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Inseguridad y expiación

A Sergio se la tenía jurada...había .hacerle una buena broma para que pagara el ingreso al grupo.- La voz de Guillermo resonó, festejadísima por los demás, al entrar en el bar.
Eramos compañeros desde los años de la escuela secundaria. El era el típico chistoso, gastándole bromas a todo el mundo, algunas incluso bastante pesadas. Siempre ingenioso, no sólo al momento de orquestar sus tramas bromistas, sino también para zafar de represalias.Siempre pensé que tenía que ver mucho en su caracter el de su padre (un bromista tan pesado como él, hombre de buena posición y presidente vitalicio del club del barrio)
Comenzamos juntos la carrera de derecho. Desde el principio, fue mas la diversión que el estudio y el resultado se vió en nuestras pésimas notas y en como nos fuimos conviertiendo en estudiantes crónicos.
A nuestra dupla se sumó, con el tiempo, Esteban. El venía de reiterados fracasos estudiantiles. La andanada de bromas que intercambiaba con Guillermo, los convirtió, con rapidez, en complices. Yo seguía unido a ellos, pese a que comenzaba a hastiarme de esa especie de perpetuación en la adolescencia.
Un año más y apareció Ciro. Venía de una exclusiva universidad privada, que había tenido que abandonar, debido a la repentina quiebra económica de su padre. Era obvio que se sintió atraído por el clima de permanente fiesta que exhalaban Guillermo y Esteban. Allí nació el germen de las novatadas.
-Vieron como se nos quiere sumar el chetito. Vamos a dejarlo, pero tiene que pagar novatada para unirse al grupo....claro que el no lo va saber.
Guillermo lo invitó a pasar una tarde en el club de presidía su padre. Sería un lunes, día en que el club permanecía cerrado, para mantenimiento. El día se presentó soleado, ideal para pileta. Guillermo se retió primero, se duchó y vistió. Vino avisarnos que era hora de irnos. Salimos del agua pero a Ciro lo retuvo un largo rato, para darnos tiempo arreglarnos. Nos cruzamos con Ciro que entraba a los vestuarios. Mientras el se bañaba, le escondimos todas sus pertenencias, toallla inclusive. Comenzó a llamarnos, se asomó. Guillermo había hablado con los empleados del club, que lo tuvieron largo rato diciéndole que nos habíamos ido, que no podían ayudarlo porque no tenían ropa para prestarle ni podían llamar para que se la trajeran. Lo tuvieron bastante tiempo así hasta que Guillermo reapareció explicando que todo había sido una broma.
Este bautismo había dejado resentido a Ciro, quien cuando en el horizonte apareció Sergio, fue el primero en proponer bromas pesadísimas.
Asistí pasivamente a los planes: invitación de Guillermo a la casa de sus padres, que estaban de viaje, con la excusa de que había varias chicas invitadas. Proponer el juego del strip poker(supuestamente para una fiestita con chicas que nunca habían existido, desde un celular fingiría Ciro que llamaban para avisar que noi vendrían) jugar al strip poker entre nosotros, desnudar a Sergio que recibiría cartas marcadas y luego phacerle mil diabluras.
De toda esa fantochada volvíamos, luego de abandonar a Sergio en pelotas en una barrio alejado. A mi me había parecido todo demasiado.
-Muchachos, unas buenas cervecitas en honor a Sergio...
-Che, ¿no lo tendríamos que ir a buscar?
-Claro, y a dejarte en bolas a vos en su lugar-remató Ciro, que no entraba en si de felicidad.
La noche recién comenzabapara ellos. Me quedé un rato y me levanté para irme.
-Ey, no te vayas, es temprano todavía. Si te puedo alcanzar con el auto.-Dijo Guillermo.
-Dejá, si estamos en el barrio. No pasa nada. Es cerca.
-Pero si tenés como diez cuadras. Con todo lo que pasa....
-No, dejá.
-Hablamos mañana.
-Chau.
No me hacía demasiada gracia volver sólo a casa a esta hora. Las dos primeras cuadras, sobre una avenida iluminada, no me preocupaban. Pero luego, eran ocho cuadras por una calle poco transitada.
Empecé a caminar, pensado en todo lo pasado, preguntándome hasta cuando se sostendría la amistad con Guillermo y los demás.
Doblé por mi calle. A las tres cuadras, vi un grupo de cuatro chicos, dos orinando contra un árbol. Decidí esquivarlos y dar un rodeo. Caminé un par de cuadras en otra dirección y al volver a doblar, me topé de lleno con un grupo de cinco chicos.
-¿Tenés hora?- me preguntó uno.
Me quedé sin voz, pero no podía salir corriendo. La luz era escasa. Atiné a un esforzado gesto de contemplación, mientras el corazón se me salía por la boca. Tuve un segundo de confusión....pero estaba rodeado.
-Este está calzado. Quedate piola y caminá hasta ese descampado.
Nos metimos hacia el fondo de un yuyal encajonado entre galpones vacíos. Podía pedir auxilio hasta el fin de los días ahí. Me pareció sensato callar. Ellos me revisaron los bolsillos, me arrancaron el reloj, daban vueltas, repetían:-Quieto, tranquilo, calladito. Tenía miedo de que me lastimaran con navajas o me reventaran a golpes.
-Con esta miseria salìs un sábado a la noche? Sacate todo, pendejo.
No me atrevía a entenderlos.
Elque me había hablado repitió, agarrándome de las solapas de la camisa:-Sacate todo, ¿no me oìste? Si te tenemos que sacar nosotros va a ser peor.
Emprecé lentamente a desvestirme, pensando que en el barrio sería fácil llegar a casa, sin que me viera nadie. me saqué la camisa y el pantalón, los zapatos.
Uno de ellos me pellizcó el culo y yo me aparté.
-Pero, no seas así, tan poco cariñoso.
-Sacate todo, boludo, los calzoncillos también.
Temblando, obedecí. Empezaron a hacer todo tipo de bromas, a empujarme, a golpearme.
-Ahora vas a ser un nene bueno y te vas a tomar tu biberón Arrodillate, putito.Arrodillate o te rompemos el culo.
Me arrodillé mientras el que había hablado se bajaba la bragueta.
Uno a uno fueron ocupando su turno en mi boca, mientras yo lloraba y tenía la mandíbula dolorida.
El último se despidíó con un golpe que me tumbó. Se fueron corriendo e insultándome.
No sé cuanto tiempo estuve tendido, sin animarme a moverme. Creo que podría haber sido peor. Al fin, me levanté, comencé a acercarme a la acera, a buscar una salida. En mi fuero interno, sentí que había lavado mi culpa por la participación en la horrenda novatada de Sergio. Esa calma alivió mis dolores. La amistad con Guillermo y su grupo había terminado.
Datos del Relato
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