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UNA SIESTA MOVIDITA

Estoy decidido: por fin me atrevo a contar cosas de las que guardo en mi interior, que por otra parte debería tener vergüenza, pero no es así, ni la tuve entonces ni ahora tampoco. Solo me produjeron en su momento curiosidad, deseo y hasta incluso placer de adolecente, en ningún momento me arrepentí ni me arrepiento de lo hecho. No quiero que esto que empiezo a escribir se mal interprete, simple y llanamente se trata de algo tan normal como la vida misma, que de seguro a alguno de ustedes les habrá sucedido algún caso parecido, y posiblemente se sentirán identificados en este relato, si no es así lo siento por ustedes.
Éste en concreto, me gustaría que fuera una placentera distracción para el lector, les puedo asegurar que en su día lo fue para mí, y espero que al recordarlos mientras lo escribo los vuelva a disfrutar. Que vuelva a correr por mi sangre la delicia de los impulsos que experimente con esta situación, que nunca olvidare y siempre tendré en mi mente. Experiencias, curiosidades, miedo, placer. Sentir todo este cóctel de sentimiento en un momento dado, es la mejor sensación que le puede ocurrir a un niño en su adolescencia.
En aquella época a la cual me refiero, estos
hechos estaban y creo que aún siguen siendo vistos de mala manera. Hoy la libertad es mayor entre los jóvenes, en las escuelas les enseñan educación sexual entre otras cosas. Entonces la educación sexual se aprendía en la calle y de los chicos mayores, hablar de sexo era impensable. Si el maestro te escuchaba decir algo referente al tema, te castigaba en seguida poniéndote al instante de rodillas cara a la pared, y con los brazos en cruz, incitando al resto de chicos que hicieran escarnio de tu persona. En casa lo primero que te decían los padres sobre el sexo, es que era pecado y si te tocabas el pito podías enfermar o quedarte ciego. << ¡”Qué barbaridad”!>>.
En mi infancia los mayores, creían que los niños éramos inocentes o más bien tontos, para asustarnos con palabras cuando les interesaba. Pero yo como niño de la época puedo asegurar que de eso nada. Entre nosotros comentábamos las cosas que nos pasaban, y nos mirábamos el pajarito a ver quien lo tenía más grande. Como vengo diciendo, lo que aprendí fue de los chicos teniendo experiencias a muy temprana edad y no fue gracias a los chicos, más bien fue gracias a las chicas mayores. Empecé esta experiencia que ahora considero sexual, cuando apenas tenía siete años, entonces me parecían curiosidades.
Tenía una prima rubita, cuya cara me parecía muy guapa, sus ojos eran verdes y muy grandes, me fascinaba cada vez que la miraba, aunque era pequeño sabia apreciar la belleza. Mi prima en cuestión era un poco mayor que yo, tendría entonces catorce tal vez quince años.
Un domingo de verano de esos que hace muchísima calor, estaba toda la familia comiendo juntos, a mi lado tenia a mi prima jugando sin parar con migo. Me daba besos y me cogía en brazo sentándome en sus rodillas, yo me encontraba bien con este juego y muy atraído por su belleza, me gustaba como me acariciaba. A mis siete años recién cumplidos, lo estaba pasando bien y me divertía mucho el juego que entre los dos nos llevábamos. Al parecer a los mayores les molestaba nuestro divertimiento, y con gritos por parte de algún pariente, nos mando a dormir la siesta en la habitación de arriba.
A mi prima le pareció bien y a mí también, arriba en la habitación podríamos continuar con nuestra diversión. Entramos en el cuarto y continuamos entreteniéndonos, ella insistía en besarme cosa que a mí me gustaba que lo hiciera, por lo tanto no ponía resistencia correspondiendo a sus besos. Como hacia calos y nosotros no estábamos quietos, mi prima me dijo que nos quitáramos la ropa para sentirnos más frescos, así que ella se quedo tan solo con bragas y yo con calzoncillos. Cuando me fije en sus pechos los vi bastante hinchados, y la curiosidad me hizo preguntarle a que se debía la hinchazón.
<<”Esto es normal en las mujeres”>> –me dijo tapándose los senos en ambas manos, volviendo en seguida a la distracción que entre nosotros llevábamos, hasta que me quede dormido. Al cabo de un rato estaba todo sudado por el calor que hacía y me desperté, pero seguí haciéndome el dormido.
La curiosidad se apodero de mí y quería saber cómo era la cosita que tenía entre sus piernas, yo ya conocía lo mío pero desconocía lo de las niñas, y me pareció que el momento era excelente, mientras ella dormía podría averiguarlo. Como aquel que nada sabe y haciéndome el despistado fui acercando la mano a su entrepierna, empecé con mis dedos a tocar aquello que me atraía, mientras mi corazón palpitaba cada vez con más fuerza, tenía miedo de despertarla y que se enfadara.
Empecé a intentar levantarle la braguita para meter el dedo por dentro, en ese momento note algo raro hecho por mi prima, había cambiado de posición. Me quede quieto por miedo a que se despertara, al ver que seguía durmiendo continúe adelante con mi objetivo, metiéndole la mano por debajo de la braga, me fue mucho más fácil ejecutar esta acción debido a la ultima postura que se encontraba. Si no podía ver como era su cosita, de momento me conformaría en tocarla y acariciar los pelitos suaves que por sospesa encontré.
