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Categoría: Incestos

Comienzo del hueveo y el no retorno: Parte 1.

A diferencia de lo que podría pensar alguien que me conoce hoy, mi despertar sexual fue bien tardío, al menos, para las experiencias que me cuentan mis amigues. Cuando todos métale que paja, métale que dedeo, yo métale que leía y métale que veía monitos. En sí, era un cabro chico raro y picao a mateo. Recuerdo que iba en octavo y mis compañeres ya hablaban del picoparao, del choromojao, y del porno que esto y que lo otro, y yo no, de hecho, hasta escucharlo me resultaba medio fuerte, medio agresivo y medio ayporfaparahablemosdeotracosa. Canuto por crianza no era, mi familia siempre ha tenido claro que Diosito que bruto que existe, pucha no, pero mis mejores amigos (hermanos) sí eran bien creyentes, y de esas religiones sectas que no te dejan hacer ni trasplantes porque templo sagrado y la hueá; y de cierta forma, me contagiaron su pechoñismo. Por un tiempo. 
 
Ese mismo octavo, con docetrece años pasó algo que me marcó en todo sentido, fue el matrimonio de mi papá con mi conchesumadrastri, y no fue que me marcó porque ay apego y ay me lo quitan, super buena relación con ella, fue por lo que desencadenó el bendito matrimonio. 
 
La fiesta de matrimonio fue la raja y con harta cuática porque papiglam, vino mi familia de distintas al evento (qué risa que evento también signifique hoyo, pucha). La fiesta terminó al otro día, pero los pendejos, obviamente, nos fuimos a la casa antes, a eso de las cinco a eme. Yo sabía que tenía que dormir en la casa de mi abuela paterna, no es muy grande, pero tenía las piezas suficientes para dividirnos un par. Me informaron en ese momento que tenía que compartir pieza con dos primos de Santiago,  a uno que llamaremos 1, de Maipú morenocumitafutbolista, algo así como un Alexis Sanchez pero que habla de corrido, y otro, que llamaremos 2, que era de la Florida, también medio cumafutbolista pero altorubioflaco. En ese entonces con suerte me había dado un beso con la mina que me gustaba, y me costó ene dar el paso, ni pensar sentirme atraido por un hombre, esas hueás si que no eran de Jehová, que es el loquito al que le rezaban mis mejores amigos. 
 
1 tenía 16 y 2 tenía 17, nos llevábamos bien a pesar de la diferencia de edad y de tener poco tema en común. El fútbol era de las pocas hueás que compartíamos, solo que yo lo miraba y disfrutaba y ellos lo jugaban, que a mí me daba paja porque  oy que lata sudar. Nos llevaron a la pieza en la que dormiríamos los tres, una cama  nido y un colchón al lado, nos dejaron acostados y se devolvieron al tiro al local de matrimonio, total, dos pendejos de casi 17 demás cuidan a uno de doce, y quedaba repoco para que amaneciera. Me acosté arriba de la cama nido con pijama, y ellos dos, en sus respectivas camas, se acostaron con bóxers, reconozco que algo sentí de verlos así, no sé si calentura, tal vez solo fue el pudor de verlos tan tranquilos así, 2 prendió la tele, dijo que no tenía sueño y todos coincidimos en eso. Empezó a hacer zapping cuando en eso pasó por el I.Sat (les retros me van a cachar, yo sé que sí) y estaban en una película una mina con un mino dele que suene. Ellos dos, partners, se miraron y rieron. Hacían comentarios como: oh que rico como le mete la tula, y yo, con lo que había alcanzado a ver, no entendía qué es lo que miraban, si en la película tapaban la zorra con una cuadro que distorsionaba la imagen. Yo, desde mi huasitud me di vuelta, dándole la espalda a la tele. Primo 2 me dijo, qué pasó primo, no me digai que no te gusta ver minas empelota. No, le dije medio avergonzado enojado. 
-¿Por qué culiao?- dijo 1
-Porque eso es de grandes.
-¿Nunca te han dado ganas de mirarle las tetitas a alguna compañera?- agregó 2
-No.
-Nos estai weando.
-Es verdad.
-Pero mira poh- me dijo 2, que estaba en la parte de abajo de la cama Nido, tomándome el brazo.
Me di vuelta, y le dije:
-Me da vergûenza.
-Pero si somos primos y estamos entre hombres, nos gustan las mismas cosas
-Mira esas tetitas- dijo 1.
-ya, si igual se ven ricas- agregué.
-Sí... si caché que te gustaron- me dijo 2 levantando el cubrecama y apuntando a mi tula parada que se marcaba en el delgado pijama.
-Ya pues, entonces peguémonos unas pajitas- dijo 1 con cara de caliente.
 
Continuará. 
 
PD: Si les gustó, los invito a seguir la secuencia de estos relatos en mi blog: pendejoculposo.blogspot.com
Datos del Relato
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