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Categoría: Maduras

¡Maite! ¿Ahora estás convencida de que esto tampoco es un sueño?

Soy Caro, profesora de historia, lista para relatarles una historia inspirada en las consecuencias inesperadas del intercambio de hijos. Como no es una de mis experiencias personales dependo de Jordi, mi pareja, que me "cobró" bastante caro el revelarme los detalles que me interesaban.



Para los que no lo saben, Maite es divorciada, 52 años, flaca, 1,70 de estatura, narigona, cabello rubio teñido, pajoso y sensualmente desarreglado, mini busto, caderitas angostas, piernas finas y estilizadas. Histérica mil por mil. No hay macho que le venga bien. A pesar de no contar con la suficiente cultura alcohólica, es afecta a las libaciones etílicas que le hacen soltar la lengua.



La última reunión con sus amigas en la casa de Leticia no fue la excepción. Se pescó una borrachera de esas que quedan grabadas en la memoria, al punto tal que Miguel, hijo de una de sus amigas, la tuvo que llevar hasta la casa, desvestirla y acostarla en la cama. El pícaro jovenzuelo, ni corto ni perezoso, aprovechó la oportunidad para satisfacer sus bajos instintos. Resumiendo: ¡Se la cogió! Lo lindo es que Maite, al despertar, creyó que había sido sólo un sueño. ¡Vaya sueño! Se sintió sedada, tranquila, como hacía mucho no lo estaba. Por los dichos de Leticia averiguó que Miguelito había sido el encargado de transportarla por lo que quiso agradecerle la atención.



Dejó pasar el domingo para aclarar sus pensamientos y disipar la resaca de la borrachera. El lunes lo llamó para invitarlo a salir a cenar con ella luego de asistir a un concierto.



Maite, yo no entiendo nada de música.



Eso es lo de menos, yo me encargo de ponerte al tanto. ¡Ya vas a ver lo que es sentir la intensidad del placer que puede obtenerse al escuchar buena música!



¡El lugar es algo parecido al de los recitales a los que suelo ir?



¡Nooo! Eso es yingui, yingui. ¡Esto es música con mayúscula!



¿Cuánto sale la entrada?



Eso es lo de menos, pago yo.



¿Cuándo es el asunto?



El viernes a la noche. Venite vestido de traje y corbata. ¿Me pasás a buscar por casa a las 20?



Le pido el coche a mamá y a las 20 en punto te paso a buscar.



Desconcertado, lo primero que hizo fue ir a contárselo a Leticia que estaba terminado de acomodar unos pares de zapatos en la vidriera del negocio del que es propietaria con la madre del joven.



Leti, tu amiga Maite me invitó a ir a un concierto y después a cenar.



¡Bárbaro! Me dijo que quería agradecerte el favor de haberla llevado a la casa en tan lastimoso estado.



¿Sabe que me la garché?



Piensa que fue un sueño pero le gustó bastante. Me contó que se sentía suavecita como una seda.



¿Y qué más?



Le sugerí que la mejor forma de agradecértelo era echándose un buen polvo con vos.



¿Qué dijo?



Que le parecía una muy buena idea. Si andás con cuidado la vas a pasar muy bien. No te olvides de alabarle los zapatos sin importar que sean espantosos. Dejala actuar, que te conquiste. ¡Hacela sentirse importante!



Lo que no me gusta es que va a pagar todo ella.



¡No seas pavo! Dale el gusto. Vas a ver que te da el dinero para que no pases vergüenza. Es una histérica pero, en el fondo, es buenísima.



El viernes, puntualmente a las 20, Miguel estacionaba el coche de la madre frente a la casa de la dama. Tocó el timbre y esperó ansioso. Al abrirse la puerta sus ojos contemplaron la figura de una Maite que mostraba los espléndidos encantos de una mujer madura dispuesta a conquistar a su partenaire.



