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Categoría: Confesiones

Adiós Alemania. Adiós adolescencia, adiós inocencia

Capítulo 23 - Adiós Alemania. La última aventura.

El otoño avanzaba lento pero seguro ocasionando que los días se fuesen acortando y las noches alargando. Y yo proseguía con mi debate interno con el estudio, aun cuando ya me encontraba bastante avanzado en el mismo. Todo el grupo pensaba en el próximo verano, ya que allí serían los exámenes finales del estudio y luego la graduación. Acá se debe aclarar que ese momento o acto no se celebra a la manera de los gringos ni en Latinoamerica, simplemente se va a la dirección del tecnológico y en la secretaría le entregan al estudiante el certificado de ingeniero, nada más, ninguna bomba y mucho menos platillos, ni acto de graduación con blusa ni birrete; todo ello es popular allá en el <>; mas no en la seca y fría Alemania, país que no se parece absolutamente en nada a Gringolandia.

Bien. Además de ello, también asistía con frecuencia a nuestros encuentros allá en nuestro sótano para distraerme de la frustración del estudio que ya me tenía casi al borde de un ataque de nervios. De vez en cuando se organizaban también algunas fiestas privadas a las cuales iba por invitación de los celebrantes, que eran generalmente personas muy cercanas a mí. En una de aquellas ocasiones se presentó que habría una fiestica organizada por la residencia para darle la bienvenida al otoño. Bien, a pesar de los problemas en mi estudio, decidí bajar esa tarde al sótano nuestro para distraerme un poco y olvidar la cagada que me estaba sucediendo en el tecnológico, la cual me tenía ya casi al borde del suicidio mental, que no corporal. Aquella tarde me acompañaban los griegos, Dimitrios y Stelios, quienes estaban muy alegres porque habían muchas chicas solas y por tanto la cacería se presentaría fácil. Cada uno sosteníamos un vaso, ya fuera con cerveza o vino, e incluso con agua mineral, pues Stelios era acérrimo enemigo del alcohol. Observábamos el panorama femenino, ya que las chicas se hallaban repartidas en grupitos y cuchicheaban entre ellas mientra aspiraban de sus cigarrillos y bebían de sus vasos o copas.

-" Arturo, Arturo, mira las dos chicas que están en la puerta, no sabén adónde ir ni qué hacer; anda e invítalas"-. Dimitrios señaló hacia la entrada mientras me acuciaba con sus aguijoneantes golpes de dedos en mi espalda. Y allí se plantaban dos interesantes germanitas que ya había visto en ocasiones anteriores en otras fiestas; siempre venían buscando a Klaus, un gran amigo de Herbert, esa tarde él se hallaba ausente visitando a su familia en su ciudad natal llamada Münster. Eran dos chicas totalmente diferentes en su aspecto, pero ambas lindas y dignas de ser conquistadas. Una rubia, de pelo larguito y figura muy elegante, ojillos encantadores y en especial sus caderas rumberas; la otra era de aspecto tranquilo, pelo castaño oscuro muy largo, su silueta era frágil, muy frágil; a mi memoria vino Hilde allá en Berlín. Sólo que esta niña portaba lentes y era demasiado tranquila; un auténtico aspecto inocente. Dimitrios aguijoneó una vez más mis caderas para que fuese hasta las chicas; Stelios me empujó y de repente me vi frente a ellas. Ambas me conocían de vista y nombre, pero nunca habíamos tenido contacto cercano, excepción hecha de algún intercambio verbal durante la bailadera en ese sótano que no podré olvidar jamás. Al verme prorrumpió en saludos y preguntas la rubiecita: -"hola Arturo, ¿cómo estás?, ¿estás bien?. ¿Has visto a Klaus?, nos invitó y nos dejó acá solas y plantadas, nos dijeron que se fue a su casa. Pero tú nos podrías invitar a entrar"-. La trigueñita callaba observándome, ya que sólo me conocía de vista. La rubia proseguía con sus preguntas y proposiciones: -"¿podemos guardar nuestros abrigos en algún sitio que no sea éste?, sabes, vinimos desde Düsseldorf y estamos deseosas de pasarla bien, aunque el Klaus no esté acá; queremos estar bien un rato, comer algo y luego bailar para divertirnos, ¿verdad Sybille?"-. Ésta asintió silenciosa observando la escena.
Dimitrios me azuzó al igual que Stelios; yo no sabía qué hacer, pero sí sabía que debía reaccionar prontísimo. Y allí sucedió algo que cambió toda la situación. La silenciosa Sybille se reportó con una voz muy melosa: Arturo, ¿podríamos dejar los abrigos en algún sitio seguro?, acá hay mucho humo, ¿sí?, ¿tendrías tanta amabilidad?"-. Y ahora fue un zapatazo tremendo, así como un codazo de Dimitrios lo que me alentó a llevarlas a mi covacha para que dejasen allí sus abrigos y botas, es decir, para que se pusiesen chéveres. Mi gran amigo griego, bailador de siritaki y fervoroso lector de Nikos Kasansakis intervino: -"Arturo, lleva las damitas a tu cuarto para que se puedan cambiar y se pongan más lindas; ¿acaso no has entendido a la lindita Sybille?, ¿qué te pasa Arturo?, anda, llévalas a tu refugio y allí ellas se puedan acicalar para que bajen a bailar y se diviertan"-. Ellas se sintieron muy halagadas por las alegorías del desciendente de Sócrates y me horadaron con sus miradas. Tomé de la mano a la rubiecita elegante, y ésta asió del brazo a la trigueñita gafufa. Así salimos del salón buscando mi refugio para que ellas se pudiesen poner cómodas y lindas. Entramos a mi minihabitación -15m²-, entonces se avalanzaron al espejo para maquillarse un poco, luego se deshicieron de sus mamotretos otoñales, se quitaron sus largas botas; quedando en sus largos vestidos enterizos que llegaban hasta sus rodillas, aparecieron sus zapatitos lindos y sus elegantes siluetas; maravillosas eran ambas en sus diferentes aspectos; <> habría dicho mi gran amigo Jorge Gómez allá en Berlín Occidental; Tano también habría dicho lo mismo o algo similar. La rubiecita que se llamaba Margrett haló a la flaquita invitándola a que la siguiera.

En el sótano ya estaba la fiesta armada con música a mucho volumen y bebidas por montones; las parejas se contoneaban alegres al ritmo de las melodías inglesas de moda en aquella época. Apenas entramos, de inmediato se voltearon las miradas hacia ellas porque eran muy dignas de admirar. Dimitrios se nos acercó para ver qué podía pescar, la rubiecita tomó mi mano indicando que ya había tomado la decisión, quedaba la trigueñita que era muy sencilla y discreta, por tanto no era de fácil acceso. Buscó una silleta alta, solicitó una bebida y se dedicó a observar la escena; los griegos hubieron de olvidarse de ella. Yo me fui a la pista de baile con la rubiecita. Y se inició la danza con ella que deseaba desatar toda su alegría, o su frustración porque el Klaus la había dejado plantada en aquella tarde otoñal. Yo me dejé embriagar espiritualmente por su presencia y me animé a contonearme con ella mientras que la gafufita entrecruzaba sus lindas piernitas sentada en la barra observando el espectáculo de las parejas bailando. Los griegos hallaron presas -parejas- y por tanto se olvidaron de las dos chicas lindas; así mismo los demás amigos míos que tenían a su lado a sus compañeras que se convertirían más tarde en sus esposas.

