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Categoría: Maduras

Complaciendo a mi esposo

Cuando leía los relatos que se anuncian en la Internet no imaginaba que mas tarde yo podría estar siendo la protagonista de mi propia historia real. Espero que les guste.



 



Tengo 41 años, casada hace 10 años, enamorada de mi esposo, un matrimonio rutinario, cotidiano, un día cualquiera mi marido me invito a cenar, de ahí pasamos a una disco a divertirnos un rato antes de llegar a casa.



 



Después de varios discos que bailamos a gusto, dispuestos ya irnos para la casa, mi marido decide ir al baño, en ese lapso se me acerca un muchacho y me invita a bailar, al principio me le negué, pero su atractivo y el calor de los traguitos, me hizo aceptarle la invitación, desde el primer momento el chico de unos 25 a 30 años arrimo su cuerpo contra el mío, como yo no lograba el propósito de separarme , desistí de este intento y me deje llevar por lo cadencioso y placentero que era permanecer con los cuerpo muy pegados mientras bailamos, demasiado pegados diría yo, al finalizar la canción, y ver que mi esposo no había regresado aun al sitio donde nosotros estábamos, y al notar que mi casual amigo me apretaba la mano con fuerza, pidiéndome que siguiéramos bailando.



Accedí pues este muchacho me atraía físicamente, y la forma en que danzábamos rítmicamente, sintiendo su respiración agitada en mi oreja, sus pechos restregándome los senos, y yo sintiendo como el bulto de su entre pierna iba creciendo a cada contacto contra mi conchita, lo que me motivaba a moverme al ritmo de la canción contra su cuerpo; me gustaba sentirme apretujada por este apuesto joven.



 



Al final de las canciones bailadas, como pude me zafe de sus brazos y me dirigí a la mesa que ocupaba con mi esposo quien no había llegado aun, me sentía demasiado angustiada de pensar que podría estar haciendo algo indebido, al sentarme recibí una llamada al celular de mi esposo quien me decía que había estado mirándome como bailaba muy pegado y me mostraba muy coqueta con el chico, que siguiera en esa actitud y provocara morbosamente a mi reciente amiguito, que le fingiera estar esperando a mi marido y por esa razón no podía invitarlo a mi mesa.



 



Aun sin comprender lo que pasaba, y sin saber donde estaba mi marido, Salí a bailar motivada por el permiso otorgado por mi esposo.



 



En esta ocasión mi joven admirador, como adivinando lo hablado por el celular, me llevo como antes a pegarme a su musculoso cuerpo, con la diferencia que su atrevimiento fue mayor, posando sus manos en mis nalgas sin ningún tipo de recato, mientras recorríamos la pista de baile para no ser descubiertos por los demás bailarines. Lo que no sabia era que mi marido nos observaba desde la barra, pues su ubicación le permitía ver como era seducida por mi amiguito, cuando lo descubrí mirándome sentí un morbo único, un deseo de ser amada por otro hombre, y nos ubicamos justo frente a mi marido, nuestras miradas se cruzaban y pude observar como con disimulo se acariciaba por encima de la bragueta, me motivaba con su mirada a seguir avanzando en mis coqueteos, y primeramente con timidez me deje acariciar muy sutilmente hasta ofrecerle mis labios y recibir sus besos apasionadamente; le ofrecí mi lengua, le moví la cadera al son de la música con sus manos posados en mi culito, jugueteando con la tira de mi tanguita brasilera, que salía por detrás de mi jean descaderado o dejaba al descubierto un escote pronunciado donde me brotaban los pezones todo esto delante de mi esposo. Ya nada me importaba, también pude ver a las personas cercanas a donde bailábamos ver como las manos de mi amiguito pasaban con suma facilidad de tocarme el culito por encima del descaderado a posarse en uno de mis senos, con la complicidad de la luz tenue de la disco.



 



Fueron unos 45 minutos de una fantástica noche de baile desenfrenado; en ese momento volvió a sonar el celular y era mi esposo quien me daba instrucciones para abandonar el sitio, sin que se sospechara que todo había sido el resultado de un deseo posiblemente escondido de sentir la ardentía de un hombre distinto a mi esposo, afortunadamente cuento con su complacencia.



 



Desde el mismo momento en que volví a estar con mi marido a solas sentada a su lado en el carro, y el me pregunta que si me había gustado el muchacho y como la había pasado y le conteste "el chico me encanto y me sentí muy rica, deseada, lastima que todo se haya acabado…." Yo le pregunte como se había sentido y me contesto: "fue delicioso verte como te deseaban, como sus manos nunca se quitaron de tu nalga, y como las personas te miraban las tetas…." El me pregunto: "la repetirías" ¿ , le conteste: "Me encanto, si me das permiso si"


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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