¡Qué lindo que estás con ese traje! ¡La barba te da un encantador aire nórdico!



Gracias, vos también estás muy hermosa.



No sabía que tu vieja tenía ancestros suecos, noruegos o escandinavos.



Me parece que estás confundida, son todos italianos y gallegos.



No importa, tenés una pinta de nórdico que raja la tierra.



¡Que lindos zapatos que te pusiste!



¡Qué amable! Los compré en el negocio de tu familia. ¿Vamos?



Vamos.



Subieron al coche y partieron. Miguel abrió cortésmente la puerta ayudándola a subir. Ella encantada con las actitudes de su joven acompañante.



Maite, espero que no te ofendas pero ¿es necesario que vayamos al concierto?



¿No te gusta la idea?



La idea es buena pero tengo algunos reparos para hacerte. En primero lugar, nos vamos a pasar como tres horas sin podernos dirigir la palabra. Segundo, pagás vos y a mi eso no me gusta. Y tercero, preferiría ir a algún lugar donde hubiese menos gente y más al alcance de mi bolsillo.



¡Pero si te invité yo!



No importa, a mi me dá no se qué salir la primera vez con una mujer y que pague ella.



¿Qué proponés como alternativa?



Ir a la Costanera Sur donde conozco un chiringuito donde preparan unos sandwiches de chorizo espectaculares.



Si eso te hace sentir mejor, vayamos a comer los sandwiches de chorizo, pero después te invito a tomar un café en casa. ¿De acuerdo?



Ok.



Miguel, agrandado por la pequeña victoria, se desvió del camino original rumbeando hacia la Costanera Sur. En apenas diez minutos estaban saboreando las prometidas exquisiteces acompañadas por unos buenos vasos de vino tinto. Maite pensaba que de la manera en que estaban vestidos iban a desentonar con el entorno, pero se equivocó. Nadie se fijó en la ropa que lucían debido a la excelencia de la comida y era a lo único que le prestaban atención.



¿Qué te parecen estos sandwiches?



Hacía añares que no comía algo parecido. ¡Son muy buenos!



¿Puedo hacerte una pregunta?



Por supuesto.



¿A qué te dedicás?



¿Tu vieja o Leticia no te lo dijeron?



Hablan poco sobre sus amigas.



Vivo de los alquileres de unos departamentos y, como hobbie, pinto.



Quiere decir que no tenés sobresaltos económicos.



Económicos no, pero de los de otro tipo si. Mientras vamos para casa a tomar café te lo cuento.



Él sospechó que había elegido mal el tema de conversación. En esa mujer había algo que no le cerraba del todo y parecía que el motivo estaba en los sobresaltos de otro tipo, como dijo ella. El viaje fue corto, entraron a la casa, el se quedó en el living y Maite alistó la cafetera.



No hace falta que te diga que esta es mi casa porque ya la conocés parcialmente, por lo menos el baño y mi dormitorio. En este tallercito es donde pinto. ¿Te gusta?



La casa es muy bonita. ¿Cuándo la compraste?



La heredé.



¡Bárbaro! Pero tengo entendido que tus viejos viven.



Efectivamente, son ancianitos pero viven. Me la dejó un pariente, el hermano de mi abuelo.



¿Cómo fue la cosa?



Es una historia medio retorcida y morbosa, pero te la voy a contar porque hoy estoy con ganas de sacar cosas de adentro.



Soy todo oídos.



El señor de marras era un solterón recalcitrante y picaflor a la enésima potencia. No hubo mina en el barrio que no se rindiera sus pies. Hace como treinta años Eulogio, que así se llamaba, ya estaba un poco viejito así que mi mamá y la hermana mayor, otra solterona, se encargaron de atenderlo lo mejor posible.



¿Y por qué no lo derivaron a una residencia?