La rubiecita se contoneaba airosa y candorosa sosteniéndose de una de mis manos giraba como un trompito mientras yo la sostenía para que no perdiese la dirección. Se contoneaba cadenciosa, a cada vuelta me iluminaba con su mirada seductora. Yo no le perdía el paso y la atraía refregándole mi nariz en la suya, y de paso aprovechaba para posar mis manos en sus orgullosas nalgas, ella no se defendía, sólo sonreía picarona mientras me ofrecía toda su voluptuosidad. La trigueñita seguía sentada en su banco alto bebiendo un té caliente al tiempo que observaba la escena de la fiesta. Margrett, a quien le decían Blondi porque era rubia, se divertía mucho conmigo, pues se escuchaba de vez en cuando música latina lo cual hacía que ella aumentase el contoneo de sus caderas, sus largas piernas se movían desenfrenadas y luego paraba su ritmo para abrazarme ligeramente, luego se separaba para mostrarme su elegante silueta. El DJ colocó un elepé de música bávara con lo cual todas las parejas se retiraron de la pista para irse a sus asientos. Cada una de ellas inició su toqueteo particular. Nos acercamos a la Sybi para animarla a que buscase una pareja para que bailara y se divirtiera. Dimi se apareció, ya que su chica se había ido a los sanitarios, sonreía alegre porque parecía que la noche le sería placentera. Y de repente se fueron las luces.
Una lanza humana se incrustó en mi espalda, eran los dedos de Dimi empujándome hacia Blondi. Fue tanto el impulso propinado por él, que me vi obligado a abrazarla para no resbalarme o incluso caerme, ella buscó mis labios con los suyos en la penumbra, y nuestras bocas se conjugaron en un largo beso, mis manos buscaron sus nalgas y ella aprovechó para manosear mi masculinidad arropada tras la ropa, sus dedos frotaron ardientes allí abajo mientras mis manos le refregaban su trasero incesantemente. Y la luz se hizo de repente, tal y como se había ido. Nuestros labios se separaron, sus manos cesaron de manosearme así como las mías sus nalgas. Sybi seguía sentada en su banco alto sin conseguir admirador; Dimi se escudaba detrás mío riendo picarón, entonces llegó su parejita y me dejó en paz. El DJ colocó un elepé de los Beattles y las parejas saltaron -saltamos- para abrazarse bajo las notas del famoso Yesterday. Blondi me avasalló entre sus brazos, se notaba que estaba alegre y deseosa de pasar una tarde divertida; Sybi seguía sentada e impasible observaba la escena, tomó un cigarrillo y lo encendió para fumar, ningún macho se ocupaba de ella. Se bajó de su banqueta para solicitarme la llave de mi covacha y se perdió en la salida. Blondi me explicó que no era muy amiga de esas fiestas así tan ruidosas, prefería las reuniones de un par de personas, mas no ese bullicio de parejas con tanta música estruendosa, humo de cigarrillos, un par de borrachos persiguiendo chicas y metiéndole la mano por todos los sitios posibles, besuqueos intensos en los apagones premeditados; necesitaba tranquilidad en lugar de mucha bulla.

Blondi y yo continuamos bailando animados por la música romántica que el DJ colocaba para complacencia de las parejas. Los apagones no cesaban, como tampoco los besuqueos intensos. Blondi estaba muy entusiasmada, pues aprovechaba para manosearme en detalle, así como para mordelonearme los labios, lóbulos y aprisionar mis testículos; yo le mordía su boca mientras le apretujaba sus redondas nalgas causándole harto placer porque me envolvía entre sus brazos hasta casi asfixiarme. Nuevamente se oyó música bávara lo cual obligó a las parejas a retirarse a sus puestos, Blondi se mostró algo preocupada: -"sabes, vamos a ver qué hace Sybi; ella no es muy amiga del ruido ni del humo del cigarrillo, debe estar recostada durmiendo, ven"-. Tomó mi mano para sacarme del recinto, los griegos aullaron contentos, pues pensaban que me iba con ella para iniciar la faena y la culminaría con sendas estocadas. Toc. toc. Toqué y segundos después abrió ella la puerta sosteniendo su cigarrillo y un vaso con refresco, estaba descalza. En mi cabecera tenía abierto un libro; se había puesto muy cómoda, pues del tocadiscos emanaba música. Blondi y yo entramos para cerciorarnos de que no estaba mal o algo así parecido, nos calmó con voz suave: -"no se preocupen, estoy cómoda, Arturo tiene de todo acá en su cuarto, música, bebidas, cigarrillos y muchos libros para leer; sólo que los servicios están afuera, por cierto, tengo que ir al baño, espérenme, ya regreso"-. Nos quedamos allí impávidos.

Blondi me empujó hacia mi mueble cama, de inmediato se me sentó en el regazo y me envolvió entre sus brazos para aplastar sus labios sobre los míos, entre cada beso gruñía feroz: -"gr, gr, dame tu lengua, tus labios, tu boca, gr, tengo muchas ganas de ti"-. En ese instante se oyó el clic clac de la puerta abriéndose, Sybi nos sorprendía en ese tremendo besuqueo, mas Blondi no se inmutó y siguió sentada en mis piernas, una mano mía se paseaba por debajo de su minifalda, ya sus zapatos descansaban desordenados en el piso; Sybi se dirigió a la nevera para sacar una botella con agua, bebió de ella y se sentó a nuestro lado, entonces tuvo una idea genial: -"Blondi, te propongo que regresemos a Düsseldorf, acá hay mucho ruido, allá también tenemos música y bebidas; además, mucha tranquilidad; escucha los alaridos allá abajo, nos lo llevamos a él y lo traemos el domingo en la tarde"-. Blondi aprobó la idea: -"sí, pero tú manejas; está muy buena la idea tuya, sí, larguémonos ya y bien pronto. Arturo te vas con nosotras, no tienes que ir en tu carro, nosotras te traemos el domingo, pasas todo el fin de semana con nosotras en Düsseldorf, ¿qué te parece la idea de Sybille?, ¿linda verdad?"-.
Yo estaba estupefacto con la proposición de ambas, mas me placía la idea porque tenía ya tiempo sin mujer fija, así también me olvidaría un poco del ajetreo en el tecnológico. Asentí sonriendo silencioso, Blondi aulló victoriosa: -"sí, no te arrepentirás, ya lo verás que no; anda, prepara rápido tus cosas y nos largamos a la tranquilidad de nuestro apartamento. Sybi, saca el carro porque te llegamos enseguida; Arturo, tómalo con calma; Sybi pasaremos dos días muy lindos con él en nuestro refugio cerca del Rin"-. La flaquita desgarbada se colocó su abrigo otoñal, sus botas, su bolso, su paraguas y salió mirándonos coquetamente de reojo, sonrió picarona y se perdió tras la puerta. Blondi se lanzó otra vez sobre mí para apoderarse de mi boca mostrando su insaciable deseo de hacerme suyo, entre chuponazos y besos murmulleaba feroz: -"hoy me tienes que hacer feliz y bastante rato, desde hace tiempo te tengo en la mira, pero no se podía porque Klaus estaba siempre acá, él no está y hoy quiero que seas mío, gr; déjame morderte tu lengua, gr. Vamos porque Sybi nos espera y ella es muy impaciente, por el camino nos entretenemos, pues son bastantes kilómetros, ji, ji, ji, ji; además, ella también te tiene mucha hambre y el ojo puesto, ji, ji, ji, está casi virgen, ya que después de su defloración ya lejana, pues sólo con consolador y el dedo a medianoche; ji, ji, tienes una tarea divina este fin de semana que está comenzando, ven y vamos a buscarla; pero antes tengo que ir a los baños, la cerveza, ji, ji, ji"-. Una vez que ella hubo regresado sonriendo pícaramente tomé entonces mi maletín para bajar a la calle en donde ya estaba Sybi con su escarabajo. Desde el sótano se oía la aulladera de los chicos y chicas, así como la música sonando a alto volumen. Pronto vendrá la policía me dije y seguí a Blondi, ella abríó la puerta del carrito de Sybi ordenándome muy clara y segura: -"tú te sientas atrás, ji, ji, ji"-. Así lo hice, entonces vi que ella también se sentaría atrás conmigo dejando sola a la gafufita adelante al volante, cerró la puerta ordenándole claramente: -"arranca ya y conduce pronto, pues a esta hora la autopista está solitaria"-. Palmoteó en su espalda para indicarle de esa manera que podía iniciar el viaje. La gafufita frágil enrumbó su escarabajo buscando la autopista.
Apenas salimos de la ciudad y se perdieron las últimas luces tras nosotros, Blondi se adueñó de mí abrazándome intensa y ofreciéndome sus labios muy entreabiertos para que le invadiese su boca; posicioné la mía sobre la suya introduciendo mi lengua mientras mis brazos la atraían encerrándola suavemente entre ellos.

