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Iniciándome con mi primo III

Iniciándome con mi primo I

Bueno, como relate antes, entonces mi primo, finalmente aquella noche me había cogido por el culo, descargando todo su semen y su ímpetu en mí. Aquella noche, luego que el se retiró, me acosté en la cama, con el culo abierto y lleno de semen. Finalmente me masturbé y quede dormido.

Al día siguiente, el trato entre nosotros dos era un poco distante, en realidad, durante el día y prácticamente durante todo momento el trato era de amigos, pero en la noche o durante nuestros encuentros cambiaba. Ese día nos fuimos (mi familia) para nuestra casa y pasaron varios meses antes de volver a casa de mis primos.

Era Diciembre, con mi familia llegué a casa de la familia de mi primo para celebrar el fin de año. Durante toda la noche, hubo cena, fuegos artificiales, bebida, abrazos, etc.

Después de aquel encuentro con mi primo, yo me masturbaba siempre recordando aquella situación, bien fuera que digamos me pajeaba, como otras veces analmente. Aquella tarde en casa de mi primo no fue la excepción, me masturbe por el ano con el mango de un cepillo de baño, aunque no llegué al orgasmo, luego masturbé mi pene hasta acabar.

Ya entrada la madrugada, todos nos dispusimos a dormir. Cada quien en sus cuartos y distintos lugares, a mí me tocó el cuarto de fondo de la casa, el mismo donde meses atrás mi primo me había follado. Yo estaba inquieto, pensando que algo podía pasar, sin embargo mi primo no había insinuado nada durante toda la noche. Pero justo antes de acostarme, me llevo un short (pantalón corto) me dijo toma para que duermas más cómodo. Pensé éste lo que desea es desnudarme más fácilmente.

Transcurrido un tiempo, me venció el sueño, un poco después, sentí que alguien me llamaba, me decía en voz baja “despierta, despierta” mientras tocaba mi hombro. Era mi primo quién había aguardado pacientemente a que todos se durmieran para venir por mí.

El estaba sentado en la cama y desnudo. Entonces yo quedándome acostado giré hacía el, comencé a acariciar suavemente su pene, que ya antes de siquiera tocarlo estaba totalmente erecto. Luego, le sopese los testículos, como si estuviera inspeccionando que todo estaba en su lugar. El me bajó mi calzón, hasta las rodillas, acariciaba mis nalgas y mi ano. Nuevamente comenzaba a repetirse el patrón de antes, el en el rol de macho y yo en el de hembra.

De pronto me incliné un poco e introduje su pene en mi boca, le di una chupada, fue la primera vez que mamé su verga. Antes, le había pasado la lengua por el glande y acariciado muchas veces, pero no meterlo en la boca. A penas fue una chupada, no digamos meter y sacar, sólo una chupada suave.

Al sentir mi boca tibia y húmeda, el suspiró, claramente el iba por mi culo, pero había recibido también, como bono, una brevísima mamada. Yo por mi parte, sentí aquella verga dura, ese olor fuerte y el calor de su pene.

Me ordenó que me coloque en cuatro patas en el piso. Así lo hice. Pero antes introduje su miembro nuevamente en mi boca. Dejé caer bastante saliva, quería dejarlo tan lubricado como pudiera.

Entonces, estando yo en cuatro patas, listo para recibirlo, el escupió en mi ano. Comenzó a pasar la cabeza de su verga y el tronco de la misma por mi ano, frotándolo, era una delicia, así hizo varias veces, yo estaba impaciente porque me penetrara. Pregunté qué haces, respondió te estoy calentando. Pensé que más me va a calentar si estoy echando fuego, de inmediato respondí, suficiente, suficiente.

El apoyó el glande en mi ano y empujó lenta, pero firmemente. Sentí algo de dolor, pero perfectamente tolerable. Luego, sentí como me iba abriendo. Mi respiración, pulsaciones y mi pene estaban a mil, ni que hablar de mi recto que disfrutaba aquella verga. Finalmente lo metió completamente.

Yo disfrutando aquello, estaba con el pecho pegado al piso y culo en pompa. El me pidió que subiera el cuerpo, para quedar en 4 patas realmente. Debo apuntar que tanto él como yo éramos inexpertos. Entonces, me abrazó como lo hace un perro cuando monta a una perra, para comenzar a bombear así, en lugar de quedarse de rodillas nada más. Luego, no era cómodo, el no se podía mover bien. Entonces apoyo sus manos en el piso y así se movía, nada cómodo tampoco.

Me pidió entonces que nos acostáramos, es decir, fuimos bajando el cuerpo hasta quedar acostados, yo boca abajo, el encima de mí. Me fue llevando lentamente, en ningún momento permitió que la verga saliera de mi culo.

