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Categoría: Maduras

La gran despedida 1

Hola de nuevo, me gustaría contarles esta vez como fué la despedida de la mejor novia que he tenido y que aun amándonos mucho tuvimos que dejarlo.



Yo había estado saliendo con una gran mujer 5 años mayor que yo, cuando la conocí yo tenía 25 años y ella 30, durante siete años fuimos novios y disfrutamos del sexo como nunca y tuvimos que separarnos ya que ella tenía una hija adolescente con la que no se podía convivir por su gran reveldía. Ella decidió mudarse con su hija a la ciudad donde vivían sus padres para ver si cambiando de aires su hija mejoraba. Asi fué la despedida:



Claudia me llamó desde una gasolinera, su voz era entrecortada y llorosa. Enseguida le pregunté que le pasaba y ella respondió que tenía que irse lejos de mi, que no quería que su hija siguiese haciendonos daño a los dos, que se iba a vivir con sus padres. Yo sabía que algun día llegaría ese momento y secamente dije: Vale, te quiero. A lo que ella respondió que volvería en unos días a recoger sus cosas cuando encontrase casa de alquiler y que nunca la olvidase, que aun me amaba.



A las dos semanas, Claudia volvió a llamarme para decirme que ya tenía casa, que mañana cogería un bus para volver a recoger sus cosas y despedirme finalmente de mi. LLegaría sobre las 6 am a mi casa.



Yo la esperé ansiosamente recién duchado y en albornoz, en cuanto sonó el timbre de casa salté del sofá como un resorte, abrí la puerta y ella me abrazó y besó en los labios apasionadamente, después sonrió y me dijo:



- ¿puedo pasar?



- No, me dejaste muy mal.



- ¿que puedo hacer para compensarte? - preguntó



En la puerta de casa, frente al rellano del ascensor y sabiendo que a esas hora no había mucho transito por la escalera, me abrí el albornoz, ella sin mediar palabra se arrodilló ante mi, me acarició lo huevos y se metió mi pene aun flacido en su boquita. Empezó a chupar y en segundos mi polla estaba dura llenando su boca. A ella siempre le encantaba eso de poder ser pillada y nos gustaba mucho hacerlo a media vista, junto a la ventana con las cortinas abiertas, en el campo, etc. Cuando yo estaba apunto de correrme, le dije:



- Vale, ya puedes pasar.



Dejó su maleta en la entrada y fuimos directamente a la cama, nos desnudamos entre besos y lametazos por todo su cuerpo. Estaba dolida con ella por dejarme sin avisar, asi que la giré y la empujé contra la cama, ella se quedó a cuatro patas sobre la cama con las rodillas justo al borde, sin mediar palabra se la metí de golpe, ella aun estaba seca y tuve que dar varios empujones hasta metersela toda.



- Pues si que me has echado de menos - dijo.



- LLevo dos semanas a pajas y necesito un coño desesperadamente.



- Aqui tienes el mio, te dije que volvería a despedirme de ti.



Ella metío su mano entre sus piernas y acarició mis huevos mientras yo la embestía desde atrás. El que me tocase los huevos me volvía loco y ninguna mujer me lo había hecho antes que ella, sabía como dar placer a un hombre como ninguna. Me corrí dentro de su coño en pocos minutos sin darle tiempo a ella nisiquiera a excitarse lo suficiente, cuando notó brotar mi semen y oyó mis gemidos, movió su culito en circulos para extraerme toda la leche.



- ¿Ya cabronazo? ¿Eso es todo lo que me vas a dar? - dijo riendose. Se tumbó boca arriba en la cama y se abrió entera de piernas diciendo: Limpia lo que has manchado.



Yo metí mi cabeza entre sus piernas y empecé a chuparle su coño peludito como loco, poniendo mis labios junto a su agujero y sorbiendo para sacar mi semen y tragármelo todo. Estuve un buen rato comiendole los labios vaginales, el clítoris y metiendo mi lengua todo lo que podía.



- ¿por que no me la metes de nuevo? dijo ella.



- Aún no ha vuelto a ponerse dura - dije yo.



- Buff, seguro que el tío que venía conmigo en el bus, la la tendría dura de nuevo... - dijo entre risas.



Ella sabía lo cachondo que me ponía eso mientras follábamos, asi que me incorporé y tumbándome sobre ella alargué mi mano hasta el cajón de la mesilla y saqué un gran consolador que usábamos asiduamente (más yo que ella, pero eso es otra historia)



- Ahhh, mi buen amigo, veo que aun lo tienes... - dijo abriendo los ojos como platos.



Cambiamos de postura, yo me tumbé boca arriba, ella puso su coño en mi boca y su boca en mi polla, iniciando un 69.



- A ver si soluciono esto - dijo Claudia mientras empezaba a lamerme todo el pene de abajo a arriba.



Mientras yo le metía el consolador por su vagina girándolo suavemente y chupaba su clítoris. Mientras con la otra mano magreaba sus tetas colgando sobre mí.



Después de un rato en esa postura ella llegó al orgasmo con suaves convulsiones y gemiditos ahogados por tener mi polla casi en su garganta. Paró un momento a coger aire mientras yo sacaba lentamente el consolador de su coño y yo lo chupaba para saborear sus flujos vaginales.



- Veamos si un sigues como te dejé, machote, vamos a por la segunda corrida - dijo mientras me quitaba el consolador, lo lamía lascibamente y cogía el lubricante del cajon de la mesilla.



Yo sabía lo que iba hacer con él y eso me puso a cien. Volviendo al 69, abrí mis piernas y mientras ella seguia chupandome, roció de lubricante el dildo y lo acercó a mi ano. Bufff, yo suspiré de placer, levanté mi pelvis de la cama, metíendole mi polla hasta la garganta y ella introdujo el dildo por mi ano suavemente (lo habiamos hecho muuuchas veces antes), volvi a descansar sobre la cama y mientras ella me penetraba analmente con el dildo y me hacía una buena mamada yo jugueteaba con sus labios recorriendo cada pliegue como queriendo dejarlo mas limpio que una patena.



Así después de un rato, empecé a gemir y le dije que me iba a correr, pero esta vez, en vez de sacarsela, chupó con más fuerza hasta que exploté en su boca y ella lo recogío todo. Entre pequeñas arcadas de asco, se giró hasta mi boca y nos besamos apasionadamente. Yo le pregunté que porqué había recogido mi semen con su boca si tanto asco le daba y ella dijo que me lo merecía después de los maravillosos siete años que yo le habia dado.



Nos levantamos, nos vestimos y mientras desayunabamos, ella me dijo:



- ¿Por que no me llevas a aquel balneario donde estuvimos, para celebrar nuestra despedida a lo grande?



- Perfecto, cuando vuelva de trabajar, preparamos algo para llevar y mañana nos vamos. (Esa será la segunda parte)



Esta historia es real, pero he cambiado el nombre de mi novia, aunque estoy seguro que ella estará encantada de que lo lean. Espero lo hayan disfrutado y agradezco sus comentarios.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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