Ella se dejó abrazar aprovechando para descalzarse y posicionar sus piernas sobre las mías. Mi mano izquierda empezó a subir y bajar por sus largas extremidades rozando su tersa piel blanca; una mano suya se deslizó por mi pecho tratando de abrirme los botones de la camisa, sus dedos temblaban invadidos por los nervios y la tensión. Por fin logró entrar y hallar los vellos de mi torso superior. Su otra mano buscó una mía y la llevó hasta sus piernas, esa mano inició un largo recorrido descubriendo una sorpresa agradable, no tenía pantaletas; ahora entendía la risilla picarona que había lanzado al retornar de los baños. Mi mano avanzó más hasta encontrar la vellosidad de su pubis, así como la entrada a su feminidad. Varios dedos míos se hundieron entre su vellosa carnosidad provocando en ella ciertos espasmos que recorrían todo su cuerpo, pues sus piernas tiritaban nerviosas; gruñó ansiosa a mi oído: -"gr, sí, méteme más la mano y bien profundo, acaríciame la pepita; gr, sí, sí, sí-".
Sybi manejaba tranquila porque la autopista estaba prácticamente vacía y ello le permitía controlar muy bien el carro. Nosotros atrás nos dedicábamos a manosearnos detallada e intensamente; ella introduciendo su mano en mi bragueta y yo hundiendo mis dedos en esa carnosidad vaginal suya que se humedecía fervorosamente al ritmo de mis frotaciones; y su mano no se cansaba de subir y bajar por mi miembro ya babeante facilitando así su tarea. Nuestras bocas no cesaban de acariciarse, nuestras lenguas se buscaban enrollándose al tiempo que nos abrazábamos ferozmente. Las respiraciones aumentaban rítmicamente, así como el calor de nuestra fogosidad. Ella se subió a mi regazo posicionando sus nalgas indicándome directa y abiertamente su hambre y deseo de ser poseída en aquella tarde otoñal en la fría Alemania. Me abrazó voraz y feroz susurrándome al oído: -"quiero tu miembro en mí bien hondo y largo rato, ven."-. Y fue ella quien tomó la iniciativa, ansiosa introdujo su mano buscando la deseada presa para que se introdujese y hundiese entre sus carnes. Un sólo y único impulso suyo bastó para que la erguida masculinidad penetrase en su inundado paraíso carnal, mientras el pene se perdía más y más debido a la presión que ella ejercía al tiempo que suspiraba rabiosa: -"sí, sí, sí, más, más, más; todo, lo quiero todo, todo, todo"-.

Mis manos le torturaban sus senos y nuestras bocas se conjugaban, tal y como nuestros sexos se unían. El carro avanzaba cada vez más veloz conducido por Sybi quien nos espiaba por el retrovisor de vez en cuando aprovechando la soledad de la autopista. Del radio salía una música clásica instrumental recordando a Wolfgang Amadeus Mozart allá en Salzburgo, su ciudad natal. Blondi no se distraía con nada, sólo le interesaba que mi masculinidad le acariciase lo más profundo de su feminidad que estaba totalmente inundada de beligerancia sexual. De su boca emanaban sílabas incongruentes, pues sus labios se apretaban sobre los míos invadiendo mi boca con su lengua loca; sus nalgas y muslos se inundaban de lujuria líquida producto de nuestro contacto directo por intermedio de nuestras sexualidades; todo lo mío en lo de ella, y todo lo de ella abrazando y abrigando todo lo mío; una cópula total a 120 kms por hora en la autopista; ¡qué fantasía tan loca!

Su apartamento

-"Estamos llegando ya a Düsseldorf-". La suave voz de Sybi nos sacudió y despertó de nuestro entretenimiento, las luces de la ciudad empezaron a inundar el interior del vehículo; Blondi echó su trasero hacia atrás quedando al aire libre mi masculinidad bamboleante y muy erguida, ella la cubrió con ambas manos y la empujó para que desapareciese tras la bragueta, subió el cierre mientras sonreía coqueta y picarona al ver la casita de campaña que aparecía provocada por mi aún demasiado erecto pene. Trató de aplacar dicha erección con una de sus manos, mas con ello sólo logró que yo la tomara estrechamente entre mis brazos para besarla apasionadamente. Otra vez la voz de Sybi nos despertó: -"bueno llegamos, ahora al apartamento"-. Blondi me miró murmurando bajamente: -"arriba seguimos; y luego la calmas a ella, pues no sabes cuánto desea que la ames y la complazcas, ji, ji, ji, sólo que no te lo demuestra, ji, ji"-. Una vez más se oyó la voz tierna de Sybi: -"bájense para trancar el escarabajo, me esperan en el ascensor para subir juntos"-. Blondi se acomodó su falda y yo luchaba para esconder mi todavía enhiesta erección, escondí todo mi cuerpo debajo del abrigo otoñal y así se solucionó ese rollo, Blondi sonrió muy traviesa, Sybi me observaba de reojo.

Nos dirigimos a la puerta del edificio para buscar el ascensor el cual esperaba. Subimos mirándonos comprensivamente, como si supiésemos de antemano que nos esperaba una larga noche repleta con mucha lujuria sensual y carnal, una pequeña orgía privada; ellas sonreían picaronas y coquetonas, en especial Blondi, Sybi observaba silenciosa y muy tranquila. Durante el viaje en ascensor estuvimos manoseándonos con Blondi al tiempo que Sybi nos oteaba por encima de sus horribles lentes de aumento, pero los cuales al mismo tiempo le otorgaban un cierto candor porque destacaban su tierna feminidad incitante; su mirada era seria, mas no dictatorial, de sus ojos emanaba cándido encanto. Blondi no se preocupaba de esos detalles y continuaba arrullándose en mi cuerpo sostenido por las paredes del ascensor lento y paquidérmico en su accionar. Tilín, se oyó al llegar al piso de su apartamento y las puertas se abrieron para darnos paso hacia su morada en ese quinto piso con vista a las riberas del Rin; bellísimo el paisaje. Sybi abrió para que entrásemos, las luces se encendieron y apareció una amplia sala con una mesita y un mullido sofá gigantesco; Blondi me empujó hacia él mientras que Sybi murmuraba suavemente: -"me voy a la bañera, estoy muy sudada, muah, muah"-. Repartió besitos y desapareció.

Blondi entonces me empujó hacia el sofá hasta que quedé sentado en él; y luego se avalanzó sobre mí dirigiendo nerviosa sus manos hacia mi bragueta hasta hallar el cierre, tiró de él hacia abajo e introdujo una mano suya hasta hallar mi bulto escondido entre la suave tela de la ropa interior, me miró picarona conteniendo una sonrisilla, hurgó bien hasta que lo extrajo sosteniéndolo segura con su mano, entonces gruñó casi silenciosa: -"esta noche me deberás complacer mucho y largo rato; y a ella la tienes que hacer feliz porque desea que la poseas mucho tiempo; déjame y te lo chupo para que se ponga bien duro, luego me penetras acá en el sofá y después vamos a la bañera para meterla en la fiesta; ji, ji, ji; abre bien las piernas para metérmelo en la boca y chupártelo para que se te ponga bien duro y grueso, y así me llenes toda la alcancía mía, pues está bien húmeda y así me entra todo"-. Una mano suya corrió suave el prepucio hacia atrás para que apareciese el glande brillante, sus labios se adueñaron de él envolviéndolo garosa; su lengua refregaba sobre la sensible piel provocándome intensos espasmos en todo mi cuerpo. Soltó el miembro preguntando: -"¿te gusta?, ¿sí?, ¿te gusta así?, ¿verdad que sí te gusta que te lo acaricie y chupe?, pues ahora tenemos tiempo, espera me siento encima para que me llenes toda de carne bien rígida porque ahora sí está bien duro; ¡ah, cómo vamos a disfrutar este fin de semana contigo!"-. Se alzó para posicionarse sobre mi regazo, tomó el miembro con una mano y lo llevó hasta su alcancía, lo sostuvo mientras empujaba su bajo cuerpo para que la llenase y complaciese, suspiró feroz: -"grr, sí, así me gusta; déjame y yo me muevo para que me llenes de mucho líquido"-. Sus caderas se mecían intensamente tratando de que no nos separásemos un único milímetro; su boca chasqueante se adueñaba de la mía invadiéndola para mordelonearme los labios y la lengua; estaba convertida en una verdadera gata feroz y voraz. Se agachó hasta mi oído más cercano para susurrarme ardiente: -"vente ya y riégame ampliamente"-. Y ya no me pude contener más, de mi fuente masculina emanó un líquido suficiente para haberle sembrado hasta trillizos; ella se balanceaba ardiente al sentir que su intimidad era irrigada fervorosamente.

Inclinó su cabeza sobre mi hombro para indicarme que se sentía complacida. Me miró enternecida para murmurarme queda: -"me lo has hecho lindo, esperemos hasta que él salga solo y entonces vamos a buscar a Sybi; ven y bésame, chúpame las tetas, méteme el dedo en mi culito para sentir una doble penetración. Sí, así, bien despacito pero métemelo todo. ¡Ah, qué dedito el tuyo tan divino!, y mi alcancía todavía tiene toda tu lanza. Uhmmuah, uhmuah"-. Unos largos segundos estuvimos así hasta que suspiró delirante y hasta muy enternecida: -"me complaciste mucho y bien; ¡ah, qué bien me siento! Déjame y me recupero, luego vamos a buscar a Sybi quien nos está esperando allá en la ducha o bañera. ¡Ah, ya salió de mi cuevita!, ahora saca ese dedo travieso de mi huequito trasero, y luego nos desnudamos completos para acompañar a Sybi que sueña día y noche contigo; y no la desilusiones; te adora, te adora"-. Se fue separando lentamente de mí hasta que quedamos frente a frente observándonos, mi masculinidad erigida bamboleaba entre sus piernas, ella me observaba sensual, murmuró lentas frases: -"desvistámosnos y vamos a buscarla, creo que está tendida esperando que le lleguemos y pronto"-. Nos ayudamos mutuamente para deshacernos de nuestras ropas, apareció su elegante silueta adornada por esos largos cabellos rubios y sus senos como manzanas coronadas por suaves guindas rosadas, maravillosa era esta rubiecita atrevida.

