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Categoría: Orgías

BAILE DE MASCARAS

Aún no sé como logró mi amiga Marta convencerme pero lo hizo. Allí me encontraba saliendo de casa con el largo abrigo puesto, mis zapatos de tacón, maquillada y con un recogido que acentuaba mis grandes ojos verdes y mis jugosos labios. Y lo más importante, llevaba una máscara veneciana en mi mano preparada para la fiesta. El taxi estaba esperando.

Me dirigía a un baile de máscaras organizado por unos compañeros de carrera de Marta, que estudiaba medicina en la facultad. Yo también los conocía, aunque sólo de verlos por el campus, pero nunca había hablado con ellos. Marta y yo íbamos a clases diferentes, ya que yo me estaba especializando en psiquiatría y ella quería ser dermatóloga. Aún así nos conocimos en una convención y enseguida nos hicimos buenas amigas.

Marta, una chica bajita y regordeta, es muy alegre y habladora y creo que ese es su encanto y por eso tiene tanto éxito con los chicos. Además su poder también afectaba a algunas chicas, ya que ella es bisexual y había tenido sus relaciones con varias chicas de la facultad. Aunque ella deseaba acostarse conmigo, solo manteníamos una muy buena amistad, pero solo eso.

Gracias a su poder de convicción, consiguió que me decidiera a ir a ese baile misterioso en el que solo hacían falta dos requisitos muy importantes para entrar: una máscara y…

Ya había llegado. Estaba frente a la puerta del local dónde se celebraba el baile. Allí me estaba esperando Marta. Al entrar, había un pequeño recibidor dónde dejar los abrigos, ya se escuchaba escándalo dentro. Respiré hondo y dejé caer el abrigo. Mi amiga hizo lo mismo. Nos pusimos las máscaras y totalmente desnudas entramos a la gran sala.

Miles de ojos curiosos cubiertos tras llamativas máscaras miraron un instante que me pareció eterno. En ese momento me sentía muy excitada al notar que me observaban y al ver todos los cuerpos desnudos de los chicos y de las chicas. Marta parecía divertirse y enseguida me trajo una copa para que empezara a soltarme.

A los pocos minutos, se nos acercaron dos chicos con una gran erección cada uno para intentar entablar conversación, aunque saltaba a la vista que iban con otras intenciones.
Ahora que se me había pasado un poco el corte del principio, me fijé que todos los chicos tenían su pene erecto y abordaban a las chicas con desesperación. Claro que las chicas tampoco se quedaban quietas y les acariciaban todo el cuerpo.

Cuando me di cuenta, mi amiga ya había ocupado uno de los grandes sillones con uno de los chicos que se nos acercó y follaban como locos. Al verlos, un fuerte calor me recorrió todo el cuerpo y me fijé en el chico que estaba a mi lado. Me estaba agarrando por la cintura, aunque su mano bajaba rápida hasta mi culito. Yo le miré, le acaricié su fuerte pecho, cubierto con algo de vello; sus hombros y brazos musculosos me apretaron hacia él, pegando su enorme pene erecto en mi vientre, ya que era bastante alto. Su mano dejó mi culito y comenzó a acariciarme la entrepierna, mientras que con la otra me tocaba un pecho. Mis pezones puntiagudos delataban la excitación que sentía en ese momento y el hecho de que no nos viéramos las caras lo hacía todo mucho más interesante.

Entre caricias y pellizcos, comencé a buscar con la vista un sitio cómodo dónde sentarnos pero todos estaban ocupados. Se veían parejas heteros y homosexuales, tríos y hasta sextetos que ocupaban los grandes sillones que estaban repartidos por la sala. Sólo nos quedaba el centro del salón que estaba preparado con cojines tirados por todo el suelo. Le llevé de la mano hasta allí y me dejé caer sobre ellos. Él se tiró encima de mi.

Sus manos separaron mis piernas con mucha rapidez y sin más dilación, su pene entró por completo en mi vagina. Me sobresalté al sentir un poco de dolor a causa de la penetración ya que su pene era el más grande que me había follado nunca. Su bombeo, veloz y agresivo, me estaba dando mucho placer y mi excitación se hacía cada vez mayor. Él gemía, los dos gemíamos, en realidad lo único que se escuchaba en toda la sala eran gemidos. Multitud de parejas, tríos y demás, follábamos sin parar.

