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Categoría: Confesiones

Sonia vive una gran aventura después de mirar por la ventana

Hola mi nombre es Sonia, como no me conocéis empezaré a contaros algo de mi vida. Tengo 35 años, trabajo en una oficina, apenas tengo amigas ya que no soy de salir, prefiero quedarme en casa. Tengo la tez morena, ojos marrones, pelo moreno hasta los hombros y de altura aproximadamente 1,65 metros. En el tema sexual soy muy curiosa, pero por miedo a ser rechazada por las amigas que tengo no he dado el paso a probar el sexo con otra mujer. Después de describirme y contaros un poco de mi vida os voy a contar que me pasó el fin de semana pasado.

Siempre me ha gustado coger las vacaciones de verano tarde cuando el resto del mundo está en el trabajo y yo descansando. Fue hace unas tres semanas que la empecé a ver. Me suele gustar estar contemplando la ciudad desde mi ventana, viendo a todo el mundo ir de un lugar a otro a toda prisa mientras yo los contemplo desde mi ventana y al mirar al edificio de enfrente allí estaba ella, una mujer de unos 40 años hiendo de una habitación a otra, yo sospechaba que estaba limpiando el piso. Es una mujer que debe andar el 1,80 ya que, aunque soy muy mala calculando la altura de la gente, me ayudó el hecho de acercarse a su ventana para calcular la altura, su color de pelo es rubio, sin embargo tiene unos ojos negros que cuando te miran parece que ven dentro de ti, esa sensación la descubrí más tarde y unos pechos grandes. Ajena a mis observaciones, y al ir vestida con ropa holgada, según los movimientos que hacía se le veían el contorno de sus inmensos pechos.

A la mañana siguiente me puse a mirar por la ventana antes que el día anterior, pero sin prestar atención al movimiento de la ciudad, solo tenía ojos para las ventanas en que el día anterior había visto a la rubia. Al poco rato de estar observando volvió a aparecer, llevaba la misma ropa que el día anterior y seguía sin vestir en la parte superior ropa interior. El resto de la semana seguí la misma rutina, yo observando a la desconocida y ella ignorando que estaba siendo observada. El fin de semana su rutina cambió no apareció en todo el día por las ventanas.

El lunes volvió a aparecer, por las ventanas, la rubia de mis sueños llevando la misma ropa de la semana anterior, a media mañana empecé a sospechar que me había visto observarla ya que sus movimientos “casuales” que enseñaban parte de su anatomía empezaban a ser más frecuentes. En esos momentos tuve una mezcla de sensaciones, ya que por una parte sentía vergüenza por el riesgo de ser considerada por ella una asquerosa mirona o algo peor ser calificada como una acosadora…

El martes se confirmó que había sido descubierta ya que ese día llevaba una ropa aún más holgada que los días anteriores y me saludó con la mano, Yo me quedé con la boca abierta por esa vestimenta y el saludo posterior. Lejos estaba de sospechar que las sorpresas del día no habían acabado ahí, los movimientos, ya no tan involuntarios, que hacía y que hacían que su camiseta se separase de su torso eran más constantes y cada vez que se movía miraba de reojo, con una leve sonrisa en sus labios, para ver mi reacción.

El miércoles siguió haciendo las mismas cosas que el día anterior desde saludarme a moverse y mirar para ver mis reacciones. A media mañana se acercó al cristal de la ventana y empezó a empañarlo echándole vaho y antes de que desapareciese escribió dos líneas:

30 2º H

CAFÉ

Se quedó frente a la ventana con los brazos cruzados esperando la respuesta de la persona invitada. ¿Me estaría invitando a mí a café en su casa? Para salir de dudas me señalé con el dedo si era para mí esa invitación. Ella al ver mi movimiento lo afirmó con un movimiento de cabeza. Mil pensamientos bullían por mi cabeza, una extraña invitándome a café debería o no debería ir… Tardé unos segundos en decidirme y le indiqué con el pulgar que si iría, Me puse la primera ropa de sport que encontré por el armario y bajé a la calle dispuesta a conocer a aquella desconocida a la cual llevaba 3 días observando.

