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Cuando hierve la sangre 1A

Davinia deslizó una pierna entre las de Casandra, frotando su muslo contra el sexo húmedo de la mujer. Casandra la correspondió y Davinia se dejó llevar, montando su pierna. Unas manos separaron sus nalgas, y unos dedos recorrieron el camino entre ellas. Unos pequeños y delicados dedos dibujaron un pequeño círculo alrededor del ano de Davinia, presionando hasta que el dedo se deslizó dentro.

Desenredándose, Davinia echó su cabeza hacia atrás y se balanceó, pero no era suficiente. Ella se apartó, deslizándose más abajo, y las manos de Casandra empujaron sus hombros, animándola a explorar. Davinia se sentó y ahuecó sus propios pechos en sus manos, apretujándolos, tirando después de los pezones para endurecerlos más.

Entonces, con una mano guiando un pecho, Davinia se dobló, el trasero alzado en el aire, para trazar los contornos del cuerpo de Casandra con sus hinchados pezones, sobre sus enormes pechos, los prominentes pezones, deslizándose más tarde hacia abajo a través de su suave vientre, sumergiéndose en el pozo cóncavo de su ombligo.

Cuando ella alcanzó el nido de oscuro vello rubio, Davinia se detuvo para separar las piernas de Casandra, y entonces se arrodilló entre ellas. Abrió los labios inferiores de Casandra y frotó su pezón sobre el duro corazón del clítoris de la mujer.

—¡ Cristo, aprendes rápido!— Las manos de Casandra se enredaron en el pelo de Davinia mientras se retorcía, sus caderas alzándose.
—¡ Oh dios mío!¡ Cómeme!— Imploró ella.

El sexo de Davinia ya empapado, se contrajo produciendo un sonido de succión. Ella sonrió cuando oyó el gruñido de Andrés, pero estaba demasiado concentrada para prestarle atención ahora. La excitación de Casandra era un martilleo en su pulso, un latido entre sus piernas. Hundió su cara entre el hueco de los muslos de Casandra, e hizo rodar su mejilla y su boca alrededor de su empapado sexo. Ella lo saboreó. Salado, almizcleño, como el mío en los labios de Andrés, pero diferente.

— Sí, sí. Oh Cristo, cómeme.— Casandra se levantó, moviendo sus caderas más fuerte, Davinia agarró su trasero para llevar su sexo a su boca. El propio sexo de Davinia lloró, latiendo mientras lamía los bordes del de Casandra.

Entonces Davinia metió su lengua tan dentro como pudo llegar. Con sus dedos, apartó el caparazón que protegía el hinchado clítoris y frotó en círculos sus dedos vigorosamente sobre él.

Casandra se agitó en la cama, entonces lloró.

— Por favor, por favor, por favor. Necesito su miembro dentro de mi. Cuando ella alcanzó el nido de oscuro vello rubio, Davinia se detuvo para separar las piernas de Casandra, y entonces se arrodilló entre ellas. Abrió los labios inferiores de Casandra y frotó su pezón sobre el duro corazón del clítoris de la mujer.

—¡ Cristo, aprendes rápido!— Las manos de Casandra se enredaron en el pelo de Davinia mientras se retorcía, sus caderas alzándose.

—¡ Oh dios mío!¡ Cómeme!— Imploró ella. El sexo de Davinia ya empapado, se contrajo produciendo un sonido de succión.

Ella sonrió cuando oyó el gruñido de Andrés, pero estaba demasiado concentrada para prestarle atención ahora. La excitación de Casandra era un martilleo en su pulso, un latido entre sus piernas. Hundió su cara entre el hueco de los muslos de Casandra, e hizo rodar su mejilla y su boca alrededor de su empapado sexo. Ella lo saboreó. Salado, almizcleño, como el mío en los labios de Andrés, pero diferente.

— Sí, sí. Oh Cristo, cómeme.— Casandra se levantó, moviendo sus caderas más fuerte, Davinia agarró su trasero para llevar su sexo a su boca.

