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El jardinero y yo

EL JARDINERO Y YO (primera parte)
(se han cambiado los nombres)

Hola, mi nombre es Julia y actualmente tengo 21 años, soy delgadita pero nalgona, con unos pechos redonditos y medianos, labios chiquitos y carnosos y unas piernas largas. Mi cabello es negro lacio y me llega hasta donde empiezan mis nalgas.

Lo que voy a contar sucedió cuando yo tenía 19 años. Mis padres trabajan en un hospital público, mi mamá es enfermera y mi papá auxiliar de médico general. La mayor parte del tiempo me la pasaba sola en casa o con mis amigas; y en muchas noches muy frías junto a una empleada y el jardinero que se iban los fines de semana a su pueblo natal.

Una tarde de abril, una de mis 3 mejores amigas, Lucy, me llamó por teléfono para preguntar si podía acompañarlas a una reunión social junto a los compañeros de salón de clases. Le dije que pediría permiso y Lucy se tiró una carcajada:

-No joda pendeja! Si ya tienes 19! exclamó la muy ingrata.
-Cierto, pero soy una mantenida y no tengo casa propia aún, así que bájale, que mis papas no son tan libertinos como los tuyos, malnacida, zorra!

Ambas no carcajeamos juntas.

Fui donde papá y luego donde mamá y ambos se lanzaron la pelota el uno al otro… jajajjaja
Al final accedieron a mi petición y me dieron permiso hasta las 8 de la noche no más.

La reu comenzó a las 5 de la tarde. El ambiente era muy bullicioso. Mis 3 amigas y yo nos juntamos en una sola mesa y comenzamos a conversar mientras una de ellas, Carol, sacaba de su bolso una botella de licor y una bolsa de boquitas para pasar el trago.

La verdad nunca me ha gustado tomar, menos el cigarro, y la marihuana u otra sustancia me dan miedo. Todas empezaron a beber mientras platicábamos y me insistían en probar aunque fuese un sorbo.

-No seas ñoña, Julia, ay que divertirnos, dijo Rosa.
-Cierto, argumentó Carol, ya estás grande, no?

Lucy les siguió el rollo y entonces dijo:

-Apuesto a que esta naca ni una polla ha visto jamás en su vida.
-Maldita! contesté entre carcajadas. Pues sucede que no soy tan facilita como un trio de pendejas que conozco y que ahorita estoy viendo.
-Pendejas, zorras y todo lo que quieras, pero muy satisfechas. Anda, di la verdad – dijo Rosa- ya has visto una o ni siquiera eso?

Los colores se me subieron al rostro y no supe que decir más que maldecir a las tres hijas de sus mamas.

-Ya déjenla en paz – exclamó Lucy – ella abrirá las patas cuando ya no aguante la calentura, o qué, ustedes no hicieron lo mismo?
-Si, dijo Rosa, pero yo las abrí a los 14 años y ya tengo 2 años cogiendo de lo lindo!
-Si serás pendeja, pero si tu querido la debe tener chiquita con lo flaquito que es- dijo burlándose Carol de Rosa.
-Pues no, es flaquito y su polla es algo flaca también pero es muy larga.
-Cúanto? – preguntó Lucy.
-19 centímetros.
-Uy manita, dijo Carol, el mio tiene 17 centímetros y es gorda y bien cabezona.
-Malditas depravadas- dije sintiéndome menos- que no pueden hablar de otra cosa que las pollas de sus feos cornudos?

El escándalo en nuestra mesa era el más grande y entre plática y plática fueron pasando las horas.
Despues de las 7 llegaron los chicos, los novios de mis amigas. Entre tantos besos y apretones cada una de las rejodidas me dijeron:

-Manita, irémos a dar una vuelta, nos esperas? preguntó Rosa.
-Yo también, dijo Carol y Lucy mientras sus novios las abrazaban por detrás.

