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MAESTRA DE SEXO

Esta vez quiero relatarles un hecho real que me sucedió hace ya algunos años cuando asistía la escuela, tenía yo entonces recién cumplidos los 16 años. Siempre he sido una muchacha con una estatura promedio mayor que para mi edad, casi siempre resultaba ser la última en la fila, aunque mi complexión física siempre ha sido delgada, pero a decir de todos con muy buena figura. Entre las chicas de mi clase fui la primera en desarrollar y mis pechos aunque no muy grandes fueron los primeros en despuntar y notarse por debajo de la blusa, por eso me vi obligada desde pequeña a usar sostenedores, aunque realmente en muy pocas oportunidades lo hacía, ya que prefería debajo de la blusa colocarme un pulóver u otra prenda que me fuese más cómoda. Desde pequeña noté que llamaba la atención de los chicos, tal vez por ser la mas desarrollada del aula, lo cual me ponía en ventaja sobre las demás muchachas. Nunca faltó algún que otro atrevido que intentase tocarme o me dijese alguna que otra frase halagando mis pechos o trasero. En oportunidades me molestaba, en otras me agradaba, todo dependía de quien proviniera. Todos los años en la época de vacaciones solíamos ir a un campamento a las afueras de la ciudad junto al mar, donde pasábamos una semana muy alegres y divertidos, pero siempre bajo la custodia de nuestros profesores. En pequeñas cabañas nos alojábamos por grupos de hasta 6 alumnos. Todo el día la pasábamos en la playa o sus alrededores excepto a la hora del almuerzo donde interrumpíamos por una hora mas o menos y después regresábamos nuevamente. Los juegos y actividades eran muy diversos, por lo que la pasábamos de maravillas. En las noches salvo alguna actividad que se organice nos quedamos en las cabañas haciendo cuentos y viendo la tele. Como es época de calor podrán imaginar que todas dentro de la cabaña nos mantenemos bien ligeritas de ropas, además para así darle salida al sol que tomamos durante todo el día. En una de esas noches que les cuento, hablábamos de tantas cosa y de tantos temas que sin darnos de cuenta nos vimos involucradas en historias y anécdotas sobre el sexo, ya podrán imaginarse a esa edad que experiencia pudiéramos tener al respecto, todo eran especulaciones y divagaciones acerca del tema, hubo algunas un poco más atrevida que contaron ciertas anécdotas vividas como el espiar al primo o al hermano mientras tomaban una ducha, haber visto algún tipo de revista erótica y cosas por el estilo, pero nada en concreto. Se me ocurrió entonces hacer una pregunta fantástica que dejó pasmadas a casi todas las chicas --¿Cuántas de ustedes han experimentado un orgasmo?— se miraron unas a otras como buscando alguna respuesta a mi pregunta, pero solamente Julie levantó su brazo, pedí explicara a las demás como lo había logrado y se hizo bastante de rogar pues le daba pena establecer ese tipo de charla, a tanta insistencia del grupo comenzó su historia de cómo una día vio a su hermana mientras se duchaba, sin ella darse cuenta, como jugaba con su coñito hasta que empezó a moverse y a temblar de una forma tan extraña que ella pensó que algo malo le estaba sucediendo, pero al ver la cara de satisfacción que tenía comprendió que no era nada malo, sino todo lo contrario, por eso un día también ella mientras se duchaba hizo lo mismo pero sin resultado alguno, casi asombrada tuvo el valor de contarle toda la historia a su hermana, de cómo la había observado a hurtadillas y que ella no había experimentado nada con eso, entonces su hermana, convertida en maestra de ocasión le dio una verdadera clase de masturbación y juntas, sentadas una frente a la otra, se provocaron un orgasmo que a ella le había resultado una cosa exquisita por la sensación que se siente. Las chicas se miraban unas a otras sorprendidas casi sin terminar de comprender de que se hablaba cuando tomé la iniciativa y propuse a Julie hacerles una demostración al resto de las muchachas. Julie aceptó y además propuso que mejor lo hiciéramos todas a la vez y así de paso aprendían como era. En la