Crucé la calle y pulse al portero del piso que me había indicado. Un escueto “sube” y el sonido de la puerta al abrirse fue lo único que escuché. Subí a su piso con, todavía, alguna duda, pero algo en mi interior me motivaba a continuar. La puerta del piso estaba abierta por lo que entré en él y después de cerrar la puerta y darme la vuelta allí estaba ella, lo primero en lo que me fijé de ella fue sus preciosos e intensos ojos negros color azabache, que parecían leerte tus más íntimos pensamientos, el resto de su cuerpo que ya había visto a través de la ventana era igual al imaginado, incluida su altura.

Desconocida: Creo que lo primero y más adecuado es presentarnos, ¿no crees?

S: Si claro. Soy Sonia. Encantada de conocerte y gracias por la invitación.

L: Yo soy Lucía, mucho gusto. Acompáñame al salón. —La seguí hasta el salón deleitándome de su espléndida figura.— Ponte cómoda y siéntete como en tu casa, mientras yo voy preparándonos un café y ni te molestes en ofrecerme ayudar.

Estuvimos hablando de nuestro trabajo, ella se enteró que trabajaba en una oficina y ahora estaba de vacaciones yo me enteré que ella trabajaba desde casa lo que la permitía estar en casa la mayoría del tiempo y muchas más cosas de nosotras. El tiempo se pasó volando ya que cuando nos dimos cuenta era hora de comer.

S: Fíjate la hora que es… Llevamos hablando más de 2 horas. Me voy ya, que seguro tendrás otras cosas que hacer.

L: No te preocupes se me ha pasado el tiempo volando, me ha gustado la chala que hemos tenido. Por cierto ¿me das tu número de teléfono?

S: Sí, apunta 6** *** ***

Nos despedimos con un par de besos en la mejilla, mientras bajaba las escaleras recibí un mensaje de wasap, era de un número desconocido para mí.

D: Hola Sonia soy Lucía, te escribo para que tú sepas mi número. De verdad que lo he pasado genial este rato que hemos estado hablando. Nos vemos por la ventana Jajaja

En ese instante me tembló todo el cuerpo ya que aunque como ella me había escrito nos lo habíamos pasado genial conversando no había hecho mención ninguna a mi vigilancia, por la ventana, hacia su persona. Todo el resto del día lo pasé inquieta por ese mensaje. Y a la hora de dormir mis miedos alcanzaron una cota superior ya que recibí otro mensaje de Lucía y este decía “Dulces sueños, mi mirona muaks”, después de leer ese mensaje me costó conciliar el sueño y cuando lo conseguí me asaltaron unas terribles pesadillas, la peor de todas era una en que por fuera de las ventanas de mi piso había escrito en letras rojas “SOY UNA MIRONA Y UNA ACOSADORA”, y cuando intentaba borrarlas no podía. Al despertar de esa pesadilla no pude volver a quedarme dormida.

Por fin empezó a amanecer la mañana del jueves, ese día no me quedé esperando a que apareciese sino que estuve haciendo diversas cosas por mi piso y cuando la vi aparecer se me quitaron todos los miedos y paranoias que tenía desde el día anterior, esta vez no llevaba camiseta solo llevaba puesto un sujetador e hizo las tareas así vestida. A media mañana se quedó quieta en frente una ventana y se puso a teclear algo en el móvil. Al instante me aviso mi móvil que tenía un mensaje.

L: ¿Te vienes a tomar hoy otro café en mi casa?

S: Voy ahora mismo. —le contesté yo casi al instante.

El día anterior había elegido un poco la ropa ese día me puse lo primero que cogí del armario conjuntara o no, lo que quería es que esperase lo menos posible. Al llegar a su portal y pulsar el portero lo mismo que el día anterior un escueto “Sube” y el sonido de la puerta al abrirse, la puerta del piso estaba abierta, así que pasé y la cerré. Desde la cocina oí a Lucía “Pasa al salón y ponte cómoda en seguida salgo.”