Y ya qué, exclamé resignada, pero era peor quedarme en casa sola, no?.
Unos 15 minutos después las tres regresaron sin sus queridos y acomodándose el cabello.

-oh my god, dijo Lucy, no lograste seducir a ningún tarado del salón de clases?
-Que vá, a mi ninguno de estos marikas me llama la atención, yo quiero algo más experimentado, dije queriendo verme un tanto madura.
-Mira no mas la muy zorra, le gustan maduritos entonces- exclamó Carol.
-Seguro anda buscando un segundó papá, dijo Lucy carcajeándose.

La velada siguió entre burlas, chistes y tragos hasta que se dieron las 7 y 40 de la noche.

-Chicas, ya es tarde para mí, les dije.
-No jodas maldita, pero si van a ser las 8 apenas, y queda mucho tiempo para echar al menos 4 polvos más jajajajja.
-Desgraciada, le contesté a Carol. Yo pedí permiso hasta las 8 y si llego más tarde no me darán permiso nuevamente.

Uno de sus novios que tenía un auto amplio nos montó en su carro mientras me dejaban en la entrada de la puerta de mi casa y dijeron que se irían a buscar otro lugar donde pasarla bien.

Yo me sentía como una marciana sin perro quien le ladre. Entre a casa, llamé a mis padres y les dije que ya me encontraba en casa.
Me empecé a desvestir mientras pensaba en mi situación. No era normal que una chica con 19 años no hubiera todavía probado una polla. Y la verdad yo tenía mucha curiosidad y muchas ganas. Muchas veces me masturbé y quise meterme un dedo en mi huequito pero al cabo de un rato me arrepentía y solo pasaba sobándome la rajita y el clítoris todas las noches.
Me puse un pijama a modo de vestido de tirantes y de falda amplia que me quedaba a medio muslo y me dispuse a dormir. En mi mente resonaban cada una de las frases de mis ingratas amigas.
Serán putas y todo, pero se ven muy felices, pensé en mis adentros. 
Así estuve más de una hora pensando y sin poder dormir. Me levanté y fui a la cocina y tomé un poco de jugo. Hacia bastante calor, así que salí a la terraza cuando escuché que el portón sonó.
El insomnio se me fue al diablo al pensar que era un ladrón y casi me orino del susto. De pronto miré que un hombre tambaleante entraba y cerraba el portón para luego tratar de sentarse en una banca que hay cerca de la entrada de la casa. Era don pancho, el jardinero, un hombre maduro de unos 40 y pico de años que venía muy tomado, y que reconocí hasta ese momento que se acercó a la luz cerca de la banca.

Pero, cómo?, pensé, si él debería estar ya en su pueblo. El pobre hombre después de varios intentos de mantenerse sentado en la banca se dobló a la izquierda y cayó sobre la grama dándose un buen guamazo al caer al suelo. Bajé corriendo de la terraza y me dirigí hacia donde estaba él tirado en el piso. El estaba de lado murmurando no sé qué cosa con los ojos cerrados e ido de la cabeza.

-Don pancho! Don pancho!, le decía mientras lo sacudía como para despertarlo, pero no se podía hacer mucho. Venía tan tomado que ni siquiera pudo aguantar el sueño y empezó a roncar acostado en la grama. Yo lo movía y le hablaba una y otra vez pero nada, no me respondía ni abría los ojos. Solo podía escuchar su resoplido y sentir el olor espantoso que tienen los borrachos.
Alli estuve sentada en la banca llamándole para ver si despertaba pero no lo hacía.

Por un momento el borracho pasó a segundo plano, y volví a recordar las burlas de mis 3 amigas.

-Soy joven y bonita, pensaba hacia mis adentros, cómo puedo cambiar mi situación?

Una bujillita se encendió dentro de mí y recordé al infeliz borracho tirado en la grama. No sé por qué pero mi mirada se dirigió al cierre de su pantalón.

