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Categoría: Maduras

Inés. Madura morbosa

Tenía 44 años cuando conocí a Inés. Era en un trabajo. Ella llegó. Se plantó en la sala y se puso a mirarme. A cierta distancia. La oí como decía “quiero ver a Narciso, que guapo es”. Esa señora al principio no me gustaba. Era mayor que yo. Tenía sobrepeso, pero estaba bien formada. Más robusta que obesa. Rubia teñida y la nariz chata.
Pronto nos hicimos amigos. Me sentaba cerca de ella porque me toco así. Aunque prefería estar sentado con una chica más guapa. Además olía mal. Una vez me dijo que se duchaba todos los días porque alguien había comentado en voz alta lo de su olor.
Un jefa jovencita, llamada Jenifer no quería que me sentara al lado de una chica joven y me obligaba sentarme con Inés. Aunque como persona no era desagradable. Jeni no quería verme con jovencitas por lo celosa que era.
Inés quería estar sentada conmigo y me engañó. Un día tuvo que confesar su edad y tenía casi sesenta cuando creí que tenía menos.
Cuando comencé a tener una crisis personal, un noche no sé porque me puse a masturbarme compulsivamente y quien más salía en mi imaginación era Inés. Pase toda la noche tocándome y corriéndome y de cinco veces cuatro pensaba en Inés. ¡Cómo la deseaba! Una mujer muy ansiosa por como comía y comía.
Tuve que dejar el trabajo. Y a los dos años me dio por acordarme de Inés. Entonces, salía con una amiga y una tarde nos encontramos a la rubia madura que como no, se estaba comiendo un bocadillo de tortilla. Así estaba de grande.
Dos días después llamé a mi amiga que era amiga de Inés y le pide el teléfono. Le dije que quería saber como iban las cosas por el antiguo trabajo.
La llamé y le dije que si quería acostarse con un chico como yo. Me dijo “uy por Dios” y colgó. Días después recibo una llamada y me dijo que si. Pero le pedía que por favor se duchase antes de venir.
Estábamos en mi casa. Su cuerpo no estaba nada mal. La besé en la boca y apreté mi cintura contra la suya. Metí mi lengua. Nos desnudamos . Le acariciaba por todo el cuerpo, pero no quería lamerla ni chuparla. Ella me besaba apasionadamente por todo el cuerpo. Se metió mi polla en la boca y se la tragaba. Tenía mucha ansiedad. Me puse detrás de ella y me la follé así. Una y otra vez dándole y yo disfrutando. Lo estábamos haciendo como los animales. Así, así. Ella comenzó a gruñir y al oírla me encantaba. Era una diosa. Yo quería más y le pedí que fuese al servicio y que se limpiase el intestino con un enema. Lo hizo y se la metí por el culo. Me encontré en la gloria con esa apretura. Me pasaba con ella. La sacaba de su culo y se la metía por el chocho que estaba muy lubricado. Luego se la metía en la boca. Del coño a la boca y del culo a la boca y del culo al coño. A ella le perdía su ansia. Me corrí tres veces. Y aguante como un Jabato.
Después ya no quise seguir viéndola pero es impresionante desde el punto de vista sexual.

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