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Categoría: Maduras

Patricia (3: A solas con ella)

Tras el domingo de los calentones se presentaba ante mí una semana bastante aburrida ya que a finales de esa semana empezaba el Festival de Benicàssim 2007 y todo mi grupo de amigos iba a ir, pero yo, el más tonto de todos no lo haría.



Había hablado con mi jefe para que me diera el viernes y sábado libre, así sumado a que descansaba jueves y domingo podría asistir, pero se negó alegando que no podía prescindir de un camarero tantos días y más estando en temporada alta. La verdad es que ya me costó tener como día de descanso el domingo, ya que el jueves era el día que el restaurante cerraba, eso sí, lo conseguí pero a base de cobrar menos. Total, que me quedaba sin ir al festival mientras que Javi había conseguido cambiar algunos turnos en su trabajo pero las dos semanas siguientes debería de trabajar los jueves para recuperar esos días. Así, con Javi y el resto de la pandilla fuera, me esperaba una semana larga y tediosa.



 



El miércoles Javi vino a mi casa tras el trabajo para que le prestara la tienda de campaña. Estuvimos hablando un rato, principalmente sobre la putada que era el quedarme fuera del viaje. Ellos se irían el jueves bien temprano por la mañana y no regresarían hasta el domingo por la tarde-noche, ya que las seis u ocho horas de carretera no se las quitaba nadie.



 



El jueves amanecí sabiendo que me esperaba un día singular, así que decidí aprovechar para hacer esas cosas que uno nunca quiere hacer pero que hay que hacerlas de vez en cuando. Me puse a limpiar y ordenar mi dormitorio. Desde antes de terminar con los exámenes de Junio no lo había limpiado y había ya tantas pelusas en el suelo y tanto polvo en los muebles que parecía que fuese Indiana Jones desenterrando el arca perdida.



 



-Pero que responsable eres cuando quieres. – me recrimina mi madre cuando pasa por delante de mi habitación.



 



Y pasaron las horas, y entre limpiar y estudiar ya había pasado la mañana y media tarde, así que harto de estar en casa, me pongo el bañador, meto en la mochila una toalla, el mp3, un par de refrescos, arranco la moto y me voy la playa un rato.



En la playa me situé con buen tino cerca de un grupo de cuatro guiris de más o menos mi edad y tras algunas miradas y sonrisas me lanzo a hablar con ellas, no sin dificultad pues hablan muy deprisa para que pueda comprender todo con exactitud, pero entendía y me hacía entender sin tener que recurrir al lenguaje gestual.



Tres de ellas eran inglesas y la otra galesa, y está estaba especialmente buena, rubia, ojos verdes, la piel colorada por el sol, delgada, unas tetas no muy grandes pero muy bien puestas. En fin, una muñeca que porcelana. Claire se llamaba, y entusiasmado estaba yo sabiendo con quien me iba a divertir el resto de la semana cuando me dicen que se iban el viernes por la tarde. ¡Se jodió todo! Pensé. Bueno, al menos iba a pasar un buen rato ese día y así fue. Me preguntaron si volvería al día siguiente a la playa, pero les dije que trabajaba, así que les propuse que fueran a almorzar al restaurante donde trabajaba y sin decidir nada en claro nos despedimos.



 



El posible romance con Claire se había esfumado pero al menos me había servido para despejarme un poco tras pasarme todo el día en casa.



 



Camino a casa paso frente al supermercado donde trabaja la madre de Javi y un poco más lejos, en la misma calle, la veo de pie con su uniforme de trabajo en la parada del autobús. Paro a su lado y me quito el casco para que me reconozca.



 



-¡Hola!



-¡Vaya! Hola Alex. – me saluda sorprendida. - ¿Qué tal?



-Bien, vengo de estar un rato en la playa. ¿Vas para casa?



-Sí, Javier se ha llevado el coche al festival así que estos días toca coger el autobús. – se encoge de hombros.



-Pues si quieres te llevo a casa, así no tienes que seguir esperando.



-No sé, no sé. – me dice poniendo una falsa cara de sospecha. – Anda sí, llévame que me haces un favor.



 



Le ofrezco mi casco para que se lo ponga mientras me coloco la mochila entre las piernas.



 



-Ni se te ocurra ponerte a hacer caballitos con la moto ni nada parecido. – me amenaza con su dedo en alto antes de colocarse el casco.



-Qué no, mujer. Sube ya. – la insto riendo.



 



Patricia se sube detrás de mía una vez puesto el casco, se cuelga el bolso en un hombro y me da un par de golpes en el hombro que interpreto como un "OK, adelante" y arranco.



Su casa no está lejos por lo que decido ir con calma ya que a pesar de no estar pegada a mi espalda, noto sus voluptuosos pechos acariciándome, sobre todo cuando freno y en las curvas, además de tener mi culo a las puertas de su coño. Todo esto hace que mi verga se haya empinado y temo pero a la vez deseo que sus manos que sujetan mi cintura bajen para notar mi tiesa y erecta calentura.



En un plis-plas ya estamos en su casa, por lo que Patricia se apea de la moto y se quita el casco.



 



-Uff, qué agobio el casco. – dice mientras se arregla un poco los pelos.



-Vamos, vamos, no te quejes que si no fuera por mí aún estás en la parada esperando el autobús.



-Eso no lo niego. – se ríe. – Y te lo agradezco, porque con el calor del verano meterse en un autobús. – se tapa la nariz y hace una mueca de asco, a lo que ambos reímos.



-Ya te digo. Yo es que no me acordé que Javi se llevaba el coche, si no te hubiera llevado también. – digo con total sinceridad, ya que no sería la primera vez.



-¡Ay! Tanta amabilidad me conmueve. – se cachondea de mí.



-Claro, así luego no puedes decir que no te cuidamos cuando te tenemos como a una reina. Que tienes hasta chofer particular.



-¡Uy, sí! Colmada de atenciones que me tenéis tú y mi hijo. Tantas atenciones recibo de vuestra parte que ayer mi hijo ya me reclamó el dichoso masaje.



