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Categoría: Maduras

Con mi madura vecina. El marido nos pilla

Mi nombre es Alex, tengo 38 años y mi vida cambió el día que mi vecina la cotilla me vió masturbarme por la ventana.



Mi vida era muy rutinaría, mi mujer apenas tenía tiempo para los momentos de pasión. Desde el momento que le fuí infiel mi forma de pensar cambió radicalmente, al darme cuenta de lo vacía que era mi vida. Si a esto sumo una hijastra increiblemente hermosa, era cuestión de tiempo que nos separásemos.



Fue por mutuo acuerdo, quedamos como amigos, y aún nos veíamos con frecuencia, incluso acabamos muchas veces en la cama, curiosamente disfrutábamos más que cuando estábamos juntos.



Ella se fue a vivir con su madre, la cual estaba encantada de recibirla. Su hija se quiso quedar conmigo, más que nada porque por aquel entonces ya habíamos tenido algo, pero eso es otra historia.



Yo me quedé en el piso donde vivíamos, haciéndome cargo de mi hijastra. Seguía manteniendo relaciones todas las semanas con la viciosa de mi vecina. Tenía más de 50 años, pero a pesar de la celulitis que se marcaba en sus caderas, tenía un cuerpo muy apetecible, sobre todo sus enormes pechos naturales y su coñito, rosadito y muy tragón.



Teníamos un código para avisarme que estaba sóla y deseosa de sexo. Colgaba un paño colorado en la esquina del tendal, por la mañana, así yo sabía que ese día a las 5 su marido trabajaba.



Así estuvimos un año, sin que ni mi mujer ni mi hijastra sospechasen nada. Mucho menos su marido.



Su marido era un poco más joven que ella, pero parecía mayor, se llamaba Manuel, y no tenía un pelo en la cabeza. Lo que más resaltaba de él era su enorme barriga, ganada a base una cantidad ingente de cerveza. En palabras de su esposa, casi siempre llegaba a casa medio borracho, razón por la que no la satisfacía desde hacía más de 10 años.



Ese día, como todas las mañanas eche un vistazo rápido al tendal de mi vecina. No me sorprendió encontrarme con el paño colgado en una esquina, ya que hacía una semana que no le hacía una visita. Una media sonrisa afloró a mis labios, pensando en lo cachonda que estaría después de una semana sin sexo.



Después de comer, me duché y preparé para el encuentro, afeitándome bien para no irritar la fina piel de mi vecina durante el acto. Me vestí y salí de casa, sin necesidad de buscar una excusa para mi hijastra, ya que ese día estaba con su madre. Parecía que sería una tarde perfecta de sexo, que equivocado estaba.



En cuanto el ascensor se abrió en el piso correcto, una puerta se entreabrió furtivamente. Entre en el piso sin pedir permiso, cerrándolo a mi espalda con suavidad. Las luces del piso estaban apagadas, y las persianas bajadas. Un único punto de luz, proveniente del dormitorio me indicaba el camino.



Al traspasar el umbral de la habitación la ví, tumbada en la cama, completamente desnuda, boca arriba, piernas abiertas. Se masturbaba frenéticamente y sin pudor con el mango de madera de un cepillo de pelo. Sus mejillas sonrosadas y su frente perlada de gotitas de sudor, me indicaban que ya llevaba algún tiempo en la faena. Me pregunté que hubiera pasado si fuera otro el que entrara por esa puerta abierta. Cada vez era más atrevida, y eso me excitaba pero también preocupaba.



-No esperas por mi!, ya veo lo cachonda que estás-le dije con una media sonrisa, mientras me acercaba bajándome los pantalones. Me desnudé de cintura para abajo, subiéndome a la cama para ofrecerle mi pene todavía fláccido.



Le ayudé a metérselo en la boca, mientras sus manos seguían con la masturbación. La escena era tan morbosa, que mi polla se puso dura casi al momento, provocándole un momento de ahogamiento.



-Ummm, que rica-dijo ella, después de sacársela de la boca, observándola con deseo. Parecía una gata en celo ronroneando.



-Lo sé. Sé lo que te gusta mamar mi polla-le contesté agarrando su cabeza para follar bien su boca. Ella me contesto con un gemido de placer, con la boca llena de mi miembro erecto.