habitación de la cabaña habían tres camas dobles dispuestas en forma de U, por lo que nos sentamos dos en cada cama, todas de frente unas a otras. Ahora por ser aunque no mucho la de más experiencia, era la indicada para actuar como maestra del grupo. De inmediato di indicaciones que lo primero era quedarnos totalmente desnudas para disfrutar mejor del momento, algunas casi se negaron a hacerlo, pero ante nuestra insistencia lo hicieron. Otra cosa descubrí en aquel momento, la de más abundantes vellos era yo, al igual que la de más pronunciados sus senos, lo que me hizo sentirme como la reina del lugar. Mi primera indicación era que debían concentrarse bien en lo que estaban haciendo para lograr alcanzar el clímax necesario, acto seguido pedí que me imitaran chupando su dedo del medio muy suavemente y dejarlo bien mojado, una vez realizado este primer paso el siguiente fue que se lo pasaran muy despacio por el clítoris hasta que este se endureciera, una y otra vez repetimos la operación de humedecer el dedo y pasarlo por el clítoris hasta que fui notando que algunos ojos ya se habían cerrado y las caritas estaban demostrando que algo nuevo les estaba sucediendo y por lo cual sentían placer, al cabo del rato fui pasando una por una y haciendo una ligera inspección de sus coñitos con mi dedo pude percatarme que ya estaban húmedas, excepto a Julie que ya tenía algún tipo de experiencia. A una orden mía se fueron introduciendo poco a poco su dedo en el coñito y con suaves movimientos lo entraban y lo sacaban, el resto no tuve que enseñarlo, pues pasados unos minutos los dedos fueron tomando las velocidad en sus movimientos y más profundos en su penetración, ya estaban a tope para lograr su orgasmo, entonces fue cuando me dediqué a mi y comencé a masturbarme mirando al resto de las chicas, pues aquella situación me ponía bastante excitada, algunas mientras miraban como yo lo hacía lograron correrse a plenitud, sólo faltábamos Julie y yo por realizarnos, me acerque entonces a Julie y le pedí me diera un beso mientras continuábamos nuestra faena, nuestras bocas se unieron y jugando con nuestras lenguas estuvimos hasta que las dos nos corrimos. Empezaron entonces las preguntas de por qué el beso y les explicamos que para sentir una mayor sensación, Julie explicó también que su hermana lo hacía y era cuando a ella le proporcionaba más placer. Todas quedaron maravilladas ante la experiencia que habían vivido y les prometí que a la noche siguiente les continuaría enseñando otras cosas más que ellas no conocían. Cada una ocupó su cama y dormimos muy tranquila y relajadamente. A la mañana siguiente en nuestro pequeño grupo no se hablaba de otra cosa, que hasta llegó a oídos de chicas de otra cabaña que se me acercaron para hacerme preguntas al respecto. Sin siquiera proponérmelo y sin una experiencia profunda me había convertido de la mañana a la noche en una maestra de sexo. Al llegar la tarde fuimos a comer y después me quedé platicando con algunas amigas antes de retirarme a mi cabaña. Ya había caído la noche y por eso preferí no andar dando vueltas por el campamento yo sola. Cual no sería mi admiración y asombro al abrir la puerta de mi cabaña y encontrar no solo a mis compañeras de cuarto, sino que casi no cabíamos allí, habían once chicas esperando mi llegada. Haciéndome la desentendida pregunté que hacían tantas chicas en nuestra cabaña y la respuesta no se hizo esperar --¡Esperando a la profe!—, todas estallaron en risas al escuchar aquello. Era evidente que lo sucedido la noche anterior ya se había propagado por casi todo el campamento. Lo primero que hice fue llamarles la atención a todas porque si también llegaba a oídos de los profesores nos iban a dar un regaño bien fuerte, sobre todo a mi por ser la promotora. Lo que sucediese en lo adelante no podría saberlo nadie o de lo contrario no seguiríamos compartiendo nuestras experiencias. Todas se miraron y asintieron con la cabeza, no obstante me dedique ir una por una y decírselo personalmente hasta que con alguna y otra amenaza incluida. Era obvio que tanto mis compañeras