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Categoría: Confesiones

Intentando escapar de una relación aburrida y monótona

Ella sabía que no debía estar ahí, que no tenía que tomar ese avión; que ella tenía una vida resuelta y un compañero de vida, él mucho más, una familia esperando. Pero la rutina y falta de interés la arrojaban a sus brazos. A su lado todo se incendiaba con solo una mirada, un roce o un suspiro, bastaba para despertar en ella la pasión que creía dormida dentro de su cuerpo.

También sabía que no debía toca la puerta de aquella habitación, que debía dar la media vuelta y continuar con su vida, pero, – ¡Dios, cuanto lo deseaba!- Y contra eso no pudo hacer nada.

En el momento en que esa puerta se abrió, sintió las pulsaciones de su corazón en cada una de las partes de su cuerpo. No hizo falta un saludo o una explicación. Sus labios eran mucha más rápidos, se abalanzaron uno en busca del otro y se comieron a besos, con pasión y desesperación. Lo hicieron como tantas veces lo insinuaron con sus Miradas. No faltaron las palabras para que él supiera acariciar el lugar exacto donde ella lo deseaba. Detrás de ella cerró la puerta y tiro de él hasta la

cama, lo dejo hay sentado frente a ella y mirándolo fijo a los ojos comenzó a desvestirse. Primero desabrocho su blusa lentamente, botón por botón, abriendo una brecha en su pecho donde él quemaba con su mirada. Sus caderas se movían por si solas al ver el brillo en sus ojos. Ella lo miro fijamente y dejo que su manos se movieran por si sola alrededor de su cuerpo, y al mirarlo pudo ver sus labios hinchados del ataque de besos que había sufrido con su llegada y las mordeduras que la escena le provocaba.

Al terminar con el último botón de su blusa la deslizo lentamente por sus brazos y la tiro a un lado, el intento tomarla de los brazos, pero, no se lo iba a permitir aún, ella quería disfrutar un momento más del fuego que reflejaba su mirada. Aun cuando su entrepierna lo necesitara con urgencia.

Quería disfrutar del fuego de su mirada que tantas veces la había desnudado en su mente. Dentro de todas las sensaciones que tenía en ese momento. El calor en sus pechos le estaban pidiendo a gritos que los liberará, así que se giró un poco y le dio la espalda, bajo lentamente cada tirante de su brasier y con ambas manos lo desabrocho, en ese momento comenzó a sentir sus tibias manos en la espalda lo que la estremeció como nunca. Al sentir el roce en sus pezones era tal el

placer que no pudo contener el gemido y la respiración agitada. Al dar la media vuelta se quedó a horcajadas sobre sus piernas, en ese mismísimo momento sintió la presión de su pene contra su húmeda entrepierna.

De algo estaban seguros, ambos sentían al mimo deseo por el otro.

Ambos comenzaron a devorarse a besos, ella comenzó a desabrochar su camisa y recorrer su cuerpo con la yema de sus manos. Necesitaba sentir el roce de su cuerpo. Cada vez que sus manos le tocaban sus pechos su respiración se entrecortaba y su espalda se arqueaba de forma natural para deja todo a disposición de él; para que tomara y besara lo que quisiera. Era tal el deceo que los besos ya no eran suficientes, el bajo fue bajando sus besos por sus mejillas hasta llegar a su cuello donde le dio

pequeños mordiscos dejando estragos en ella. Inevitablemente su cadera oscilaba hacia adelante y atrás, notando su abultado miembro en su mojada entrepierna.

La razón ya no los gobernaba, lo único que tenían en sus mentes era el placer que cada caricia les provocaba.

Ella ya no podía más, se alejó de su cuerpo y del alcance de sus besos solo por un segundo, el que basto para desprenderse a tirones de la poca ropa que le quedaba, luego voluntariamente y con prisa se encargó de desaparecer su pantalón. Bajándolo lentamente para quedar ambos totalmente desnudos. Sus labios pedían a gritos explorar las partes de su cuerpo que aún no conocía, por lo que se arrodillo y beso con suavidad, sus manos llenaban los lugares donde sus labios y lenguano podían llegar. En la lejanía se podía escuchar sus gemidos, ver su pecho en movimiento por su respiración entrecortada. El verlo así tan fuera de control y con la excitación al 100% causo un nivel de euforia que ya no podía contener y sin resistirse más, hizo lo que desde que subió al avión tenía en mente. Se subió sobre él y dejo que cada centimetro de su miembro se sumergiera en ella. Cada estocada era una maravilla, sus cuerpos estaban tan receptivos que sentían cada pequeño movimiento como estar en la gloria. Comenzaron lentamente, pero sus cuerpos les pedían más y fueron aclarando el ritmo, hasta que cada uno llego a su éxtasis.

Agotados y sudados de tanto sentir se tiraron uno al lado del otro con una sonrisa en el rostro con sus dedos entrelazados y así sin decir ni una palabra, se convirtieron en los mejores cómplices que podrían el mundo conocer. en la quietud dell anonimato y a kilometros de los terceros en discordia.

Fin.

PSD: Este es un relato que dibagaba en mi cabeza.

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