetador. La chica lo hizo y rápidamente se quedó luciendo unas tetas enormes, naturales, un poquito caídas pero con una forma preciosa y con unos pezones muy, muy oscuros y grandísimos. La doctora me pidió que le mirase los pechos porque está demostrado que en los mamíferos se trata de un fuerte estímulo en ambos sexos. A continuación le ordenó a la enfermera que se inclinara sobre mí y empezase a estimularme los oídos.

 

YO noté perfectamente el peso de sus pechos encima de los míos mientras metía su lengua por mi oreja y me la recorría muy lentamente. Por supuesto, me empecé a excitar, como bien anotó el médico de prácticas.

 

Un rato después de hacer eso, le dijo que me acariciara mis labios con su lengua y que me besara con ella dentro de mi boca (por eso me habían lavado los dientes!) Tenía unos labios muy grandes y una lengua muy juguetona y la verdad es que besaba genial. Por supuesto respondí a su beso y seguimos besándonos mucho tiempo. Las dos teníamos los pezones durísimos mientras nos rozábamos las tetas… No se cuanto tiempo pasamos así pero yo empecé a gemir, necesitaba que me acariciasen el pecho o el coñito o lo que fuese, pero lo necesitaba ya. Y la enfermera también, porque oí a la doctora decirle que si podía parar que era mejor detenerse para pasar a otro estimulo. Por desgracia, terminó parando, pero no sin antes acariciarme las tetas casi con violencia, pellizcarme los pezones un ratito y pedirme que le hiciera lo mismo. Era la primera vez que yo hacia eso y me encantó, ya te digo que sus tetas eran naturales pero tan grandes que casi no podía abarcarlas con la mano, nos pusimos cachondísimas y no hubiéramos parado si la doctora la hubiese retirado su mano de mi teta y decirle que se vistiera y anotara lo que a continuación iba a ocurrir.

 

“Estimulación visual” dijo la doctora y esta vez fue el médico en prácticas el que se quitó los pantalones y los calzoncillos y se sacó su miembro totalmente erecto y con gotitas en la punta que… fueron lamidas por la ginecóloga!!! Efectivamente, delante de mi, tan cerca que casi los podía tocar, ella empezó a hacerle una mamada de campeonato, metiéndosela hasta el fondo y luego jugando con la puntita, acariciándole los huevos, pasándole la lengua por todo el tronco, y variando el ritmo de lento a rápido… hasta que el chico, totalmente rojo, estuvo a punto de eyacular, momento en el que ella paraba para volver a empezar poco después. Y lo hizo un par de veces antes de que el se corriese en la misma palangana que yo había usado antes.

 

YO estaba hipnotizada mirándoles y loca de excitación, cosa que tuvo a bien notar la enfermera que pidió permiso a la doctora para “ayudarme”. La doctora le pregunto si necesitaba lubricante, pero le contestó que no, que lo único que yo necesitaba era correrme como una loca. Para ello, sólo tuvo que poner su lengua en mi coñito y chuparme el clítoris.

 

Yo creo que en menos de 1 minuto yo estaba teniendo un orgasmo todavía mayor que el anterior y del que me costó recuperarme un ratito.

 

Y digo un ratito porque la ginecóloga rápidamente dijo a sus colegas que no podían permitir que se bajase mi pico de excitación y que tenían que lograr provocarme un tercer orgasmo. Ella misma comprobó mi nivel de lubricación pasándome sus dedos índice y medio por los labios mayores y menores, teniendo mucho cuidado de no tocarme el clítoris que en esos momentos estaba todavía muy sensible. Dijo que toda el área estaba muy jugosa y que debería ser sencillo y muy agradable. Así que me miró a los ojos, se quitó la bata, se desabrochó la blusa y se quedó desnuda de cintura para arriba, exhibiendo unos pechos de silicona gigantes, como globos que no se movían y que tenían todavía la marca del bikini. Sus pezones eran rosas y estaban muy puntiagudos. Ella misma se los empezó a pellizcar delante de mi y creo que fue entonces cuando me dijo que podía elegir la manera de correrme, que tenía totalmente a mi disposición todos los recursos humanos y materiales de su consulta y que los usara a mi placer.