de cuarto como las visitantes estaban deseosas por entrar en acción. No quise después de todas las advertencias ir directo a la acción y comencé a hacer preguntas a las de mi cuarto de cómo se habían sentido, las respuestas en todos los casos fueron más que satisfactorias y deseosas de repetir la experiencia, entre las otras chicas ninguna lo había hecho nunca, así que yo como profesora y Julie como mi ayudante empezamos a preparar a las chicas, me aparté unos instantes con Julie y nos pusimos de acuerdo para cambiar el estilo de la enseñanza, decidimos que nosotras seríamos las encargadas de hacerlas disfrutar de ese momento de placer mientras las otras observaban. Seleccionamos entonces la cama que se encontraba al final de la habitación y esta sería el lugar perfecto mientras las demás miraban sentadas en las otras camas. Preguntamos quien sería la primera en comenzar y una de las chicas de nuestro cuarto de un salto, sin dar tiempo a las otras fue la primera en ubicarse en el lugar dispuesto. Entre Julie y yo muy suavemente le fuimos quitando la ropa que tenía puesta, que al decir verdad no era mucha, una pequeña falda, una blusita de tirantes y su tanguita, ya que no utilizaba sostenedor. La chica aparte de ser muy linda tenía un color de piel muy rozado y a pesar de su poca edad se le dibujaba un cuerpo bastante bien torneado, comencé por acariciar sus piernas mientras Julie le proporcionaba profundos besos en su linda boquita, la chica se mantuvo inmóvil, no reaccionaba ante aquellas caricias que le proporcionábamos, separé un poco sus piernas y echando un poco de saliva entre sus piernas comencé a frotarla dulcemente, no pasó mucho tiempo en que noté que su coñito se había puesto húmedo, me acosté entre sus piernas y empecé a pasarle mi lengua de un lado a otro y de arriba abajo, ya a esas alturas la chica comenzaba a hacer algunos movimientos de sus caderas, lo que me indicaba que sentía placer por aquello que estaba sucediendo. Decidí atacar a fondo e introduciendo mi dedo en su vagina empecé a meterlo y sacarlo rítmicamente, Julie había pasado de la boca a sus insipientes senos y le proporcionaba también dulces caricias, el compás de sus movimientos se fueron haciendo más intensos hasta que por fin llegó hasta el orgasmo retorciéndose sobre la cama. Como premio volví a lamer su coñito y Julie darle dulces besos en su boquita. No les contaré en detalle lo del resto de las chicas porque con más a menos trabajo a todas les hicimos lo mismo hasta que se corrían. Para el final quedamos Julie y yo solamente, por lo que decidimos hacerles una demostración un poco más avanzada que lo visto hasta ahora. Pusimos algo de música para ambientar el lugar y ya desnudas en el pequeño espacio que quedaba comenzamos a bailar muy apretadas proporcionándonos exquisitos besos y acariciando nuestros cuerpos, pedíamos a las chicas mas cercanas nos acariciaran las nalgas mientras pegábamos bien y con fuerza nuestros coñitos, nuestras piernas se habían entrelazado y lográbamos un contacto estupendo con movimientos al compás de la música. Nos separamos y fuimos pasando por cada una de las chicas, tomando su cabeza entre nuestras manos las llevábamos hasta nuestro coño para que hicieran lo mismo que le habíamos hecho a ellas, imagínense cuanta variedad de formas, estilos y lenguas pasando por mi coño, alcancé una buena temperatura y agachándome en medio del cuarto comencé a sobarme con fuerza, Julie adoptó la misma posición y así nos mantuvimos hasta que llegó nuestro orgasmo. Todas las caritas eran de satisfacción. Después de conversar otro rato y vestirnos las visitantes fueron para sus respectivas cabañas y nosotras nos dispusimos a dormir, esa noche Julie hizo un intercambio con mi compañera de cama y dormimos muy pegadas y abrazadas. Las otras chicas, tal vez por imitarnos también lo hicieron. Era evidente que aquello les había gustado mucho y de seguro querrían continuar al día siguiente. Después de las actividades de la mañana donde apenas hubo comentarios acerca de lo sucedido fuimos a almorzar al restaurante. Saliendo del