Al verla aparecer si me abrió la boca de golpe yo pensaba que se habría puesto una bata por encima pero no, estaba igual que como empezó la jornada solo con el sujetador en la parte de arriba y en la de abajo unos shorts que le llegaban solo a medio culo, creo que fue en ese momento que mi curiosidad sexual por el género femenino alcanzó cotas insospechadas. Todo el tiempo que estuve en su casa tomando café me lo pasé mirándola embobada y solo contestando con monosílabos. Cuando nos despedimos no sé si fue mi inconsciente que le di los dos besos en la comisura de los labios.

Al llegar a casa estuve el resto del día pensando en lo que me hubiese encantado hacer con ese cuerpo si me hubiese atrevido o me hubiese dado pie Lucía a hacer algo. Después de cenar y visto que mi calentura no me bajaba decidí que si quería dormir necesitaba bajarme la calentura y solo conocía una forma posible…

Empecé a preparar todos los útiles que iba a necesitar para la sesión que estaba dispuesta a darme… Primero fui a la cocina a por un par de pinzas y una naranja, de mi dormitorio saqué un cinturón grande y ancho que tengo para estas ocasiones especiales, mi consolador y una bala vibradora. Me coloqué delante del espejo y me fui quitando la ropa de la forma más sexi posible para ir calentándome poco a poco, una vez desnuda me empecé a acariciar una de mis tetas, con suavidad sin apretar mis dedos solo rozando con las puntas todo el contorno esperando endurecer el pezón y para ayudar a endurecerlo de vez en cuando me lo retorcía, cuando noté que mi pezón ya estaba lo suficientemente duro cogí una de las pinzas y me lo puse en él, no os he contado pero de vez en cuando un toque de dolor me gusta y excita, con mi otra teta hice los mismos movimientos, cuando me coloqué la otra pinza en el pezón me tumbé en mi cama y me empecé a acariciar por todo el torso, incluso dando pequeños golpes a las pinzas para agudizar el dolor que me producían, en ese momento me puse el cinturón alrededor de la cintura, puse la naranja a la altura de mi ombligo y me lo apreté bien fuerte sintiendo un sutil dolor en otra parte de mi cuerpo, cuando ya sentía esos dos dolores por el cuerpo me empecé a acariciar el clítoris, y al tener tan húmedo mi coño, con la otra mano me metí dos dedos de golpe, los cuales metía y sacaba con saña, cuando estaba a punto de correrme quite ambas manos de mi coño cogí ambas pinzas y sin aflojarlas tiré de ellas, con la fuerza necesaria para arrastrándolas por la excitada piel de mis pezones, soltarlas haciéndome alcanzar mi primer orgasmo de la noche. Me volví a poner las pinzas, cogí el consolador de encima de mi mesilla, lo pasé por mi coño para lubricarlo con los jugos que exudaba mi húmedo coño y me lo metí de golpe, el cual me produjo una sensación de sentirme llena por completo, para ir recuperando fuerzas empecé con un movimiento suave cuantas más fuerzas recuperaba más rápido metía y sacaba el consolador de mi coño, después, de calculo, unos 10 minutos volvía a estar a punto para un nuevo orgasmo, en ese instante aumenté la potencia del consolador a la vez que mis movimientos de meterlo y sacarlo, gracias a esa combinación conseguí un orgasmo devastador, pero lo que yo quería era acabar reventada así que no paré y un minuto después me alcanzó un segundo orgasmo que me dejó sin apenas fuerzas, pero contenta con el gozo que me había proporcionado. A duras penas logré quitarme las pinzas y el cinturón junto con la naranja, dejé todo apoyado en el suelo y me coloqué el tanga para dormir y antes de apagar la luz para hacerlo hice mi última locura para acabar destrozada por completo me metí en el coño la bala vibradora y la puse en funcionamiento, estaba tan cansada que casi no me dio tiempo a apagar la luz de la mesilla antes de dormirme.

