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Categoría: Parejas

los sorprendi

Tengo 25 años, no tengo novia y mis relaciones sexuales son muy esporádicas y poco satisfactorias a decir verdad. Pero llegó el día de mi liberación, el día en que, por fin, disfruté de los placeres del sexo.

Me encontraba trabajando en la facultad cuando se me avisó que había una avería en el lavabo de mujeres del tercer piso. Allí arriba sólo hay una clase, el resto son laboratorios, por lo que no había nadie en los pasillos. Me habían dado el encargo de llevar una cámara digital a uno de los profesores, que al parecer quería publicar una web sobre los laboratorios. Primero me dirigí al baño para poder ver la magnitud del estropicio.

Abrí la puerta con confianza, ya que lo normal es que a esa hora no haya nadie en los lavabos. Todos están en clase o, si no, en algún bar. Por eso mi sorpresa fue mayor cuando vi a dos alumnos follando. Un chico estaba enculando salvajemente a una chica contra el lavabo. La chica, con los brazos apoyados en el grifo, estaba recibiendo lo que, sin duda, había venido a buscar. La polla se me puso a cien, inmediatamente. ¡Dios, qué hembra! Le veía la cara a través del espejo. Estaba con los ojos cerrados gimiendo como una zorra. Sus tetas, que el chico apretaba con fuerza, bamboleaban con cada embestida. Era un cuadro erótico cien por cien.

En cuanto reaccioné, cogí la cámara y empecé a sacar fotos de la escena y de la cara de la chica. El chico terminó corriéndose en su culo y se desplomó sobre ella. La chica, una morena impresionante, abrió los ojos y me vio. Se quedó quieta mientras el chico sacaba la polla de su culo y empezaba a vestirse.

- Bonita escena -dije-. Lástima que se acabe tan pronto.

Me acerqué a los dos jóvenes.

- ¿Sabéis que os pueden expulsar por esto?

Ambos estaban paralizados, y no acertaban a responder.

-Vamos a hacer una cosa. Tú, chico, te largas ahora mismo y me dejas estar con tu novia un rato. Y tú, muñequita, te portas bien conmigo y eres complaciente.

El chico cerró los puños. No le apetecía que yo jugara con su novia pero el que yo fuera un tocho de dos metros y cien kilos de peso le indujo a pensar que tenía las de perder.

- No le hagas daño, cabrón -me dijo. Y empezó a irse. Sin embargo, se me ocurrió otra idea-. Quédate y así daremos más rabo a esta zorra.

La chica estaba pasmada por ver cómo su novio accedía tan fácilmente a que yo me la follara. Pero ahora el chico también podría participar y él se empezó a excitar con la perspectiva. A ella no parecía gustarle ya que empezó a retroceder ante mi avance. La alcancé agarrándola del pelo.

- Mira, puta, vas a ser buena conmigo porque si no me encargaré de que te expulsen, y entonces tu futuro sí que va estar lleno de pollas, porque con este cuerpo que tienes te iban a follar hasta los críos de la escuela. ¿Has entendido, zorra? Basta de charla. Chico, cierra la puerta y siéntate en el lavabo.

El chico obedeció. Cogí a la chica y la levanté en volandas. Parecía haberse resignado a su suerte. El chico se bajó los pantalones sacando una polla dura. Abrí de piernas a la chica y la ensarté en su polla. La chica apenas protestó y empezó a menear las caderas. Yo, por fin, tenía paso libre a donde quería y, agarrándola bien, empecé a meter mi polla en su culo. La chica sí que gritó esta vez. Y empecé a darle lo suyo. La embestí con la rabia contenida por el tiempo que había estado sin una mujer. Aquella zorra iba a pagar los meses de abstinencia. Ella empezó a jadear como una perra. Esto me excitaba e iba aumentando el ritmo.

Allí estábamos los tres, la chica penetrada por ambos agujeros, mientras el chico le mordía con fuerza los pezones y yo amenazaba con arrancarle aquellas preciosas tetas de la fuerza con que tiraba. La chica empezó a gemir como un animal. Se corría con frecuencia, pero tanto el chico como yo queríamos más. Yo le metía la polla de golpe hasta los huevos y volvía a sacarla. A ella le dolía pero seguía moviéndose.

El chico se corrió, lo que yo aproveché para voltear a la chica sin dejar de empalarla por el culo, de forma que la tenía empalada, y ella no se sujetaba a otra cosa que no fuera mi rabo. Al tener sus labios frente a mí, comencé a besarla con furia y seguí comiéndole las tetas, mordiendo sus pezones como un animal hambriento. Ella sólo acertaba a gemir y yo seguía empalándola con furia creciente. La hacía saltar sobre mi polla, agarrándole su culo, subiéndola hasta la punta de mi polla, y dejándola caer con brutalidad.

Cuando vi que ya no podía más y que iba a correrme, la saqué de mi polla, la puse de rodillas y le metí el rabo hasta el fondo de su garganta. Le solté el chorro de semen en su garganta. Ella jadeaba, mientras trataba de coger aire. Yo la seguía agarrando del cuello sin dejar que sacara mi polla de su boca. Al tratar de beber mi semen, no pudo y le empezó a resbalar por la barbilla.

Qué imagen más encantadora: una chica preciosa comiéndome la polla, con la mirada ida por el esfuerzo y bebiéndose mi leche.
Datos del Relato
  • Autor: incognito
  • Código: 13364
  • Fecha: 09-02-2005
  • Categoría: Parejas
  • Media: 5.27
  • Votos: 45
  • Envios: 0
  • Lecturas: 983
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
lisi
invitado-lisi 25-02-2005 00:00:00

una verdadera porqueriaaaaa JASHNDJKF NI ME GUSTO EN LO MAS MINIMOO ASOICOUQROSOOOOOO

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