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Categoría: Masturbación

Bella y olorosa rosa

Antes que nada, quiero comentar que este es el primer relato que publico… he escrito otros más, pero que no he tenido tiempo de revisar… y además me parecen que son demasiados extensos. Espero que les guste el relato, es el primero de su tipo que escribo, es acerca de la autosatisfacción femenina… tema que encuentro bastante excitante. Sin nada más que decir este es:

 

Bella y olorosa rosa

Bellas y olorosas rosas hay por toda la habitación. En un cuarto grande de un departamento solitario de una gran ciudad. Un día de invierno, neblinoso y sumamente frío en el que solo quieres encerrarte entre paredes... y descansar, pensar y capaz soñar.

 

Ella es María, o es Laura?, tal vez Susana?... el nombre no importa. Es ella, una mujer de 30 o hasta 40 años... quien sabe... atractiva para los hombres y mas importante, atractiva para ella misma, cientos de veces se había admirado frente a su gran espejo, completamente desnuda, había observado milímetro a milímetro su piel en busca de imperfecciones que no lograba encontrar. Mujer que como he dicho debía tener al rededor de treinta y tantos años, de estatura mediana, larga caballera que llevaba la mayor parte del tiempo recogida, cabellos de color negro y ondulados, sedosos... deseosos... ojos café en un rostro terso, muy bien cuidado, sin una pizca de maquillaje, cejas espesas... un cuerpo de formas exquisitamente femeninas, curvas y delgadas, algo voluptuosa, pero sin ser para nada vulgar. Estaba sola, como hacía muchos años. Muchos datos son inciertos, pues su mente no los quiere recordar, su mente solo guarda detalles de lo que ella sintió y vivió, recuerdos del placer… y el de unas bellas y olorosas rosas rojas.

 

Desde su ventana se filtraban casi inaudibles los sonidos de una calle. Esos sonidos fueron apagados por las Canciones de un compañero Errante de Mahler... eso si lo recordaba... era algo que la excitaba en muchos sentidos... la voz del barítono... sí… la podía escuchar ahora, esa voz grave y varonil.

 

Estando en su amplio cuarto y teniendo todo dispuesto para abandonarse a los placeres que ella misma se proporcionaba, la música en los parlantes, baja, pero lo suficiente para ser audible. Las rosas, tanto en su mesa de noche, sobre su cómoda, en el suelo, sobre su cama... el olor era exquisito. Había algo en el olor de esas flores que la excitaba, no podía evitarlo y no quería. Su cuerpo ya desnudo, parada sobre la alfombra beige que cubría la blanca habitación.

 

Decidió cerrar las cortinas y encender la calefacción... aunque no la necesitaba, el calor de cuerpo era suficiente... ahí se escuchaba Mahler ahora... era suave, melancólico y en momentos épico... su cuerpo tembló un momento al escucharlo. Se dirigió hacia el baño del cuarto, amplio al igual que la habitación... una ducha sería lo mejor... abrió la llave y regulo el agua para que esta fuera tibia. Bajo el chorro de agua que caía sobre su cabeza, sus bellas y cuidadas manos junto a un cómplice jabón arrancaron de cuerpo todo vestigio de suciedad, de la suciedad de la que se impregnaba en la calle, esa que es invisible, pero que corrompe su cuerpo. Sus manos se mueven solas, sin poner atención en ninguna parte, pasan sobre los hombros, brazos y luego a su estomago, sube a sus pechos donde forman círculos para abarcarlos. Debe quitarse la suciedad... debe estar limpia, debe purificar su cuerpo, ahora con el jabón y el agua, después con el placer.

 

