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Categoría: Confesiones

LA VENDEDORA

"De aburrida pasó a interesante una tarde en la oficina. Pensó poder venderme un impresor y logró que me la cogiera..."

 

Relato 100% real: Hace poco estaba una tarde en mi Oficina sin mucho que hacer. Durante la mañana me había dedicado por completo a unas labores de marketing con bastante afán y después del almuerzo, sencillamente me dediqué a buscar entre mis papeles algún número de un cliente ó inventarme alguna carta para los clientes. Estaba bien concentrado en mis pensamientos cuando de repente oí que alguien abrió la puerta y alcé la vista para ver quién era: Hello! Hello! Me dije a mí mismo, como que se puso interesante la tarde.

Era una señora de unos cincuenta años, elegante, no una belleza, sino elegante, buenas tetas y nalgas grandes, blanca, atractiva, rellenita. Como dije no una belleza, pero sí un culo para echarle su buen polvo.

-Buenas tardes! En qué puedo ayudarla? le dije.

-Buenas tardes! Pasaba por estas oficinas y decidí entrar. Y comenzó a contarme que ella representaba una compañía de artículos de oficina de todo tipo. Me enseñó un catálogo con fotos y precios. Yo le hacía caso para salir de mi aburrimiento y no miraba el tiempo para comenzar a lanzarle los perros. Me preguntaba si necesitaba algún impresor, cartuchos de tinta, papel, etc. y yo sólo le miraba el escote donde asomaban el inicio de las tetotas. A veces me pillaba viéndola y pretendía no darse cuenta.

Luego comenzó ya a hablarme de otra forma, ya con más confianza, cruzaba las piernas y notaba como algún nerviosismo.

Ahora es cuando –me dije- y le indiqué con el dedo que me diera más detalles de un impresor que aparecía en su libro, me levanté de mi silla y me situé a su lado, un tanto cerca de ella, y le indicaba yo con mi dedo cuál me interesaba y ella me contestaba. A todo esto ya era notorio mi paquete en el pantalón y de reojo ella lo miraba y pretendía luego ver para otro lado, luego agarré el catálogo con la mano, lo ví por unos segundos y le dije que podía servirme uno de ellos.

Ella como se mantenía sentada, alzó la mano para tomar por una lado el catálogo y yo no lo soltaba, sino que me lo acerqué a mi verga, de modo que ella con el dorso de la mano me lo estaba tocando, digamos "sin querer". La primera vez se asustó al sentir lo duro de mi verga, hizo el intento de retirar la mano, pero después reaccionó y se dejó llevar. Este primer rozón de verga duro como 5 segundos.

-Permítame, le dije y volví a tomar el libro con ambas manos como leyéndolo para preguntarle algo de otro impresor.

-Y éste.. cuántas hojas a color imprime por minuto? Mientras repetía la operación: ella lo agarraba por un lado el catálogo y yo lo acercaba a mi verga para que me la tocara. En esta ocasión fue más fuerte y duró más tiempo. Ya sus respuestas eran titubeantes y yo no necesitaba ya jalarle el libro, sino que ella dejó la mano así y me la rozaba "inocentemente", sin que ninguno de los dos dijera algo.

Después de esta primera fase de calentamiento y tanteo, pasé a la segunda etapa. En esa oficina todas las tardes permanecía yo solo. Podía cerrarla y nadie se daba cuenta, nadie llegaba a menos que tuviera citas, es decir, estaba a mi entera disposición.

-Y Usted no vende cartuchos para fax? Le pregunté.

-Claro que sí. Enseñeme el fax ó deme el modelo para averiguar precios –me dijo.

-Pasemos a verlo. El fax y la copiadora se encuentran en un cuarto aparte al fondo de la oficina. Allí no se vé ni se oye nada. Ella pasó delante de mí, por caballerosidad y para verle las nalgotas. Mientras caminabamos juntos, me detuve y le pregunté por los precios de algo, acercándole el catálogo a su teta derecha y con mi mano izquierda se la apretujaba. Ella solo me contestó y se dejó hacer.

Seguimos hasta el cuarto. Vió el fax, se quedó anotando el modelo, cuando se dio vuelta le ví en los ojos el deseo que me le lanzara, le ví la cara de "quiero verga". Sin decir más palabras le tomé una de las manos y ella sin más ni más se dirigió a mi paquete y comenzó a desabrocharme el pantalón hasta que me la sacó y comenzó a darme una mamada de antología, me la agarraba con las dos manos, me la pajeaba, me la besaba, me chupaba la cabecita y se la volvía a meter toda como que fuera loca, por un momento me afligió, pero era la excitación que ella tenía.