-¿Ah sí? – pregunto muy sorprendido.



-Ya ves, me lo pidió anoche antes de acostarse, para dormir bien dado que hoy les esperaba muchas horas de conducción.



-Entonces ya mismo habré de cobrar el mío no sea que me caduque. – pongo una pose pensativa.



-Vaya dos, y yo pensando en que me lo perdonaríais.



-Ni hablar. – rio.



-Bueno, ¿qué vas a hacer estos días? Porque todos se han ido al festival, ¿no? – me pregunta tras un cortísimo silencio. – Si quieres venirte a la piscina, por mí no hay problemas, ¿sabes? Te llegas al supermercado, me pides la llave de la entrada y cuando termines me la devuelves.



-Gracias Patri, pero no es eso. Lo malo es que para dos días de descanso que tengo, estoy solo. – me quejo. – Como hoy, que si no me voy un rato a la playa acabo todo el día en casa limpiando o estudiando. Y no quiero que la noche del sábado y el domingo sean igual. No sé, supongo que veré alguna película.



-Vaya, pues yo estoy al revés que tú. Mis compañeras van a salir este sábado pero no me apetece salir. Últimamente no me apetece mucho bailoteo ni tanta fiesta. – su cara se entristece un poco.



-Es verdad, este mes apenas has salido. Javi y yo no sabíamos si te pasaba algo. – miento con dolor, pero también con el morbo de aquella noche de desenfreno y rudeza.



-Sí, bueno, supongo que va por rachas, ¿no? – se esfuerza por sonreír. – En fin, que somos dos amargados sin nada que hacer. Pues si te apetece tráete las películas a casa y vemos alguna. Además, tú y yo tenemos una charla pendiente. – vuelve a indignarse falsamente. – Porque vaya semanita me has dado.



-Y puede que me venga bien un masaje, ¿sabes? – digo arqueando las cejas.



-Pues mira, mi hijo dice que tengo muy buenas manos, que levantan el ánimo. – expone muy orgullosa mientras se remanga la camisa del uniforme a la vez que empiezo a partirme de risa. - ¿Y ahora qué te ha dado, a ver?



-Jejejejje. Nada, que buenas tienes algo más que las manos. – consigo decir entre risas. – Y puedo apostar que le levantaste el ánimo a Javi, jajajajajajjajajajaj – hago con la mano el gesto de masturbarse.



 



Patricia se queda con la boca y los ojos abiertos de par en par e intenta decir algo, pero no le salen las palabras. Me da un par de golpes en la mano para que deje de hacer ese gesto.



 



-¡Por Dios con los niños! Si es que habláis en clave. Definitivamente tenemos que hablar tú y yo, pero creo que mi hijo también va a necesitar explicarme algunas cosas.



-Bueno, yo me voy ya. – trato de escaquearme. – Te tomo la palabra y nos vemos el sábado si es que no me sale algún plan mejor.



-Sí, mejor vete, no sea que todavía me arrepienta. – hace amago de darme otro azote.



-¡Adiós!



-¡Adiós!



 



No me lo creía, sábado noche con Patricia, los dos solos. Uuufff, eso era demasiado bueno para ser verdad. ¿Qué plan mejor había que ese? Tenía ganas de llegar a casa para hacerte una buena paja en su honor, quedarme dormido y no despertar hasta el sábado por la noche. Y casi casi ocurre así, salvo que el viernes y el sábado tenía que currar, claro está. Aunque el viernes hubo algo de bueno, Claire y sus amigas vinieron a comer al restaurante, así que tras el almuerzo, un descuentillo que les hice, nos despedimos no sin antes cambiar e-mails (Gales, voy para allá en cuento pueda, jejej).



 



Llegó así el sábado, y no habiendo mucha clientela a última hora de mi turno, le pedí a mi jefe salir antes. Esta vez accedió, supongo que sabiendo que me había jodido un fin de semana, se apiadó de mí. Si al final el cabroncete era buena gente. Miré el reloj y cual proyectil fui en moto directo a casa a ducharme y cambiarme. Terminé y salí flechado nuevamente, pero esta vez rumbo al supermercado de Patricia esperando que no hubiera salido aún, cosa que dudaba ya que estaba oscureciendo.



Al llegar no la vi en la parada por lo que aparqué delante del super y me dispuse a llamarla al móvil para saber si ya había salido. Cuando siento un golpe en el casco.



 



-Creo que me voy a buscar otro chofer que no llegue tarde. – me dice Patricia.



-¿Pero cómo sabías que iba a venir? Te iba a llamar para saber si ya habrías salido.



-Porque te conozco bien, bribón. Salí hace diez minutos pero al no verte me quedé dentro charlando para hacer tiempo. ¿Nos vamos ya?



-Espera. – bajo de la moto, abro el asiento y saco un casco de los que no cubre la cara. – Toma, ponte este mejor.



-Pensándolo bien me quedo con este chofer. – sonríe. Se lo pone y una vez subida en la moto nos vamos a su casa.



 



Durante el trayecto el corazón me late rápidamente. Vuelvo a sentir sus manos en mi cintura y sus pechos en mi espalda levantándose mi "animo" otra vez.



Cuando llegamos a la urbanización empiezo a buscar aparcamiento, pero la madre de Javi me da una palmada en el hombro y me señala a la puerta del garaje que se está abriendo, veo que llevo el mando a distancia en la mano. Entro en el parking y dejo mi moto junto a la vieja moto de Javi en su plaza de aparcamiento. Guardo el casco de Patricia en la moto y me llevo el otro conmigo.



 



-¿Qué películas has traído? – me pregunta ella mientras vamos hacia el ascensor que nos llevará al ático en la quinta planta.



-Pues unas cuantas, así tenemos para escoger: Charada, Con la muerte en los talones, Moulin Rouge, Trainspotting y un par más.



-Me parece bien.