A la mañana siguiente me desperté con una sensación extraña dentro de mi coño no recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior, poco a poco fui espabilando y recordando los sucesos acontecidos cuando recordé lo de la bala vibradora me llevé la mano al coño y encontré toda mi tanga calada, no me preguntéis la cantidad de orgasmos que alcancé porque no la sé, pero sospecho que fueron varios, ya que la bala estaba sin batería… Recogí la habitación, la ventilé y me duché dispuesta a seguir observando a Lucía por la ventana.

Si el jueves me dejó sin palabras lo del viernes ya no encuentro el nombre para como me quedé, y eso que me había relajado bastante esa noche… Apareció con un body azul semitransparente y para que no hubiese malos entendidos esta vez se alejó un poco de la ventana y pude ver que no llevaba nada más, así alejada cogió el móvil y se puso a escribir algo, al instante me llegó un mensaje. “¿Te gusta este modelito? Y cambia esa cara que parece que has visto un fantasma… jajaja”

Ya el día anterior me había puesto caliente con el modelito pero es que el del viernes… Si no se me cayó el tanga al suelo es porque lo tenía pegado al coño de lo mojados que estaban ambos, y encima esa risa a mi costa. Pero ese mensaje me hizo cambiar la cara, ahora la miraba pero intentaba que no se me notase las sensaciones que me provocaba.

Como el resto de la semana a media mañana me llegó un mensaje de Lucía invitándome a café en su piso, me fui a mi habitación y empecé a buscar que modelo de ropa ponerme, cosa que no había hecho antes, lo de elegir la ropa que ponerme, al final me decanté por un sujetador deportivo y un short que me llegaba a medio culo.

Esta vez al llegar al portal no me hizo falta llamar al portero automático ya que la puerta estaba abierta, al igual que la de su piso por lo que también entré y me dispuse a ir al salón a esperar a que trajese el café. La esperé en el salón de frente a la puerta, cuando Lucía entró en el salón casi se le cae la bandeja en que traía el café lo cual por un lado me alegró, ya que había conseguido sorprenderla.

El tiempo pasaba volando cuando estaba hablando con Lucía y cuando nos despedimos después del café esta vez fue ella quien me beso a mí en la comisura de los labios, y justo cuando abrió la puerta me volvió a sorprender.

L: Mañana te invito a cenar. ¿Aceptas?

S: Si por supuesto que acepto. –Aunque tarde unos segundos en reaccionar para contestar—.

Me fui rápidamente a casa tenía que encontrar dentro de mi armario para ver que ropa me pondría para la cena del día siguiente. Después de mucho buscar me decanté por un vestido corto negro con la falda no muy entallada, unas medias negras, un tanga rojo tipo hilo dental y unos zapatos negros de medio tacón. Contenta de haber elegido el conjunto de ropa que iba a llevar a la cena me decidí a cenar ya que ya era la hora de hacerlo, esa noche no dormí bien los nervios por la cena del día siguiente no me dejaban hacerlo.

El sábado cuando desperté sin haber dormido mucho me puse a pensar que podía llevar para la cena, decidí que llevarla un ramo de flores hubiese sido demasiado así que decanté por algún vino adecuado, finalmente me decidí por un “Bordón Gran Reserva” una vez decidido el vino, no me costó mucho encontrar un sitio donde vendían el vino en cuestión.

A eso de la una de la tarde me llegó un escueto mensaje de Lucía “Te espero a las 8.” Tenía siete horas para prepararme, así que comí con tranquilidad y me fui a prepararme con esmero, me duché y aunque no hacía mucho que me había depilado me di una repasada para quitar los pocos pelos que habían crecido por mi cuerpo y así a las 8 menos diez ya estaba lista para ir a casa de Lucía. A menos cinco tocaba el portero automático, el cual me abrieron casi al instante, Lucía estaba esperándome con la puerta de su piso abierta, cuando la vi vestida con un chándal se me cayó el mundo encima yo estaba con un vestido y ella vestía como de andar por casa.

L: No te preocupes cuando vayamos a cenar acabaré de arreglarme, no pensaras que voy a cocinar vestida de punto en blanco ¿verdad?