¡Minga ibas a sacar al viejo de la casa! Era un maniático de primera al punto que no tragaba a mi tía Petronila. Con mi vieja era distinto porque jamás le aceptó un peso como retribución. Pero mi tía era una rompebolas que quería dirigirle la vida y el viejo se resistía a brazo partido.



¿Y por qué lo quería dirigir?



Es que era bastante maniatico. Fijate que cuando ellas venían se metía en la cama y se hacía el enfermo nada más que para joder. Las llamaba a cada momento para pedirles el orinal, un vaso de agua o simplemente porque si.



Bastante retorcido el viejo.



Sigo. Una vez, no me acuerdo por qué, mi vieja y mi tía no pudieron venir y me mandaron a mi. Así que agarré una pila de libros y me dispuse a pasar unas horas estudiando mientras Eulogio dormía la siesta. Pero fue imposible porque me volvió loca llamándome cada dos minutos. La última fue de antología. Me pidió el orinal, se lo alcancé y me pidió que se lo colocara en su lugar porque él no podía hacerlo. De muy mala gana se lo metí entre las piernas y fue entonces cuando me llamaron la atención sus testículos, que eran enormes y colgantes. Cuando terminó de mear le pregunté si deseaba que lo limpiara y me contestó que si. Le agarré el pito, lo levanté, pasé un pañito húmedo por toda la zona y alcancé anotar que se le estaba poniendo durita a pesar de la edad. Con mucha malicia, le bajé la pielcita, pasé el pañito sobre la cabecita y se la acaricié. ¡El geronte se puso al palo como si tuviese veinte años!



¡Super morboso!



¡Jajajaja! Te juro que estaba esperando que me dijese algo para putearlo, pero el tipo se la bancó bien piola, con los ojos cerrados y reprimiendo un suspiro. Le tanteé los huevolines con la palma de la derecha y empecé a hacer movimientos ascendente descendentes con la pija empuñada con la derecha. Cuando noté que le estaba empezando a salir jugo seminal, le metí un lenguetazo que lo hizo temblar. Y seguí dándole duro y parejo hasta que largó el lechazo. Volví a limpiar con el pañito tanto la pija como los huevos y él se quedó dormido sin emitir palabra.



¿Y no dijo nada de nada, no reaccionó?



No dijo ni mus, ni se lo contó a nadie pero, eso si, le pidió a mi vieja que me dejara ir a cuidarlo, por lo menos, ua vez a la semana. Ni bien llegaba me pedía el orinal y yo me encargaba de mamársela o de pajearlo según mi estado de ánimo. Pero como al mes me cansé y decidí sacar partido del asunto. Pensá que me quedaba recontra caliente y, ni bien llegaba a mi casa., me metía en el baño y me daba duro y parejo con la mano.



¡No era para menos!



Dejame seguir que todavía no terminé. Un día me fui vestida con una pollerita escocesa plisada y cuando me pidió el orinal hice lo de siempre pero con una leve variante. Cuando noté que la tenía bien dura, me saqué la bombacha, lo monté, me la metí en la cachu y lo cabalgué hasta que me llenó de leche hasta el hígado. Tampoco dijo nada, se dio vuelta y se quedó dormido. De ahí en más y por las dudas, comencé a llevar forros porque me lo cogía duro y parejo. Lo de los forros era algo muy peliagudo. Como sólo se vendían en las farmacias, me caminaba como treinta cuadras para comprarlos en una que estaba cerca de la estación. No era por nada, pero no me gustaba que se corriera la bolilla de que los compraba.



¿Cuánto duró este asuntito?



Cuatro años. Al final estaba muy deteriorado, tuvieron que internarlo y falleció. ¡Ojo que no fue por cojérmelo!



Pobre tipo.



Pero supo disfrutar de la vida. Como al mes nos llama un abogado para decirnos que Eulogio había testado a favor de mío y de mi vieja. ¡Mi tía Petronila estaba furiosa porque a ella le dejó unos miserables miles de pesos! Parece ser que mientras nosotras no estábamos llamó a un escribano y cambió el testamento que me convirtió en propietaria de esta casa y de dos casas más. Una estaba justo junto al negocio de Leticia y de tu vieja.