Una vez así me dijo ábrete. Yo abrí más las piernas, pero aún tenía los calzones en las rodillas, por lo que no pude abrirme completamente, al parecer esto también lo incomodaba un poco para bombear. El repitió ábrete más. No sé porque, de pronto por pudor, de pronto porque había hecho todo cuanto el me pedía y las cosas no estaban saliendo precisamente bien, le respondí algo molesto “pero cuánto más me voy a abrir”. El hábilmente dijo “ábrete más para que sientas más”.

Luego, hubo un ruido o algo, no recuerdo, pero él se puso de pie y fue a mirar en la puerta, a su regreso. Quería cogerme de pie, tal como la vez anterior.

Me acosté boca arriba en la cama y le dije, móntate aquí, no sobre mi pene, si no que se sentará digamos en mi pecho, para mamar su pene estando debajo del. Desde luego le encanto la idea, entonces se montó y puso su verga dentro de mi boca, yo comencé a chupar, a darle ahora si una mamada de verdad.

Le dije si quieres le das, indicando que podía follarme por la boca, el comenzó a moverse, de pronto me dice me estás maltratando, con los dientes. Enseguida acomodé los labios y la boca mejor. No sin antes pedirle perdón por la molestia. Fue la primera vez que tuve que pedir perdón a un macho por hacer algo mal.

Luego, comencé a lamerle las bolas y pasar aquella verga dura por mi cara, el me lo metía a la boca y se movía suavemente cogiéndome por la boca. Así estuvimos unos minutos, el suspiraba y gemía un poco de gusto.

De pronto se echó para atrás, creo quería parar para no venirse tan pronto. Después se sentó sobre mi pene (sin penetrar) que también estaba a estallar.

En realidad no supe en el momento, si él quería sentir mi pene rozando su culo. Pensé que más bien lo hacía por cambiar de rol, digamos para compensarme un poco, como antes habíamos hecho muchas veces. Es decir, en nuestro jugueteo sexual, en ocasiones el asumía el rol masculino y yo el femenino, para cambiar de cuando en cuando. Algo así como yo te doy y tú me das, pero un juego que siempre era desigual, pues la mayor parte del tiempo el asumía el rol de macho y yo de hembra. Además, cuando me tocaba a mi asumir el rol de hembra, entregaba más que el. De hecho, era la segunda vez que el me penetraba y sin embargo, yo no había estado en realidad cerca de hacerle lo mismo.

En fin, el se sentó sobre mi pene y entonces yo le dije que no lo hiciera, el preguntó porque, yo respondí “es que lo que me gusta es mamártelo y que me lo metas”. Lo dije sin pensar en las consecuencias, sólo porque así lo sentí. Pero esa frase fue el reconocimiento de lo que ya venía dándose, es decir, el sería el macho y yo la hembra. Fue reconocer, no sólo con acciones si no de palabra cuanto me gustaba mi rol sumiso. Reconocer totalmente que me sentía su puta en ese momento, tanto, que ni siquiera quería disfrutar de su culo, sólo de su verga.

El se chupo los dientes de gusto (shi) dijo ay carajo, dejándome entender cuanto le gustaba aquella situación. De alguna manera, hasta el momento, en nuestros encuentros había algo establecido así como que a ninguno de los dos nos gustaban los penes, sólo hacíamos eso (acariciar la verga del otro, etc.) para disfrutar y el otro a cambio debía hacer lo mismo, como si el rol de sumiso sólo fuera una especie de trueque o pago por los favores del otro en el próximo turno, pero cuando yo admití aquello, quedo claro quién sería el macho y quien la hembra de forma definitiva.

Por ese entonces, más que ahora, tendía mucho a recriminarse al homosexual o bisexual pasivo más que al activo, digamos, no se consideraba tan mal a quien penetraba, pero quien daba el culo era la vergüenza. De hecho, en cierta región del país, algunos hombres alentan a muchachos a tomar ventaja de algún otro, digamos para desahogarse y ganar experiencia. Como si fuera mayor pecado (si es que se puede llamar así) penetrar que ser penetrado.

En fin, mi primo se inclinó nuevamente hacia adelante, introdujo su verga en mi boca para que yo la chupara y lamiera. Estuvimos unos minutos así.

Bueno, por lo pronto dejo hasta acá la narración, luego relataré la conclusión.

Gracias por leer mi confesión y por sus comentarios.
Datos del Relato
  • Categoría: Gays
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Px2
Px2 28-01-2014 20:02:45

Muy buena y excitante la serie hasta ahora

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