 



Entramos por fin en su casa y la puerta se cierra tras de mí. El corazón me da un vuelco. ¡Estoy dentro! Como otras tantas veces con Javi y alguna que otra ella y yo solos, pero ahora es distinto, desde aquella noche en la que me la follé todo es distinto.



 



-Yo voy a ducharme y a cambiarme. – interrumpe Patricia mis pensamientos. – Si quieres jugar con la consola de Javi no te cortes, aún así no tardaré mucho.



 



Veo como se aleja por el pasillo hacia su cuarto, donde recoge algunas cosas para entrar al baño junto a su dormitorio. Oigo como empieza a caer el agua y me voy a la terraza. Pienso que puedo forzar un encuentro similar al del domingo pasado cuando ella salga del baño, así sigo esperando en la terraza, donde todo sea dicho se está de escándalo. Ya ha terminado de oscurecer y no hace nada de calor ni corre brisa alguna.



Pensando en eso estoy cuando oigo un ruido. Me doy la vuelta y veo que la madre de Javi sale por la ventana de su cuarto que da a la terraza. ¡Me despisté!



 



-Ya estoy lista. – dice mientras está terminando de secarse el pelo con una toalla.



-Podríamos cenar algo aquí fuera, esta noche se está muy buen, no hace ni frío ni calor. - le propongo haciéndole un escáner global. Lleva un camisón amarillo parecido al verde que llevó a la piscina y unas sandalias.



-Pues no es mala idea. Así hablamos un poco. – dice esto mirándome con sospecha. – Pero no sé qué hacer para cenar.



-Hacemos una tortilla, ponemos unas aceitunas, algo de queso y jamón y listo, como si estuviéramos por ahí de tapeo.



-Pues ve cortando el queso y el jamón si queda, yo me termino de secar y hago la tortilla.



 



Preparamos de comer, nos servimos unas cervezas y cenamos a gusto en la terraza. Hablamos de los estudios, trabajo, de lo poco que Javi nos había contado cuando llamó desde el festival hasta que cuando terminamos de cenar e íbamos por la segunda cerveza le di a elegir qué película quería ver. Pero ella cambia radicalmente de tema.



 



-¿A qué se supone que estás jugando, Alejandro? – me pregunta desde el otro lado de la mesa con sus ojos clavados en los míos.



-No sé de qué me estás hablando, Patri. – miento descaradamente haciéndome el sueco.



-¿Ah no? ¿Y lo que ha pasado esta semana atrás entonces a qué ha venido?¿O serán imaginaciones mías?



-De verdad, qué no entiendo a qué te ref…



-¡Alex, leches! Pónmelo más fácil y no me vengas con milongas. – calla un breve momento. – Me has pillado dos veces medio en cueros, una de ellas ahí mismo. – señala una de las tumbonas.



-Si te vi en topless fue pura coincidencia, sólo iba a recoger mi toalla.



-Vale, eso puedo creerlo y entenderlo, podría haberle pasado a mi hijo, o a mí con alguno de vosotros. – dicho esto último veo como desvía un poco la mirada. – Pero luego me "pillas" también en mi habitación.



-Ahí reconozco que debí de haberte avisado de que iba a entrar pero fue totalmente involuntario. – y era verdad.



-¿Y el domingo en la piscina? ¿Qué dices a eso? – me pregunta removiéndose en la silla acalorada. – Y no me digas que fue sin intención, que me desabrochaste el sostén del bikini dejándome con las tetas al aire. Eso sin contar los toqueteos de tu po…



-Pero eso era un juego. – trato de quitarle hierro al asunto. – Lo mismo que tú hiciste con Javi al bajarle el bañador.



-Alex, ambos somos ya adultos y estamos en confianza como dices tú. Sé sincero y dime si todas las veces que te sentí en la piscina eran un juego porque a mí no me lo pareció. – bebe otro trago de cerveza. - ¿Qué pasa contigo, dime?



-Pasa que uno lleva ya muchos meses sin un buen polvo. – suelto de sopetón. – Y desde que te vi en topless me tienes excitadísimo. Lo cual es comprensible con el cuerpazo que tienes. Anda, toma sinceridad.



-Pero, pero… tú no… Alex, tú no estás bien. – consigue decir. – No sabes lo que dices. Si puedo ser tu madre.



-Pero no lo eres. Eres una mujer simpática, guapa y con un cuerpazo que levanta los ánimos. – hago un guiño citando a su hijo.



-¡Calla, calla, calla y no sigas!



 



Se hace un incómodo silencio, estoy muy nervioso y se ve que ella también. No nos miramos directamente aunque sí de reojo. Bebo un poco porque se me seca la boca.



 



-¿Acaso estás tratando de ligar conmigo? – me dice finalmente mirándome a los ojos de nuevo. Su cara refleja una mezcla de seriedad e intriga. - ¿No deberías de estar tratando de llevarte al huerto a niñas de tu edad en vez de a la madre de tu amigo?



-Ya, pero es la madre de mi amigo la que me atrae sexualmente y no las niñas de mi edad.



-¡Vaya con el niño! Alejandro, eso no es posible, soy mayor que tú, la madre de tu amigo. No puede haber nada entre nosotros, ¿es que no has pensado en ello?



-Me vas a decir que nunca has salido por ahí para enrollarte con alguien que simplemente te atraía físicamente aunque no lo conocieras de nada sin saber siquiera saber si era mayor o menor que tú. Simplemente buscando una buena noche de sexo.



-Lo que yo haga cuando salgo es cosa mía y no tiene nada que ver. – se defiende-



-Sinceramente, creo que ninguno de los dos busca una relación formal, yo sólo he hablado de deseo y atracción sexual. – hago una pausa, veo que ella está muy intranquila. - ¿Me puedes responder a algo?



-¿Eh? Dime a ver.



-¿Por qué aceptaste lo del masaje? ¿Por qué estamos esta noche aquí después del día de la piscina? Creo que eres tú la que no es sincera.