Termina de enjuagarse y abriendo la puerta de la ducha coge una toalla, una grande, con la que seca su cuerpo... al igual que en la ducha, no hay atención para ninguna parte de su cuerpo, en ese momento no hay preferencias, ni siquiera se mira, mira hacia arriba mientras su manos con la toalla secan. El cabello esta mojado, pero ella quiere que este seco... una secadora de mano sería lo ideal. Sale del baño tal como entro, desnuda, pero ahora limpia. Su desnudez se refleja en el espejo al momento de pasar de un lado a otro... busca el secador... lo conecta,... lo enciende... se sienta y se seca.... El olor a rosas inunda de nuevo sus pulmones... se introduce en su nariz y colma de sensaciones su mente. Se pone de pie y se percata que Mahler ya no suena en los altavoces... ahora es Chopin... los valses de Chopin... hooo como le encanta el sonido del piano... mira hacia su cama y ahí esta... su ropa que había escogido... unas finas y costosas braguitas negras... de encaje, delgadas y pequeñas... en extremo sensuales... una bata negra de fina tela... esa es su ropa. Toma las bragas y las mira mientras el vals Nro 4 de la Opera nr 34 suena maravillosamente... las mira y luego mira hacia su bajo vientre... se voltea y se coloca frente al gran espejo que refleja su imagen completa... se agacha y coloca las piernas dentro de las bragas una a una... luego las sube hasta llegar a encajar en el sitio que le corresponden... la tela pasa desde sus pequeños pies por sus delicadas piernas a sus torneados muslos y termina entrando en contacto con su intimidad... por detrás la tela se pierde entre dos firmes y redondas nalgas... por delante... queda justa... Se vuelve a mirar... regresa a la cama por la bata, la cual tambien se pone frente al espejo... no cierra la bata, la deja entre abierta, quiere que sus pechos se vean... no completamente, pero si que se exhiban... no para alguien mas... solo para ella.

Camina hacía su cómoda, mientras se observa al pasar por el espejo de nuevo. Coge el frasco de perfume... perfume de rosas... se coloca unos toque en la nuca y otros en la parte interior de los muslos.... Sus sentidos están colmados, respira el olor de las rosas, siente sus manos pegadas a sus piernas... siente su tersa piel... Chopin esta en sus oídos... sus labios se tienen el uno al otro y a una picara lengua que de rato en rato sale para humedecerlos... siente calor estando ahí parada. Decide caminar... por su cuarto, al rededor de su cama, sintiendo la suave tela de su braga jugar con su sensible piel. Al otro lado de su cuarto hay un baúl, marrón y viejo... abre su vieja tapa y extrae de su interior una pequeña caja de zapatos atada con un lazo rojo. Vuelve a su cama... a su gran y cómoda cama... cuya colcha es tan suave... se sienta en el borde... frente al espejo... coloca la caja sobre su cama... se siente algo impaciente... acalorada... nerviosa incluso... se mira de nuevo al espejo, es una completa narcisista, pero que mujer no lo sería siendo tan bella como Adriana... Adriana!!! … ahora lo recuerdo... su nombre... es Adriana.

 

Sentada en el borde de la cama y de frente al espejo abre ligeramente sus piernas... la bata se abre un poco tambien... ella se mira a los ojos... quisiera poder besarse... quisiera poder desdoblarse y besar su bello cuerpo... quisiera que su imagen, aquella que la mira desde el espejo saliera y la tocara. Siente el calor, que se origina muy dentro de ella, y que hace que se ruborice... sus mejillas se tornan rosa... como las flores que ella ama. Ahora toma una de estas, una rosa, que esta en su cama. Cierra su puño al rededor de su tallo intentado cortarse... luego abre de nuevo su mano y observa que lo único que logró fueron pequeñas heridas en su palma... algunas pequeñas manchitas de sangre... toma de nuevo la flor y la huele... el aroma la invade... pasa la suave flor por su frente, sus mejillas sus labios cerrados... es suave... como su piel... ahora abre la parte superior de su bata... lo suficiente para ver sus pechos... Son hermosos... ni grandes ni pequeños... justos, exactos... de pezones café ligeramente endurecidos... aureolas no muy amplias... la flor los roza... los acaricia, primero el contorno, la base... luego suben y bajan rozando los pezones que insolentes se ponen completamente erectos... lo hace despacio... le gusta... se mira en el espejo... la imagen de ella con sus pechos descubiertos y sus pezones desafiantes la excita más... parte del calor se centra en su entrepierna... Con sus dedos presiona un pezón... un suspiro sale de su boca.... pareciera que la imagen del espejo disfrutara a la vez del espectáculo como ella disfruta de ver su imagen en el espejo.

 

Lanza la rosa al suelo al tiempo que se recuesta en una pila de cojines rojos sobre la misma cama... puede seguir viendo el espejo... ahora separa más las piernas... y su bata se abre dejando ver las bragas... esas bragas delgadas y provocativas bragas que guardan su delicado, húmedo y tibio tesoro. Quisiera arrancárselas con las manos... pero le gusta verlas puestas... es la opera 69 o la 70 de Chopin, no lo recuerda, no le importa... la melodía del piano es hermosa... sus manos que hacía un momento se habían calmado no resisten y se deslizan a ambos lados de la parte inferior de la bata abriéndola y dejando expuesta sus bien formadas piernas y sus finas bragas negras... puede ver a través de sus semitransparentes bragas el tambien negro de su vello púbico... sus manos pasan su vientre, y luego a sus pechos... los cuales presiona suavemente y junta, para luego separar y soltar... sus manos siguen, ahora con la bata casi totalmente abierta, hacia su cuello.. y lo acarician lado a lado... las yemas de sus dedos tocan sus mejillas y por ultimo se posan en los lóbulos de sus orejas... siente humedad allí abajo... su corazón palpita aún pausadamente... pero su mente se acelera... Chopin ya no suena... ahora es... Stravinsky quien la deleita.

