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Nadie es perfecto

Era de noche, tarde. Mi trago estaba en su final y era hora de irme para casa.
Ese día fue interminable, cansador, desgastante. Desde temprano en la tarde mi jefa no paraba de exigirme reportes, planillas, informes. Llegaba el momento de rendir cuentas, el cierre de mes era en 3 horas y los números no daban. Alguna cabeza iba a rodar y yo no quise que fuera la mía.
Raquel no entendía las grandes empresas, yo sí. Siempre me adapté a las circunstancias y esta no sería la excepción. Le deje todo sabiendo que los números no me favorecían y mi cabeza estaba en juego.
La reunión era al final del día. Marcelo era la cara visible del directorio. Un hombre duro, difícil, conocido por su frialdad por los números.
Unos 10 minutos antes de la reunión Raquel desapareció. Cuando llegamos a la sala ella ya estaba, sentada en primera fila. Nunca la había visto así. Evidentemente se había vestido para seducir. Su escote mostraba un poco más de lo apropiado. Su pollera marcaba perfectamente su prominente trasero sin dejar ver rastro de su ropa interior. Estaba ubicada en primera fila, sus movimientos eran precisos y bien dirigidos. Se aseguró que Marcelo se ubicara en el lugar donde ella podría dominar la situación. La reunión empezó y también su juego de seducción. Ella sabía que en los números estábamos mal, muy mal. Pero en su campo ella era la mejor, su cuerpo hablaba en silencio mientras ella exponía. En su presentación su pollera dejo ver más allá a los ojos de varios, mientras que con sus palabras trataba de convencer a Marcelo de su inocencia y mis errores. Si bien trabajamos juntos duramente, los dos sabíamos que uno tenía que quedar por el camino.
El conocimiento es vital en un medio tan duro. Me levante antes de finalizar la reunión y me quede en el bar esperando. Fui a un privado en el fondo y me pedí dos tragos, espere. Llego luego de media hora. Empezamos a hablar, la música no estaba muy alta pero nos acercábamos mucho para decirnos cosas. Su mano sin darme cuenta se poso en mi pierna. Recorrió el camino correcto hasta sentir como algo crecía en mi Interior. Con la habilidad experta jugó con caricias e insinuaciones. Todo estaba dicho, se escucho un ruido de cremallera y con el calor de su mano dejo afuera todo. Sus ojos desorbitados bajaron con una mirada cómplice. Su boca y su lengua hicieron un trabajo experto. Me rogo que siguiéramos, que no aguantaba más, que quería sentirme adentro allí y ahora. Me pidió perdón, por la reunión de la oficina. Quería olvidar esa maldita tarde. Creo que gozo más que nunca. Sobre la mesa no quedo nada, solo su cuerpo desnudo. Nos fundimos en una sola forma. Los gemidos de placer y el olor a sexo invadieron el lugar. No creo lo pueda olvidar. Pero todo tiene un final y un precio, yo quise cobrar el mío, eso estaba claro, así que le pedí que se fuera, ese era mi lugar.
Ya era tarde, termine de tomar el trago, solo en la barra. La noche me transforma, Marcelo me conoció en mi faceta más salvaje. Pobre Raquel, se creía que el trabajo para mantener su puesto estaba en la oficina. En las grandes empresas nada es lo que parece.
A la mañana siguiente la vi. No me quise despedir. Las cosas personales estaban en una caja. Raquel las tomó, bajo la cabeza y se fue.
Yo sigo viendo a Marcelo en privado. Siempre supe que los ascensos se juegan fuera de la oficina.
Datos del Relato
  • Autor: C. argento
  • Código: 23738
  • Fecha: 25-02-2011
  • Categoría: Varios
  • Media: 6.16
  • Votos: 31
  • Envios: 1
  • Lecturas: 1579
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