Después de ese comentario volví a respirar tranquila, nos dimos un par de besos, esta vez de forma consciente, en la comisura de los labios, le di la botella de vino, la llevamos a la cocina para ir abriéndola y que se oxigenarse, después de ello me llevó al salón y allí me llevé otra sorpresa…

L: Sonia te presento a mi marido Aitor.

A: Encantado.

S: Igualmente. —Contesté con la cara blanca de impresión, ya que no esperaba que Lucía estuviese casada. —

Estuvimos los tres charlando un rato contándonos historias de nuestras respectivas vidas y yo poco a poco iba cogiendo más confianza con la pareja. Cuando Lucía se levantó para ver si faltaba mucho para que la cena estuviese hecha, con la excusa de ayudarla me fui con ella.

S: ¿Tú estás loca? ¿Por qué no me dijiste que estabas casada?

L: No te preocupes, Aitor y yo no tenemos secretos, desde el primer lunes que te vi observándome le he contado todo a mi marido.

Se me volvió a desencajar la mandíbula por mi boca abierta, ¿Cómo que desde el primer lunes? ¿Sabía desde el principio que la estaba observando? si pensaba que hasta el martes de esta semana no se había fijado en mí… Ensimismada en esos pensamientos la seguí hasta el salón donde anunció

L: La cena estará lista en cinco minutos voy a prepararme para cenar.

Se dirigió a la habitación a cambiarse de ropa, no me reponía de un shock que ya estaba sufriendo otro por “culpa” de Lucía, esta vez el shock vino por la forma en que se había vestido, en el momento de entrar estaba mirando al suelo, así que empecé a fijarme que se había puesto unas sandalias con unas medias de rejilla, más arriba llevaba una minifalda tipo tubo muy ajustada y cuando llegué a la parte superior ya fue lo no va más… Llevaba un body transparente rojo.

L: Sonia despierta… He pensado que como vamos a cenar en casa y nadie me va a ver me he decidido ponerme ropa elegante pero cómoda. ¿Te gusta el conjunto?

S: Si me encanta la forma que te sienta el conjunto. —Dije yo sin apenas pensar mi respuesta—.

Aitor y yo nos sentamos a la mesa mientras Lucía traía el primer plato, que resultó ser un surtido de ibéricos y quesos, al sentarse lo hizo al lado de su marido. Cuando estábamos por la mitad del primer plato empecé a sentir el roce de un pie a lo largo de mi gemelo, con mucho esfuerzo conseguí que no se me notase el respingo que di, miré la cara de mis compañeros de cena y Lucía me guiñó un ojo, así que sospechando que la persona que me acariciaba el gemelo era ella la dejé continuar haciéndolo. Cada vez subía más arriba al acabar el primer plato sentía su pie a un par de centímetros de mi tanga, para esos momentos mis pezones se me notaban a través de mi vestido como si no llevase nada.

Lucía se levantó para ir a por el segundo plato, se colocó a mi derecha para dejarlo encima de la mesa y aprovecho esa cercanía para susurrarme al oído.

L: Disfruta de esta noche y piensa que no haremos nada que tú no quieras hacer.

Esas palabras me descolocaron por completo. ¿Sería qué Aitor también iba a jugar conmigo? No tardé mucho en averiguarlo, casi nada más sentarse Lucía su pie siguió acariciarme con uno de sus pies, pero esta vez subiendo y rozando mi húmedo coño, mis pezones que habían disminuido un poco al no sentirme acariciada volvieron a recuperarse al instante, Lucía estaba a punto de darme un orgasmo solo a base de sus pies, tenía los ojos cerrados para sentir más el roce cuando sentí un segundo pie, pero su roce era distinto, abrí los ojos y me fijé en la cara de Aitor, en un instante supe, sin mirar, de quien era ese pie. Tanto Lucía como Aitor debían estar muy entrenados en estos juegos ya que con el jueguecito de los pies me tenían al borde del orgasmo pero no me dejaban alcanzarlo. Por culpa de los jueguecitos de pies el segundo plato nos duró más tiempo del que de normal tardaríamos. Cuando acabamos el segundo Lucía se levantó y, como al servirlo, para retirarlo de la mesa se colocó a mi lado y cuando pensé que iba a retirar los platos…

L: Y si ahora te apetece, el postre eres tú.