El propio sexo de Davinia lloró, latiendo mientras lamía los bordes del de Casandra. Entonces Davinia metió su lengua tan dentro como pudo llegar. Con sus dedos, apartó el caparazón que protegía el hinchado clítoris y frotó en círculos sus dedos vigorosamente sobre él. Casandra se agitó en la cama, entonces lloró.

— Por favor, por favor, por favor. Necesito su miembro dentro de mi.

Queriendo verlo también, Davinia elevó su vista para mirar a Andrés. Su cabeza estaba agachada, su mirada tan oscura y absorta como la de un toro enfurecido. Ella pegó lametones al sexo de Casandra mientras sostenía su mirada fija.¿ Perdería él el control antes de que ella se lo pidiera? Su mandíbula se apretó, las ventanas de la nariz agitándose. Sus manos aferraron el respaldo de la silla. Casandra corcoveó.

— Necesito su polla.¡ Ahora!

Satisfecha de que Andrés le estuviera dejando al mando, Davinia se retiró hacia el final de la cama. Mirando hacia Andrés, señaló los muslos abiertos de la mujer.

—Comprueba si encaja.— Ordenó ella.

Los ojos de Andrés no se apartaron de los suyos mientras se levantaba, su miembro imposiblemente enorme, una gota de semen brillando en la punta. Daviniaalargó un dedo para recoger la gota de su verga, y luego se la llevó a la boca.

—Mía.— Dijo ella, limpiando sus dedos con la lengua, con un aviso en sus ojos. Las mejillas de Andrés se pusieron más rojas, su pecho y hombros agitándose mientras apretaba los puños.
-- Dime lo que quieres.— Reclamó él, con voz ronca. Davinia se burló de él con una ceja enarcada.
— Tómala como los perros.

¿Había dicho ella eso? Cuando Andrés se levantó rígidamente de la silla para obedecer, su mirada se dirigió a su pene. Realmente es mío para mandarle. La excitación amenazaba con sobrepasar su necesidad de control. Andrés se arrodilló en el borde de la cama y agarró las piernas de Casandra, apoyándola sobre su estómago. Ella se levantó ansiosamente sobre sus rodillas y presentó su trasero.

Parándose a decidir cómo se sentía con el ansia de la pareja por obedecerla, Davinia decidió que su curiosidad estaba demasiado excitada para querer pararlos ahora. Andrés se impulsó hacia delante, su pene tocando el agujero del trasero de la mujer, entonces echó una mirada a Davinia. Su sumisión excitó a Davinia. Ella movió su cabeza, no.

Él se impulsó hacia delante de nuevo, esta vez tocando el sexo abierto de la mujer Davinia afirmó con la cabeza y contuvo la respiración. Él embistió hacia delante de golpe, enfundándose dentro del sexo de la mujer. Casandra chilló y elevó sus caderas más altas para ir al encuentro de sus embestidas. Davinia notó con satisfacción que alrededor de tres pulgadas de su pene quedaban sin introducir cada vez que él entraba.

Poniéndose detrás de ellos, miró como sus nalgas se flexionaban, dentro y fuera, y se imaginó a sí misma en el lugar de Casandra recibiendo sus poderosas embestidas. Ella apoyó una mano en su trasero, y siguió su movimiento, el músculo bajo su palma, se estremecía ligeramente al final de cada embestida. Ella no había notado eso antes. Casandra miró sobre su hombro.

— Davinia, únete a nosotros.— se quedó sin aliento cuando él se abalanzó hacia delante, atravesándola con su lanza de nuevo.

La curiosidad parecía guiar las acciones de Davinia. Al oír el apremio de Casandra, Davinia se desplazó a la cabecera de la cama y se sentó en ella, con su espalda apoyada contra la pared, sus rodillas elevadas y bien separadas. Ella contuvo la respiración.

Casandra hundió su cabeza en el sexo de Davinia, y empezó a lamer y chupar, mientras Andrés la embestía desde atrás, su cabeza oscilando al ritmo de sus embestidas.
Datos del Relato
  • Autor: Aretino
  • Código: 16144
  • Fecha: 08-03-2006
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.17
  • Votos: 77
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2602
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Aretino
invitado-Aretino 08-03-2006 00:00:00

Excitan, querida, excitan. ¿No serás por casualidad hermana de Pitron? jeje.

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