-Creo que es mejor que te vuelvas a casa, Alex. – se levanta de la silla sin más comentario y se apoya en la barandilla de la terraza.



 



No esperaba ese final a la conversación, la verdad, así que durante un momento me quedo sentado con cara de gilipollas, la cerveza al alcance de la mano y la polla empalmada desde hace rato. Así que tras asimilarlo me levanto dispuesto a irme, pero cuando veo a Patricia de espaldas con ese camisón que no oculta la forma de sus anchas caderas y su culo carnoso me dirijo hacia ella y lentamente le rodeo la cintura con mis brazos mientras me pego bien a ella haciéndole notar mi erecta polla en su culo.



Ella se sobresalta y agarra mis brazos con sus manos haciendo algo de fuerza, que no mucha, para que la suelte, aunque sin conseguirlo.



 



-Alex, esto no está bien. Venga, déjalo. – me apremia a la vez que empiezo a besarle el cuello desde atrás.



-¿Por qué? – pregunto y subo lentamente una de mis manos hacia la parte baja su pecho izquierdo.



-Porque no. No puede ser. – lucha consigo misma entre débiles jadeos a la vez que bajo mi otra mano hacia su entrepierna y acaricio por encima del camisón sus muslos y su vagina. – No vayamos a cometer un error, vamos a dejarlo aquí.



 



Yo no estoy en situación de dejarlo y creo que ella tampoco, pero la cordura aún se impone en ella. Llevo mis manos a sus hombros y los acaricio, desciendo por sus brazos otra vez apoyados en la barandilla y vuelvo a subir, siguiendo así durante un rato. Luego bajo mis manos sobre sus pechos arrancándole un gemido y sigo descendiendo hasta su cintura, donde detengo mis manos y empiezo a levantar poco a poco el camisón que se interpone entre mi piel y la suya, a la vez que hago movimientos de penetrarla con mi polla entre sus nalgas.



 



-Alejandro, por lo que más quieras, para. – jadea. – No sigas que no puede ser.



-Pues ahora lo que más quiero es tener tu cuerpo para mí.



 



He terminado de subirle el camisón y acaricio su coño notando que sus bragas están húmedas. Cuando lo hago, Patricia echa una mano hacia atrás y me sujeta por la cabeza. Ella empieza a gemir.



 



-¡Mmmmm!¡Aaahhh!¡Aaahhhh! – Empieza a mover su culo contra mi polla. Ya es mía.



 



Me detiene la mano que acaricia su vagina, se da la vuelta y tras mirarme con esa mirada característica en ella de "Vaya tela con el niño" nuestras lenguas se enzarzan juntas interrumpidas sólo por algún suave mordisco.



Ahora es ella la que me acaricia y devora con ansia, sus manos se libran rápidamente de mi camiseta arrojándola por el suelo. Mis manos en cambio van de su espalda a su culo indiferentemente.



Lentamente la conduzco a la tumbona, aquella donde la vi en topless, la hago tumbar con las piernas flexionadas y suficientemente abiertas. Su respiración agitada hace que sus pechos suban y bajen rápidamente. Su mirada refleja excitación y nerviosismo, como si fuese una chica ante su primera vez y no sabe qué hacer.



 



-Trátame bien, por fa…



 



No acaba la frase porque ya he metido mi cabeza entre sus piernas y mi lengua no deja de lamer sus mulos, sus ingles y su coño por encima de unas braguitas verde oscuro. No aguanto mucho así por lo que le quito las bragas, ella me facilita la acción levantando el culo. Y ahora sí, su coño peludito y chorreante es devorado por mi ávida lengua.



 



-¡Mmmmm!¡Sssííííííí!¡Aaahhh!¡Sssííííí! – una de sus manos aprisiona mi cabeza contra su vagina lo que no me impide ver como con la otra se acaricia y estruja sus tetas por encima de la ropa.



 



Introduzco un dedo en su coño, pero no muy profundo, apenas una falange y lo muevo dentro y fuera haciendo lentos círculos mientras que mi lengua ataca sin piedad su clítoris ahora prominente. Lo lamo, chupo y vuelvo a lamer haciéndole emitir gemido tras gemido.



 



-¡Aaaaahhhhh!¡Dios! – sus dos manos se enredan entre mi pelo y abre más las piernas. - ¡Assííííí!¡Sííííí!¡Mmmmmmmmm!¡Espera!¡Aaaaaaahh!¡Yaaa!¡Mmmm!¡Un momeeen… too! – ahora sus manos trataban de separarme de ella así que la dejo hacer. – Ufff, sí, joder. – Está toda alterada y agitada. – Dame, dame un respiro. – sigue jadeando.



 



Mientras ella, tumbada y sudorosa, la cabeza echada hacia atrás se repone de su orgasmo, yo me quito los pantalones y los calzoncillos, me subo a la tumbona esperando que esta aguante el peso de ambos dispuesto a follármela. Patricia lo nota y me mira rápidamente.



 



-¿Qué he hecho, joder? Esto es lo que querías, ¿verdad? – me mira directamente apartándose el pelo de la cara. - ¿Y piensas seguir?



-Mientras tú quieras, sí. – respondo sujetando mi polla y acariciando con ella la entrada de su vagina más mojada ahora tras la corrida.



-¿Tanto me deseas como para follarme?



 



Y yo como respuesta a esa pregunta se la meto prácticamente toda en su chocho hambriento de una sola vez, haciendo que Patricia emita un largo gemido. Voy dando largas y profundas acometidas donde ella puede sentirme entrar muy profundo.



 



-¡Espera!¡Espera! – me pone las manos en el pecho y cintura tratando de pararme. Así que me detengo. – Esto no… pon…ponte un condón… - toma aire.



 



Sin embargo ignoro a la madre de mi amigo y sigo con mis profundas penetraciones.



 



-¡Alex, no! – sigue tratando de apartarme.



-No me correré dentro. – le aseguro y me recuesto sobre ella para darle un muerdo en el cuello mientras prosigo con el mete-saca.