-Queee! Estás loca? dije hacia mis adentros. Pero la curiosidad me empezó a ganar terreno.
-Pero si solo le voy a ver la polla o por lo menos tocársela, además él no se dará cuenta a como está de borracho y dormido.

Así estuve largo rato tratando de contenerme, pero la curiosidad pudo más. Me acerqué hacia él con las manos y las piernas temblorosas y me incliné fijando mi vista en su paquete. Extendí mi mano y en cámara lenta puse mi mano derecha sobre su paquete. Lo tenía aguadito y pequeño, pero para mí era un gran descubrimiento. Después de mover mi mano sobre su pantalón un par de minutos se me ocurrió otra idea:

-Y si le bajo el cierre del pantalón se dará cuenta?

No seas bruta, pensé, si él está perdido en la tercera dimensión. No se dará cuenta. 

Tomé la perilla del cierre del pantalón y empecé a halarlo hacia atrás hasta correrlo todo. Yo trataba de abrirle la bragueta pero solo podía verle el calzoncillo. Con más miedo que otra cosa y tragando mucha saliva le empecé a desabrochar la faja y luego el botón del pantalón. Lo hice hacia los lados y entonces pude ver en el borde del calzoncillo una mata de pelo bastante oscuro que empezada desde su ombligo hasta sus huevos. Allí estaba yo indecisa. Lo llamé y moví varias veces para ver si se despertaba, pero aunque le pasase un camión encima dudo que se despertara.

Aparté su mata de pelos y con mi mano derecha tomé el resorte del calzoncillo y con mano temblorosa empecé a bajarlo para tratar de ver su polla. Nada pude ver. El pantalón no permitía que pudiera descubrir su sexo fácilmente y entonces empecé a rendirme.

-Y si le bajo el pantalón un poquito? pensé un par de veces.

Ya está, dije, eso haré. Lo puse boca arriba y tomando ambos lados del pantalón empecé a bajárselos pero sus nalgas lo aprisionaban contra la grama. Lo tambaleé hacia los lados hasta que por fin pude bajarle el pantalón hasta las rodillas. Mi corazón estaba latiendo muy fuertemente. En ese momento lo que me dominaba era la curiosidad. Me quedé viento su entrepierna. Algunos pelos salían por la mangas del calzoncillo. Puse mi mano encima de su paquete y comencé apretárselo muy despacito, sintiendo sus formas. Cuando me di cuenta, lo que yo creía curiosidad se fue convirtiendo en otra cosa. Lo sé porque empecé a sentir como mi rajita se empezaba a hinchar y humedecer al sentir sus huevos que eran grandes y su flácida polla. Me puse de rodilla y me acerqué a su rostro y entonces le hablaba como para ver si se despertaba y nada, el hombre estaba ído.

Sin despegar mi ojos de su rostro para ver si se despertaba y salir corriendo yo de allí, deslicé mi mano derecha hasta su ombligo, con mis dedos empecé a tratar de meterlos por debajo del resorte de su calzoncillo hasta que lo logré. Lo primero que sentí después de su mata de pelos fue el tronco de su polla flácida pero bastante gruesa. Me detuve allí sin mover ni un músculo y sin despegar mis ojos de su rostro. Un minuto después ya con más valor empujé mi mano más adentro pude sentir la extensión de su polla en la palma de mi mano. Me detuve un momento otra vez y  empecé a apretársela despacito; luego mas y mas fuerte hasta que decidida se la agarré con toda la mano. El hombre seguía roncando. 

Al ver que el jardinero no daba idea de lo que estaba pasando me envalentoné más y saqué mi mano para  tratar de bajar el calzoncillo también. Después de un par de minutos logré bajárselos hasta donde había quedado su pantalón y fue entonces cuando la vi.