¿El edificio de 10 pisos?



En ese lugar, pero el edificio no es mío porque vendí la casa a los que lo construyeron. Tomá el cafecito que se enfría.



¡Caíste parada!



Si pero, por otros motivos, casi me quedo colgada de la palmera.



¡No me digas!



Mirá bebé, yo siempre tuve la mala suerte de engancharme con tipos inadecuados para mi. Empezando por Oscar, mi primera pareja estable.



No sabía que habías estado en pareja



¿Tu vieja y Leticia no te contaron nada? Veo que no, así que te cuento para que no te quede la clavada la espina de la duda.



¿Qué te pasó?



Empecé a estudiar pintura, me embobé con mi profe, que era un turro de marca mayor, y no fuimos a vivir juntos. Lo notó todo el mundo menos yo. Eso de que nos fuimos a vivir juntos es un decir, porque se vino a vivir a aquí. ¡Todo gratis! Ni siquiera compraba el diario.



El tipo se juntó por interés.



¡No queridito, no! Se me acollaró directamente por el capital, porque el interés era poco.



¡Jajajaja! ¡Qué ocurrente!



¡Boluda, flor de boluda! Me costó cuatro años darme cuenta de que era un hijo de puta. Me quería hacer el verso de que teníamos que ir a Europa para que él se perfeccionara y, para eso, yo tenía que vender el famoso terreno que está junto al negocio de tu vieja.



¿Lo vendiste?



No en ese momento porque me desayuné de que me estaba enroscando la víbora y lo mandé a la mierda y así quedé hecha pelota.



¿Era flojo en la cama?



¡Al contrario, era un tigre! Pero eso no bastaba porque él tenía una sola idea en mente: ir a Paris o a Roma. Pero siempre y cuando lo bancase yo. La hago corta, este jueguito me costó tener que consultar a tres psicólogos distintos, tomar flores de Bach, Lexotanil y whisky, hacer yoga, meditación y que me tiraran las cartas una vez por semana. ¡Esas son las razones por las que soy una histérica! ¿Eso tampoco te lo contaron?



Nada de nada.



No lo puedo creer. ¿No te contaron ni siquiera un poquito?



No Maite, no me contaron nada.



Está bien. Dejemos esto de lado y vení que te quiero mostrar el cuadro que estoy pintando en este momento.



Mirá que yo no se nada de pintura.



Sólo tenés que decirme si te gusta o no.



Abandonaron el living para entrar en el taller. Al encenderse la luz, Miguel pudo apreciar un bulto cubierto por un paño debajo del cual se suponía que había una tela apoyada sobre un atril. Maite la descubrió dejando a la vista un conjunto de formas multicolores..



¿Te gusta?



Son solo colores desparramados por la tela pero no veo ninguna forma reconocible.



¡Nene, es pintura no figurativa! Esos colores expresan mi estado de animo cuando los pinté.



¿Qué quisiste expresar?



Si te digo el título a lo mejor te ayudo algo. "Sueño erótico".



Sigo en ayunas. ¿En qué te basaste?



En un sueño que tuve la noche que me trajiste borracha como una cuba. ¿Te acordás?



¡Ya lo creo que me acuerdo!



Fue algo muy especial. Soñé que un tipo joven como vos me hacía el amor mientras estaba dormida. Fijate, esa mancha blanca es mi vagina, la línea negra el pene del muchacho. El círculo marrón es mi ojete, el triangulo rosado sus dedos penetrándomelo salvajemente. Los rectángulos anaranjados son mis pechos, la media luna roja es su lengua lamiéndolos. ¿Entendiste?



La verdad, no veo nada de lo que decís. Ni la vagina, ni el pene, ni el ojete, ni los dedos penetrándote, ni los pechos y mucho menos la lengua. Para mi son sólo formas de distintos colores y no una pareja cogiendo.



