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Paquita (15)

-27-

Al salir dl hotel, muy cerca, observo el rótulo de una joyería. Le sugiero a Paquita ir hacia ella y, mientras nos acercamos, le digo:
-Ane-Marie Villefranche escribe en "Marie-Theérèse y el zorro rojo", que contemplar los escaparates, entrar en las tiendas, disponer de tiempo y sentir ganas de comprar todo lo que nos llama la atención, todo lo que a una le gustaría llevar, es la manera civilizada de ir de tiendas. Como nosotros dos somos gente civilizada, vamos a seguir su consejo.
Cogidos del brazo, nos acercamos al escaparate de la joyería.
-¿Qué te interesa comprar? -interroga Paquita.
-No lo sé. Entremos, a lo mejor me inspiro.
Ya dentro, repasamos las joyas expuestas en las vitrinas, y muestro a Paquita un brazalete de oro macizo.
-¿Te gusta? -le pregunto.
-Sí, mucho -contesta sorprendida.
El único dependiente atiende a una linda muchacha. La "jeune fille" viste conjunto sofisticado y de gusto dudoso, pero extremadamente 'sexi' y procaz: exigua y liviana tela, como un babero, se sostiene con cadenetas doradas que cruzan por detrás del cuello y por debajo del busto, con lo que pretende, sin lograrlo, encubrir la parte delantera, pues la de atrás va sin nada; conjunto de abigarradas tiras triangulares de tela, que parten de la cintura, donde se sujetan con gruesa cadena, también dorada, y acaban por encima de la rodilla, dejan al descubierto trozos de muslos desnudos, satinados y morenos; los destellos de un brillante, que sin duda se aguanta pegado, relumbran en la concavidad del ombligo. Se me ocurre pensar que es atuendo para ir por la calle ¡desnuda con licencia! Pizpireta, alegre, desenfadada, vital, no está quieta un solo instante. Cada movimiento es una gozada para la vista: columnas de circunferencia perfecta, como trazada a compás, son los muslos prietos y rectos; copas invertidas, simétricamente dispuestas, los pechos hinchados, cuyo formato lozano y altanero denotan ser excelentes fuentes de vida; el color moreno de la tez, golosamente fina y prieta, pone de relieve la acción del sol actuando sin tapujo ni cortapisa por el maravilloso cuerpo de esta escultura viviente. Cada parcela de esta deliciosa anatomía, aparece y desaparece como vislumbrada en calidoscopio, ¡a cada movimiento que hace la "gamine"!
La contemplo sin rebozo. ¡Ni tan siquiera hace media hora que acabo de fornicar y ya me asalta el deseo irreprimible de repetir la hazaña con esta preciosidad! Al oído se lo confieso a Paquita. Por el agrio gesto de su cara, que se le pone roja como un tomate, y las chispas que despiden sus pupilas, no cabe duda que la noticia le sienta como un tiro. Prescindo de su estado de ánimo. La muchacha, que se percata de la escena, me dedica una sonrisa de complicidad. Nos habla, y hace que participemos en la conversación que mantiene con el dependiente respecto a una medalla en la que aparece el signo de Géminis. Le pregunto si corresponde a su signo zodiacal, y desenvuelta y en español contesta afirmativamente, indicando que nació el tres de junio. Nos enfrascamos en el tema de lo que representa la medalla y, ¡cómo no!, saco a relucir mi inveterada erudición, ¡la qué no sé como eludir!, pues cuando doy cuenta, siento en lo intimo rubor y bochorno por lo que sobradamente reconozco supone indecente pedantería.
-Como ya sabéis, Géminis significa gemelo, y los dos personajes que aparecen en el signo representan con verosimilitud a Cástor y Pólux, a menudo llamados los Dióscuros, que fueron hijos de Júpiter. Ambos contribuyeron a la conquista del Toisón de Oro. Cástor murió en pelea por causa de una mujer. Pólux, afligido por esta muerte, le pidió a Júpiter le hiciera inmortal. Este accedió, pero repartiendo la inmortalidad condicionada para ambos hermanos, pues mientras uno pasaría seis meses en el Infierno el otro los pasaría en el Olimpo, y así sucesivamente, de forma que nunca se encontrarían. Esta ficción está fundada en que el signo zodiacal de los gemelos, dos estrellas que lo componen, una aparece cuando la otra desaparece.
El dependiente y la hermosa cliente atienden con atento interés. No así Paquita, que para nada disimula su enfurruñamiento.
-¿Cuál es tu nombre? -indago.
-Cristal -responde presta, con un mohín de picardía. Y dirigiéndose a Paquita, pregunta a su vez:- Y a ti, ¿cómo te llaman?
No se interesa por mi nombre y quedo un tanto defraudado.
-Mi nombre es Paquita -contesta educadamente, pero sin calor en la expresión.
-¿Cómo es que hablas tan bien el español? -le pregunto, sorprendido.
-Soy azafata de Air France -y lo dice en sentido de que esta aclaración resuelve mi pregunta- Esta mañana he llegado en vuelo desde París y hasta mañana no tengo servicio. -informa voluble y satisfecha.
Conocer que está libre me sugiere una idea que expongo de inmediato.
(Continuará)
Datos del Relato
  • Autor: ANFETO
  • Código: 1576
  • Fecha: 04-03-2003
  • Categoría: Varios
  • Media: 6.25
  • Votos: 61
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2950
  • Valoración:
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