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Categoría: Incestos

La tía de mi esposa

Finalizando Marzo y el verano, fui a San Bernardo a ver en que condiciones había quedado el chalet que alquilamos ese año, ya que ni Graciela, mi esposa; ni mis hijos ni yo, tuvimos tiempo para veranear en la Costa y nos pareció lo mejor ,sacar una renta de la propiedad.

Vecina a nuestra propiedad, esta la casa de la prima de mi esposa, pero como ella y su marido, habían viajado a Brasil, dormiría en su casa por el par de días que me quedaría. Había quedado en la casa la tía María Elena, que desde que quedo viuda hace 2 de años, vive en la casa de su hija.

María, es una mujer de 52 años, pero realmente se mantiene muy bien. La diferencia de edad que tenía con su esposo (15 años), la hacía parecer todavía más joven.

Estaba encantada que le hiciera compañía ese fin de semana, me preparó la habitación de huéspedes y me esperó al arribo con un almuerzo suculento.
Por la tarde verifiqué las condiciones de nuestra propiedad y no habiendo ningún problema, me decidí a pasar dos días de descanso, ya que el tiempo era magnífico.

Por la tarde, considerando que le debía un agradecimiento al hospedaje le dije:

-María, esta noche la invito a cenar en el centro.

Me agradeció la invitación y me comentó que hacía mucho que no cenaba fuera de su casa y que no había mucho movimiento en San Bernardo durante el año, por lo tanto la vida era muy hogareña.

Justamente, antes de irse de viaje su hija y yerno, le habían regalado una videoreproductora para su habitación,así podría amenizar sus noches.

Antes de salir por la noche, me asombré al verla, vestida con una falda amplia de una tela liviana, que marcaba una cola firme y dejaba sugerente la visión de unas piernas bien torneadas.En la parte superior, una blusa de seda con algún botón desprendido al descuido, mostraba un busto no ampuloso, pero si firme y turgente.

Durante la agradable velada, charlamos de temas variados y se notaba que estaba feliz. En un momento de la conversación me dijo:

-La vídeo que me regalaron, no se como se usa -y agregó- ni tengo alguna película.
-Yo te enseñaré -le dije- y ahora cuando salgamos, compraremos alguna película para ver.
-¿ No será porno, verdad? - me dijo sonriendo.
-¿Nunca viste una x?-pregunté bromeando.
- No- dijo- la verdad que mi marido era muy
puritano y nunca se le ocurriría que yo la viera.

Nos reímos del cariz que tomaba la charla, pero cuando salimos del resto, al pasar por un local de vídeo, compré una película porno.

Volvimos paseando mientras tomábamos un helado y cuando entramos a la casa, le dije:

-¿Te enseño a usar la vídeo ?
-Como no-dijo- ven a mi cuarto.

Fuimos a su cuarto y le expliqué el uso del vídeo. Finalmente, entre bromas, puse la película x, en el vídeo.El aparato estaba instalado en un soporte al frente de la amplia cama y nos ubicamos ambos sobre ella.

Yo estaba sentado en un borde y ella apoyada en el respaldar. A medida que la película avanzaba, más se mostraba interesada en las imágenes y en un momento álgido de la misma, vi su respiración agitada y con su mano acariciaba lentamente uno de sus pezones.

Yo también empecé a sentir los efectos de la excitación y una erección empezó a afectarme.

-¿Estás exitada ?
-¿Cómo me preguntas eso?-agregó -sos caradura.
-Es normal -contesté-además, llevas 2 años de viudez y eres joven y hermosa.
-Bueno -dijo dudando-, también esto es nuevo para mí. Anibal (su esposo) había dejado o por su edad o por su enfermedad, de prestarme atención como mujer.

Con este panorama, me animé a tenderme también en la cama apoyando mi espalda junto a ella.
En silencio, mirábamos las escenas tórridas de la pantalla y el clima era denso en el cuarto.
Pasé un brazo sobre sus hombros y me quite los zapatos.

-¿Qué haces? -murmuró.
-Nada -contesté- me pongo cómodo.

Con la mano del brazo que pasé sobre su hombro,
acariciaba su pecho izquierdo. Tenía un pezón duro por la excitación y la respiración cada vez más agitada.
-Esto no está bien, Dani. Mejor que paremos.
-Al contrario. Esto es lo que necesitas. Y yo
también.
- Si se enteraran de esto.
-Ni vos ni yo diremos nada.-afirmé.-esto es algo que quedará entre vos y yo.

Para este momento, ya le había tendido sobre la cama y la besé en la boca.
Reaccionó como nunca había visto hacerlo a
ninguna mujer. Se aferró desesperada a mi cuello y su boca se apretó a la mía con ansias. Su lengua incursionaba mi boca y murmuraba incongruencias.
Me saqué la camisa y desprendí su blusa quitando su corpiño diminuto.Nos desvestimos con zarpasos desesperados y violentos.
Abrí sus piernas y abordé con mi boca su vagina.
Mi lengua recorría sus cavidades, mientras los gemidos de ella llenaban la habitación.

-Me estas volviendo loca-gritaba- Jamás nadie me hizo esto. Mi marido nunca,nunca me hizo sentir algo tan intenso.

Yo por mi parte, sentía el calor que emitía ese cuerpo maduro y firme y mi excitación era cada vez más intensa.
Mordí suavemente sus pezones.Lamí su vagina y su ano. Besé cada centímetro de su cuerpo y los sonidos que emitía su boca, me excitaban más y más.
Ella respondía enloquecida mis caricias. No mostraba pudor ni limites.

-Hacerme lo que quieras -gemía-. No pares. Quiero vivir todo lo que no viví antes.

Cuando la penetré lentamente , lo hice para que
sintiera mi miembro en su panocha, con verdadera intensidad. Nos mirábamos a los ojos con lujuria y desesperación casi violenta.

-¿Te gusta esto? -le pregunté.
-Si maldito. Me estás matando. Sigue. Sigue., hijo de puta. Te necesito adentro.
El vaivén se intensificaba en mi, pero más en ella. Rasguñaba mi espalda y su pelvis chocaba con violencia mis testículos.
Me mordía los labios y se mezclaban nuestras salivas en besos apasionados.
Hubo mucha ansia contenida durante años en su cuerpo, hoy, despertaba una mujer nueva, que ni ella sospechaba existiera. Por suerte me tocaba a mí, el placer de beber estos néctares de diosa contenida.
El orgasmo al que llegamos, estuvo saturado de gemidos y gritos de placer por ambos.
Más tarde, agotados y húmedos de sudor y esperma, tendidos en la cama, nos prometimos repetir siempre que pudiéramos este encuentro. Pocas veces se siente el haber logrado un clímax como el que vivimos.

-Te he gozado maravillosamente- le dije.
-Y vos en mí, despertaste una puta dormida-dijo.
-No dejare que se vuelva a dormir- respondí.

Nos reímos mientras retornábamos a abrazarnos.
Datos del Relato
  • Autor: Danino
  • Código: 27202
  • Fecha: 22-04-2013
  • Categoría: Incestos
  • Media: 7.11
  • Votos: 37
  • Envios: 1
  • Lecturas: 10389
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
invitado
invitado-invitado 23-01-2014 22:22:59

que ricas las maduras aahhh...

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