 



Entonces ella, resignada a confiar en mí, mueve su cintura haciendo que acoplemos nuestros movimientos y que las penetraciones sean más placenteras para ambos.



Las manos de Patricia se aferran a mi culo instándome a profundizar más mis embestidas, algo que yo creo imposible.



 



-¡Más!¡Más!¡Más!¡Más! – sus piernas se enredan tras mi cintura.



-¡Sí!¡Sí!¡Sí!¡Síííí! – jadeo yo.



-¡Oooohh!¡Ooh!¡Aaahhh!¡Mmmmmm! – se vuelve a correr aflojando así la prisión a la que me sometía con manos y piernas.



 



Pero como yo aún no me he corrido y estoy aguantando como un campeón digno del mejor porno incremento la velocidad de mis embestidas sin darle esta vez respiro alguno. Patri en cambio se queja por ello.



 



-¡Aaaaaahh!¡Aaaah!¡Aaaahhh! – termina por dejarse hacer alzando y abriendo más sus piernas para facilitar mis bravas y veloces entradas en su interior.



 



Mi cipote da un par de espasmos anunciando así la inminente corrida, por lo que saco mi polla y dándome un par de sacudidas con la mano descargo todo mi semen en el camisón amarillo de Patricia entre jadeos y resoplidos.



 



La visión de Patricia en la tumbona, abierta de piernas, con el camisón salpicado de semen, sudorosa y jadeante, con el pelo revuelto hace que la erección no descienda ni un ápice por lo que apenas he descargado mi leche sobre la madre de Javi, que ahora tiene más pinta de puta que de otra cosa, la cojo de la mano y la llevo derecha a su habitación por la ventana de la terraza.



Allí con la única luz que proviene de la terraza la arrojo en la cama y me dispongo a colocarme nuevamente sobre sus piernas, estoy jodidamente caliente, pero ella me detiene.



 



-Espera un poco Alex, déjame un rato que descanse. – me mira como pidiendo cierta piedad por mi parte.



 



Se queda tumbada de lado en la cama mientras yo, no queriendo que mi dureza decaiga, me masturbo lentamente mientras me la como con los ojos.



Apenas estamos así un par de minutos en los que ella trata de controlar su agitada respiración mientras se muerde los labios.



 



-Estás loco, ¿sabes? Y yo más. – rompe el silencio. – Túmbate.



 



Obedezco y me tumbo boca arriba, con el capullo mirando al techo cuando oigo a Patricia susurrar en la semioscuridad.



 



-¡Estoy loca!



 



Acto seguido y sin previo aviso agarra mi verga con una de sus manos y empieza a darle lametones a mi polla como si estuviese lamiendo un helado con su juguetona lengua. Mientras su mano libre se desliza desde mis muslos a mi abdomen. Esto me sorprende muy gratamente y eleva mi cachondez particular a cotas grandiosas.



Patricia por su parte, ya no sólo lame mi herramienta, si no que se la introduce, relame, chupa una y otra vez hasta lo más profundo de su boca mientras lo acompaña con un pajeo suave y constante.



 



-Joder, qué bien. ¡Jo-der! – me deshago en placer.



 



Se pasa mi polla por sus labios cual pintalabios y nuevamente dentro para proseguir con una orgásmica succión.



Me tiene completamente a su merced, por eso cuando se detiene y se separa de mí protesto. Pero ella ignorándome busca en uno de los cajones de la mesita que hay junto a la cama, cuando termina, vuelve, esta vez con un preservativo en las manos.



 



-Por si acaso. Mejor así, ¿no crees? – dice mientras lo abre y me lo coloca en el garrote que tengo por verga en esos momentos, a lo que yo me limito a asentir.



 



Una vez vestido con el plástico de turno, Patricia se sube a horcajadas en mí, coge mi cipote y tras acariciarse el coño con él un momento lo encamina a la entrada de su caliente cueva maternal. Poco a poco se va encajando mi polla en su interior hasta que hace tope y no hay más para meter, lo que provoca que un placentero gemido salga de nuestras bocas.



Subo mis manos por sus piernas y muslos para asentarlos en sus caderas y empezar a darle caña de la buena. Pero antes de eso ella se quita su camisón y lo arroja en el suelo tras ella. Ante mí aparecen entonces sus dos melones retenidos por lo que parece ser un sostén sin aro o bien la parte de arriba de un bikini. Algo que importa poco ya que llevando sus manos a la espalda, también se desprende de él, dejando ahora sí, que caigan ante mis ojos y con absoluta libertad esas grandes tetas bañadas por el sol.



 



-Qué buena estás, coño. – le digo embobado sin apartar ojo de sus tetas y pienso en el pedazo de mujer que me estoy follando.



-¿No querías ver un buen espectáculo? Pues toma. –se deja caer un poco sobre mí para que sus tetas queden a la altura de mi boca.



 



Ella empieza ya a subir y bajar sobre mí mientras que yo trato de abarcar sus pechos con mis manos y con mi boca golosa a base de chupetones, lamidas y estrujones, pero la tarea es imposible, me faltan manos y bocas.



 



-¡Aaaaahhhh!¡Aaauu!¡Con cuida...!¡Aaau! Aaaahhh! – le voy arrancando mientras me cebo con sus pezones, duros hace rato, a los que no los dejo sin atención de una mano, un pellizco, una lengua o un mordisco. – ¡Aaauuh!



 



Se yergue mi guarrilla maternal y empieza a trotar sobre mí cual feroz amazona sacándose casi la totalidad de mi verga para luego incrustarse felizmente en ella entre jadeo y jadeo de placer y yo la ayudo a base de buen movimiento pélvico que tras varias embestidas conseguimos sincronizar magníficamente. Así puedo contemplar bajo la débil luz entrante como sus melones botan y rebotan arriba y abajo.



 



-¡Sí, joder!¡Así! – la animo.