Empecé a sobar sus generosas tetas, pellizcando esos pezones sonrosados, con sus enormes aureolas, provocándo un gritito de placer. Me agaché para lamer esos pechos tan apetitosos, mientras me quitaba la camisa. Una de sus manos dejó el cepillo para posarse sobre mis nalgas, atrayéndome hacia su boca, como pidiéndome que la introdujera bien profunda.



Dejé de chupar sus tetas y me coloqué sobre ella, era una pena no aprovechar esas tetas con una buena cubana. Apretó sus pechos contra mi pene, ya bien húmedo de su boca y de mi excitación. Comencé a frotárme contra sus pechos sin dejar de mirarla a los ojos, me miraba con la boca entreabierta, una invitación.



-Te gustan mis tetas, verdad?, te encanta meter tu polla entre ellas- me dijo con su voz más sensual, para después sacar su lengua, lamiendo el capullo inflado de mi verga.



-Sabes que me vuelven loco, me encanta sentirlas agarrando mi polla- le contesté excitado.



Viendo que acabaría corriéndome con tantas atenciones me bajé de su pecho. Dándole la vuelta me coloqué detrás de ella. Abriendo sus nalgas mi lengua busco su ano, mientras metía y sacaba el cepillo de su vagina, el cual seguía incrustado hasta el fondo.



Introduje mi dedo anular en su culito, su gemido me indicó que siguiera. Una mano suya arrebató el cepillo de mi mano, para darme más libertad, podía ver extasiado como sacaba y metía ese cacho de madera en su coñito húmedo.



Con dos dedos dilaté su ano. No era la primera vez que se la metía por ahí, así que no me costó demasiado. Escupí sobre él y la giré en la cama, poniéndola de cara a la puerta del dormitorio.



Coloqué la punta de mi glande en la entrada de su estrecho culo. Escupí sobre él para lubricarlo y lo fuí metiendo lentamente, sacándolo y metiéndolo, con cada arremetida lo introducía un poco más.



-Ahh, joder, me rompes el culo, que rico, Fóllame cabrón.



Alentado por sus palabras, coloqué una mano en su cabeza, apretándola contra la cama para levantar bien su trasero, y de una estacada introduje completamente mi polla en su culo, lastimándome con el cepillo que todavía colgaba de su sexo.



No me dí cuenta que había cerrado los ojos hasta que los abrí. Al principio pensé que era una alucinación, al verlo ahí de pie sin decir nada, con la boca abierta por el pasmo. Pero en cuanto asimilé lo que veía, dí un brinco de la cama, desprendiéndome de Pili, que así se llama mi vecina.



-Que coño haces, porqué me la quitas!!- gritó Pili indignada, ajena a lo que se le venía encima.



Manuel dio un paso adelante. Tomando a su esposa por sorpresa la agarró del pelo, obligándola a mirarle a los ojos. Una expresión de terror se dibujó en la cara de Pili.



- Serás puta!!!- fue lo único que dijo Manuel antes de cruzar la cara de su esposa, casi tirándola de la cama.



- Manuel, no te pases, vas a hacerle daño...-comencé a protestar, mientras me tapaba el sexo con las manos.



-Tu calla, joder!!, calla, quédate donde estás, y calladito- dicho esto volvió a agarrar a su esposa de los pelos. A pesar de sus gritos y pataleos, la acercó a él, todavía teniéndola tendida boca abajo.



-Así que quieres polla!!, ahora verás-dijo mientras se bajaba la cremallera del pantalón, para acto seguido sacar una polla tiesa y casi tan grande como la mía, pero más gruesa.-cómetela, puta!!



-No Manuel, por favor!!- lloriqueaba Pili.



-Que te la comas, joder!!!!-gritó Manuel tirándole fuertemente del pelo, obligándola a introducir todo ese aparato en su boca de golpe.



Él la agarró con un mano de la barbilla, obligándola a incorporar la cabeza, mientras introducía y sacaba su pene furiosamente.



-Que!!, te gusta esto, puta, te gusta???- gritaba Manuel enloquecido.



Yo asistía  a la escena en silencio, veía a Pili tragar forzada la polla de su marido, en una posición muy incómoda. Con dificultad la ví ponerse a cuatro sobre la cama, sin dejar de sufrir las arremetidas de su marido.



Involuntaríamente comencé a tocarme, fascinado con a escena, con esos pechos bamboleando con cada follada de boca. Mi pene se estaba poniendo tieso. Mientras Manuel seguía insultando y humillando a su esposa.