Y sin decir otra cosa me dio un beso que me metió su lengua hasta el fondo de mi garganta. Yo como contestación colaboré gustosa en el beso y sin romperlo me fui levantando poco a poco, cuando ya estaba levantada le agarré el culo por encima de la falda y fui subiéndosela para al final apretarle el culo sin que tela alguna se interpusiera entre nuestras pieles. Mientras nos besábamos, me conducía a su dormitorio, al llegar me puso de espaldas a la cama y usando su peso nos hizo caer en ella, todo ello sin despegar nuestros labios. Al estar yo debajo empezó a subir mi vestido, cuando lo tenía por la cintura sentí los labios de Aitor besando suavemente mis muslos, fue subiendo poco a poco y cuando llegó a mi coño, empezó a lamer mis jugos por encima de mi tanga, mientras Lucía ya me había subido el vestido hasta el cuello, en ese punto rompió el beso y empezó a lamerme los pezones y quitarme del todo el vestido. Aitor también me quitó el tanga dejando mi coño totalmente expuesto, empezó a lamer directamente mi clítoris para sacarlo del capuchón, y cuando lo logró lo agarró con los dientes, momento que aprovechó Lucía para hacer lo mismo con el pezón que estaba chupando en ese momento, esos pequeños mordiscos dobles en tan sensibles puntos me hizo alcanzar mi primer orgasmo de la noche. Haciendo un gran esfuerzo conseguí ponerme encima de Lucía para desnudarla también a ella, cuando ambas estábamos desnudas nos pusimos a desnudar a Aitor que era el único de los tres que tenía la ropa puesta, sin hablar pero como si lo hiciésemos al ir desnudando a Aitor ambas besábamos la parte de piel que quedaba al descubierto cuando le quitábamos una prenda, dejamos para lo último sus calzoncillos y mientras Lucía estaba a su espalda dándole mordiscos en su culo, yo por delante le estaba comiendo la polla con una mano en sus bolas y otra en mi coño metiéndome dos dedos, después de un rato, Aitor me apartó y me puso en la cama, me hizo ponerme a cuatro patas y gracias a mi saliva y a los jugos de mi coño me la metió de un solo viaje sin apenas sentir dolor. Mientras Aitor me la iba metiendo y sacando a un ritmo fuerte Lucia se puso a mi lado a comerme con ansía la boca, mientras uno de sus dedos jugaba con el anillo de mi culo, recogía fluidos de mi coño y me los pasaba por el culo, cuando decidió que ya había bastante fluido me metió un dedo en el culo mientras Aitor me follaba el coño, con los dos agujeros, uno lleno y el otro un poco dilatado, y gracias al ritmo imprimido por Aitor me corrí por segunda vez. Aparté a Aitor de mí y me lance a por Lucía, fui bajando por su cuerpo lamiendo, besando y mordiendo por todo él sin orden aparente solo porque me apetecía hacer esa acción en ese momento, cuando llegué a su húmedo coño le hice una seña a Aitor el cual se acercó a mí y empezamos a comérselo los dos a la vez, la pobre Lucía no pudo resistir mucho con dos bocas comiéndole el coño a la vez y se corrió casi al instante. Aitor me volvió a poner a cuatro patas, en esa posición subió a Lucía a mis espaldas y empezó a follarnos a las dos a la vez, cuando me estaba follando, metía un par de dedos en el coño de Lucía, y cuando follaba a Lucía era ella quien me metía un par de dedos a mí para seguir los tres lo más calientes posibles, llevábamos ya quince minutos con esa posición y estábamos a punto los tres de corrernos así que Aitor aceleró el ritmo en el coño de Lucía y ella en mi coño e instantes después nos corrimos los tres a la vez, yo rápidamente me salí de debajo y empecé a comerle el coño a Lucía tragándome la lefa de Aitor que de este rezumaba.