 



Sin embargo tras largos minutos así, ella pierde velocidad ya que dice estar algo cansada. Entonces tras darle un nuevo repaso con mi boca a sus pechos, que me tienen hechizados completamente, la hago recostarse totalmente en mí. Su cabeza en mi hombro, sus codos en la cama y sus pechos reposando en mi torso sudoroso. Aprovecho esta posición para estrecharla con firmeza con un brazo mientras con el otro abro sus nalgas. Entonces empiezo a martillearla a ritmo de ametralladora.



 



-¡Uff!Uuuf!¡Uuf!¡Uff!¡Uff!¡Sííí!¡Así!¡¡Uff!¡Sí!¡Sí! – jadea roncamente.



-Así lo quieres, pues toma. – acelero más el ritmo.



-¡Aaaaaaaahhhh!¡Aaaaahh!¡Mmmmmmm!¡Mmmm!¡Aaaahh!



 



En cuanto decelero un poco, ella se escapa de mi abrazo y se yergue de nuevo haciéndome parar la penetración. Empuja con su cuerpo hacia abajo para clavarse mi verga todo lo profundo que puede. Una vez lo consigue y sintiéndose completamente llena de buen cipote andaluz respira un par de veces profundamente.



 



-Déjame a mí ahora.



 



Y diciéndome esto se apoya con sus manos en mi abdomen para mantenerse erguida y empieza a moverse sobre mí nuevamente, pero no trotando arriba y abajo, si no moviéndose en círculos y adelante y atrás, a la vez que su vagina se contrae y relaja sobre mi polla, envolviéndola y soltándola de modo intermitente pero jodidamente placentero.



 



-¡Oh, sí!¡Más rápido, sí!¡Sigue así, no pares, joder! - digo y la agarro de las caderas tratando de ayudarla a incrementar su velocidad mientras me hipnotizo con el baile y trote de sus tetas.



 



Patricia, veloz y alocada contrae prácticamente todo su cuerpo para acelerar más el ritmo a la vez que el sudor la cubre por entera.



 



-¡No pue…uuff, no pued... más!¡Aaaaahhhg!¡Ufff!¡Nnno… pue… más! – jadea y bufa con el rostro sudoroso por el esfuerzo que está realizando ya que su ritmo no desciende.



 



Moviéndose como pura electricidad sobre mí, lleva sus manos a sus pechos, los cuales retiene, amasa y aprieta con ambas manos, se los frota y pellizca los pezones tratando de hacer llegar un orgasmo que se resiste y todo ello sin bajar el ritmo feroz de su cuerpo. Es una pura semental.



Abandono su cadera y mis manos acuden veloces a sus pechos para imitar sus movimientos y ayudarla a terminar, así que no ceso en amasarlos y jugar con ellos.



 



-¡Mmmmmm!¡Sííííí! – toma una de mis manos y me la aprieta para que apriete a la vez su teta.



 



Patricia está fuera de sí, arquea su cuerpo hacia atrás y mientras una mano me ayuda a magrear sus melones la otra se la lleva a la boca tratando de ahogar los fuertes gemidos que salen por ella.



Así con esta visión y cuando su vagina se cierra sobre mi verga, comienzo a llenar el condón de esperma entre jadeos de placer y espasmos de mi polla. Patricia da a su vez algunos más de sus veloces movimientos de cadera y se desploma sobre mi cuerpo ocultando parte de largo gemido tras su mano, pero una vez con la cabeza en mi pecho lo deja en libertad.



 



-¡Aaaaahhh!¡Dioss!¡Síííííííí!¡Uufff! – jadea y resopla agitada y totalmente rendida.



 



Dejo que descanse sobre mí a pesar de que también estoy cansado ya que otra vez más se ha comportado como una mujer soberbia. Quién me iba a decir que con esta mujer cada polvo es mejor que el anterior.



 



Ambos quedamos en silencio ya que el esfuerzo realizado ha sido tremendo, sobre todo para Patri, que no cuenta con mis veinte años y ha realizado una última parte del polvo a ritmo frenético. Pasan minutos en los que nuestros cuerpos descansan y nuestras respiraciones se normalizan, en ello me doy cuenta de que aún tengo la verga clavada en tamaña madre, que más que madre ha alcanzado para mí el nivel de diosa viviente. Doy algunos espasmos más con la polla en su interior haciéndola gemir un poco pero esta vez de dolor. Levanta un poco el culo para hacer salir mi polla de ella, me quita el preservativo y lo deja caer a un lado de la cama, luego toma mi verga con su mano llenándosela de mi leche, todo ello reposando aún sobre mí, y comprueba que aún queda dureza en ella. Da un fuerte resoplido.



 



-Por esta noche ya está bien, ¿no? – me pregunta en voz baja a lo que asiento con la cabeza. – Uff. – suspira aliviada.



 



Aunque yo podría seguir un asalto más al menos, pero decido no forzar la situación ya que esa noche ella ha sido la que finalmente se ha entregado tras su recelo inicial. Pero también pienso que debo de aprovechar la más mínima oportunidad pues no sé cuándo ni cómo va a terminar todo. Así que me pongo a acariciar su espalda y luego sus nalgas mientras ella se deja hacer tranquilamente, y separándoselas lentamente me muevo bajo ella dispuesto a ensartarla nuevamente, pero en cuanto ella siente como mi verga se abre camino en su coño dolorido, levanta su culo para alejarlo de mí aún candente polla.



 



-No, Alex. No más por hoy, por favor.



-Está bien. – termino por rendirme y la beso en la cabeza.



 



Finalmente Patricia me desmonta y se acuesta boca arriba a mi lado. Su pecho aún sube y baja agitado pero ya mucho más sereno. No obstante, su rostro muestra preocupación. Se aparta algunos pelos de la cara, me mira y luego sigue mirando el techo.



 



-Creo que me voy a arrepentir de esto el resto de mi vida. – vuelve a mirarme. – Ay, Alex, ¿Qué locura hemos hecho? Si soy la madre de tu amigo. – parecía que a pesar de la dureza de su rostro podría romper a llorar en cualquier momento. – Si se enterara alguien. – me mira rápidamente.