restaurante dos chicos me llamaron para conversar conmigo y como me llevo bien con todos los de mi clase accedí a hacerlo, aunque por su poco tema de conversación casi nunca hablamos. Menuda sorpresa me llevé durante la conversación, pues los dos chicos estaban enterados de todo lo que estaba sucediendo en mi cabaña y nos pidieron participar ellos también o de lo contrario se lo contarían a los profesores. Me encontraba ante tremendo dilema y no sabía que respuesta darles. Tras titubear unos instantes les dije que con mucha discreción y que nadie los viera hacerlo, después de comida fuesen para mi cabaña y allí veríamos que hacer. Todo el resto de la tarde me rompía la cabeza buscando que solución darle a esa situación, pero ninguna idea venía a mi mente, ya casi desesperada se lo hice saber a Julie, quien lo tomó de una forma bastante a la ligera y me dijo que no me preocupara que alguna solución le hallaríamos entre las dos. Esa noche casi no pude ni comer con la preocupación que tenía y de inmediato fui a refugiarme a mi cabaña. Las chicas fueron llegando poco a poco, pero a las que no eran de nuestra cabaña les dije que esa noche no haríamos nada porque me sentía mal, que lo hicieran ellas solas en sus cabañas y mañana me comentaran como les había ido. A todas les llamaba la atención a medidas que fueron llegando que me encontrase acostada, también les dije que me sentía mal y que no haríamos nada, pero que estábamos esperando una visita y no se fueran a quitar la ropa como de costumbre, sin saber nada más cada una fue a su cama y se pusieron a ver la tele. Cerca de las nueve de la noche, cuando ya algunas estaban dormidas dos toques secos se sintieron en la puerta de la cabaña, Julie se levantó de inmediato y allí parados en la puerta estaban los dos chicos, Julie los haló por el brazo para que entraran rápido y nadie los viese, cerró la puerta y en un tono un poco amenazante les pregunto que era lo que ellos querían. De inmediato aquel tono bravucón con que me habían hablado desapareció y bajando la cabeza sólo respondieron que querían participar con nosotros en lo que hacíamos y su principal interés era ver a las chicas desnudas. Después de hablar con ellos los escondimos en el baño con la luz apagada y la puerta entrejuntas para que pudiesen observar todo lo que allí iba a suceder entonces, pero no podrían salir hasta que todas se volvieran a dormir. Riéndose de contentos aceptaron y se escondieron en el baño. Julie encendió la luz de la habitación y empezó a llamar a todas las chicas diciéndoles que ya yo me sentía bien y lo haríamos nuevamente, todas se pusieron muy contentas y comenzaron a desvestirse. Como parte de la clase que improvisaba en esos momentos comencé a hablarles acerca de cómo los chicos se masturbaban y como se ponían de cachondos cuando pillaban alguna chica desnuda. A medidas que iba hablándoles se me iba ocurriendo una idea que al parecer Julie adivinó en mi mente, porque no cesaba de reírse, ya me imaginaba como estarían aquellos dos encerrados en el baño mirando tantas chicas desnudas totalmente. Les dije que hoy cada una lo haríamos por separado mientras Julie y yo las observábamos si lo hacían bien. Así sucedió y cada una recostada en su cama comenzaron a masturbarse, era innegable que habían aprendido bien la lección, ya buscaban como darse mas satisfacción con diversos movimientos de sus caderas y su pelvis y alguna que otra emitía gemidos de placer. Esperamos pacientemente hasta que las cuatro chicas llegaran a su orgasmo, una vez terminado les anunciamos que les teníamos una sorpresa, pero de aquello si no podría enterarse nadie porque de lo contrario nos expulsarían a todas del campamento y posiblemente hasta de la escuela. Las caritas de miedo e intriga que pusieron daba risa, pero le prometimos que si se portaban bien la iban a pasar espléndidamente. A una seña mía Julie fue al baño y sacó a los dos chicos, tenían las caritas rojas como tomates y debajo de sus cortos pantalones no era difícil notar el bulto que se les marcaba producto de la erección. Las chicas corrieron a cubrirse, pero