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LOS PECADOS DE LA MONJA

Yo tenía por ese tiempo 18 años recién cumplidos, viajé a Honduras, y en carretera al tomar una curva, venía directamente hacia mí un camión cargado con madera, por lo visto el piloto del mismo no pudo controlarlo en la vuelta, por lo que viré bruscamente hacia la orilla, lo que provocó que una de las llantas de mi vehículo estallara, dando media vuelta y arrastrandose de lado derecho por la orilla de la carretera. Cuando volví en sí, estaba en una cama de un sanatorio, con una pierna enyesada, así como la clavícula, raspones y magullones por varias partes de mi cuerpo, al salir dispàrado del carro, ya que era convertible, de suerte no morí aplastado. Eran aproximadamente las 8 de la noche, al poco rato llegó un médico acompañado de tres monjas, para explicarme el estado de salud, haciendome la observación que por la urgencia del caso, me habían llevado a ese sanatorio, el cuál era privado, pero como tenía que estar en observación por unos días, si yo quería irme a un hospital estatal, pués me trasladaban al día siguiente, yo opté por quedarme en ese sanatorio, firmando una hoja de compromiso de pago. Me llevaron algo de comer y beber, y luego el médico le dijo a las monjas que antes de dormirme me dieran un baño de esponja, uno para quitar los restos de suciedad del accidente, y otra por el calor intenso de la noche. Cerca de las nueve , llegó una monjita como de 22 años de edad, con una cubeta de agua y una pastilla de jabón, después de acomodar un plastico bajo mi cuerpo, procedió a lavarme el cabello, y luego con la esponja empezó s limpiar mi cuerpo, empezando por mi pecho y lo que quedaba descubierto de la espalda, luego mis pies y la pierna que no tenía yeso, luego los muslos, sus manos eran delgadas, blancas y suaves, a cuyo contacto con mis muslos empezé a sentir una sensación de cosquilleo, y la verga empezó a endurecerse, si lo notó o no, no lo podría decir, pero el caso es que me dijo, que mis partes íntimas podría enjabonarlas yo, pero era normal que por ciertos movimientos, la sábana se corriera, por lo que me vió la pinga dura y enorme, sus ojos claros, se clavaron en una mirada de sorpresa y al mismo tiempo de curiosidad, de reojo la ví que se puso nerviosa, y a la vez avergonzada, me terminó de secar, y me dijo que más tarde volvería a darme una medicina.

Por lo cansado y adolorido que estaba, me quedé dormido, desperté al sentir a la par mía la presencia de alguien, en lo oscuro abrí los ojos y ví a la monjita que con una de sus manos muy lentamente corría la sábana para apreciar mi pene, volvió a ver hacia mí y haciendome el dormido abrí mis piernas, con la punta de sus dedos empezó a acariciarme, de arriba hacia abajo, al fino contacto mi pene empezó a crecer, ella cesó de sus caricias, espero unos instantes, y volvió a acariciarme, el pene estaba completanmente duro, y ya salían liquidos pre-seminales, ella con las yemas de los dedos los quitó y se llevó a la boca uno de ellos como probando el sabor, yo alargué mi mano para tomar la suya, ella se sobresaltó, y fué cuando le dije, tranquila siga así, y la guié subiendo y bajando la piel de mi pija, ella ya mas animada, recorría a lo largo del tremendo mastil, y yo cerré los ojos disfrutando de la paja que me estaba dando, sentí lo tibio de su boca cuando empezó a chuparme el glande, empezó a mamar torpemente pero yo sentía un placer indescriptible. Con una de mis manos,empezé a acariciar sobre el hábito sus nalgas, las sentía redonditas y duras, la deslizé bajo sus hábitos y empezé a acariciar sus muslos suavecitos, su piel lisa y tibia, llegué a su entrepierna, y aparté la orilla de su calzón, para tocar su vulva, para mi sorpresa estaba depilada, metí dos mis dedos en su ranura, estaba super empapada, llegué a su clítoris y empezé a masajearlo, ella se abrió más de piernas para que se lo acarciciara de mejor forma, aceleró sus chupetazos, y sentí más jugos em mis dedos, se puso tensa y ahogando sus gemidos, por tener la boca llena de carne, sentí cuando se corrió, apretó con sus piernas mi mano, eso me excitó demasiado, empujé su cabeza a mi verga, para que le entrara un poco más y solté mi semen en su boca, no tuvo más remedio que tragar, me limpió y luego me dió dos pastillas y se marchó, yo me quedé oliendome los dedos que quedaron empapados y empezé a saborearlos, sentir lo saladito y agrio de los restos de su vaginita.