-Nadie se va a enterar de esto, Patri. – la tranquilizo mientras acaricio su barriga y sus pechos.



-Claro que no, nadie se tiene que enterar. Pero vaya idiota estoy hecha, ¡leches! Acostarme con quien bien podría ser mi hijo, ¡Joder! Si casi eres mi hijo. No doy una bien últimamente.



 



Unas lágrimas silenciosas bajan por sus mejillas, así que la abrazo contra mí mientras le beso la cabeza y sigo acariciándola a la vez que le digo que no pasa nada. Y así en algún momento, primero uno y luego el otro nos quedamos dormidos.



 



Me despierto cansado y miro el reloj, son casi las 09:00 de la mañana y entra bastante luz por el gran ventanal. Estoy boca arriba, una pierna tapada por la sábana y en pelotas. A mí lado está Patricia, yace boca abajo totalmente desnuda y la sábana la cubre por debajo del culo. Tengo un ligero empalme matutino y contemplo que apenas se notan marcas del bikini en el culo de Patricia, por lo que debe de tomar el sol no sólo en topless sino totalmente desnuda cuando está sola en casa.¡Si es que esta mujer es cojonuda!



Acaricio muy despacio su espalda y sus nalgas, retiro mi mano para humedecerla con mi boca y apartando un poco más la sábana comienzo a acariciarla entre sus piernas, desde la entrada de su coño y a lo largo de toda la raja de su culo, porque está claro, tengo más ganas de marcha. Vuelvo a chuparme algunos dedos y me centro en hacer circulitos en torno a la entrada de su ano hasta que me decido a introducir uno de ellos en su ojete.



 



-Estate quieto. – me dice adormilada y aparta mi mano con la suya.



 



Pero evidentemente sigo insistiendo. Ella se pone de lado dándome la espalda y sigue apartando mi mano cada vez que la acerco a su culo.



 



-Alex, lo de anoche... – no la dejo terminar. – Aaaahhh. – gime.



 



Me he puesto justo a su espalda y mi mano ha comenzado a acariciar su chochete mientras mi polla palpita entre sus muslos.



 



-Lo de anoche fue genial. – le introduzco algunos dedos en su coño haciéndola gemir.



-Sí, pero… no est… bien. ¡Uff! – se separa de mí para alcanzar desde la cama el cajón que aún continua abierto. Tantea con la mano en su interior y saca un condón que me pasa sin siquiera mirarme y vuelve a acostarse de lado de espaldas a mí mientras que se separa los cachetes de su culo con una de sus manos. – Póntelo y termina pronto por Dios. Esto tiene que acabar de una vez.



 



Me pondo el susodicho en mi verga, me recuesto a su lado y apunto a su culo mientras mi mano acaricia uno de sus muslos.



 



-Por ahí no. – me corrige y con su mano libre guía mi polla hasta su coño.



 



Una vez establecido contacto empiezo con un constante mete-saca que en cada acometida se propone llegar más hondo. Tarea que me es facilitada ya que su vágina está bastante lubricada.



 



-Qué buena estás Patri, qué bien follas.



 



Ella parece querer reprimir sus gemidos y se muerde el labio para contenerlos. Suelta sus nalgas y se agarra a la almohada. Una de mis manos se sujeta en una de sus jugosas tetas para ayudarme a atraer a Patri hacia mí y hacer las embestidas más duras.



 



-¡Aaaaaahhhh!¡Sí!¡Aaahh!¡Sí!¡Sí!¡Mmm!¡Aaaahh! – termina por entregarse definitivamente. - ¡Alejandro que me enloqueces!¡Termina ya, leches!



 



Diciéndome esto, paro en seco y sin sacársela la pongo de rodillas en la cama, a cuatro patas. Le doy un par de palmadas en sus redondas nalgas.



 



-Venga, ¿a qué esperas? – siento su mano entre sus piernas acariciarme mis huevos colgantes.



-Ahora te vas a enterar Patri.



 



Impongo de inmediato mi celebre ritmo de conejo mientras sus nalgas son magreadas y estrujadas con sumo placer entre mis manos. Nuestros gemidos, jadeos y resoplidos se entre mezclan y el sudor empieza a cubrir nuestros emputecidos cuerpos.



 



-¡Toma!¡Toma!¡Sí!¡Sí!¡Sí!¡Sí!¡Más!¡Toma!



-Eso… así. ¡Aaaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Ahhhh!¡Jodeeer! Ufff!¡Aaaahhhh!¡Aaaahh! – me ruge mientras se dedea el clítoris a base de bien - ¡Termi… naaaa… yaaa!



-¡Ya voy!¡Ya!



 



Vuelvo a llenar el preservativo con mi leche mientras le arranco un par de gemidos más a la madre de Javi.



 



Esta vez salgo de ella con prontitud y me vuelvo a tumbar en la cama con mi polla aún erecta, pero Patricia, en cambio, sigue a cuatro patas en la cama. Me mira tras su melena despeinada, mira mi polla empalmada y me vuelve a mirar negando con la cabeza.



 



-¡Qué locura por Dios! – susurra para ella misma y respira hondo.



 



Tras un largo silencio, ella se sienta sobre sus pies a mí lado mientras pasa una de sus manos sobre mi muslo y yo pongo la mío sobre los suyos.



 



-Alex. Será mejor que te vayas a casa. Si quieres puedes ducharte antes de irte, pero hoy vuelve Javi y quiero estar un rato sola. – calla un momento mientras me mira. – Necesito pensar en todo lo que ha pasado. – Oculta su rostro entre sus manos un momento. - ¡Vaya estupidez, joder! Bueno, voy a ducharme a ver si me despejo, luego vete que necesito aclarar mis pensamientos.



-Pero Javi no viene hasta la noche, podemos aprovechar más tiempo. – propongo.