Me tomó de una mano para llevarme hasta la habitación adornada con la honda bañera y la complaciente ducha. Allí descansaba Sybi entre la espuma flotante que la cubría toda; sus ojos se entrecerraban como si meditase. Blondi se sentó en el borde para sacarla de su ensueño taciturno: -"Sybi, acá te lo traigo tal como tú querías, acá lo tienes; míralo, enteramente desnudo con todo lo suyo bien orgulloso, tal y como tú te lo suponías; abre los ojos para que lo admires y compruebes que es la pura realidad"-. Sybi entreabrió muy lentamente sus ojos para contemplarnos, la miró a ella y luego a mí, se hundió en la espuma hasta sus narices sonriendo entre penosa pero complacida, emergió alargando una mano invitándonos para que la acompañásemos. Nos sentamos en el borde, pues la bañera no era muy amplia, sólo para dos personas. Sybi no me quitaba la vista recorriéndome de arriba a abajo, seguía escondida bajo la fragante espuma que flotaba en la superficie; Blondi chapaleaba divertida, y yo correspondía a la mirada dulzona de la flaquita encantadora, rompió el silencio con su voz muy melosa: -"caribeño, ven y enjabóname para que me acaricies toda, sin excepción".- Se puso de pie entregándome el líquido jabón para que le acariciase con él todo su cuerpo, incluyendo su más recóndita intimidad, especialmente allí quería ser enjabonada.
Un chorro del líquido cayó en una mano mía, con ella le embadurné todo su pecho y vientre así como su espalda, las guinditas de sus senitos se enrojecieron suavemente; proseguí hacia abajo hasta llegar a su pubis el cual le froté generosamente y aproveché para hundir leve y suavemente mi dedo corazón en su semivirginal alcancía, un temblorcillo sacudió su cuerpo y mi miembro se irguió demostrativo, ella cerró sus ojos ordenándome quedamente: -"ahora atrás, mi ojito, embadúrnamelo; quiero estar toda fresquita para ti"-. No me hice esperar y la enjaboné al máximo, ella suspiraba cadenciosa porque le dediqué bastante rato a esa zona con ambas manos, adelante y atrás le metía los dedos en todas sus cañadas y ranuras. Blondi contemplaba la escena casquivana. La flaquita susurró: -"ahora dúchame para sacarme el jabón y luego me le haces a mis pies"-. La regué ampliamente hasta que quedó sólo el aroma del jabón revoloteando; ella entonces se sentó en la bañera, yo lo hice en el borde y le tomé sus pies para masajeárselos uno por uno concienzudamente para complacencia suya y mía.

Blondi se me arrimó arrastrando sus nalgas y alargó una mano hasta hallar mi enhiesto miembro, lo envolvió entre sus nerviosos dedos masajéandolo suavemente desde el glande hasta la base, hizo lo mismo con los testículos y luego volvió a oprimirlo casi hambrienta, voraz, entonces se dirigió a ella sosteniéndolo muy firme: -"míralo y bien, esto todo será para ti, para que los disfrutes al máximo, míralo muy bien"-. Sybi murmuró temblorosa de emoción: -"sí Blondi, no me canso de admirárselo y de pensar que pronto lo tendré todo en mí, y que me llenará corporal y espiritualmente todita"-. Hundió sus pies en el agua para deshacerse del jabón y se sentó en el borde proponiendo melosa pero firme: -"ahora ustedes y pronto para entonces irnos a la cama"-. Blondi me empujó, caímos ambos al agua enjabonada entre carcajadas de los tres. Nos refregamos mutuamente y luego Sybi nos refrescó con la regadera para quitarnos la espuma jabonosa. Sybi salió de la bañera buscando una toalla, retornó implorándome: -"caribeño, ven y sécame"-. La cubrí para sacarle toda la humedad de su cuerpo, luego la envolví y la levanté en vilo sosteniéndola en el aire con ambos brazos; ella gritó divertida: -"Blondi ven y ayúdame, no dejes que me rapte, acompañame pronto, ven; ji, ji, ji; qué romántico, me siento casi como una princesa raptada por su enamorado para amarla, ji, ji, ji; Blondi, ven ya para que me ayudes, es mucho para mí sola, ven"-. Blondi nos siguió arañándome ansiosa las nalgas. La rubia entró primero al cuarto proponiéndonos divertida: -"ji, ji, ji, juntemos las camas y así estaremos más cómodos, ven Arturo, suéltala ya y me ayudas a correr mi cama, ji, ji, ji"-. Dejé caer lentamente a la flaquita quien posó sus pies mientras sostenía la toalla para proteger y ocultar su desnudez, Blondi y yo empujamos su cama hasta unirla con la otra, Sybi observaba coquetona y divertida la escena.

Sybi se tendió en la cama cubierta por la toalla, Blondi se sentó en el borde y me haló hacia ella aprisionando con ambas manos mis muslos, luego me empujó para que me sentase mientras ella gruñía feroz: -"grr, siéntate ya, ven ya, grr, quiero chupártelo todo, desde la cabeza hasta la base y huevo por huevo me los quiero meter en la boca, gr; uhm, que caliente y dura tienes la cabeza, uhm, uhm, uhm, gr"-. Sybi miraba silenciosa pero al mismo tiempo muy curiosa mientras Blondi se agachaba para chupar ansiosa y amasarme los testículos con una mano, sus labios absorbían y su lengua refregaba el glande provocando que el miembro se irguiese y endureciese más aún con cada chuponazo, Sybi observaba acariciándose sus labios vaginales con una mano, le hice señas para que se acercase a mí, se arrastró hasta llegar a nosotros quedando desnuda, le pasé un brazo por su espalda para atraerla más y así besarla, una mano buscaba sus nalguitas y la otra oprimía la cabeza de Blondi para que no cesase de mamar y chupar, era muy experta. Atraje a Sybi para besarla tiernamente buscando su lengüita, entre tanto Blondi se metía huevo por huevo en su boca loca de ansias y deseos de tragar carne y savia. Sybi se dejaba invadir su boca y toquetear sus nalgas. Blondi alzó su cara hasta quedar a nuestra altura, entonces Sybi le solicitó un favor muy pequeño: -"Blondi, enséñame a chupárselo, también quiero tenerlo en mi boca y comerme sus huevos como lo haces tú, déjame probar, ven y muéstrame, pues quiero que quede muy contento conmigo para que venga con muchísima frecuencia a complacerme"-. Blondi le explicó risueña: -"le envuelves la cabeza con tus labios y luego chupas, luego se la lames y refriegas con la lengua, y así vas alternando, mientras tanto le acaricias los huevos con una mano y después te los metes uno por uno en la boca, así cambias y él se siente muy complacido, así se le pone bien duro para que te penetre bien profundo y sientes mucho placer al sentir que los pelos de sus huevos te rozan las nalgas mientras la carne rígida y erguida te llena toda tu muschi*; ¿entendiste?"-. *Diminutivo alemán equivalente a pussy en inglés.

Sybi se arrodilló a mi lado y se fue agachando hasta envolver el glande con sus labiecitos finos, yo le acariciaba sus nalguitas y hundía mis dedos en sus ranuras, un leve temblorcillo sacudió su frágil cuerpo, Blondi me abrazó desde atrás refregando sus senos sobre mi espalda y mordeloneándome el cuello al tiempo que lengüeteaba mi nuca. Sybi había entendido bien las explicaciones, chupaba ocasionándome unos calorcillos en todo mi cuerpo. Mis manos recorrían su espalda y nalguitas lentamente, entonces sentí el implacable deseo de lambetearle toda, muy en especial su bajo vientre, así como mordelonearle su trasero y hundir la lengua entre sus nalgas, le halé suavemente la cabeza y la miré fijo, ella reaccionó un poco sorprendida e insegura entreabriendo su boquita: -"¿qué te pasa?, ¿no te gusta?, ¿lo estoy haciendo mal?"-. Blondi, aferrada a mi espalda la calmó: -"no, no, lo haces muy bien, es sólo que él también te quiere complacer y acariciarte todo tu cuerpo con su lengua, así que ponte bien cómoda y abre tus piernas para que te meta lengua allá en tu muschi, ji, ji, ji"-. La flaquita extendió su cuerpo para que la lamiese, me puse en cuatro a su lado e inicié el lambeteo en sus minisenitos erguidos, uno por uno le mordí suave sus pezoncitos mientras mi mano derecha se ocupaba de su genitalidad hundiéndole los dedos en su ranura y huequito; Blondi detrás mío jugueteaba con mis testículos y pene sin soltarlos en ningún momento mientras lamía mis espaldas. Bajé con mi boca hasta hallar sus labios vaginales para meterle la lengua en esa cañada y seguí hasta su anito, tal como le había hecho a la Hermosura en nuestras tórridas horas íntimas allá en Berlín. Su cuerpecito frágil se sacudió susurrando: -"¡ahh, qué lindo es y me hace!, más, más, más lengua y después quiero sentir toda tu hombría en mi muschi, más, más"-.