Sin ganas de ducharnos nos metimos en la cama yo en medio y en los laterales Lucía a la que abrazaba y Aitor que me abrazaba. A eso de las nueve de la mañana sentí a Aitor moverse, yo hice un movimiento para levantarme también pero Aitor me lo impidió con un gesto suave.

A: Sigue en la cama tranquila, Lucía ya sabe que los domingos me marcho temprano. —Se despidió de ambas con un dulce beso en los labios y al rato sentí cerrarse la puerta del piso—.

Caí rendida al instante tres orgasmos en una noche casi seguidos me habían dejado agotada. Estaba en la gloria durmiendo cuando mis sueños se volvieron más húmedos y reales, me estaba mojando entera cuando desperté sobresaltada para ver a Lucía que me estaba comiendo el coño y por eso lo tenía húmedo estaba en la gloria, pero aun así conseguí darme la vuelta para a la vez que me comía el coño yo comérselo a ella, estuvimos jugando a intentar hacernos ver el orgasmo pero impidiéndonoslo llegar mutuamente, ambas parecíamos expertas ya que lo menos fue veinte minutos en que ambas nos lo negamos mutuamente. En ese instante dejé de comérselo y estuve mirándola para ver si me devolvía la mirada, ella extrañada de no recibir placer me miró y fue entonces cuando le hice una señal que ella entendió y empezamos a comernos los coños para que ambas alcanzásemos el orgasmo tanto tiempo denegado, fue devastador para ambas, los orgasmos tanto tiempo negados los compensamos en uno solo. Lucía se puso a mi lado y descansamos juntas unos minutos, yo sospechaba que aquello no había acabado que faltaba la definitiva…

Lucía se levantó y se acercó a la mesilla y sacó una cosa que no había visto nunca aunque entendí rápidamente su uso… Era un Strap-on con cuatro consoladores.

L: Ayúdame a colocármelo.

Yo lo hice usando bastante lubricante sobre todo en el consolador anal.

L: Ahora tú.

S: Con cuidado, apenas he usado mi culo.

L: Tranquila cariño tendré mucho cuidado.

Lucía empezó a aplicar lubricante en mi culo ya que mi coño estaba tan húmedo que no necesitaba nada, me colocó a cuatro patas, pero antes de meterme el consolador me metió un dedo para ir dilatándome el culo, segundos después metía el segundo y cuando noté que los dos entraban y salían con facilidad y esperaba un tercer dedo me metió despacio pero sin parar los dos consoladores por mis agujeros a la vez. Una vez dentro del todo estuvo unos segundos quieta hasta que mi culo se acomodase al grosor del consolador y cuando lo consideró conveniente empezó a moverse, al instante ambas empezamos a gemir de placer y Lucía cuanto más gemía yo más rápido se movía ella, hasta que llegamos a un punto que más que gemir chillábamos de placer, no sé cómo aguantaba ese ritmo de follada que me estaba dando, pero lo cierto es que no parecía que estuviese fatigada, unos diez minutos de ese ritmo de follada nos corrimos a la vez por los cuatro agujeros a mí me abandonaron las fuerzas y caí rendida a la cama, Lucía sin apoyo que la sujetase vino detrás de mí aún con los consoladores dentro de ambas y se quedó quieta unos minutos descansando y recuperando fuerzas, cuando recuperó las necesarias se levantó se quitó el strap-on y se fue a la ducha, yo seguí un tiempo más en la cama, cuando la sentí salir de la ducha entré yo y al salir me fui a la cocina. Allí estaba ella acabando de hacer la comida, al sentirme entrar se acercó y me dio un pico en los labios, no hacían falta palabras con ese gesto por parte de ambas ya estaba todo dicho.

Después de comer y limpiar lo que habíamos ensuciado le di un suave beso en los labios y me despedí de ella.

Hoy lunes lo primero que he hecho ha sido mover la mesa del comedor, en la que tengo el ordenador, y ponerla de forma que pueda ver las ventanas del piso de enfrente. Ahora mismo estoy escribiendo este relato mirando por la ventana de vez en cuando para ver, cuando Lucía empiece con las tareas del día, con que ropa aparece.

Saludos húmedos, Sonia.

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