les pedimos que nos imitaran y no lo hicieran, que permanecieran como estaban y solo observaran bien cada detalle. Acercándonos a los chicos primero quitamos sus camisetas, pero cuando les fuimos a retirar sus pantalones pusieron objeción ofreciendo resistencia, le hablamos de que iban a tener más de lo que ellos imaginaban y que si no lo hacían diríamos que cuando nosotras llegamos a la cabaña ellos estaba escondidos en el baño para espiarnos, es decir, que pasamos a la ofensiva y los teníamos en nuestras manos. A regañadientes accedieron tapándose la cara, les quitamos los pantalones y a nuestra vista emergieron con impulsadas por un resorte aquellas dos vergas que para su edad no estaban del todo mal, tiesas y duras que parecían que de un momento a otro estallarían. Las chicas miraban asombradas ante aquel espectáculo y les pedimos que se acercaran y las tocaran para que pudiesen conocer como era la verga de un chico. Al principio los chicos trataban de que no los tocaran pero después se dejaban al parecer por el gusto que aquello les proporcionaba. Tuvimos que quitarles las manos de la cara ya que al cabo del rato no lo habían hecho, la única regla impuesta era que no podrían tocar a ninguna de las chicas y dejarse hacer todo lo que nosotras quisiéramos. Para asegurarnos bien de que esto no sucediera y en contra de su voluntad con las cuerdas que teníamos para saltar les amarramos las manos a la espalda. Para dar ejemplo de cómo debía hacerse tomé entre mis manos la verga de uno de los chicos y muy despacio comencé a sobársela hacia atrás y hacia delante, el chico temblaba de nervios, Julie hizo lo mismo con el otro y cuando no dimos de cuenta que estaban casi a punto de correrse detuvimos nuestra tarea, dando paso a las otras chicas para que hiciesen lo mismo, los chicos estaban que explotaban ante todo aquello que les estaba sucediendo, entonces fue cuando sucedió lo que ellos nunca se habían imaginado, comenzamos a chuparle las pijas un rato cada una y cada vez que estaban a punto de correrse nos deteníamos, más que un placer pienso yo que era una tortura. Le soltamos las manos y haciendo todas una sola fila con las piernas abiertas le dimos permiso para que pasaran su mano por nuestros coñitos, en más de una ocasión con la otra mano trataron de sobarse la pija pero se lo impedimos, le prometimos que no quedarían así. Las puse a todas de espalda y controlando bien sus movimientos les permití pasaran su verga por entre las nalgas de las chicas, ellas agarrándoselas se las separaban para sentir mejor el roce de aquella verga. Las chicas estaban maravilladas y les encantaba aquello, una que otra vez las tomaban por la cintura para restregársela bien pero de ahí no pasaba, cada una sintió el roce de las vergas entre sus nalgas en mas de una oportunidad, pero como ya la noche había avanzado decidimos ponerle fin a aquello, no sin antes dar una recompensa a nuestros prisioneros. Arrodillamos a dos chicas delante de cada chico y nosotras colocándonos detrás de ellos comenzamos a masturbarlos, al principio despacio y con delicadeza, haciéndolo más intenso cada vez, no demoró mucho en que brotara la leche de sus vergas y apuntándolas a las caras de las chicas las hicimos probar aquella mezcla desconocida para ellas, después una a una le dieron un beso a cada chico, se vistieron y con la mayor discreción fueron para sus cabañas. Estoy segura que aquella noche perduraría mucho tiempo en sus mentes. Tuvimos que abrir las ventanas porque el olor a semen no nos dejaba dormir, aunque tardamos bastante en hacerlo debido a los comentarios que se sucedieron ante la nueva experiencia. Yo misma me asombraba del tono que aquello había ido tomando y la gran aceptación que había tenido por las chicas. La noche siguiente hubo una actividad en el campamento y como terminamos muy tarde no hicimos nada. El domingo era el último día de campamento y acordamos entre todas, como sería la última oportunidad, tratar de disfrutarlo al máximo. A escondidas como siempre organizamos una pequeña fiestecita en nuestra cabaña e invitamos a los dos