La rubia extendió la mano hasta hallar la base del pene y murmuró: -"Sybi, ya está bien duro, ahora ponte cómoda para que te lo meta muy hondo, ponte como a ti más te gusta"-. Ella alzó su rostro y se tendió de espaldas susurrando: -"me gusta así y que él me alcé una pierna y me enganche con ambas y al mismo tiempo me lo hunda poco a poco en la muschi"-. Me tendí a su lado, ella echó su pierna derecha hacia su pecho y yo, de medio lado, le pasé un brazo por debajo de su espalda y la envolví con mis piernas quedando sus caderas entre mis extremidades inferiores, el miembro bamboleaba buscando refugio, Blondi lo tomó enrumbándolo hacia la cuevita de Sybi quien temblaba emocionada buscando mis labios con su boca, Blondi colocó el pene en la entrada de su vagina, yo empujé lentamente para que disfrutase de cada milímetro de carne enhiesta. El miembro se hundió pronto debido al anegamiento interno, nuestros pubis se encuentran, mi pierna derecha se posa sobre su bajo vientre y su pierna derecha descansa sobre mi cadera, estamos unidos como dos tenazas en sus vértices, Blondi, detrás mío, masajea los testículos y me mordelonea la espalda, Sybi suspira feliz: -"¡ah, por fin, por fin!, ¡por fin lo tengo en mí!, ¡qué dicha! Dámele mordiscos a mis teticas, pezoncitos y dame muchos besitos tiernos mientras me lo metes y sacas muy, muy lenta y suavemente. Sí, dámele masajes a esa campanita que tengo deseosa de cariños. Sí, así, así, y después me la acaricias con tu boca y lengua, ahh, qué delicia ser amada por ti, uhmuah, uhmuah. Sí mételo y sácalo así, suave, suave, muy suave, ahh, qué felicidad y dicha, muah, muah, muah, ahh, ahh, lindo, ahh, lentamente, muy lentamente, siento tu gorra subiendo y bajando, dichosa soy"-.

Ambos estamos frente a frente y nos miramos intensamente, ella cierra sus ojos, yo le mordeloneo y halo los vellos de sus axilas, suspira dichosa, me voy hasta su boca para invadírsela con mi lengua, también cierro mis ojos y me imagino tener entre mis brazos a la deidad escandinava de Berlín, pues la fragilidad es igual, sigo cerrando los ojos mientras sueño con Hilde. Sybi suspira cada vez que saco y meto lentamente mi carne dura en su enlagunada alcancía; Blondi detrás mío muerde mi espalda y una mano suya masajea mis testículos, de vez en cuando echo una mano hacia atrás para acariciarle su bajo vientre con alguno de mis dedos, ello hace que me muerda y aruñe la espalda gruñendo fiera y feroz; Sybi suspira ahogada por mis besos mientras que se aferra a mí con sus manos hundiendo sus dedos con uñas en mi espalda pidiendo silenciosa caricias internas. Así seguimos por mucho rato hasta que llegamos a nuestro éxtasis los tres, pues con un brazo me aferraba a Sybi y con la otra mano hacia atrás le hurgaba a Blondi sus huequitos y ranuras provocando en ella placer que demostraba mordiéndome la espalda y nuca mientras sus manos se aferraban a mis nalgas y acariciaban hambrientas mis colgantes depósitos de savia reproductora. La flaquita suspira implorante: -"ahora chúpame los labios de la muschi con tu boca y masajéame la campanita con tu lengua, ven y compláceme torbellino caribeño, soy toda tuya y haz conmigo todo lo que quieras; ven y dámele cariñitos a estos lindos labiecitos de mi muschi llena con toda tu carne dura y rígida, plena de vigor, ven y dámele placer ahora con tu boca y lengua"-.

Me coloqué de rodillas a su lado, ella le lanzó besos con una mano suya al miembro y luego rozó con ella mi boca, me fui inclinando hasta bucear entre sus piernas y hallar sus labiecitos rosaditos y tersos, se los tomé uno por uno y luego dirigí la punta de la lengua hasta su campanita, ello la hizo temblar y suspirar; Blondi también participaba a mi lado y le chupaba los senos al tiempo que con una mano sopesaba mis testículos y ordeñaba mi pene, Sybi suspiraba ensoñada: -"¡ah, qué felicidad!, me siento volando con tanta caricia; sí Blondi, mis senitos, házmelos brotar. ¡Ay, ay, ay, mi campanita, mi muschi, mi ojito!, todo me acaricias, más, sí, más, no pares más, hazme volar más, más, uy, me desmayo de tanta dicha. Ahora ven a poseerme y llegamos juntos"- Echó sus delgadas piernas hacia su pecho ofreciéndome su paraíso, la poseí de inmediato hundiéndole el pene hasta la base sin contemplación, aulló loca de pasión: -"sí, así, todo y bien hondo, ag, me muero, me muero de felicidad, no pares dámelo y con todo, sí"-. Una generosa carga de savia salió y se depositó en sus entrañas mientras mi pubis vapuleaba el suyo; Blondi me mordía la espalda y se ensañaba con mis nalgas apretujándolas con una mano suya convertida en garra, la otra masajeaba constante mis huevos repletos de líquido procreador. Por fin nos calmamos, ella me besuquea el rostro recorriendo con sus manitas mis espaldas, susurra leve: -"bájate y ponte a mi lado para lamerte tu boca con sabor a mí y saber qué sabor tiene mi muschi. Sí, así, y abrázame para dormirme entre tus brazos; Blondi, abrázalo para que duerma entre ambas y sentirlo toda la noche. ¡Ah, qué linda noche! Muah, gracias caribeño, gracias Blondi"-. Me rodearon con sus ardientes cuerpos, sus manos recorrían todo mi torso y bajo vientre, a veces sus manos se encontraban en el mismo sitio y se enredaban con las caricias que le propinaban a mi cuerpo, en especial mi genitalidad era la zona preferida al tiempo que me besaban y mordeloneaban mis tetillas y boca; ello provocó una nueva erección del miembro, Sybi musitó ansiosa: -"espera y me pongo de espaldas para que me penetres y así dormirme con él bien hondo en mi cuerpo"-. Se dio vuelta ofreciéndome su espalda y alzando sus nalgas para que la poseyese, la abrazé suave pero firme mientras que mi masculinidad ferrea se hundía en ella para su beneplácito, ella murmulleaba queda: -"sí, más, más, mételo todo y abrázame bien fuerte, ah, qué placer sentirte en mí, no te muevas para que no se salga nada; sí, con muchos besitos en mi nuca y espalda; Blondi, vente a mi lado y me chupas los senos, quiero dormirme en medio de muchas caricias"-. Y Blondi se colocó al frente suyo iniciando una intensa chupadera de sus tetas mientras yo le metía la mano a su vulva; así la intensidad post coitum disminuía poco a poco, pues ya era tarde en la noche. No era necesaria una cobija porque nos transmitíamos los mutuos calores de nuestros cuerpos, sus caricias cesaron y la oniridad nos invadió a los tres. Sybi en el medio con mi miembro hundido en su vagina y Blondi dándole su calor. Lindo.

El siguiente día

La claridad me despierta y pienso que hace apenas un momento había cerrado los ojos, siento el calor de un cuerpo femenino dándome la espalda, es Sybi que respira profundo y no se ha movido nada desde que nos habíamos dormido, Blondi delante de ella también duerme tranquila, cierro mis ojos y compruebo que mi miembro está erguido buscando un refugio, palpo sus nalgas y lo dirijo a su alcancía, se lo voy hundiendo muy lentamente para no despertarla, él entra y se pierde en la tersura de sus carnes bastante húmedas, me dejo llevar por el sueño y caigo en sopor agradable sabiendo que me acompañan dos féminas deseosas de ser complacidas hasta el cansancio.