 

Flexiona sus piernas y las termina de abrir... se mira bien... y luego con su mano derecha acaricia su pierna, hasta el muslo, para ir a colocar su dedo índice sobre sus bragas, en la parte de su pubis... pasa el dedo hacia abajo abarcando la extensión de lo que cubren las bragas... la sensación es algo impersonal... la tela no causa muchas sensaciones sobre su cuerpo... decide que las bragas deben irse... cierra los ojos y con ambas manos a los costados de su ropa intima... y ella siguiendo recostada... tira de ellas hacia abajo... las saca de entre sus pies y las lanza al suelo... Abre los ojos y mira al espejo... ahí entre sus piernas ve su sensuales y ensortijados bellos que cubren su delicada femineidad... le gustan sus bellos... los admira... mas abajo esta... ligeramente cerrado, su caliente tesoro…

Abre mas las piernas y dirige de nuevo su mano derecha hacía su entrepierna... con dos dedos separa los pliegues de su vulva, sus dos carnosos y rosados labios que encierran dentro un pequeño botón... con el que Adriana mas de unas vez ha jugado... los dedos separan los labios... ella mira en el espejo la escena... la rosácea y en extrema sensible carne parece imitar el color de las rosas que a ella le gustan... ahí entre sus labios hay pequeñas gotitas cual roció... evidencia de su humedad... pasa uno de los dedos y recoge algo de ese rocío... una olorosa secreción... la cual la impregna los demás dedos de la mano.... Se siente en un estado febril... su corazón ligeramente acelerado..... y una sensación eléctrica que recorre su cuerpo... le encanta lo que hace... y quiere más...

 

Se incorpora un poco sobre la cama y busca la caja. La abre y saca de ella un pluma de ganso... realiza una operación similar a la que hizo con la rosa... pero la sensación esta vez es diferente... ahora son como coquillas las que produce la pluma... las pasa entre su senos y sus pezones con su mano derecha... con la izquierda toma el pecho izquierdo y lo estruja suavemente... toma con sus dedos su curioso pezón, desde la aureola…un pezón duro, desafiante… la pluma guiada por la mano pasa a su alrededor produciéndole coquillas casi insoportables y a la vez excitantes… termina por presionar fuertemente con los dedos su coqueto pezón, hasta causarse algo de dolor… el contraste del cosquilleo y el dolor le gusta… va ahora con la pluma hacia sus muslos... la sensación de cosquilleo es bastante excitante... quiere dirigir la pluma al contorno de su vulva... pero antes de llegar a hacerlo... sufre unas pequeñas convulsiones... suaves oleadas... las estremecen... deja por un momento la pluma y aprieta ambos senos con las manos....friccionando los pezones… mientras muerde sus carnosos labios... allí en su vagína las contracciones se suceden una detrás de otra.... respira un poco mientras se calma… mira de nuevo el espejo y se encuentra… sigue ahí… igual de hembra... igual de deseosa… su mirada lasciva se posa otra vez en su entrepierna.

 

Aún sin reponerse del todo del primer orgasmo decide continuar con su juego sexual... la pluma ahora hurga el contorno de su sexo, alborotando los pequeños bellos que encuentra y excitando la piel sensible de esa zona... la pluma entra en contacto con sus labios vaginales... Adriana puede ver en el espejo como el pringoso líquido que emana de su interior ha corrido hacía abajo mojando su otro agujero… levanta un poco mas las caderas para poder verlo… ese pequeñito agujero rugoso… algo oscuro… perfectamente apreciable… le llama bastante la atención... esta manchado por sus líquidos, que también han manchado su colcha. La pluma no descansa y ahora juguetea mas abajo... en esa parte a la cual pocas veces le ha dedicado atención... la cosquilleante y puntual sensación que le produce en esa zona la excitan bastante... hace ligera presión sobre su esfínter con la punta de la pluma… baja el dedo índice de su mano izquierda y humedeciéndolo presiona de nuevo… se siente bien piense ella… nunca antes lo había hecho… pero decide dejar para otro día la exploración