De repente dejó de bombear y sacó su pene, le miré furiosa ya que estaba a punto de alcanzar el orgasmo; pero él tenía otros planes. Se levantó un poco la máscara dejando su boca al descubierto y fue besándome desde el cuello hasta mi vagina. Su lengua jugaba con mis agujeritos, haciendo que me estremeciera de placer. Me dio la vuelta, yo me dejaba hacer. Colocó varios cojines bajo mi vientre haciendo que mi culito quedara mas levantado que mi cabeza, de modo que podía ver mi vagina y mi trasero a la vez. Su lengua hurgaba por todos mis huecos, lamía mi clítoris, chupaba entre mis nalgas y se colaba por mi huequito, una sensación que nunca antes había sentido, que me lamieran el ojete, es delicioso. Así fue como llegué a mi primer orgasmo de esa noche, el grito que dí resonó por toda la sala, me pareció que algunas parejas se volvieron a mirarme.

Entre jadeos miré hacia atrás, deseaba quitarle la máscara a ese desconocido que me follaba sin piedad, pero él no me miraba solo miraba mi culito y lo acariciaba con sus manos. Se había vuelto a poner la máscara bien y ya no se le veía su linda boca. De pronto uno de sus dedos entró en mi ano, después otro y otro. Sentí miedo ya que nunca me habían follado mi virgen culito y temía que me doliera, pero se lo debía, él me había dado mucho placer y ahora tenía que llevarse su recompensa. Así que miré para el frente y agarrándome fuerte a los cojines que estaban bajo mis manos, intenté relajarme.

Sus dos manos me sujetaron por la cintura y la punta de su pene se posó en mi agujerito. Poco a poco fue empujando y su miembro fue entrando en mi interior. Yo sudaba, tenía los ojos cerrados, los dientes apretados y las manos sujetando los cojines con mucha fuerza. Miré para atrás y vi sus ojos; parecía que estaba sonriendo… Paró un momento y luego con una fuerte embestida encajó todo su pene en el fondo de mi ano. Así fue como di un segundo grito más enérgico que el anterior y de nuevo las parejas se fijaron en nosotros, esta vez para observarnos con detenimiento.

Él parecía no verlos y con mucha concentración su vaivén se hacía cada vez más constante. Entraba, salía y volvía a entrar con rapidez y firmeza; no se preocupaba del calor y escozor que yo estaba sintiendo en ese momento. Mis quejidos no le despertaban, estaba muy excitado disfrutando del momento.

Las embestidas se volvieron de más intensidad, mis grandes pechos se movían como campanas y empecé a notar un placentero ardor por todo mi cuerpo. De repente, alguien me agarró del pelo, pero no era él era mi amiga Marta (la reconocí por la máscara tan peculiar que llevaba), se había sentado frente a mi con las piernas abiertas y toda su vagina estaba frente a mi cara. Me levantó totalmente la máscara y la tiró lejos, para entonces ya estaban todas las personas de la sala observando el espectáculo. Sujetándome del pelo, pegó mi cara en su vagina a lo que instintivamente respondí lamiéndola toda. Era un nuevo sabor para mi, pero me agradaba. Ella gemía sin parar, me decía que lo estaba haciendo muy bien y que no parara. Además gracias a las embestidas del chico que me culeaba, mi nariz y mi boca chocaban constantemente con su vagina, dándole mucho más placer.

Marta, a su vez, masturbaba con cada mano a dos chicos que se habían puesto a sus lados y que además de no querer perderse nada, querían participar. Pocos minutos después, ella comenzó a gritar, había llegado al orgasmo. También el chico que me bombeaba, gritaba de placer, se había quedado quieto, con todo su miembro en mi interior, eyaculando todo su semen dentro. Los dos chicos que estaban al lado de mi amiga, se corrieron bañándonos de semen a las dos. En ese momento y sin esperarlo, todo mi cuerpo se estremeció, un gran calor me invadió y estallé en un fuerte gemido de placer, siendo así mi segundo orgasmo de la noche.