-"Hola, levántate, despiértate ya, hola, hola, ji, ji, ji; no duermas más perezoso, ji, ji, ji, gr"-. Es Blondi sentada a mi lado quien me tira de las orejas dándome leves empellones rematados con un mordisco gruñente en mi hombro y así trata de sacarme del sopor en que me hallaba después de esa entretenida noche con ellas en su apartamento muy cerca del Rin. Abrí mis ojos y contemplé su esbelta silueta que estaba cubierta por un baby doll hasta su bajo cuerpo así como una seductora pantaleta de seda que dejaba entrever la vellosidad de su pubis. Estiré una mano hasta hallar sus piernas y recorrí sus cálidos muslos tratando de abrirle las piernas para llegar a su veleidosa y jugosa alcancía vaginal, protestó risueña: -"no seas tan glotón, apenas te despiertas y ya quieres montarme; anda te aseas bien y bastante para que desayunemos, pues Sybi preparó algo especial para que te recuperes y sigas con tu <>, ji, ji, ji, no te olvides que estarás acá hasta mañana en la tarde y no te daremos respiro, especialmente ella debido a la euforia de tenerte acá y disponer de ti todo el tiempo y las veces que quiera, mejor dicho, que queramos porque yo también te llevo hambre, ji, ji, ji"-. Se fue al closet y sacó una toalla junto con una bata masculina de faldas cortas, me lanzó todo riéndose burlona: -"anda y báñate muy bien para poder acariciarte a lengüetazo limpio y puro, como a ti te gusta; nosotras ya nos aseamos perfumamos, ven y huéleme"-. Y bajó su cuerpo hasta mí para que aspirase sus aromas de champú y jabón, me llené los pulmones de su frescura; atrás se oía la cantarina voz de la grácil Sybi, así como el ruido de platos y cubiertos, pues estaba poniendo la mesa para desayunar en esa ya avanzada media mañana.

Regresé pronto del aseo y baño, pues mi corazón palpitaba acelerado sólo de pensar que pronto las tendría otra vez en el lecho porque esa era la meta de los tres, fornicar hasta el agradable cansancio. Sybi llevaba una dormilona también transparente, pero hasta sus tobillos y se había hecho una colita de caballo que dejaba destacar aún más la tersura de su rostro, tras la dormilona se dejaba adivinar un minibikini en lugar de pantaleta, muy seductora se veía, me invitó a sentarme acercándose: -"ven y nos ponemos bien cómodos para desayunar, ven y siéntate entre nosotras para que no te sientas solo; ¡ah!, pero primero un besito cariñoso, uhmuah, ji, ji, ji, otro, uhmuah, divino"-. Su boca fresca se posó en cada una de mis mejillas ensalivándomelas coquetamente mientras me empujaba suavemente para que me sentara en el sitio indicado por ella. Allí me percaté de la mesa puesta por ella, la premié con un besito en la comisura de sus labios al tiempo que la apretujaba suavemente hacia mí susurrándole mis agradecimientos por sus esfuerzos; Blondi se acercó y me propinó un par de pellizcos en las nalgas mientras nos aupaba a terminar las caricias: -"ya está bien de tanto besuqueo y manoseo, basta ya y desayunemos"-. Ella nos obligó a sentarnos para tomar los alimentos lo cual hicimos con calma para disfrutar de las viandas servidas por la flaquita Sybi.
Blondi llevó los trastos a la cocina mientras que yo me ocupaba de Sybi, pues quería seguir con ella la labor iniciada la noche anterior. De pronto: rin, rin, rin, el teléfono repicó insistente, Blondi corrió para responder, era una amiga suya: -"hola Jannelore, sí estamos bien; oh no te puedo invitar porque tenemos visita de un amigo caribeño y estaremos muy ocupadas con él todo el fin de semana porque no vive acá y no puede venir a diario; sí, hablamos el lunes en la feria; sí claro, claro que disfrutaremos mucho con él, ji, ji, ji, adiós"-. Y colgó sonriendo monamente picarona: -"ji, ji, ji, Jannelore está sola y necesita entretenimiento, su amiguito se fue de viaje y precisa de un hombre para disfrutar con él bastante rato; bueno, vamos al dormitorio, pues acá hay mucha luz"-. Y salió buscando la cámara con las dos camas juntas, yo alcé a Sybi para transportarla al lecho, pues no veía el momento de tenerla otra vez estrechada entre mis brazos al tiempo que mi masculinidad se hundía en su tersa y estrecha feminidad; uf, qué deseos de copularla para soñar que era la rubia Hilde allá en el Berlín de mis amores y dolores del cual nunca me olvidaría ni podía olvidar debido a las miles de peripecias vividas allí.
La deposité en el lecho y la encerré entre mis brazos sin oposición o resistencia alguna suya, Blondi se tendió también despojandose de su baby doll siendo cubierta sólo por su sedosa pantaleta. Una mano mía le subió la larga dormilona hasta hallar su casi tanga, entonces allí me susurró levemente al oído: -"Arturo, anoche me hiciste mucho tiempo y ahora tengo una ligera irritación en la muschi, y creo que me ardería algo o mucho si me amas, habría que esperar hasta esta noche o mañana para que me ames intensamente, ¿comprendes?"-. La miré muy atento, mi mente voló a Berlín y recordé la terapia de la Hermosura, le hice señas a Blondi para que se acercase y así susurrarle a sus oídos, luego ella se lo dijo a Sybi: -"sabes, él conoce una terapia muy fácil y efectiva, ji, ji; en la nevera tenemos yogur natural, anda y lo traes porque eso sirve como remedio casero y no tiene químicos dañinos, él lo sabe de buena fuente, anda y apúrate para que él te haga esa terapia maravillosa, de repente yo también me la dejo hacer, ji, ji, ji"-. Sybi saltó y corrió a la cocina, regresó con un recipiente y quejándose: -"sólo tenemos una vasito, espero que alcance porque de lo contrario tendré que ir al supermercado"-. Blondi me obervó casi interrogativa, le dije que para empezar era suficiente, se levantó hasta Sybi aupándola: -"sí basta por el momento, veremos después; ven y quítate la dormilona y la tanguita, y tiéndete de medio lado, él ya me explicó cómo es la terapia, es muy linda y efectiva"-.

La flaquita frágil obedecía a las instrucciones de la rubia coquetona, me tendí detrás de Sybi, Blondi destapó el recipiente e introdujo dos dedos extrayendo una porción de la masa blancuzca colocando una parte entre los labios vaginales y otra en mi glande, entonces le dijo a ella explicativamente: -"ahora él te penetrará llevando el yogur para expandirlo en tu muschi, así se refrescará todo allí y así sí podrás hacer mucho el amor con él intensamente; yo le pondré su pene entre tus labios y él entonces empujará lentamente, tú dices si te hace muy intenso y si debe disminuir la penetración; relájate para que él te pueda penetrar bien hondo"-. Y colocó el glande entre sus ninfas para así iniciar la terapia, envolví a Sybi entre mis brazos mientras empujaba el miembro, ella era recorrida por un ligero temblorcillo mientras Blondi empujaba con una mano el miembro para que no se saliese y con la otra me acariciaba los testículos para que de la uretra saliese líquido seminal y así el camino se pusiese más resbaloso; Sybi suspiró: -"¡oh!, que frescura siento ya, por favor, por favor, con mucha calma y no me hagas mete y saca; Blondi, más yogur, me cae bien; caribeño, sácalo muy lentamente"-. El miembro se retiró despacio como lo había hecho aquella vez con la Hermosura. Blondi palpó el miembro comprobando que podría estar más duro, entonces le participó a Sybi: -"espera un momento y le chupo la cabeza para que se ponga bien rígido y así te masajea más y mejor"-. Encerró en sus labios el glande absorbiendo intensamente y provocándome un leve espasmo mientras yo sostenía a Sybi que yacía silenciosa esperando la segunda parte de la terapia. A Blondi le fascinaba meterse el miembro en su boca y chuparlo desde el glande hasta la base, así como meterse huevo por huevo en su boca, y no lo hacía mal, al contrario, era muy experta en esa técnica del fornique. Blondi la animó: -"ahora sí está bien duro y derrama líquido, mientras te penetra otra vez yo le masajeo los huevos para que eyacule y se extienda bien el yogur y te refresque todita"-. Su masaje dio resultado y pronto emanó de la uretra un montón de líquido seminal inundádola para satisfacción de Sybi: -"sí, sí, ya siento fresca humedad, tendrás una linda recompensa"-. Yo permanecí detrás suyo sosteniéndola firme hasta que murmuró: -"necesito más yogur para la terapia, Blondi, cuidámelo, pues iré al supermercado a comprar más, no me demoro"-. y se levantó para vestirse, se oyó el classhh de la puerta tras ella, entonces Blondi se me lanzó: -"yo no necesito terapia, pero sí carne y bien dura, déjame chupártelo para que se pare y entonces me haces feliz, pues cuando ella regrese hasta el culo te dará, pues esa es la recompensa que te va a dar, culo con yogur, ji, ji, ji, ji; ven y déjame te lo chupo y así se te ponga pronto bien duro y rígido. Uhm, uhm, uhm, ves ahora sí está bien, ven y me haces desde atrás, pero en la cosita, el culo te lo regalo más tarde. Ahora ya estoy en cuatro, ven y cúbreme y me lo metes bien hondo. Sí, sí, sí, sí, todo, todo, métemelo todo, uff, uff"-.