 

Lleva su mano izquierda hacia su húmeda y caliente vulva... la abre como hizo antes.... mira el espejo y dirige la pluma hacia su pequeña protuberancia... el contacto es electrizante... aleja la pluma inmediatamente... esta a punto de venirse de nuevo... pero ahora la pluma no sirve... no la colma... solo la atormenta... la deja a un lado de la cama... y ahora son sus dedos que impregnándose del flujo emanado empiezan a juguetear con su punto del placer... un solo dedo entra en contacto... y frota suavemente esa exquisita protuberancia... ese jugoso fruto… pequeño pero rico en sensaciones.. juguetea con el... haciendo círculos... esto la hace delirar... sus ojos no miran ya el espejo... se cierran.... ella sabe como hacerlo… se ha acariciado cientos de veces… se frota, acaricia y juguetea… los licores que emanan ayudan bastante… el dedo medio resbala sobre el botón… su boca se tuerce en una mueca sensual de placer… trata de contenerse un poco y retira los dedos... pero al instante los regresa… no puede parar… ahora usa toda la mano para restregar su lujuriosa vulva y así aplacar su deseo. Su mano se dirige ahora hacía su agujero... sus dedos se pierden como absorbidos en el interior de su humedecido estuche. La lubricación es abundante... dos dedos entran y salen... pringoso de jugos... prueba con tres dedos ahora... no hay problema alguno... su vagina los acepta.... los introduce tan profundo como puede y los saca luego para mirarlos… empapados en aquellos jugos… la mano derecha regresa al ataque… su mano izquierda que acariciaba sus pechos pasa ahora a ocupar el puesto de la otra mano sobre sus clítoris... el placer llega y la sacude varias veces... sus movimientos de cadera sobre la cama la hacen votar la caja... se detiene un momento y se asoma por un lado del cama en busca de la caja...

 

El contenido de la caja esta vertido sobre la cara alfombra beige... coge el objeto cilíndrico de color carne que allí estaba... se lo mete en la boca para humedecerlo... cosa innecesaria ya que su lubricación es mas que suficiente. Lo toma con la izquierda y lo introduce en su agujero... un suspiro sale de su boca... algo mas que un suspiro... un gritito... le gusta... el objeto no es grande, pero si más adecuado que sus dedos… resbala por dentro de ella y se adueña de todo su calor... se siente ahora llena... colmada... sus dedos vuelven al ataque sobre su botón del placer... ahora rojo y duro... los movimientos son los mismos... la otra mano controla el objeto que sale y entra por su vagina... 3 ... 4 orgasmos.... no lo sabe... pero su cuerpo es conducido al éxtasis total una y otra vez.... desea verse en el espejo... observar a esa perra que goza satisfecha sobre la cama de una lujosa habitación de un lujoso apartamento... definitivamente esa debe ser una perra de clase... lujosa y altiva. Sus ojos responden al deseo de observarse por instantes... esta tumbada de costado cerrando las piernas y con solo una mano atacando sin piedad su clítoris... la otra mano se clava en la colcha... se ve... si... es una perra que no tiene vergüenza.

 

Siente que si sigue así se desmayara... el placer es demasiado para soportarlo... esto es demasiado bueno... palabras sin sentido escapan de sus labios... mientras su cuerpo se estremece... mientras el olor embriagante de hembra mezclado con perfume de rosas inunda la habitación... mientras Stravinski hace de las suyas en Pulcinella... mientras ella muerde sus labios... en un único grito ahogado sucumbe... se gira sobre ella misma varias veces mientras convulsiona de placer, con las piernas cerradas, con su mano en su sexo palpitante, sus pechos duros y sus pezones erguidos, ruborizada totalmente, extasiada y bastante cansada.... la oleadas parecen interminables… pero poco a poco van decayendo en intensidad, este ha sido capaz el orgasmo mas intenso que la haya devorado… siente que si trata de pararse sus piernas no obedecerán… se siente ahora un poco mas relajada… satisfecha… sus músculos pierden tensión, y el objeto que estaba alojado en su vagina es liberado…

Su cabeza se gira y mira una delicada rosa sobre su mesa de noche... una rosa roja... sus ojos se quieren cerrar... sus manos están ahora inmóviles... la rosa esta ahí... tan hermosa... tan apacible... imposible de pensar que algún día se tenga que marchitar... eso no importa ahora.... Adriana dormirá...sin preocuparse... conciente de que luego despertara y será siempre joven... como sus rosas... como sus bellas y olorosas rosas.

Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
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