En ese momento mi prima abrió los ojos, yo me quede quieto conteniendo la respiración, y la mano en el mismo lugar que la tenia, ella después de mirarme los cerró y se quedo dormida, de nuevo intente ver si podía conseguir lo que me había propuesto. Me molestaba no poder tocar su cosita bien y quería ver cómo era, me hice el valiente e intente quitarle la braga, viendo que era más complicado de lo que parecía, y al mismo tiempo pensaba que igual se podía despertar. Con el susto que tenía y lo nervioso presentes en mi cuerpo, pensé que lo correcto sería renunciar al intento, pero también sabía que ya no tendría otra oportunidad tan buena como la que seme presentaba.
Después de unos segundos al ver que no se meneaba, insistí otra vez en quitarle la bragas, mi prima me dijo al oído en voz baja.
– ¿Qué buscas, deseas alguna cosa? –yo le respondí con las palabras justas.
–Si me enseñas tu coita yo te enseñare la mía –entonces ella se quito las bragas y me quito a mí los calzoncillos, dándome un beso en el pajarito, y abriendo las piernas me enseño su cosita, que estaba llena de pelitos del mismo color de su cabello, parecían de oro puro. Diciéndome con voz suave que se la tocara, que ella haría lo propio con lo mío. Empecé a tocarle aquella cosita con el dedo como si de algo misterioso se tratara, sin darme cuenta tal como lo acariciaba, mi dedo se iba sin querer metiéndose dentro, ella me dijo:
–¡Así no!. –y me aparto la mano–. Toca tan solo y no metas el dedo.
Dichas estas palabras ella empezó a frotarme el pajarito de arriba abajo, era delicioso. Estaba alterado y sentía algo en mí que no comprendía lo que pasaba. Me pidió que le besara su cosita, me pareció que al tener pelitos igual no me gustaría, pero insistió y de nuevo puso su boca en mi pito. En esta ocasión más que besar me lo chupaba, mientras me preguntaba si me gustaba lo que estaba haciendo, a lo cual yo le respondí que si, contestando ella.
–Pues ahora te toca a ti hacer lo mismo con lo mío.
Me vi un poco obligado a cumplir su deseo, ella abrió las piernas todo lo que pudo, y aquello también se le abrió un poco. Puse mi cara entre sus muslos, empezando a chuparle su cosita en donde se le terminaba el pelo, y quedaba la rajita algo abierta. Cuando menos me di cuenta, ya le había puesto la lengua dentro notando un sabor raro, al instante empezó a moverse de forma frenética, yo seguía metiendo la lengua y chupando más de prisa, cada vez me encontraba más a gusto pareciéndome delicioso lo que lamia. Sabía que ella lo estaba pasando bies, porque entre gemidos decía:
–<<”Siegue moviendo la lengua, no pares! ¡Más de prisa”>> –de repente cerro las piernas y soltó un gemido como si fuera de dolor, pero ella luego me dijo que fue de placer.
Me dio un beso en mi boca, y empezó a chuparme el pajarito de forma continua bastante rato, yo lo notaba muy tieso mientras ella seguía chupando, luego le dio un beso y me dijo unas palabras que en ese momento no comprendí, tan solo me pareció que no era bueno. Se quedo mirándome a la cara y me dijo:
–<<”Todavía eres muy pequeño”>>.
¿Qué quiso decir con aquella frase?, para salir de dudas se lo pregunte. Me dio otro beso en los labios que me supo a gloria, contestándome que me había portado muy bien. Esta respuesta ya me gusto más, me ayudo a vestirme saliendo los dos de la habitación cogidos de la mano como si fuéramos novios.
Luego mi prima se tuvo que marchar con mis tíos al pueblo en donde vivían, a la hora de despedirse me dijo que me quería mucho y me echaría en falta, me dio varios besos cuando se despidió. Yo en ese momento estaba colado por ella y al verla como se marchaba me puse a llorar.
–No te preocupes que volveremos a vernos pronto. –respondió ella a mi llanto.
Yo sentía en mi interior que seme rompía algo, estaba enamorado de ella, y le dije al oído que no la olvidaría mientras viviera, ella me contesto que también había sido muy feliz, y lo había pasado muy bien con migo en la cama, era el primero que le había hecho sentir un orgasmo, de esto tampoco me olvidaría nunca. Eso de orgasmo no lo comprendí, entonces no tenía ni idea.
Al cabo de unos días aún seguía pensando en mi prima, me costó mucho recuperarme, y olvidar todo lo que había pasado aquella tarde de verano haciendo la siesta.
Al año siguiente volvió a fiestas del pueblo y la encontré diferente, muy cambiada. Vino con un chico que me lo presento como su novio, me dio un beso de refilón sin poner demasiado interés y se fue con su novio porque quería enseñarle el pueblo. No me hizo el más mínimo caso, en todas las fiestas casi ni hablamos. Solo tenía ojos para mirar a aquella mierda de tío.
Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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