chicos que habían estado con nosotras aquella noche, con el encargo de buscar otros cuatro que fuesen muy discretos y así que cada una tuviese su pareja para bailar y compartir. Imaginarse podrán que tantas personas allí casi no cabíamos, unos encima de las camas, otros sentados en el piso, pero nos arreglamos bastante bien. Para entrar en calor y en confianza, después de bailar unas cuantas canciones comenzamos a jugar a la botella, este juego consiste en hacer girar una botella en el centro del grupo y a la persona a la cual apunte el pico se le impone un castigo, si no lo cumple deberá entregar una prenda de ropa. Los chicos, con mucha astucia imponían castigos imposibles de cumplir, como era a esa hora ir a buscar un cangrejo a la playa y cosas por el estilo, por lo que poco a poco nos fuimos quedando sin ropas incluyéndolos a ellos ya que adoptamos su mismo método. Al estar todos completamente desnudos los castigos variaron de forma repentina, pues no había nada que entregar, comenzaron por darle un beso a la chica o chico que más le agradara y así sucesivamente fueron subiendo de tono como era de esperarse. Uno de los castigos correspondió a Julie y esta pidió que uno de los muchachos mientras la besaba la masturbara, quedaron solos en el centro del círculo que habíamos hecho y comenzaron su función, pasé la vista por todos los allí presentes y los chicos con sus pijas en la mano comenzaban a sobárselas, mientras que las chicas se acariciaban su coñito, me di de cuentas inmediatamente que aquello de esa forma terminaría muy rápida sin lograr nuestro objetivo, tomé al chico que tenía a mi lado y le hice señas al resto para que hiciesen lo mismo, cada una con su pareja comenzamos a besarnos y masturbarnos ya sin prestarle atención a Julie. Esta percatándose de lo que sucedía decidió llamar más aún la atención y acostándose en el lugar que ocupaban solicitó la atención de todos para que vieran lo que iba a suceder. Se abrió de piernas lo que más pudo y tomando la verga de su compañero se la fue introduciendo poco a poco, hubo un pequeño grito de dolor, muestra de que había sido desvirgada en ese momento, pero continuó afanosamente su labor moviéndose hacia todos lados, algunos tuvimos que apartarnos un poco para darle más libertad a sus movimientos, pero no tardó en que algunas incluyéndome a mi la secundáramos, solo pedimos a los chicos que cuando fueran a correrse lo hiciesen fuera de nosotras porque eso era peligroso, era un amasijo de personas por el piso y en las camas, juntos unos a otros disfrutando de aquella ocasión, los chicos cuando se corrían inevitablemente sus chorros de semen nos bañaban, algunos lo hacían sin percatarse de ello pero otros lo realizaban de forma intencional, yo recibí al menos tres baños de esperma sin contar la del chico que estaba conmigo que la dejó toda encima de mi. Uno a uno fuimos a bañarnos y tratar de alguna forma ir recogiendo el desorden que habíamos formado.- Después de haber organizado un tanto el lugar los chicos se fueron despidiendo uno a uno y abandonando nuestra cabaña. Al retirarse todos las chicas me dieron un gran abrazo y un beso agradeciéndome todo lo que les había enseñado y obligándome a prometerles que en alguna otra oportunidad repetiríamos la experiencia. Julie fue más concreta y directa pidiendo verme al siguiente día en su casa con el pretexto de estudiar juntas en su habitación y así lo hemos hecho durante todo este tiempo.

Datos del Relato
  • Autor: Plastilina
  • Código: 1318
  • Fecha: 07-02-2003
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.64
  • Votos: 87
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3275
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
oscar
invitado-oscar 03-05-2003 00:00:00

Lo digo y lo sostengo un diez mas querida plastilina. Continua Asi.

Charles
invitado-Charles 08-02-2003 00:00:00

La persona que hizo este cuento tiene una mente formidable, me ha hecho revivir 30 años porque estuve involucrado en una situacion bastante parecida...felicitaciones...

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