Yo le acariciaba su cabello y ella solo gemía hasta que comencé a dar indicios que ya me venía. Ella la seguía mamando y cuando empecé a disparar se la sacó y me la pajeaba y se comía el semen. Le caía en la boca y en la cara. Me la siguió mamando hasta que no quedó ninguna gota en mis huevos.

Se levantó y comenzamos a besarnos. Me metía la lengua hasta tocarme el esófago. Me besaba la mandíbula y me daba lenguetazos por toda la boca y las mejías.

-Estás bien rico, papasito –me decía, mientras yo le apretaba las nalgotas y le metía el calzón en medio de la raya del culo. –Quiero sentirte la verga! Quiero sentirte! Me repetía y me la agarraba y me bajaba el prepusio como queriendo pajeármela.

-Voy a echarle llave a la puerta, póngase cómoda y véngase para este cuarto –le dije- y me dirigí a la puerta y a sacar un condón de mi escritorio.

-Sí, por que quiero sentirla!-me dijo. Quero sentirla! –me repetía.

Ya regresé desnudo donde ella estaba. La vendedora no se quedó atrás y me estaba esperando igual. Mujer hermosa, bien cuidada y aseada, bastante carne, buenas tetas y nalgas grandes, vagina grande y peluda, y como toda mujer rellenita, los labios de la cuca bien grandes y olorosos a sexo y fluidos. Algo delicioso!! Un manjar suculento para cualquier macho! De solo verla se me paró la verga otra vez.

Como también sabrán soy pie-fetichista y sus piesitos no eran menos que el resto de su cuerpo. Qué rico –pensé. Nos vamos a dar una buena cogida con la vendedora! Y manos a la obra! Comenzamos a besarnos otra vez. Le agarraba las tetotas pezón rosado, se las tocaba y acariciaba, y se las apretaba. Después me bajaba a las nalgotas blancas y pecosas. Le succionaba los pezones, le daba vuelta para darle nalgadas y cuando doblaba el cuerpo le hacía el "Beso Negro" y ella solo gemía. Le metía un dedo, luego dos y luego tres en la vulva. La vendedora solo ponía los ojos en blanco y estiraba todo el cuerpo teniendo orgasmos!!

-Metémela ya por favor –me imploraba. Yo no podía hacer con ella una excepción a mi método y aún cuando me rogaba, no se la metía, sino que la seguía mamando para que sintiera el máximo del placer. Me bajé hasta sus pies –qué belleza de deditos- se los mamaba y la besaba la planta de los pies, mientras que le metía dos dedos en su vagina.

-Ay! Ay! Qué rico! Sos lindo! Aaaaay! Aaaaay! Cuando le chupaba los deditos de los pies turnándome con su vulva, chupándole el clítoris como cuando voy a comer ostras. Después de darme un banquete con sus extremidades inferiores y mientras tenía en mi boca su pie derecho, ella solo alcanzaba a gemir y a decirme expresiones –metémela ya hijo de puta riiiiiiico! Metémela ya cabroooooón!!, quiero sentir esa vergaaa!! Ahhhhh! comencé a bombearla y otra vez: Ay! Ay! y gemía y movía la cabeza de un lado para otro.

-Estás bien rica godita –le decía mientras le metía y sacaba la verga. Sos una gorda deliciosa! Sos una gordita puta! Te gusta la verga, verdad? Te gusta que te la metan toda, verdad? Sos una gran puta, verdad?

-Sí! Me encanta que me cojan!! Qué rico sos papacito!! Sí soy una puta! Ay! Ay! Ay!

-Date vuelta! le ordené y cuando cambiaba de posición se detuvo a darme una mamadita de unos 30 segundos. Se la metí en la vulva y le masajeaba las nalgotas blancas y pecosas, se las apartaba y se las juntaba y le metía un poquito de dedo en el ojete, que ya pedía y estaba listo para la batalla. Se la saqué, apunté y comenzé a metérsela en el culo.

-Aaay hijo de puuuuta!!Ay papasito! Qué riiiico! Y con una mano se tocaba el clítoris.

Comencé a darle por el culo hasta que terminamos juntos. Le llené todo el culo de mi leche hasta que se me puso flácida. La saqué y comenzamos a besarnos y ella bien agradecida por la buena sesion de sexo que nos habíamos dado.

-Te gustó?, le pregunté.

-Ay sí!, respondió y suspirando, viéndome con una cara de pícara, -qué cogida más rica mi amor! Papasote! dándome un gran beso en la boca. Vos sí sos rico!!

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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