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Categoría: Confesiones

Mi profesora Mariluz

Hola, esta historia me pasó hace un par de años, yo ahora tengo 19 y esto sucedió en mis imborrables e inolvidables 18. He de decir que soy un tío de lo más normal del mundo, corrientito, como se suele decir, del montón.

Yo soy Paolo, desde que empezó a despertar mi sexualidad, allá por los 12 o 13 años siempre me he sentido atraído por las mujeres mayores que yo, las maduras siempre me han dado un morbo increíble, y desde siempre me he fijado en todas las cuarentonas y cincuentonas apetecibles que pasan por mi alrededor.

Mi historia comienza en lo que antes era mi cárcel particular, y ahora mi paraíso, es decir, el instituto.

Ese año, estaba yo repitiendo 2º de FP e iba al instituto en el turno de tardes porque se tenían que dividir los grupos, como estaba repitiendo, tenía algunas clases convalidadas, por lo que tenía bastante tiempo libre.

Una de mis profesoras era Mariluz, era una mujer corriente y normal, pero había en ella un morbo tan especial, que algo me atraía hacia ella.

Mariluz era rubia de pelo corto rizadito, de estatura normal, de piel blanca, sus tetas eran pequeñas pero bastante firmes, por aquel entonces tenía 39 años, pero tenía un morbazo increíble, sobre todo su mirada, muchos de mis compañeros decían que tenía cara de zorra, puede que fuese cierto pero a mí me tenía como atontado.

He de reconocer que desde el primer momento en que la conocí, me masturbé infinitas veces pensando en ella.

Una tarde, después de dar una clase (qué casualidad, con Mariluz) a la siguiente hora la tenía libre. En aquella clase Mariluz traía un jersey de hilo blanco y una falda por encima de las rodillas, esa tarde me fijé más en ella de que lo había hecho las veces anteriores. Su forma de moverse, de andar, de mirar...

Cuando se sentó en su mesa, supongo que por un gesto involuntario, separó sus piernas bastante, lo que me hizo fijarme en que se le podían ver sus bragas blancas. Aquella visión fue ya el colmo, no sé cómo pero de repente empecé a notar que mi verga estaba empezando a subir de forma considerable, también he de decir que los pensamientos que se me estaban pasando por la cabeza ayudaron a que me empalmase de tal manera.

En ese momento no deseé otra cosa que hacerme una paja, y nada más tocar el timbre acudí a la biblioteca, sabía que allí a esa hora no vendría nadie y que podía cascármela sin problemas, entré en una pequeña habitación donde había un par de sillas y una mesa, y allí mismo me saqué la verga y empecé a darme unos meneos, no se me quitaba la imagen de Mariluz abierta de piernas allí con sus braguitas blancas...

Cuando empezó mi movimiento, de pronto escuché un ruido, ¡coño! ¡¡¡Qué manera de cortar el rollo!!! En seguida me la guardé y cuando salí de aquella habitación vi que había entrado Mariluz, no sé por qué pero el susto inicial que tuve al escuchar la puerta se me pasó al ver que era ella.

Cuando me vio me saludó y soltó allí unos papeles, me dijo que tenía que corregir ejercicios, me preguntó que qué hacía allí,- je, si te lo contara- pensé.

Le dije que estudiar y me miró y me sonrió como diciendo así me gusta.

Entonces me fije detenidamente en todo su cuerpo, y noté que a través del jersey se le notaban los pezones duritos, ante esa visión, me faltó poco para partir el slip con mi polla erecta.

De repente un calentón me vino por todo el cuerpo y me dije a mí mismo que me tenía que follar a aquella mujer quisiera o no quisiera. Me empecé a acercar a ella y a ofrecerle mi ayuda, lo que aceptó encantada, ella estaba de pie y me puse a su lado un poco más para atrás. Podía observar ese culo en todo su esplendor y cómo se le marcaban sus braguitas.