Era una polla gruesa y oscura. Unos grandes huevos apachurrados entre sus piernas. Mi boca empecé a salivar muchísimo al ver aquella cosa. Mi rajita ya destilaba los jugos lubricantes por fuera de mis labios mayores depilados hasta mojar mi calzón. Tomé su polla y empecé a masajearla a como ví en alguna película porno que ví a escondida. Mi sorpresa fue tal cuando sentí y ví como su polla empezaba a crecer y a endurecerse entre mi mano derecha. Cuando su polla ya estaba bien parada apuntando hacia el cielo deslicé mi mano hasta el tronco de su polla para luego colocar mi mano izquierda por encima de la derecha mientras a dos manos cubría los alrededores de aquel palo duro, caliente y palpitante. 

Yo sentía unas ricas punzadas en los adentros de mi rajita y al ver que aún puesta mis dos manos una sobre la otra, aún sobresalía un pedazo de polla y su gran cabeza por la parte de arriba. Quité mi mano izquierda y empecé a deslizar mi mano derecha arriba y abajo arriba y abajo hasta que vi que de la punta de la polla empezaba a salir un líquido viscoso.

Yo seguía jalándole la polla hasta que al hacer un poco más de presión ví como su cabeza iba quedando al descubierto. La cabeza era grande y morada, como la sombrilla de un hongo. En ese instante ya la calentura me estaba dominando. Solté su polla y rápidamente deslicé mi calzón debajo de mis piernas hasta sacármelos completamente y ponerlo sobre la banca. Abrí un poco las piernas y tomé la mano izquierda del hombre mientras la depositaba en mi rajita húmeda y caliente. Obvio el no la sostenía allí y la mano caía sobre sobre la grama. Entonces se me ocurrió otra idea y lo puse de lado. Extendí su mano izquierda que ahora quedaba a ras de la grama y entonces abrí su palma y prácticamente me senté en su mano mientras me movía hacia adelante y hacia atrás masturbándome con sus dedos. 

Cuando me di cuenta yo me estaba moviendo como loca sobre su mano, y estar en esa posición era muy difícil seguir masturbándolo, así que me levanté, me senté en el suelo junto a él formando nuestros cuerpos un ángulo de 90 grados, ambos con el rostro hacia el cielo mientras yo acomodaba mis nalgas cerca de su paquete. Levanté mis piernas y las pasé atrás de su cintura, o sea, en su rabadilla y entonces comencé a acomodarme para que su polla quedara apuntando hacia mi rajita. Yo me movía y punteaba hasta sentir como la cabeza de su polla chocó con el hueco de mi rajita y entonces me dio miedo y calentura a la vez. Allí me quedé quieta escuchando sus ronquidos y mis jadeos y como su cabeza palpitaba a la entrada de mi cuevita.

Después de unos instantes me incliné hacia delante, tomé su polla con la mano derecha mientras con la izquierda abría los labios de mi vagina tratando de acomodar su cabeza dentro de mis labios. Cuando lo conseguí, empecé a meneársela a los largo de toda mi rajita que estaba goteando. Una cosquilla desconocida recorría todo mi cuerpo mientras aceleraba el movimiento hasta que en un gran Aaaayyy!!! sentí el corrientazo por mi espalda dorsal y sentí a la misma vez que mi abultada vagina empezó a palpitar y contraerse por dentro. Fue un orgasmo sensacional. Allí me quedé con su polla en la mano y entre mis labios, con mis piernas extendidas sobre su cintura y con mi rajita destilando un líquido viscoso que resbalaba por mis nalgas hasta caer sobre la grama.

La espalda me dolía por estar acostada en el suelo. Entonces quité mis piernas de su cintura y me senté a su lado, fue cuando entonces le ví la cabeza de la polla como un sombrero, descubierta y bien remojada por mis jugos vaginales.