El día siguiente no la ví ni por la noche, si no que fué dos días después que la enviaron por mí para llevarme en silla de ruedas al consultirio del médico. me hicieron unas radiografías y un ultrasonido, lo cual descartó lesiones internas, pot lo que el otro día ya podía abandonar el sanatario, ya de regreso a la habitación, me preguntó que si quería regresar a la cama o si me llevaba a un jardincito, por lo fresco de la mañana, fuimos al jardín y me dijo que iría por un refresco y mi medicina, no me sostenía la mirada, se sentía mal y culpable, aparte de su pecado moralmente peor. Me enteré en ese momento que ella estaba de monja desde los catorce años, a sus trece años, un hermano mayor que ella, borracho la violó y la embarazó, como eran originarios de un pueblito de la costa norte de Honduras, lugar donde todos se conocen y todo se sabe y para evitar más verguenza, sobre todo al saber del embarazo los padres la llevaron a un convento donde tuvo a su hijo. Vocación de monja nunca tuvo y la tentación de un hombre que vió desnudo, fué mayor que otra cosa, diciendome al mismo tiempo que desde que me vió sintió algo muy raro y se despertó la hembra que lleva dentro, le dije que esa noche la esperaría, que saldría al día siguiente y quería que nos acariciaramos como lo habíamos hecho anteriormente, me dijo que no volvería a la habitación. Esa noche llegó una monja a dejarme la cena y poco después regresó para darme la medicina. Me resigne que todo había acabado, me desperté al sentir los labios húmedos en mi boca, había regresado,la rodié con mis brazos y los besos fueron apasionados, llevé su mano a mi verga y empezó de nuevo a acariciarla y a mamarla, eran casi las tres de la mañana, el silencio era total, ninguna persona por los pasillos, yo era el único paciente, por lo que el poco personal estaba durmiendo, la desvestí completamente, su cuerpo delgado, precioso, sus pechos medianos redonditos y de sabor dulce, sus pezoncitos crecieron en mi boca, lentamente y a como pude la coloqué sobre mi boca para poder chupar su vagina chica, abultadita, probé sus jugos sentí un saborcito especial, metía mi lengua en su orificio, lamí su clítoris con firmeza, hasta hacerla venirse, Se acomodó sobre mí con sus piernas abiertas y se colocó la verga en la entrada de su vagina y despacio se fué deslizando en su estrechéz, solo se metía la mitad y la sacaba, me ofrecía sus pechos duritos para ser lamidos y mordisquedos, se fué toda la verga, y deslizaba con facilidad, sentía delicioso el roze con sus paredes, gemiamos de placer , sentí sus convulsiones, yo no me contuve y mientras ella estaba corriendose la llené de leche. Dos meses después dejó los hábitos, me llamó por teléfono y como le había ofrecido ayudarla, junto su hijito se vino a Guatemala, trabajando en un sanatario de un conocido de mi familia, y follando sin prejuicios ni pecados´, nos damos la grande.
Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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1 comentarios. Página 1 de 1
samuel
invitado-samuel 12-09-2013 08:27:15

ya sentía q era yo el que estaba cojiendo es fresa ya he pasado por cosas similares

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