 

No tuve ninguna duda de qué era lo que me apetecía en ese momento, así que lo primero que hice fue pedirles que bajaran la silla ginecológica todo lo posible, y que inclinasen la parte que sostenía mi cabeza, de tal manera que siguiera totalmente abierta de piernas pero con el tronco y la cabeza en desnivel, quedando bastante más abajo que las piernas. Esta posición facilitaría bastante mi plan.

 

A continuación, le pedí a la enfermera que se pusiera a horcajadas encima de mi cabeza (como yo estaba tan baja, llegaba con los pies perfectamente al suelo y sólo tenía que abrirse de piernas). Directamente encima de mis ojos apareció su coñito, totalmente depilado y totalmente lubricado y brillando como un faro, totalmente rojo e inflamado, estaba su clítoris. Sabes que nunca en mi vida lo he hecho, pero puse mis manos alrededor de su culo y empecé a acariciarle todo el coñito con mis dedos, notando que estaba empapada y muy caliente y oliendo ese olor dulzón que sale de una mujer cuando está muy excitada (supongo que ya sabes a cual me refiero), estaba todavía jugando con el dedo, dudando sobre qué hacer a continuación, cuando me sacó de dudas un gemido de ella y el ruego de que le chupara todo porque estaba cachóndísima y necesitaba correrse. No me lo pensé y empecé a pasarle mi lengua de arriba abajo, y a hacer círculos con la lengua y al mismo tiempo le metía los dedos por la vagina como a mi misma me gusta hacérmelo. Sabía riquísimo…

 

YO misma me empecé a excitar muchísimo, así que le pedí al médico en practicas que aprovechara mi postura para colocarse entre mis piernas y empezar a follarme con la enorme erección que tenía.

 

Mientras, la enfermera empezó a restregar su coño por toda mi cara, dejándomela totalmente empapada y a gemir que se iba a correr- Oyéndola el médico se puso todavía más burro y se le puso todavía más gorda que lo noté perfectamente y siguió con un mete-saca que estaba volviéndome loca. En ese momento, noté una enorme contracción en todo el cuerpo de la enfermera que tuvo un orgasmo que la dejó totalmente derrumbada sobre mí. Notaba su respiración jadeante y, lentamente, empezó a besarme en la boca para lamerme todos los restos de sus fluidos.

 

Yo también estaba a punto de correrme cuando oí a la doctora decirle al médico que parase un momento (qué poderío el de esta mujer, no te digo más que el otro consiguió, no se ni como, separarse de entre mis piernas y pararse), le miré y tenía la polla totalmente violeta y a punto de estallar. Me pareció fatal hasta que descubrí la razón, la ginecóloga, hábilmente, estaba lubricando con mis propios jugos mi culito y empezó a meterme, muy despacio un dedo enguantado. Al principio costó un poco, pero al rato lo empezó a meter hasta el fondo una y otra vez, y siguió haciendo lo mismo pero penetrándome con dos dedos. Luego, haciéndose a un lado, indicó al médico que volviera a meterla. Dios mío! Era la famosa penetración doble, en este caso además me la estaban haciendo un hombre y una mujer!!! NO aguanté mi media embestida y empecé a correrme y a correrme y a correrme en uno de los orgasmos más largos, bestiales y satisfactorios de mi vida…. Cuando terminé, la enfermera siguió besándome dulcemente y creo que hubiéramos vuelto a empezar si no fuera porque la doctora, siempre tan borde, dijo que el experimento había terminado.

 

Aunque no fue verdad del todo, porque, por supuesto, el médico fue obligado a follarse a la doctora y correrse encima de las enormes tetas de su jefa!

 

Al cabo de una hora estaba de vuelta al trabajo.

 

FIN

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 10
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