Estábamos en la casa de un amigo, yo tenía 15 años y si bien me gustaban los chicos nunca me había animado a nada. Como les decía estábamos solos y nos pusimos a ver una porno mientras tomamos un licor que compró Beto (mi amigo). Terminada la peli y con un grado de calentura y alcohol importantes nos fuimos a refrescar a la pileta, nos bañamos y cuando salimos no pude evitar mirar su malla que mostraba una carpa formada por su pene que se había parado insinuántemente. Nos sentamos a un costado de la pileta y me dijo que tenía unas ganas bárbaras de cojer, me propuso un juego, primero lo masturbaba yo y después él a mí. Lo tomé con gracia al principio pero interiormente tenía unas ganas locas de hacerlo, le hice prometer y jurar que después me tocaba a mí y accedí a la propuesta. Se bajó la malla y pude ver su pene totalmente erecto, era de buen tamaño y con un glande rosado y grande. Lo agarré con mi mano y comencé a masturbarlo lentamente al principio, luego cuando ví que Beto se exitaba más lo apreté más fuerte y subí la intensidad del masaje, no podía dejar de ver su pene entre mi mano y cómo comenzaba a despedir su jugo lubricante que me mojaba los dedos, en un momento lo miré a los ojos, el me miró y me agarró con sus dos manos la cabeza y la guió hasta su miembro, yo no opuse resistencia y me dejé llevar mientras miraba como su pene se acercaba a mi boca. Comencé a chupárselo con ganas (era algo que siempre quise) sus jugos tenían un sabor desconocido pero muy agradables, no podía creer lo que esta haciendo pero ya no quería detenerme, pensé que me acabaría en la boca pero en un momento me separó y me preguntó, querés que te lo meta?, yo no pude evitar decirle con un ronroneo "sí, por favor", me dió buelta, me bajó el short, me puso en cuatro y me metió su dedo con saliva para prepararme, mi ano estaba ya traspirado por la exitación así que no le costó mucho lubricarme, su dedo ya me hizo gemir de placer y casi le digo que no melo saque, pero todavía esperaba el premio mayor. Me dijo que lo ayude a separar mis nalgas con una mano, una vez que lo hice me puso la cabeza del pene en mi entrada y lo empujó suabemente, créase o no no sentí dolor (será por el licor y la exitación, además ya había probado introducirme otras cosas en la cola) sí unas ganas terribles de que me lo meta todo, Beto siguió despacio hasta que su pubis tocó mis nalgas, cuando lo tuve todo adentro gemí de placer ya sin poder ocultar mi exitación, cuando Beto escuhó esto comenzó a meter y sacar despacio su pene , yo me sentía en en cielo y repondía con movimientos circulares de mis caderas. Cuando Beto ya alcanzó el climax apuró el ritmo y yo le pedía "dame tu leche, damela ya!", a esa altura estaba echa una loca. Por fin llegó y sentí como me inundó la cola de leche, se me pasó la borrachera y sentí lo más lindo que había experimentado hasta ese día. No quería que me lo saque, estaba extenuado, Beto se recostó en mi espalda y sentí su sudor en mi cuerpo, esperamos un momento y despacio fué retirando su miembro, yo apretaba mis nalgas para disfrutar hasta último momento y extraer hasta la última gota de semen. Cuando lo sacó me dejé caer en el pasto y frotaba mis nalgas con la mano, miré su pene ya más flácido , me acerqué y con la punta de mi lengua limpié las últimas gotas de ese jugo embriagador. Nos relajamos, lo miré y no pude decirle nada, era una mezcla de verguenza y líbido inexplicables. Pasado un rato se tiró a la pileta y cuando salió entró en la casa diciéndome que tenía otro juego que proponerme, pero eso ya es parte de otra historia ...

Si les gustó mi relato, escríbanme, tengo mucho para contarles.