-Lo sé, pero de verdad que necesito estar sola. Esto no ha estado bien y lo sabes. Me voy a la ducha.



 



Y se levanta paseando su divino y desnudo cuerpo hacia el baño cercano. Oigo caer el agua de la ducha, así que aceptando su proposición decido ducharme también. Me deshago del condón que llevo puesto y lo dejo en el suelo junto al usado en la noche para dirigirme al baño tras Patricia.



Cuando entro en el baño ella ya está dentro de la ducha con la mampara cerrada. Contemplo brevemente su cuerpo distorsionado por el cristal y entró en la ducha. Mi polla necesita más para calmar su hambre.



 



-¡¿Pero qué haces aquí?! ¿No te he dicho que me dejaras sola? - me dice indignada mientras trata de impedirme entrar en la ducha, pero yo ya estoy dentro y he cerrado la mampara tras de mí.



-Patricia me tienes cachondísimo. Mira como estoy. – tomo su mano y la llevo a mi verga, que en su máxima plenitud se alegra de ese contacto.



-Alex, por favor. Ya está bien, ¿no has tenido bastante? No sigas por favor.



-Estás excitada como yo.



-Pero ahora eso no tiene nada que ver. Vamos a dejarlo y ya hablaremos más serenamente. – trata de convencerme.



 



Aún retengo su mano contra mi cipote y la obligo a pajearlo suavemente a la vez que mi mano acaricia sus pechos mojados y sus duros pezones.



 



-Me dijiste que seguirías mientras yo quisiera, ¿recuerdas?



-Sí. – me limito a contestar.



 



Entonces ella empieza a acelerar la velocidad de la paja sobre mi polla, por lo que la dejo hacer mientras me dedico por entero a sus pechos, los cuales sopeso y engullo con morbo goloso.



 



-Qué tetas tienes. Me tienes loco.



 



Sigo devorándola. Voy de una teta a otra, trato de engullir la mayor cantidad de teta en mi boca, algo imposible, para terminar con un sonoro chupetón en su pezón. Repito el procedimiento en la otra teta y noto que Patricia vuelve a estar acalorada a pesar del agua fresca que nos cae encima.



 



-En cuanto te corras, ¿me harás caso? – me pregunta y asiento sin sacarme su pezón de mi boca. – Pues córrete, corazón y lléname de leche. – acelera el sube y baja de su mano.



-Ahí tienes mi corrida.¡Sí!



 



Entonces Patricia se arrodilla rápidamente y mientras sacude mi polla velozmente se alza los melones con su brazo, dejándolos a la altura de mi verga que comienza a escupir chorros de semen sobre sus tetas.



A pesar de haber dejado de descargar ella sigue meneándomela un rato para terminar acariciándose sus aureolas y pezones con la punta de mi cipote pringado en semen.



 



-Joder Patricia, eres la mejor. ¡Uff! – la felicito.



-Lo sé. - dice al incorporarse con una sonrisa mezcla de felicidad, ilusión y nerviosismo. – Venga, terminémonos de duchar y luego me dejas tranquila un poco.



-Está bien.



 



Nos duchamos juntos, nos enjabonamos y aclaramos el uno al otro pero sin decir palabra. Al terminar salimos de la ducha y nos secamos igualmente. En un momento nos quedamos frente a frente, yo desnudo pero seco y ella aún envuelta en la toalla.



 



-Así que te tengo loco, ¿no? – niega con la cabeza y suspira. – Menuda cruz me ha tocado cargar. Vaya tela contigo, chaval. – No parece enfadada pero si seria o pensativa. – Venga, vístete que yo recogeré todo lo que hayamos dejado por medio.



 



Cuando salgo del baño me llama.



 



-¡Alejandro! Déjame unos días sola, no te pases por casa, ¿eh? Y ni que decir tiene que de esto…



-Ni una palabra a nadie, lo sé. – la interrumpo. – Vale, cuando quieras que hablemos llámame. Pero Patricia, no le des más importancia de la que tiene.



-Claro. – sonríe nerviosa. – Eso es fácil decirlo en tu situación pero no en la mía. Bueno, ya hablamos. Cierra al salir, anda.



 



Recorro la habitación de Patri y veo a la luz del día los efectos de las últimas horas. La sábana de la cama está revuelta, a un lado, en el suelo yacen dos preservativos llenos de semen, uno seco y el otro reciente. A los pies de la cama reposa el camisón amarillo salpicado con manchas secas de esperma y el sujetador verde oscuro.



Salgo a la terraza totalmente desnudo para buscar mi ropa y la descubro toda junto a las tumbonas. La luz de la terraza está aún encendida y lo ha estado toda la noche, así que la apago. Y aún queda algo de cerveza en las botellas.



Me visto y entre el barullo de mi ropa encuentro las braguitas verde oscuras, complemento del sostén, que le quité a Patricia en la noche para poder comerle el coño a gusto. Decido quedármelas como trofeo, recuerdo, en fin, que quiero tener algo para recordar ese día. Así que me las guardo en el bolsillo.



Cuando termino vestirme y de recoger mis cosas me asomo al dormitorio de Patricia para anunciarle que me marcho. La veo en sentada en su cama envuelta en una toalla mientras recoge su camisón y menea la cabeza de un lado a otro.



 



-¿Qué has hecho Patricia, no aprendes? – la oigo decirse a sí misma.



-Ya me voy.



-Vale, adiós.



-Adiós.



 



Salgo de la casa de mi amigo, bajo al garaje a por la moto y me marcho a mi casa con una sonrisa de oreja a oreja, me había follado a la madre de mi amigo a lo largo de la noche y la mañana y sabía que ella había disfrutado igual que yo.



Mi colega Javi llegaría esa noche y sabía que la tentación de contárselo todo sería inmensa y más habiendo compartido a su madre con anterioridad. Eso sí, ya podría decirme que se lo había pasado en grande en el festival, que había oído a muchos grandes grupos, pero yo, yo había estado follando con su madre.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 6.5
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