El chico enmascarado, sacó su pene de mi agujerito dolorido que ahora chorreaba su leche por mis piernas. Al verme sin la máscara, recogió un poco del semen de mis piernas con sus dedos y me los puso en la boca haciendo que los chupara. El resto de los invitados miraban asombrados, no se escuchaba nada, solo las excitadas respiraciones de todos al unísono.

Yo me sentía bastante avergonzada, era la única con el rostro descubierto y todos me recordarían cuando me vieran por el campus. Pensé en recoger mi máscara, pero ya daba igual, todos me habían visto. Miré a mi alrededor, el chico que me había follado estaba ahora hablando con otras chicas. Mi amiga se había tumbado a mi lado y me acariciaba, jamás pensé que llegaría a lamer la vagina de otra chica, pero allí lo hice. Ahora ella me acariciaba los pechos y el clítoris. Yo me dejaba llevar. Se quitó la máscara y me besó en la boca. Nuestras lenguas se entrelazaban y sus suaves labios me provocaban aún más placer. Comencé a acariciarle sus pechos y su gran culo, y a pesar de que su cuerpo no era lo que llamamos un “cuerpo 10”, disfrutaba tocándolo.

Varios chicos se sentaron a nuestro alrededor, mientras se masturbaban, observaban como dos amigas sin máscaras se abrazaban y se besaban desnudas y recubiertas de semen. Ella se subió encima de mí inmovilizando mis brazos para que no pudiera tocarla; puso una pierna encima de mí y la otra por debajo, quedando nuestras vaginas pegadas. Empezó a moverse como si me estuviera follando, pero únicamente nos rozábamos. El placer iba aumentando, notaba su vagina húmeda chocando con la mía que estaba empapada de mis propios fluidos. Sus dedos también me tocaban, entraban y salían con mucha maestría. Al poco, las dos llegamos al orgasmo a la vez.

Muchos de los chicos que nos observaban se acercaron mucho más con claras intenciones de querer participar. Mi amiga me guiñó un ojo y poniéndose a cuatro patas, comenzó a chuparle el pene a uno de los enmascarados. Yo la imité, haciendo lo mismo con otro de los chicos. A los pocos segundos, noté como alguien me agarraba por detrás y me metió todo su pene en mi vagina. Miré a mi lado y vi que a mi amiga le hacían lo mismo pero por el culo, ella disfrutaba como una loca, mientras chupaba un pene y le culeaban por el otro lado.

Yo estaba muy animada chupando sin parar el pene de ese chico, se corrió en mi boca, tragándome todo lo que pude mientras que los restos me chorreaban por la barbilla. Sin descanso, otro chico ocupó su lugar y seguí mamando con gusto. Mientras tanto, el chico que me bombeaba, me había metido su miembro por mi dilatado agujerito del ano y no paraba de culear.

No pude contar todos los orgasmos a los que llegué, pero fue la noche más impresionante de mi vida. Follábamos sin parar, cuando uno terminaba, seguía otro. Además mi amiga y yo éramos las únicas sin máscaras y parecía que eso excitaba más a los chicos. La mayoría de las chicas se fueron y solo unas pocas se quedaron a observar y a liarse con los pocos chicos que no estuvieron con nosotras.

Los días después de la fiesta, me dolía mi vagina, mi pelvis y sobre todo mi culito. Creo que mi pequeño agujerito fue follado por más de diez penes diferentes, fue un estreno bestial. Y es imposible contar la cantidad de penes que chupé. La gente de la facultad me miraba de forma extraña, oía algunas risitas al pasar pero nadie me comentó nunca nada sobre lo que pasó en el baile. Ahora no me arrepiento de nada de lo que pasó esa noche, disfruté como nunca y además descubrí al amor de mi vida, mi mejor amiga, Marta.
Datos del Relato
  • Autor: Dyana
  • Código: 17009
  • Fecha: 09-07-2006
  • Categoría: Orgías
  • Media: 5.85
  • Votos: 72
  • Envios: 13
  • Lecturas: 3071
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Chelo
invitado-Chelo 03-08-2006 00:00:00

De verdad, que bien redactado, la secuencia, los detalles en fin me gustó mucho. Muchas felicidades y si puedes nos sigues deleitando con mas historias

Eros
invitado-Eros 26-07-2006 00:00:00

muy bueno, largo y con mucho detalle, sexy pero sin caer en lo soez... no te imaginas lo mucho que me ha gustado...

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