La terapia continúa

Blondi me atenazaba entre sus brazos y piernas para que la amase intensamente, pues ella era muy activa y de largo alcance en el proceso, no se contentaba con ser penetrada y luego rociada rápidamente. Prosiguió engulléndose mi lengua mientras mi pene estaba hundido totalmente entre sus blancas ninfitas llenándole su vagina, pues ella yacía ahora bajo mi cuerpo con sus piernas echadas hacia su pecho para darme acceso total y de esa manera la pudiera poseer completamente, nuestros pubis se chocaban ardorosos, ella se comía mi lengua mientras que sus manos se aferraban a mis espaldas como garras, de su garganta salían sordos bufidos pidiendo más y más dura carne masculina: -"más, más, ughh, uhm, más, duro, duro; es maravilloso lo que me haces, más, más, chúpame la lengua, sí, ughh"-. Y seguimos amándonos arduamente entre sus bufidos y mis exhalaciones profundas mientras que nuestros sexos no se cansaban de auto complacerse, lo mío en lo más hondo y profundo de ella, y lo de ella dejándose penetrar con pasión desenfrenada. Me abrazó intensamente cesando sus empujes, me susurró fiera: -"ahora sí, ahora sí te quiero sentir en mi culo, sácalo y me lo metes en el ojito con mucha calma para que me lo hundas lentamente; sácalo, sí sácalo, ohh, ya salió todo, espera y pongo la cabeza en la entrada de mi huequito. Ya está ahí, ahora empuja poco a poco para que llenes de carne mi culo, ven a poseerme allá, uhmuah, sí, poco a poco, sin prisas, pues si ella viene tendrá que esperar a que acabes conmigo, así como yo esperé a que la complacieras a ella anoche; ah, qué lindo, méteme la lengua en mi boca y termina de entrarlo todo allá atrás mío. Uhm, qué sabroso, dame golpecitos con el pubis para que entre todo, sí, más golpecitos; ah, vente ya para que me riegues allá, gr, gr, gr, uhmuah, uhmuah"-. Una generosa eyaculación le irrigó sus intestinos mientras oprimía mi miembro con movimientos de sus músculos anales para sentir más todavía la carne rígida en su trasero. La descarga cesó y entonces echó sus piernas hacia adelante arqueándolas mientras yo continuaba yaciendo sobre ella incrustándole aún el pene en su trasero húmedo y resbaloso de tanta emanación seminal, ella me mordía los labios suavemente murmurando muchos danke, danke -gracias, gracias-.
Me apoyo sobre mis codos y la contemplo, ella cierra los ojos murmulleando: -"me hiciste muy lindo. Mira hacia atrás"-. Giré un poco mi cabeza y vi entonces a Sybi observándonos sentada al final del lecho, silenciaba respetuosamente, rompió el silencio: -"no quería que interrumpiesen ese coito tan apasionado, miren lo que les traje"-. Había entrado muy sigilosamente sin que nos percatásemos de ello y mucho menos de su presencia y había sido espectadora pasiva de nuestra enardecida fornicación. Entonces nos mostró la compra, el yogur y unos vinos italianos que estaban muy de moda por aquella época en la Alemania de la pos guerra debido a la afluencia de trabajadores de Italia y con ello la irrupción de la cocina de ese país. Blondi y yo nos desenlazamos pausadamente, ella sostenía mi miembro ahora ya casi desfalleciente e inquirió la flaquita frágil: -"mira, ahora puedes continuar con la terapia, pero antes llévatelo y se lo lavas bien, yo me daré un sueñito porque me dejó rendida y muy complacida, ji, ji, ji, y llena de líquido por todas partes, adelante y atrás, ji, ji, ji"-. Y se dio vuelta cubriéndose con la frazada de lana. Sybi me susurró queda: -"anda y lávate pronto, te espero en el sofá, pues ella desea dormir bastante rato y no quiero que la molestemos, la dejaste rendida. Muah, a mí me tienes que tratar con mucho cariño"-. Me fui a la ducha para lavarme muy bien los restos del fornique anal, me sequé y fui directo a la sala, ella había cerrado las celosías y las cortinas provocando una semioscuridad excitante. Sybi se percató de un detalle importante: -"uff, lo tienes un poquito dormido aún, y así no puedes entrar en mí profundamente, déjame y te acarició con mis manos para que se ponga duro, pues no soy una experta con la boca todavía y quiero que se ponga duro pronto porque deseo que me llenes con bastante yogur y así poder dejarme amar de ti sin problemas"-. Sus manos se adueñaron del pene subiendo y bajando, dejó caer unas gotas de saliva sobre él para que resbalasen mejor, me oteaba coqueta. Sus tratamientos dieron el resultado apetecido por ella y pronto salieron las primeras gotitas de semen al tiempo que el miembro se erigía para satisfacción de ella: -"ohh, oh, ahora sí podríamos probar"-. Se deshizo de sus ropas tendiéndose otra vez de medio lado y sosteniendo un vasito repleto de yogur natural, echó su pierna derecha hacia su pecho ofreciendo su vagina, llevó una gran porción y se la colocó entre sus rosados labiecitos murmurando: -"ven a mí, llévalo bien adentro, sí, sí. Ahora sácalo para ponerme más, espera. Bien, y ven otra vez para que me refresques la cosita, despacio, oh sí, siento que me refresca"-. Y así continuamos unos minutos largos. Ella entonces me susurró: -"ahora sí vámonos a la cama con ella"-. Sigilosamente regresamos al dormitorio, Blondi dormía a pierna suelta, ella se tendió lentamente de medio lado dándome la espalda hasta que me coloque detrás suyo penetrándola cuidadosamente y manteniéndome quieto con el pene sembrado entre sus carnes. Ella suspiro profundo y echó una mano hacia atrás atrayéndome más, la abracé para dormir.

Brindemos

-"Hola, hola, despiértense ya dormilones, miren lo que les tengo en la bandeja"-. Era Blondi sentada en una banqueta baja frente a la cama y sostenía una bandeja con copas repletas de vino tinto y unos pasapalos -pasabocas-. Su vestimenta seguía siendo muy ligera y se notaba que había estado largo rato tendida en la bañera, pues se veía muy fresca, perfumada, su cabello relucía y brillaba, como invitando a que le chupetease todo su cuerpo, desde sus talones hasta la coronilla, sonreía casquivana mientras colocaba la bandeja en los pies de la cama. Sybi le solicitó: -"por favor Margui*, lárgame la levantadora y mis pantuflas, lo mismo para él su bata corta"-. *Blondi se llamaba Margrett, y éste era -es- el diminutivo. Muy coquetona nos trajo nuestras ropas y las lanzó riendo burlona, nosotros nos enfundamos las ligeras vestimentas. Blondi trajo la bandeja y la colocó entre ambas, yo tomé asiento en la banquetica frente a ellas, la rubia nos ofreció los trocitos de pizza y las copas con el vino tinto, comimos y brindamos mientras nos aclaraba que había pedido pizzas durante el tiempo en que habíamos dormido, por tanto el almuerzo cena estaba listo y no tendrían que cocinar. Terminamos con los pasapalos y el vino lo cual nos cayó bien, la rubia se llevó la bandeja y regresó para colocar música instrumental de Bert Kaempfert, Extraños en la noche se esparció por el umbral de la habitación, regresó y tomó asiento junto a la flaquita, ambas me observaban silenciosas, como esperando una reacción mía.

Y yo reaccioné, mis manos aterrizaron en las piernas de cada una de ellas y se fueron arrastrando hasta llegar a sus pubis, ambas manos les halaron sus pantaleticas con su ayuda, pues alzaron sus nalgas para deshacerse de ellas, cayeron al piso. Ahora mis manos se fueron hundiendo entre sus piernas buscando sus feminidades, ellas abrieron sus piernas observándome silenciosas, Blondi rompió el silencio para obervar: -"¿y tú?, ¿tú no te vas a desnudar?, déjanos y te ayudamos"-. Ahora fueron sus manos las que se adueñaron de mi chor, halaron y quedé allí desnudo en su frente, volví con mis manos a sus vértices para que mis dedos iniciasen la labor de exploración en ambas cositas lindas suyas. Mis dedos índice y corazón se hundieron en ambas alcancías y el pulgar buscó sus campanitas, ambas respiraron hondamente y suspiraron en coro: -"¡oh, qué caricia tan linda!, sí, sí, masajéanos la campanita"-. Blondi le indicó a Sybi: -"tú lo masturbas y yo le doy masajes en los huevos, anda, agárraselo y le haces sube y baja lentamente"-. Entonces sentí sus manos ansiosas y hambrientas que me tomaban toda la masculinidad mientras yo les masajeaba sus inundadas alcancias, ellas se acercaron para besarme las mejillas, y yo les correspondí con sendos besos voraces mientras que seguía con el masaje en sus vaginas totalmente enlagunadas. La música se oía como fondo inundándonos espiritualmente. Mis dedos frotaban sus cositas y ellas masajeaban mi masculinidad, de repente Blondi me besó muy apasionada susurrando muy bajo: -"no te olvides del culito, masajéanos el culito también, tú lo haces muy bien. Sybi, deja que te meta un dedo atrás para que sientas ese masaje triple"-. Hube de convertir mi mano en un trinche, uno se hundió entre sus nalgas, otro entre sus labiecitos enlagunados y el otro frotaba sus campanitas; ambas me premiaron con jugosos besos mientras proseguían masajéandome el miembro y los testículos, yo aprovechaba la cercanía suya y les chupaba sus senos erguidos y casi vidriosos debido a la excitación que les embargaba sus humanidades, ellas me relamían mis hombros dándome leves mordiscos y lengüetazos, sus manos me acariciaban.