Ver aquella gran cabeza remojada por mis fluidos no hizo más que calentarme otra vez, pero esa posición era muy incómoda y dolorosa. Así que le volví a dar vuelta hasta dejarlo boca arriba y entonces puse cada una de mis piernas a sus costados, es decir, al lado de su cintura conmigo arriba de él. Su polla estaba en el canal de mis nalgas mientras yo me bajaba los tirantes de mi pijama para dejar al descubierto mis pechos, pues no uso sostén para dormir, e inclinarme hasta poner su boca entre mis dos pechos. Empecé a mover mis tetas como si lo estuviera cacheteando con ellas y entonces como mis pezones estaban muy duros traté de meter uno en su boca pero no se podía. Además me dio miedo que en una de esas me los mordiera ya que aquel hombre estaba fuera de sus sentidos.

-Si mis amigas me vieran- pensé- dejarían de estarme jodiendo y notarían lo mucho que estoy disfrutando…

Mi calentura estaba otra vez al cien. Su polla seguía aún bien dura pues podía sentirla en mi culito. Recosté mis pechos sobre su pecho y mi rostro a un lado de su cuello y entonces levanté mis nalgas en pompa a más no poder como si yo quisiese apuntar hacia el cielo; metí mi mano derecha entre mis piernas para agarrar su polla y tratar de colocarla en mi rajita hasta que sentí que entró su cabeza nuevamente entre mis labios. Allí empecé a mover mis nalgas despacito, arriba y abajo, arriba y abajo hasta que en un momento dado la punta de su polla entro en mi cuevita y sentí bien rico y calientito mi huequito. Mis movimientos eran cada vez más fuertes y rápidos hasta que pude darme cuenta que la cabeza de su polla había entrado en mi cuevita que ya estaba bien abierta con tanto jugueteo. Seguí moviéndome sintiendo como su cabeza entraba un poquito cada vez hasta que sucedió algo gracioso. Cada vez que me movía para arriba y su cabeza salía de mi cuevita se escuchaba un Pop!, como si descorcharan un botella.

El ruido ese además de resultarme gracioso hizo que me excitara más y seguí moviendo mis caderas más rápido hasta que en un desenfreno parece que hice mucha presión y con lo lubricada que yo estaba sentí como todo mis adentros se abrían a la fuerza. Era su polla que ya había entrado casi hasta la mitad desgarrándome por dentro. Un gran ardor y dolor sentí en mi rajita mientras me punzaba por dentro. Fue entonces cuando comprendí que ya no era virgen, que su polla había traspasado mi himen.

Muerta de un dolor punzante me incorporé y me quité de encima. Volteé a ver su polla y vi la cabeza roja, era mi sangre. Volví mi rostro hacía mi entrepierna y pude notar como salían unos hilitos de sangre de entre mis labios vaginales y de mi huequito. Entré en pánico al ver aquella sangre y me senté con las piernas abiertas y temblorosas sobre la banca mientras con mi calzón limpiaba las manchas de sangre. Después de unos instantes empecé a calmarme y el ardor empezó a mermar un poco. 

El borracho seguía como si nada tirado en la grama con la polla parada y con su cabeza roja. Me acerqué a él y me dispuse y limpiar la sangre que había en su cabeza. Un líquido salía de su polla y entonces untando uno de mis dedos me lo llevé a la nariz. Era un líquido viscoso y semitransparente con un olor extraño e instintivamente me llevé el dedo a mi boca para probarlo como alguien que prueba el punto de sal en una comida. Llena de curiosidad y jadeante acerque mi rostro muy cerca de su polla para olerla y al principio me resultó algo desagradable, pero entre más la olía más me gustaba aquello.

Ya calmado el pánico anterior y casi bajado por completo el ardor en mi rajita me volví a colocar encima de él, pero ahora poniendo su boca entre mis piernas como para que mis labios vaginales se besaran con los labios de su boca. Le unté mis labios vaginales sobre los de su boca mientras veía como mi rajita le estaban mojando los bigotes pero el resoplido de su respiración no me dejaba concentrar pues me hacia cosquillas al sentir ese airecito en mi rajita abierta.