¡Cogiendo no, te dije que haciendo el amor! Son dos cosas distintas aunque en los dos casos se usen los mismos instrumentos. Vos hablás sólo de sexo, no del sexo que nace del amor ¿Qué me podés decir de estos puntitos verdes?



¿Qué significan?



Son los lunares que tengo arriba del clítoris. Y esto de color azul es el vello púbico.



Mirá, a vos te parece todo muy evidente pero a mi mostrame las cosas tal cual son.



¡Así que vos querés las cosas tal cual son! Entonces te las voy a mostrar, si es que ya no las vistes.



No te enojes, pero yo no vi nada.



¿Seguro?



¡Si, si!



¡Mirá! Estas son las tetas. ¿Te gustan así?



Las verdaderas siempre son mejores.



¡Ahora está mejor! ¡Este es el culo! ¿Está?



¡Claro que está!



¡Esta es la vagina! ¿Si?



¡¡¡Siiiii!!!



¡Estás transpirando!



¡Con lo que me estás mostrando cómo querés que esté!



¡Ahora voy a averiguar si me mentiste!



Desnuda como estaba, Maite se arrodilló frente a Miguel, desabrochó el cinturón, desprendió el cierre del pantalón y, dando un enérgico tirón, lo bajó hasta sus tobillos para luego buscar ansiosamente el pene. Tomándolo entre sus manos, acercó la cara y lo frotó contra la nariz.



¡No tengo dudas, no fue un sueño, fuiste vos!



¿Yo qué?



¡El que esa noche me garchó de lo lindo! ¡No fue un sueño, no fue un sueño! ¡Lo se, lo se!



¡Maite, no pienses eso!



¡Chupame las tetas así me demostrás que no fuiste!



Miguel, ruborizado y con vergüenza, acercó la lengua a los pezones para luego lamerlos con fruición.



¡¡Shiii!! ¡Fuiste vos, fuiste vos! ¡Esta lengua es única! ¡No podés engañarme!



¡¡Ium!! ¡¡Ium!!



¡Ajaa, ajaaa, ajaa! Mmmmm. ¡Ajaaa, ajaa, ajaa! ¡Ja, ja, jajajajajaaa! ¡Me estás haciendo cosquillas!



¡Dejame chuparte toda!



¡Hacé lo que quieras! ¡Fuiste vos, bomboncito, fuiste vos!



La lengua recorrió el largo camino hasta el ombligo donde se detuvo brevemente para luego dirigirse inmediatamente hacia el objetivo final, la entre pierna. Sin perder tiempo en prolegómenos, se introdujo entre los pliegues de los labios mayores hasta alcanzar la entrada vaginal.



¡¡Uauuu!! ¡Chupame la cachu bichito, chupámela hasta el fondo!



¡¡Shiii!!



¡Ajjj! ¡Ajjjj! ¡Ajjj! ¡Fuiste vos, bichito, fuiste vos! ¡Es inconfundible!



¡Esperá que me pongo un forro!



¡Dejate de dar vueltas y damela con todo! ¡Sin forro, sin forro!



A esta altura de los acontecimientos, Miguel no lo pensó dos veces, repitiendo los pasos de la famosa noche en cuestión, lubricó la punta con saliva, frotó tres veces abriéndole al mismo tiempo los labios mayores, apoyó suavemente en el centro y metió hasta que los huevos tocaron el culo de la dama.



¡Ajaa, ajaaa, ajaa! Mmmmm. ¡Ajaaa, ajaa, ajaa! ¡Ja, ja, jajajajajaaa!



¡Uau! ¡Esto está cada vez mejor!



¡Ajaa, ajaaa, ajaaa! Shiii. ¡Jaaa, jajajajajaaaa! ¡¡Shiii!!