Luego de un largo rato de masaje y besuqueo mutuos Blondi rompió el silencio: -"Sybi, y ahora nos lo comemos entre ambas al mismo tiempo y él ídem a nosotras"-. La flaquita la observó entre incrédula e interrogante, la rubiecita no se dejó sacar de su tranquilidad y continuó su explicación: -"mira, él se tiende boca arriba en la cama y nosotras nos adueñamos de él, ji, ji, ji; una se le sienta sobre su pubis y se deja penetrar para disfrutar o también se lo puede lamber y meterse los huevos uno por uno en la boca y chupárselos, la otra se le sienta en el pecho y él le lame la muschi y la campanita con su lengua, luego cambiamos y así hasta que nos cause mucho placer porque la erección es más duradera así"-. Sybi sonrió muy divertida anotando: -"tienes mucha fantasía, pero debe ser lindo, él debajo acariciándonos y nosotras encima disfrutando; sí, sí, pues entonces comencemos porque me gustó mucho su lamedera en mi muschi con su boca y lengua, ¡uhm, qué lindo y divino!"-. Blondi me hizo señas para que me tendiese boca arriba y que me relajase porque la tarea sería ardua, pero bastante placentera para los tres.

Ellas intercambiaron miradas interrogativas, pues deberían prácticamente rifarse los puestos para saber quién estaría sentada sobre mi bajo cuerpo y quién lo haría sobre mi pecho. Yo me tendí perezosamente al tiempo que ellas se bisbiseaban secretos sonriendo hambrientas de seguir disfrutando de los placeres sexuales y observando que el miembro estaba bien rígido, por tanto ideal para una penetración bastante profunda en especial en esa posición en la cual una de ellas se sentaría sobre él. Blondi aconsejó: -"sabes, primero lo chupeteamos todito para disfrutar de su cuerpo y él nos mete mano mientras lo asaltamos, y luego sí disfrutamos de su sabroso rabote; míraselo, ya casi está bien duro, como para comérselo pronto, pero antes lo chupeteamos todo, empecemos"-. Y ambas se agacharon hacia mi cuerpo, la rubia alegre se dirigió hacia mi bajo cuerpo trazando una húmeda línea con la punta de su lengua mientras una mano palpaba mis huevos con cierta voracidad medida, llegó a su destino y de inmediato encerró el glande entre sus labios succionado feroz; la flaquita frágil buscó mi boca al tiempo que una mano suya se enredaba con la vellosidad de mi pecho, susurró muy suave: -"acaríciame los pezones con tu boca y dámeles mordisquitos y después me siento en tu pecho para me le des chuponazos a las ninfitas de mi muschi que tanto te gusta, muah, muah, muah; ven, chúpame mis roseticas"-. Y colocó sus senos delante de mi boca para que se los arrullase con mi boca; Blondi se comía literalmente mi hombría, se oían los chasquidos de su sevicia bucal acompañados del intenso masaje a mis testículos. Así fueron cambiando las posiciones y se alternaban para ser masajeadas bucalmente en sus más remotas intimidades y al mismo tiempo ser penetradas. En uno de esos intercambios ya no me pude contener y de la uretra floreció una gran cantidad de líquido seminal que se alojó en las entrañas de Sybi, pues ella estaba precisamente sentada sobre mi bajo cuerpo dejando que el pene se alojara totalmente en su más honda intimidad.

Una oscura sorpresa

Yacemos agradablemente cansados mimándonos bucal y manualmente; mis manos se pasean por sus espaldas y nalgas, pues estoy entre ambas, ellas recorren con sus manos libres mi cuerpo a su disposición. Ya empezaba a oscurecer en esa tarde de ese día tan lleno de trajín, silenciamos contemplándonos abstraídos totalmente; Sybi se aferra a mi cuerpo suavemente cubriendo mi pecho y rostro de muy cariñosas caricias bucales, Margui me contempla socarrona en silencio. Rin, rin, rin, rin. De repente truena el teléfono sacándonos de nuestra infinita y silenciosa abstracción, Blondi se levanta y corre hasta la mesita tomándolo nerviosa: -" sí dígame"-. Nos hizo señas para que nos callásemos, una amplia sonrisa invadió su rostro: -"sí, sí, soy Margui, ah, ¿eres tú Yomo con N´Gigia y Francis?, qué bien, ¿tienen una fiesta y yo soy la invitada de honor?, sí claro, claro que puedo ir pero me tienen que buscar porque no tengo carro, Sybi lo necesita hoy y mañana; sí, en una hora estoy lista, tocan el timbre y yo bajo de inmediato, hasta dentro de un rato"-. Y colgó sonriendo pícara: -"Son mis amigos africanos de la feria, tienen una fiesta privada, ¿quieren venir?, mucha música, mucha alegría y al final mucha diversión privada"-. Sybi silenció y negó con su cabeza, luego murmuró: -"no Margui, anda tú, son tus amigos, yo no los conozco y además prefiero quedarme con él acá, estoy un poco cansada luego de esta activa tarde que hemos tenido, anda y disfruta con ellos, pues seguro te van a complacer al máximo, ¿no es cierto?"-. Blondi continuó sonriendo maléfica: -"ji, ji, ji, no sabes del fiestón y festín que te pierdes, los tres son muy queridos, bueno te dejo con él, me voy a la ducha para refrescarme un poco, ji, ji, ji"-.

La flaquita levantó la frazada para cubrirnos con ella y luego sonrió también picaroncita: -"sabes, es más festín que fiestón, pues ella se encama con los tres al mismo tiempo porque le fascina que la penetren doble y al mismo tiempo llenarse la boca con otro pene, cuando ellos vienen acá yo me voy a mi pueblo porque es una gritadera y chilladera suya, así como muchas carcajadas de esos africanos, la penetran y fornican en el sofá, en la cama, en la bañera, y hasta en el balcón, se cambian de posición hasta que los tres la han poseído, vaginal, anal y bucalmente, luego ellos se van y ella queda rendida y llena de esperma por todo el cuerpo, pero feliz afirma ella; bueno que disfrute y goce con ellos. Sabes, cuando se vaya ella nos vamos a la bañera para reponernos y después nos hacemos una noche linda entre tú y yo, con todo el apartamento a nuestra disposición; esperemos a que ella se vaya"-. Y me arropó con sus brazos.

Blondi volvió pronto envuelta en su bata revoloteando por la habitación mientras se perfumaba y acicalaba al tiempo que se vestía con prendas bastante fáciles de quitarse, un top, pantaleta de seda y bien estrecha, una minifalda verdaderamente corta, las botas de otoño y un abrigo corto, estaba como para chupársela enterita, volvió a interpelar a Sybi explicándole: -"sabes, a mis amigos les gustan mucho estas ropas tan sensuales, les fascinan; y bueno Sybi, no sabes lo que te pierdes, tres hombres muy bien dotados y de largo trajinar, te complacen todo lo que una les solicite, ji, ji, ji, mira así los tienen, como para desmayarse cuando te penetran"-. E hizo una exagerada señal en el aire riendo muy burlona mostrando las dimensiones masculinas de sus tres pretendientes africanos, luego se sentó en el borde de la cama mirándome coquetona e incitándome: -"bueno, tú no estás tan mal, también lo tienes sabroso, me hiciste muy feliz; bien, me la cuidas y tratas bien, ji, ji, ji; Sybi, no sé a qué horas regresaré mañana, disfrútalo, pues es solito para ti"-. Rin, rin, rin. Sonó el timbre de la puerta, ella s
Datos del Relato
  • Autor: Torbellino
  • Código: 25343
  • Fecha: 03-03-2012
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 6.48
  • Votos: 29
  • Envios: 0
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