Me moví hacia atrás a la posición anterior, levanté mis nalgas y sin tomar esta vez su polla con la mano empecé a puntear hasta sentir la cabeza de su polla abriéndose paso en la entrada de mi huequito. Cuando la cabeza ya estaba adentro me detuve un momento. Un momento después empujé un poquito y así por estilo hasta que sentí un ardor por dentro y cómo mis paredes vaginales se abrían para dar paso a aquel intruso. Mi respiración estaba acelerada otra vez, de miedo, calentura, excitación. Tomando una bocarada de aire y respirando hondo me dejé caer hasta que sentí cómo sus huevos chocaron con mi ano. Fue allí cuando entendí que la tenía toda adentro, hasta el tronco. Más que ser algo excitante, era una sensación extraña, sentirse llena por dentro cuando todo el tiempo has sentido vació ese huequito. Supongo que era falta de costumbre.

Un par de minutos después me empecé a mover otra vez, arriba y abajo, arriba y abajo sacando y metiendo un par de centímetros de polla de mi huequito. La presión de esa masa de carne dentro de mi vagina y sentir como poco a poco se deslizaba en mis paredes era algo único. Podía sentir su duro fierro dentro de mi palpitando con cada latido del corazón de él, y lo calientito que se siente a todo alrededor.

Entre más me movía mas rico sentía, así que cada vez que movía más rápido hasta sacar la polla por completo y volvérmela a meter. Así estuve un rato hasta que la excitación total entró en mi cabeza y entonces la refundí dentro de mi hasta el fondo en un sube y baja acelerado.

Allí sentí algo raro, su polla empezó a crecer más y palpitar más fuerte. Sentir eso me gustó mucho y entonces empecé a moverme lo más rápido que podía mientras me faltaba el aire y jadeaba como loca. Él no se hizo esperar. Pude sentir como su polla empezó a menearse dentro de mí y un líquido viscoso y calientísimo me inundaba por dentro. Lejos de apartarme seguí moviéndome más y más rápido hasta alcanzar el orgasmo más rico que había sentido en ese entonces.

Allí me quedé ensartada un buen rato, sintiendo un sinfín de sensaciones en todo mi cuerpo y como su polla se iba haciendo más chiquita dentro de mi huequito.

Un momento después entré en pánico nuevamente. Aquel hombre se había descargado dentro de mí! ¿Y si me quedaba panzona? Oh no, Dios!

Inmediatamente me saqué lo poquito de polla que quedaba dentro y corrí a la banca y con las piernas abiertas otra vez tratar de hacer fuerza como si quisiese orinar para sacar su semen de dentro mío. Eso no funcionó, corrí hacia dentro de la casa con las tetas bamboleando al aire y con el vestido pijama resbalando hasta caer el suelo. Entré al baño, me metí un dedo como queriendo sacar su semen pero era imposible. Se me ocurrió poner mis piernas hacia arriba, abrirme la rajita lo más que pudiera, y meterme un poco de agua para después dejarla salir otra vez, pero ni siquiera lo intenté pues recordé a mis amigas y entonces tomando el teléfono le marqué a Lucy diciéndole que yo me encontraba en un grave aprieto y que necesitaba de su ayuda; pero no le debía decir a nadie a lo que ella accedió muy preocupada.

Unos veinte minutos después Lucy llegó a mi casa, pero eso sería otra historia, pues veo que con tanto detalle este relato se me hizo muy grande. Saludos.

 

 

 

 

Datos del Relato
  • Autor: Jenny
  • Código: 58593
  • Fecha: 11-05-2020
  • Categoría: No Consentido
  • Media: 9.5
  • Votos: 2
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3593
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Relator
invitado-Relator 22-06-2020 22:13:12

Al final te tiraste o no a tu jardinero. O el te esposo y su tiró a tí guapa.

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