-Chupa zorra, comepollas!!!, comerrabos, puta!!!.



Ya mi mano estaba masturbando mi polla, como con voluntad propia. Veía ese culo todavía abierto, ese coño con un cepillo incrustado. No sabía si ella estaba disfrutando, pero a mi la situación me estaba poniendo a mil.



En esto estaba, cuando Manuel cae en la cuenta de mi excitación, mira mi pene empalmado y sonríe.



-Te gusta lo que ves verdad?, te gustaría participar?...métesela!!!..por el culo...a fondo.



Pili giró ligeramente y me miró horrorizada, sin poder decir nada, sólo un gruñido de protesta. Me miró un segundo, como suplicándome a no hacerlo..



-Tú calla y sigue mamando, que me voy a correr en tu boca. Hay que joderse, toda la vida negándose a hacerme una mamada, será guarra!!- le gritó Manuel metiéndole su polla hasta los huevos.



Loco de excitación me coloqué detrás de ella, agarré sus caderas y oriente mi pene a la entrada de su culo, ahora cerrado por el miedo. Levanté la cabeza, encontrándome con la mirada atenta de Manuel, quien con una leve inclinación de cabeza me daba permiso para continuar.



Esta vez no la introduje a los pocos, quería sentir el calor de sus entrañas, lo anhelaba. De una embestida introduje mi pene hasta el fondo. Un grito gutural se escuchó en el cuarto, seguido de una carcajada.



-Jajaja!!!, te gusta que te den por el culo??- reía Manuel, sin parar de follar la boca de su esposa.



Con una mano retiré el cepillo del coño de Pili, pues me hacía daño, me lo llevé a la nariz para olerlo. El olor a hembra me puso a cien. Comencé a follar ese culo maravilloso, golpeando mis caderas contra sus nalgas.



-Fóllatela ostias!,,te gusta verdad, te gusta??



Los lloriqueos de Pili no hacían más que excitarme, estaba a punto de correrme,así que saqué mi polla de su culo y se introduje en su coñito. Estaba muy mojado. A pesar de los lloriqueos y protestas se estaba corriendo.



Manuel aumentó el ritmo de sus arremetidas, sabía que le quedaba poco, así que aumenté mi ritmo. Pili ya no protestaba, sólo emitía gemidos de placer.



-La muy puta está gozando, jajaja-reía Manuel.-Ahora verás.



Agarró a su mu jer del pelo, tirándola de la cama la puso de rodillas delante de su polla chorreante de fluídos preseminales y saliva.



Yo me quedé de rodillas en la cama, con mi pene a punto de reventar, expectante.



-Ven aquí, no te cortes. Vamos a dar leche a esta viciosa, lo está deseando.-me dijó mientras se la machacaba delante de la cara de su mujer.



Sin dudarlo me puse de pie delante de ella. En cuanto vio esa polla delante suya, no pudo contener el deseo de metérsel en la boca, lamiéndola con devoción.



-No te digo, es un puta, jajaja-se reía enloquecido Manuel.



Agarré mi pene separándolo de su boca, me iba a correr, no aguantaba más.



A mi lado, Manuel estaba gimiendo de placer, pero antes de que su chorro caliente saliera, obligó a Pili a metérsela de nuevo en la boca.



-Aghhh, me corro!,- gimió Manuel estremeciéndose, mientras Pili a duras penas conseguía tragar tanta leche.



 Se la sacó lentamente de la boca relamiéndose. Chorretones blancos corrías por la comisura de sus labios, para ir a gotear sobre sus amplios pechos. Succionó el capullo, como queriendo sacar más leche, sedienta, y me miró.



Le indiqué con la mirada que estaba a punto. Sin soltar el pene de su marido se introdujo mi polla en su boca. El calor y la humedad de su boca me provocó una descarga de placer, y sin poder aguantar más exploté en su boca, notando como tragaba ansiosamente. Repitió el ritual, limpiándome hasta la ultima gota, para después retirarse satisfecha.



-Menudo polvo-dijo Pili, dirijiéndose a su marido.- Tenemos que repetirlo.



-Lo dicho, menuda puta, quien lo iba a decir,jaja- reía Manuel guiñandome un ojo.



-Cuando querais-aseguré yo, no muy convencido.



Espero os gustase mi relato. Espero vuestros comentarios.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 10
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