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El aula cotidiana

La aula estará situada en un edificio; si no es así, se aconseja llevar algún tipo de prenda de abrigo, pues las corrientes son malas en cualquier época del año.
Al entrar en el inmueble expulsar todo el humo de la última calada, no sea que se moleste alguien en su interior; si no se fuma, sacudirse los pies en la gran alfombrilla negra de la entrada.
Se supone que sabemos dónde está situada la aula y que ésta está en la planta superior del edificio; si no preguntar a un personaje que esté haciendo una sopa de letras o sacándose algún inquilino de las fosas nasales.
Nos encontramos delante de las escaleras que nos harán subir al cielo, en caso que nos guste el cursillo, o al infierno en caso contrario.
Subiremos los escalones de dos en dos, pues llegamos tarde y así imprimiremos una mayor velocidad. No es aconsejable superar esta cifra ante las posibles molestias que en los abductores que se podrían sufrir y sus posteriores repercusiones en próximas incursiones en el mundo escaleril.
Recuperar el aliento al final del ejercicio ya que segundos después entraremos en la aula. También nos retocaremos el pelo en caso de tenerlo un poco largo. En caso contrario es inútil ya que se quedará en la misma posición, aunque relaja.
Nos encontramos delante de la puerta. Nos aclararemos la garganta con un leve ronroneo, no está bien entrar y emitir un gallo.
Al coger el pomo no pensar si se abre hacia dentro o hacia fuera, es inútil, la lógica no nos acompañará. La ley de Murphy hará el resto en esos momentos.
Suponiendo que hemos decidido empujar hacia dentro, tener en cuenta que la puerta se atascará pues se abrirá hacia fuera y el ruido y desconcierto está asegurado. Será el protagonista sin quererlo.
Suponiendo que hemos decidido atraer la puerta hacia nosotros, tener en cuenta que la puerta se abre hacia dentro. El juego tuya-mía está asegurado y como no, el protagonismo. Se empieza a poner uno un poco rojo.
Se consigue abrir la puerta con algún que otro esfuerzo, pues nunca se aprende. Un par de pasos hacia el interior antes de engancharse la chaqueta con la puerta y que la carpeta se le caiga al suelo. Si antes le hubiera mirado un noventa por ciento de los asistentes, ahora le verá hasta el que se había dormido en la fila cuatro, asiento tercero. Nadie reirá ostensiblemente, pero eso es peor, pues el mote lo tiene asegurado.
“Buenos días” o lo que toque en función de la hora. Un leve golpeo de cabeza por parte del profesor y el veinte por ciento de los asistentes, le tendrán que bastar y sobrar, y no es que el ochenta por ciento se haya dormido después del enganche, sino que no lo conocen y además llevan un rato sin hablar y la boca se les pone pastosa con lo cual cuesta reaccionar rápido. Segundos después ya no vale la pena, pues estarán pendiente de cómo se sienta y de si rompe o no el asiento.
Tirar la maltrecha chaqueta en algún asiento vacío para tener las manos libres para ejecutar el aterrizaje.
Estudiar fugazmente el asiento y su mecanismo. Normalmente son de esas plegables que hacen un leve ruido al abrirlas lo que provoca las quejas del ocupante de la fila cuatro asiento tercero.
Una vez abierta no tirarse en caja, ya que le podrían ocurrir básicamente dos cosas: La primera es que se rompa como los puentes de Takoma. Esto se produciría si las ondas de resistencia se superpusieran a las ondas de caída. Como no somos físicos-nucleares para tener en cuenta estos cálculos es mejor sentarse como una pluma.
La segunda es que se hunda y toque con el trasero el suelo. Aquí la física está de más ya que en la mayoría de los casos notaremos el frío suelo y no habrá que tener en cuenta las plumas.
Ya está sentado ahora tiene dos opciones: disfrutar como un enano de las explicaciones o adherirse al grupo mixto encabezado por el ocupante de la fila cuatro asiento tres.
Datos del Relato
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
MARIELA ELORDUY
invitado-MARIELA ELORDUY 19-02-2004 00:00:00

QUE CUENTO MAS BOBO ES ESTE..... SABES??? QUE EXTRAÑO ERES!!!

Carolina
invitado-Carolina 11-02-2004 00:00:00

Creo que la mejor forma de expresarte lo mucho que me ha gustado es dandote un diez. Ciao

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