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ESE REGALO QUE NO DESEABA

Allí estaba como de costumbre frente al amplio y limpio espejo. Estaba serio como siempre, con una sonrisa muerta entre sus labios, con una mirada sombría. Su cuerpo corría desde el piso seis pies de estarura, sus zapatos gemían del dolor bajo aquellas doscientas cincuenta libras.

Marco Antonio, don Marco Antonio Sobrino, único hijo varón, de don Ceferino Medina y propietario de la empresa más importante y rica de la ciudad permanecía callado, sólo podía verse la cara y el pecho, pues había mandado a eliminar la parte de abajo de espejo. Permanecía
desnudo y se mordía los labios. Luego miraba el retrato de su padre y con ira le gritaba:

__¡Esto fue lo que dejaste por herencia!¡Crees que puedo ser feliz en esta vida!¡Coño por qué no me diste algo más!

Entonces con calma se vestía. Colocaba sus pantaloncillos, le dedicaba bastante tiempo, luego dejaba subir sus caros pantalones, aquel traje blanco de seda que usaba todos los domingos, se arreglaba su roja corbata, se perfumaba con el más caro perfume del mercado
y se colocaba sobre su amplia cabeza el sombrero que había ordenado a Panamá. Vestido impecablemente se dirígia la baño. Sonreía ahora,
miraba su parte baja, allí estaba, era enorme,
sobresalía.

__Vámonos para iglesia a atormentar a nuestras damitas que se mueren del gusto cuando te miran, charlatan...

Dejaba caer su mano y se acomodaba aquella verga
que orgullosamente exhibía cuanado caminaba serio, erecto por la acera que conducía a la plaza y a la iglesia de la pequeña ciudad.

__Buenos días don Marco- le decían los hombres que estaban en el bar de Poncio López-
__Buenos días- les respondía caballerosamente quitándose su sombrero...

Todos el mundo la saludaba, era un buen sujeto,muy amable, dadivoso, culto, amable y serio.

__Ay, miren, allí viene don Marco Antonio, gritaba Magdalena mientras las demás se amotinaban alrededor de ella.
__¡Qué hombre! y pensar que yo tengo en mi casa a una porquería- murmuró Margarita-

__¿Quién pudiera disfrutar de él, sentir sus besos, sus caricias y sentir esa verga, esa tranca entre las piernas penetrando hasta gritar de placer... se relambía Tere, la más joven de todas.

Don Marco se acercó lentamente, miraba hacia el cielo, serio, impecablemente vestido...

__Buenos días señoritas, la ciudad se adorna con tan hermosas flores en esta bella mañana...

Todas suspiraban y lo seguían, cuando llegó a la puerta de la iglesia el padre Luciano lo recibía con un abrazo.

__¡Qué Dios y la Virgen te bendigan hijo mío!Bienvenido a la Casa del Señor.

¡Cuánta alegría sentía el cura cada vez que aquella humilde oveja visitaba el templo! Sabía que a la tarde las arcas del templo estarían llena, pue siempre dejaba bastante dinero para que la obra de Dios continuara...era casi un santo...

Ahora está allí, en la esquina, serio, mudo, pensativo... La mansión está llena, aquel palacio con sus hermosos járdines, sus fuentes, sus árboles, sus hileras de arte, era un sueño.

Todos caminaban con dificultad, las mujeres suspiraban, era una fiesta de pueblo como don Marco siempre celebraba el día de su cumpleaños, pero ésta era muy diferente... estaban los grupos que alegrarían la actividad con su música, un mariachi, un cuarteto de cuerdas, un trío y música folklórica... todos los detalles fueron como don Marcos deseaba.

El ambiente era una mezcla de melancolía y gozo, la paz se apoderó del lugar, hubo silencio y el cura bendijo a todos los invitados. Se dirigió a don Marco que permanecía serio como siempre, con aquel traje negro, de fina tela, su corbata roja como siempre,y sombrero exclusivo, parecía que pensaba, que disfrutaba la fiesta.

El cura se acercó, lo miró... sonrío y permaneció frente a él en silencio. Luego tocó sus manos y pareció verlo reir tiernamente.
¡Qué hombre!...

Las horas fueron asesinadas por el día, el día empezaba a agonizar, el cielo empezaba a perder su hermoso azul, y todos se acercaron para despedirse de don Marco...

Malta, la puta más sucia de la ciudad se resistía a despegarse. Dejó rodar su mano sobre el pantalón de don Marco, lo miró, lo saboreó, lo despedazó con su mirada, lo violó con su mente, y dejó escapar un grito que retumbó por todas parte, hasta los cocos de una palma cayeron como rayos y uno casi mata a Eduardo,
las botellas de champán explotaron...

¡Ay Dios mío!¿Por qué nunca quizo que yo disfrutara de esta verga monumental? Es injusto que esto se pierda-gritaba la puta descarada-

Entonces como si fueran liberadas el resto de las mujeres se abalanzaron sobre don Marco tratando de tocar aquéllo que habían deseado poseer por tanto tiempo...

Hubo que hacer fuerza para traer la paz a la sala. El cura, molesto, hasta dijo una palabrita
no muy usual de sus vocabularia...

__ ¡Cállense bellacas! y saquen a ese degenerado, apuntando con su dedo a Verónica, el guy, que también deliraba por tocar la tranca enorme de don Marcos...

Después de la tormenta, la paz... todo volvió a la normalidad... Don Marco estaba tranquilo, quieto, serio, nada le afectó. Varios hombres
se acercaron al ataúd, no podían levantarlo, entonces varias mujeres se acercaron y unieron sus fuerzas. Un pasillo se abrio entre la multitud y por fin don Marco Antonio fue sacado
de la Masión, pasaría la noche en la iglesia y
al otro día sería enterrado en el cementerio de la capital.

Mientras se alejaba el cortejo fúnebre, Enrico, amigo íntimo y personal de don Marcos se reía.
El viejo se llevó el secreto a la tumba. Seís pies de estatura, doscientas cincueta libras y
la naturaleza le regaló por pene, una cosita
que apenas enfurecido medía par de pulgadas.

Fin
Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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1 comentarios. Página 1 de 1
didi
invitado-didi 26-10-2003 00:00:00

Gracias por volver. Sr. José Luis, me impresionó mucho su historia, ya me estaba emocionando y resulta que estaba más muerto que un mamut, y su cosita era más breve que un chee-tos. Gracias de nuevo por sus historias llenas de sorpresas y humor negro.Besos, y abrazos al que le conté, y a Ud. por supuesto!

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