De pronto y casi sin pensarlo, cuando nos habíamos sentado, me fui acercando a ella poco a poco, juntándose nuestros muslos, por supuesto ella no dijo nada, cada vez estaba yo más caliente, y me dije a mí mismo- ahora o nunca-. Empecé a quedarme fijamente mirándola, este pequeño acto de lo más normal, hizo que mi polla empezara a aumentar su grosor nuevamente, el sentir su muslo blandito y caliente me hacía ponerme indudablemente muy muy cachondo, ella no pensaba ni por un momento de mis intenciones, por lo que era un gesto muy normal, pero yo tenía que conseguir algo más. Y se me ocurrió la típica idea de tirar un bolígrafo al suelo, y así lo hice, cuando me agaché, por supuesto, no hice el intento de verle las bragas, porque hubiera resultado muy obvio, pero al recoger el bolígrafo, rocé sus piernas y sus muslos, aquellos instantes me parecieron eternos, el sentir sus carnes blanditas y calientes, estaba como atontado con ese simple roce me ponía a más de mil, luego subí y me senté como si nada hubiera pasado, entonces empezamos hablar de temas banales y como un gesto involuntario, ella posó una mano en mi hombro, esa simple gilipollez hizo que yo pusiera una cara de imbécil total, entonces empezamos a hablar de la feria de abril que ya estaba próxima y le pregunté si se iba a vestir de flamenca, ella sonrió y me dijo que ya a estas alturas no se vestía nunca, yo le pregunté el por qué y ella contestó -tampoco nadie me lo ha pedido- supongo que hacía referencia a su maridito, yo le dije que tendría que estar realmente linda vestida de flamenca y me volvió a sonreír agradeciendo mi cumplido, yo le dije que no era un cumplido en ese momento nos pusimos de pie, y le dije que con su bonita figura un vestido de flamenca tendría que sentar realmente bien, y en ese momento noté cómo se ruborizaba y la miré de arriba abajo, contemplando ese cuerpo que me traía loco, y ella me dijo que ya hacía bastante tiempo que nadie la halagaba tanto, le dije que a las mujeres bonitas había que decirles cosas bonitas, lo que hizo que se ruborizara aún más, y eso me gustó, había conseguido sonrojar a mi profe, y quién sabe, a lo mejor hasta excitarla. Le dije -mírate, si tienes una figura espléndida que haría caer a cualquier hombre-, y noté que ella se empezaba a sentir bien ante esos halagos, pero igualmente extrañada al decírselos un alumno suyo. - Bueno dejemos esto ya-, dijo ella,

-Si es que nada más verte entrar ganas de... bailar contigo muy abrazado- dije yo.

Y en ese instante me lancé a por todas a riesgo de cualquier cosa y posé una de mis manos en su precioso culo, ella al notar aquello, se echó hacia delante de la mesa, como sin querer darse cuenta, pero yo insistí y dejé mi mano pegada a su culito, entonces ella miró hacia mí como sorprendida y me dijo:

-Paolo pero qué estás haciendo-

Yo no dije absolutamente nada, y apreté su culo con mi mano.

-Pero Paolo estate quieto- , repitió ella.

De repente, la rodeé con mis brazos y me quedé mirándola fijamente, ella tenía cara de sorpresa increíble, pero tampoco hacía nada por quitarme de encima, bajé mis manos hacia su culo y empecé a masajearlo, qué sensación, qué blandito qué rico, y empecé a subir mis manos hasta su cintura y le subí el jersey para tocarle los pechos, cuando llegué intente bajar el sujetador y así poder acariciárselos, ella seguía inmóvil y cuando consiguió articular palabra me dijo:

-Paolo, por dios estate quieto, por lo que más quieras-

Y le dije: -lo que más quiero eres tú-

Intenté besarla pero ella apartó su cara pero a mi segunda embestida ya no se pudo resistir, empecé a juntar mis labios con los suyos, dios mío estaba en el cielo, y cuando conseguí meter mi lengua la recorrí por toda su boca, y su lengua empezó a buscar a la mía, noté cómo empezaba a emitir pequeños gemidos de placer, mis manos seguían acariciando sus tetas y su culo, ella suspiró y me dijo:

-Esto no está bien, esto no está bien, por dios que yo estoy casada- (cierto, está casada con un policía, qué morbo ¿no?)