¡Ejhh, ejjhh, ejjjhhh, ejjjhhh!



¡Fuiste vos, fuiste vos, fuiste vosssssss!



¡Siii, fui yo, fui yo! ¡Cómo me iba a privar del festín con semejante concha como la tuya!



¡Ajaaa, ajaaa, ajaaaa, aajaaaaa!



¡¡¡TERMINO, TERMINO, TERMINOOOO!!!



¡¡AAAHHHHHH!!



Una violenta elevación de caderas por parte de ella estimuló la salida de un caudaloso y espeso borbotón de semen que se desplazó vertiginosamente rumbo al interior de la vagina. Siguieron dos irrefrenables estertores que demostraban el orgásmico estado por el que transitaba la ardiente mujer.



¡Fuiste vos, bebote fuiste vos!



¡Sos un volcán!



Como la otra noche, ahora es el turno de los deditos en el ojete.



Tus deseos son ordenes.



Maite se colocó boca abajo, él observó ansiosamente los glúteos, los abrió con los pulgares hasta poner al descubierto el pequeño triangulito marrón en cuyo centro lucía el agujerito rodeado de pliegues concéntricos y asimétricos. Mojó con saliva el pulgar de la derecha frotando de abajo hacia arriba. Observó la cara de ella descubriendo que lucía una sonrisa le llegaba de oreja a oreja. Como la vez anterior, el esfínter volvió a resistirse. Un chorro de saliva lanzado desde lo alto, esparcido diligentemente, sirvió como eficaz lubricante. El índice de la derecha entró hasta llegar a la primera falange. Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro. Pausa, lubricación y ahora con índice y medio.



¡¡Así, así, así!! – Musitaba Maite haciendo una mueca agónica.



¡Issshhh, isssshhh, isssshhhh!



¡¡Aaaaa, aaaaaa, aaaaaa! ¡Ya, ya, yaaaaaa!



¡¡Quiero meterte el muñeco!!



¡¡Siiii!! ¡Quiero sentir tus huevos golpeándome la concha!



Tomó el miembro con la derecha, recorrió con la cabeza los pliegues concéntricos que finalizaban en la entrada del agujerito, se afirmó y fue hacia adelante con todo el peso de su cuerpo.



¡¡IAAAAAAA!! ¡Como me duele, como me duele!



¡¡Issshhh, isssshhh, isssshhhh!!



El ojete le oprimía intensamente el miembro causándole una constante sensación de placer. Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro, ¡¡ADENTRO!! Pausa sin sacar. Ligerito, ligerito, adentro, afuera, adentro, afuera, ¡¡¡ADENTROOOOOO Y HASTA EL FONDOOOO!!!



¡Ajaaa, ajaaa, ajaaaaa, AJAAAAAA! ¡Ja, jajajaja!



¡¡IIIAAAAAAUUUUUU!! ¡ME VOY, ME VOYYYYY!



¡¡¡SEGUIIII, SEGUIIII!!!



¡¡AGGGHHHHH!!



Otro intenso y abundante chorro de semen invadió las doloridas y excitadas entrañas de Maite para luego reverberar hacia el exterior deslizándose hacia la vagina. Sorpresivamente, ella se puso de pié, recogió parte del semen con el dedo índice de la derecha para luego depositarlo sobre la tela que reposaba sobre el atril.



¡La obra está terminada! ¡Le faltaba esto!



No puedo negar que es original.



Decidí cambiarle el título, ahora es "Más que un sueño erótico".



A pesar de que ese no fue el fin de la velada, que se prolongó hasta bien entrada la madrugada, no continuaré con el relato porque Jordi se niega darme más detalles. Está exigiéndome que le pague la idea argumental en especie. Perdónenme, estoy ansiosa por pagar mis deudas. Olvidaba contarles que ése fue el único cuadro que vendió Maite.



Colorín, colorado, este cuentito se ha acabado.


Datos del Relato
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