Le dije que no pasaba nada, mi mano empezó a levantar su falda, conseguí llegar hasta sus bragas noté cómo se estaban empezando a humedecer, no pude más y le quité la falda de un tirón dejándola en bragas, comencé a besarle el cuello y su oreja, aquello era manjar de dioses y subí su jersey, recorrí sus tetas por encima de la tela con mi lengua, seguidamente descubrí uno de sus pechos, noté cómo Mariluz estaba excitada, su pezón parecía salirse del propio pecho, comencé a chuparlo y a jugar con mi lengua recorriéndolo todo, a la misma vez que le bajaba la otra copa que le cubría el otro pecho que comencé a masajeárselo, después de un rato deleitándome con sus riquísimas tetas, empecé a bajar por todo su torso, lamiendo su delicioso ombligo hasta llegar a sus ya mojadas bragas, al llegar allí me detuve a contemplar aquello que tantas veces había deseado, qué rico, qué olor, qué bueno, ella me miraba como pidiéndome que parara pero a la vez disfrutando con todo lo que le hacía, entonces empecé a besar aquel chumino por encima de la tela de sus mojaditas braguitas , y poco a poco como si a cámara lenta se tratara se las fui bajando, admirando como aparecía ante mí aquel maravilloso chochito, con sus vellos en forma de estrías y de un color castaño muy claro le bajé las bragas hasta la rodilla y empecé a lamer sus delicadas y lisas piernas, me recreaba en sus muslos, los lamía con todo el placer posible, mientras que Mariluz empezaba a disfrutar como yo y a cerrar los ojos y gozar con aquello, subí lentamente hasta su conchita y comencé a acariciarla poco a poco, dios santo, qué tacto qué suavidad, sus labios se ponían de un color rosado riquísimo se los abrí lentamente y ante mí apareció su precioso clítoris, me sorprendió porque era bastante grande, como un botoncito, y empecé a lamerlo, lamía y lamía sin parar, qué delicia, qué bueno estaba, yo la miraba y veía cómo su cuerpo ya no se resistía a mis caricias y cómo empezaba a tener unos espasmos de un intenso placer, Mariluz gemía de gusto, y al ver eso, le pregunté si le gustaba lo que le estaba haciendo, a lo que me contestó:

-¡Por dios! ¡Cómo me está gustando esto!, ¡pero cómo me estás haciendo esto, mmmmmmmmmmm, siii así, así!-, mientras cogía mi cabeza para que la hundiese en su chochito, a lo que yo aceptaba encantado, sus gemidos empezaron a ponerme más cachondo de lo que ya lo estaba y le metí un dedo por el coño a lo que ella respondió con un gemido más grande de los que había dado hasta entonces, yo metía y sacaba el dedo de su concha más y más rápido, y empecé a notar cómo ella empezaba a mojarse más de la cuenta, así, tuvo ella su primer orgasmo, notaba cómo le brotaban sus flujos lentamente, aquello parecía el manantial de mi deseo, y no deseaba otra cosa más que probarlo, y lamerlo, seguidamente, Mariluz ya estaba totalmente entregada y me subió la cabeza hasta la altura de la suya, se quedó unos instantes mirándome como agradeciéndome todo aquello, y para deleite mío, me comió la boca, estaba excitadísima y me dijo:

-Cabrón, cómo te has atrevido a hacerme esto- mientras yo la miraba embelesado, -pero ahora te vas a enterar- dijo ella.

Empezó a desabrochar la botonadura de mi camisa y me despojó de ella, hasta ese momento, yo no me había dado cuenta de que llevaba la cremallera de mis jeans abierta, pero parece que la zorrita de Mariluz sí, muy decidida, metió su mano, y me sacó mi ya empalmada y gorda polla y haciéndose a su tacto, comenzó a masajeármela muy despacio sin dejar de mirarme, yo me quité los pantalones y mis slips preparándome ya para la acción.

Los movimientos de su mano comenzaban a acelerarse poco a poco y yo notaba cómo mi verga se ponía mas gorda, tengo que reconocer que hasta ese momento no había visto nunca mi polla tan gorda y tan dura, otras veces había conseguido empalmarme considerablemente, pero jamás como en aquel momento, parece que Mariluz notó cómo crecía el grosor de mi pene y por fin se decidió a agacharse y empezar a introducirlo en su boca, aquella sensación de sus labios recorriendo mi instrumento, me hizo sentir un escalofrío tremendo haciéndome temblar mis piernas y poner mis ojos blancos, se la metió poco a poco hasta el fondo, y cuando estaba totalmente metida, comenzó a saborearla con su lengua, dios qué sensación, qué gusto, qué rico sentía, ella allí agachada chupando mi polla y yo haciendo movimientos con la cadera de mete y saca, quería follarme su boca y metía y sacaba mi pene de su húmeda boca, con su mano empezó a acariciar mis huevos, hinchados como globos en esos momentos, yo estaba ya casi a punto de botar toda mi esencia, parece que Mariluz también lo notó y me dijo: -Ahora te voy a castigar- Y se sentó encima de la mesa abriendo sus piernas y con sus dos dedos empezó a abrir su concha chorreante, y me dijo que me acercara, la tomé de los muslos abriéndola aún más y acercando mi verga a su chocho, le dije:

-Creo que te voy a castigar yo a ti putita-

Y poco a poquito empecé a introducir mi glande todo morado en su vagina, sólo la puntita, y sin ella esperarlo, pegué un envite que hizo que todo mi pene se metiera hasta donde empiezan los huevos en el chocho de aquella zorrita, que dio un grito que inundó toda aquella habitación, por lo que tuve que ponerle una mano en la boca para que no hiciese tanto ruido, ya que allí cerca estaban dando clase, me rodeó con sus brazos el cuello, y me decía:

-Vamos cabrón, a ver si vale la pena el riesgo que estoy corriendo-

Aquellas palabras me pusieron más cachondo todavía y empecé a meter toda mi potencia dentro de ella, notaba cómo toda mi verga se inundaba de su esencia, notando las paredes de su vagina cada vez más dilatadas, y allí estaba yo, como si de un sueño se tratara, como si estuviera en una película XXX, follándome a la profesora que había hecho que me hiciera tantas y tantas pajas pensando en ese chocho que ahora era mío. Cada vez notaba que su respiración se hacia más pronunciada y emitía gemidos y jadeos que se entrelazaban con los míos.

Aquello no parecía real, yo notaba como mi polla crecía y crecía y cómo en cada metida sentía un placer glorioso, y la miraba a ella, y ahí estaba, con la cabeza inclinada hacia detrás con los ojos cerrados, y yo viendo cómo sus tetitas se movían al ritmo de mis movimientos.

Pensé que ese placer se podía hacer mayor y mientras metía y sacaba mi vergota de su chocho, comencé a acariciarle con mi dedo pulgar el clítoris que estaba hinchadísimo de tanto placer que recibía , lo que hizo en ella una reacción de todo su cuerpo inclinándose hacia delante, con mi otra mano empecé a pellizcarle los pezones a Mariluz, que estaban durísimos a lo que ella no paraba de jadear.

Aaaah aaahh ahhhha ahhhh ahora sí, sí, dios, ¡¡¡qué gusto sientoooooooo!!! Decía Mariluz con cara de auténtico vicio.

Cuando ya noté que mi polla estaba apunto de explotar, casi sin articular palabra entre jadeo y jadeo empecer decirle:

-¡¡¡Me corro, me corro, Mariluz, me corro!!!

-Eso es, es lo que quiero, que te corras, ¡¡¡córrete, córrete!!!

Mis movimientos eran cada vez más pausados y parece que Mariluz, debido a su experiencia supongo, también notó que me iba a vaciar.

Y cuando mis ojos se tornaron blancos, mis chorros inundaban aquella cuevita, mis piernas llegaron incluso a flaquear y hacer un pequeño movimiento hacia abajo como si me desmayase, dios mío, era increíble, me parecía de broma, no podía creer que me estuviera corriendo dentro de la concha de mi profesora Mariluz, yo no paraba de bombear semen a lo que ella notaba y hacía que gritase con todo su poder, y para más deleite, ella tuvo otro orgasmo más, no sé cuántos llevaba, y noté cómo sus jugos empapaban mi polla, no lo podía creer nos habíamos corrido los dos a la vez, nuestros fluidos se unían en mi polla y en su coño, aquella sensación de mi polla toda mojadita, y su coño chorreante, y la cara de zorra que había puesto al correrse, me hizo llevarme al cielo, aquello era la hostia, nos quedamos por un momento totalmente callados, sin mediar palabras, y mirándonos uno al otro, acerqué mi labios a los suyos, a lo que ella respondió metiendo su lengua en mi boca, estuvimos así un buen rato, besándonos, ella abrazada a mi cuello, con nuestros sexos rozándose, mojados todavía.

Ella me miró, y casi comprendí todo lo que me quería decir, yo sabía que aquello no estaba bien, que ella podía ser perfectamente mi madre, y además era mi maestra, y que echando aquel polvo en la biblioteca, corríamos un riesgo enorme, pero pienso que valió la pena, porque yo había disfrutado como nunca lo había echo, y ella también, como así me lo dijo.

Pero comprendimos que aquello no se podía repetir en el instituto, yo le dije que aquello era lo mas hermoso que me había pasado, a lo que me dedicó una tierna sonrisa, aquello se tenía que repetir, me daba igual dónde pero sin duda había que repetir.

Mi siguiente encuentro con Mariluz sería mucho más excitante y ardiente, ya que nuestros cuerpos ya se conocían . . .

Pero eso será en mi próximo relato, que prometo no tardaré en enviar.

Si les gustó, por favor, háganmelo saber, me encantaría recibir sus mensajes, gracias.

Un abraccio fortissimo. Ciao a tutti.

Paolo .

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 0
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  • Lecturas: 1981
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